MI NOVIECITO; 11 AÑOS Y YO; 25 (SEGUNDA PARTE)
“¡Vamos a la cama Nico! ¡Pero llévame ensartada!” – Toda la ternura y la dulzura del día anterior, se me había ido al carajo y lo único que quería, era ser re-contra cogida..
Aunque pueda resultar de lo más extraño, Nicolás y yo nos enamoramos perdidamente; yo amaba a ese pendejo y él me amaba a mí y si bien, en un principio, yo solamente quería satisfacer mis necesidades sexuales, el sentimiento y la atracción física pudieron mucho más; inclusive llegué a tener conflictos conmigo mismo, a sabiendas de que ello; a lo mejor, no era lo correcto, pero después de ese leve instante de raciocinio, me volvía a invadir por completo la sensación de no poder estar sin mi vecinito.
¿Cómo lo resolví? Fácil, simple y sencillo, después de todo ¿No me había enamorado yo de Carlos, aquel hombre de 30 años, que me cogió siendo yo un chico de solo 8 añitos de edad? ¿No me habían, acaso, cogido varios hombres mayores, siendo yo niño? ¿No lo había disfrutado a más no poder, yo, entonces?
La respuesta a todas esas preguntas era más que obvia ¡Sí! ¡Disfrutemos, pues, y dejemos de lado todos esos prejuicios, tapujos, etc.!
Ya sin “conflictos internos”, me dediqué pura y exclusivamente a disfrutar a plenos de ese extraño, pero por demás placentero y excitante “noviazgo”.
Nicolás entraba a mi casa y sin mediar palabra alguna, nos abrazábamos y nos besábamos furiosamente; yo le refregaba el culo en su cara y no en pocas ocasiones, ni siquiera alcanzábamos a llegar al living, a la habitación o a cualquier otra dependencia, sino que directamente me cogía contra la puerta de ingreso.
En otras oportunidades, nos sentábamos frente al televisor, poníamos “un film porno gay” e imitábamos las posiciones (a Nico lo excitaba muchísimo acabarme en la cara; el verme “embadurnado en leche”, lo calentaba a mil).
Otras veces, después de dos o tres muy buenas cogidas, yo aún quedaba con “ganas de más” y como su pija ya no había manera “de levantarla”, le daba alguno de mis “consoladores”, para que me los introdujera bien adentro del culo y, de esa manera, yo seguir gozando a full.
Ahora bien, lo mejor de todo, sin lugar a dudas, era la cama; ahí nos dejábamos llevar por las pasiones y llevábamos el sexo al límite; yo me prendía de la verga del chico y no había manera de sacármela de la boca; comía una y otra vez con una voracidad y una desesperación, que muchas veces estuve a punto, inclusive, de “clavarle los dientes” y Nicolás hacia lo propio con mi culo; lo manoseaba y toqueteaba de arriba hacia abajo, lo besaba, lo mordía y por supuesto, me lo terminaba cogiendo, una, dos y hasta tres veces (la ventaja de tener solo 11 años).
Después de esas “revolcadas alucinantes” en la cama, nos quedábamos abrazados, besándonos en la boca; acariciándonos y tocándonos… “¡Te amo Nico! ¿Vos me amás? ¡Sí Marcos! ¡Yo también te amo! ¡Amo tu pija también Nico! ¡Y yo amo tu culo, Marcos!” Susurrábamos mientras nos reponíamos de semejante escena de sexo.
“¿Somos amantes?” – Preguntaba Nico.
“¡No! ¡Amantes, no! ¡Somos novios! O en todo caso, yo soy tu novia” – Respondía yo y agregaba:
-“Amantes, no, porque ni vos tenés otro novio u otra novia, ni yo tampoco tengo novio o pareja, por eso, somos novios”.
Y finalizaba preguntando:
-“¿O te hubiese gustado más que yo sea una mujer? ¿Qué tuviera concha y tetas?”
“¡No! Me gusta que seas así, como sos” – Respondió, enfáticamente.
“Para mañana, te voy a tener preparada una sorpresa” – Le dije a mi vecinito, dejándolo con la intriga, mientras volvía a besarlo en la boca.
Esa noche, volví a dormir extasiado, ya que, por un lado, las imágenes de semejante cogida, me volvían una y otra vez a la mente y, por el otro, aún la cama estaba impregnada de ese cuerpito “sucio y maloliente” de mi lindo noviecito.
“Así que no te gustaría que yo fuera mujer. Ya te voy a hacer cambiar de opinión” – Pensé para mis adentros.
Al día siguiente y después de bañarme y perfumarme por completo, me vestí con una muy sexi y sensual medias con un calado en forma de rombo, tanga y porta ligas (el porta ligas, hace levantar el culo, aún más de lo que ya lo tenía bien parado y levantado) y un hermoso y ceñido vestido, bien ajustado al cuerpo, que me cubría justo, justo la última porción de mis “carnosos cachetes”; a mi largo y lacio cabello rubio, le hice unos hermosos rizos y por último, mi maquillaje facial; sombra en mis párpados, algo de rubor y unos preciosos labios color carmín ¡Ah! Me olvidaba, unos zapatos taco aguja de 10 cm.
La imagen que me devolvió el espejo, no podía ser más excitante; hacía rato que no vestía “de yegua, de potra en celo”.
Una vez lista y habiendo calculado perfectamente el tiempo, escuché el llamado a la puerta, por parte de mi vecinito.
“¡Entrá Nico! ¡Está abierta la puerta!” – Exclamé.
Nicolás ingresó a mi casa y no puedo describir su rostro, al verme. Quedó impávido, sin reacción.
“¿Qué pasa amor? ¿No te gusta lo que ves?” – Volví a exclamar, con una voz de “provocativa prostituta”, mientras caminaba moviendo bien el culo.
A mi metro setenta y cinco de estatura, sumado a los 10 cm. de mis zapatos, me daba un metro ochenta y cinco, de una tremenda mina, excitada a más no poder y ofreciéndose a un pendejo que, si bien representaba más edad de la que tenía, no dejaba de ser un chico de 11 años.
“¡Vení amor! ¡Tocá este culo que tanto te gusta!” – Le dije a Nico en tono imperativo.
Nicolás me llegaba “hasta mis tetas”, así que aproveché, descubrí mi par de lindas tetitas (tenían la forma y el tamaño de las tetitas de una niña en el inicio de su desarrollo hormonal).
“¡Chupame las tetas amor!” – Le dije a mi vecinito e incrédulo, al ver ese par de tetitas, se acercó a mí y comenzó a lamerlas, a tocarlas, a acariciarlas, hasta me metió mis pezones en la boca y comenzó a chupar.
Desconozco lo que sentirán las mujeres, pero a mí, me volvía loco cuando me chupaban las tetas (y aún continúa así), pero si bien ya estaba con una calentura encima que volaba, quería, deseaba, imploraba internamente, para que mi vecinito me coja con el vestido puesto; que me levante ligeramente la falda y me meta su verga bien adentro de mi super culo.
“¡Vení amor! Yo me agacho acá y vos cógeme, pero cógeme con todo! ¿Sí amor?” – Le dije, mientras me aferraba al borde de la mesa y me agachaba levemente.
Listo. Ya estaba en la posición correcta, así que subí un poco me vestido, corrí hacia un costado la tirita de mi tanga y ahí estaba, mi majestuoso super culo, dispuesto para una buena cogida.
Nicolás me ensartó de una y empezó a bombear; me metió la pija bien adentro del culo ¡Qué locura! ¡Qué felicidad total y absoluta! ¡Ah! ¡Oh! ¡Ah! ¡Más amor! ¡Cogeme más! ¿Viste que puta soy? ¿Viste que pedazo de puta soy?” – Estaba tan caliente que ya no sabía que decir.
“¡Vamos a la cama Nico! ¡Pero llévame ensartada!” – Toda la ternura y la dulzura del día anterior, se me había ido al carajo y lo único que quería, era ser re-contra cogida.
Ya dentro de mi habitación, noté que tenía la ventana abierta y cuando me disponía a cerrarla, escuché los gritos de la madre de mi vecino, dirigiéndose a sus otros dos hijos; como de costumbre, de decían todo tipo de insultos e improperios entre ellos, pero por alguna razón, el oírlos del otro lado del paredón que dividía nuestras propiedades, me produjo una excitación aún mayor.
“¡Si la mamá viera lo que está haciendo su hijo!” – Volví a pensar para mis adentros.
Ya sobre la cama, tenía el vestido arrugado a la cintura, las medias todas desalineadas, pero aún conservaba puestos los zapatos de taco alto.
Dejé, a propósito, la ventana abierta y le pedí a Nicolás que me volviera a ensartar por detrás; no había caso, nada me terminaba de contentar; sólo quería pija, pija y más pija y encima, la imagen que me devolvía el espejo de la habitación, era la de una puta; la de una reverenda puta, que se había entregado, por completo, a los placeres del sexo, con un pendejo de 11 once años, al que, además de todo, lo consideraba su novio.
De todas las cogidas que habíamos tenido con Nicolás, aquella era a todas luces la mejor, la más excitante, la más prolongada.
La cama estaba hecha un desastre, yo, llena de leche por todo el cuerpo y Nico, ya completamente exhausto, a pesar de sus jovencísimos 11 añitos de edad.
“¡Hay Nico! ¡No sé que hacer con vos! ¡No sabés cuánto te amo!” – Le susurré al oído.
“¡Pero yo también te amo, Marcos!” – Me devolvió el susurro.
-“¡Lo sé, amor, lo sé!” – Volví a decirle y agregué:
“Pero yo tengo 25 años y vos solo tenés 11”
“¿Y qué tiene eso de malo? ¿No me querés acaso?” – Dijo Nico, en sollozos.
“¡Tenés razón amor! ¡No tiene nada de malo! ¡Nos amamos y punto! ¡Qué joder!” – Exclamé y le encajé en super beso en la boca, la que le quedó del color de mi labial.
“¿Cómo te gusto más amor? ¿De hombre o de mujer? ¿De Marcos o de Wanda?” – Le pregunté mientras le toqueteaba la verga fláccida, pero aún así hermosa y apetitosa.
“¡No sabías que te llamabas Wanda, cuando estás de mujer!” – Dijo mi lindo y precioso vecinito.
“Un travesti me puso ese nombre; hace ya muchos años; cuando yo tendría unos 16 años” – Le conté.
“¡Me gustás de las dos maneras! ¡Como Marcos y como Wanda! ¡De las dos formas te amo!” – Finalizó diciendo Nico y volvimos a abrazarnos y a besarnos.
Por último, le pedí que me chupase por última vez las tetas y luego de limpiarle la cara, para quitarle el labial y el maquillaje, nos despedimos, aunque yo me quedé tirada en la cama; extasiada a más no poder. Me sentía por demás sucia en todo sentido y ello me encantaba; vaya si me encantaba.
Si este relato les resultó excitante, no se pierdan el próximo, ya que, por una razón total y absolutamente fortuita, tuve a mi noviecito Nicolás, todo un fin de semana en casa, conmigo.
Son marcoscomodoro y mi mail es [email protected]
Voten y comenten, por favor. Besos a todos. Los amo.
MUCHAS GRACIAS A TODOS LO QUE ME ESCRIBIERON A MI MAIL. SIGAN HACIÉNDOLO, POR FAVOR, BESOS.
Me encantan tus relatos me traen muchos recuerdos ❤❤❤
HOLA ANACONDA75. MUCHAS GRACIAS. ESTOY ESCRIBIENDO LA TERCER PARTE DE ESE RELATO. BESOS.
Está bien. Voy a seguir