Mi novio y su regalo de cumpleaños
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Nunca olvidaré el día que cumplí los 25 años. Vivía con mi novio desde hace un año y teníamos una relación larga y sin complicaciones. Mi pareja (de la que no voy a decir su nombre ni voy a rebautizarlo injustamente) es una de esas personas afables, siempre educadas y que tienen muy en consideración a los demás. Odia las malas palabras, es muy buena persona y siempre me quiere proteger por encima de todas las cosas. Físicamente, mi chico es bastante alto, de piel morena y con un cuerpo algo marcado de hacer algo de ciclismo los fines de semana. No voy a decir que es un tio escultural, pero a mi me gusta mucho y me pone burrísimo.
No creo que importe mucho explicar como soy yo, simplemente soy un chico normal, que se pasa el día en la oficina y de vez en cuando hace algo de natación. Soy de complexión delgada, y no estoy demasiado fibrado, pero yo me gusto y para todo lo demás, siempre me quedan mis ojos verdes que no pasan desapercibidos por cualquiera.
El día de mi cumpleaños fui a trabajar como de costumbre, con la salvedad de llevar unos pasteles para la hora del café. Era nuevo en la oficina, con lo que no dejaba de ser incómodo que gente a la que has conocido esa misma semana te esté felicitando cuando apenas te sabes sus nombres. El día se me paso bastante largo. Si bien aparento tener muchos menos, cumplir un cuarto de siglo me agobiaba bastante. Estuve todo el día haciéndome las tipicas preguntas "¿Qué ha pasado este tiempo?" "¿Qué he hecho con mi vida?" no suele preocuparme la edad, pero el hecho de juntar rutina y cumpleaños, creo que me volvió un poco loco.
Ya al caer la tarde llamé a mi novio para avisarle de que iba a casa, mi idea era pasarle a buscar para ir a cenar.
– No, no te preocupes, ven a casa y ya preparo yo algo. – Me contestó de la forma más escueta, algo raro en el.
No sabía si me estaba preparando alguna sorpresa, pero la verdad es que no es una persona demasiado imprevisible. Pensé que lo más seguro es que me quiera dar su regalo y se esté poniendo nervioso. No soy una persona materialista, siempre me quedo con el detalle, pero aquél dia iba a recibir uno de los regalos más deseados aunque inesperados que me han hecho.
Cuando fuí a abrir la puerta de casa con las llaves, descubrí que por alguna extraña razón el pestillo estaba echado por el otro lado. Me puse a tocar el timbre y me abrío mi novio forzando una cara de apatía. Llevaba puesto unos pantalones de chándal y una camiseta vieja, posiblemente había estado haciendo algo de ejercicio o con un poco de suerte, limpiando.
– Hola.
– Hola. ¿Cómo es que has cerrado? – Le pregunté curioso.
– Ah, nada. Sin más – Me dijo, tratando de hacer algún tipo de papel que no me creí ni por asomo.
Empecé a reírme, sólo para ponerle más nervioso. Cuando uno no sabe actuar, es mejor que no se meta en semejantes jardines…
– Déjate de tonterías anda, dame el regalo de una vez. – Le dije en un tono condescendiente y cerrando la puerta detrás de mí.
– Lo tengo aquí, espero que te guste. – Me dijo en repentino tono serio y desafiante que me hizo temblar.
Entonces todo pasó muy rápido para mi. Mi novio me agarró de un brazó, tiró de mí y en mitad del recibidor de casa, me puso de rodillas en el suelo. Todavía no había podido reaccionar cuando se bajó los pantalones y cogío mi nuca, llevándome hasta su paquete.
– ¿Quieres abrirlo ya? – Me susurró mientras restregaba mi cara por su entrepierna.
Podía notar su polla latiendo a través de su ropa interior, dura como nunca la había notado. Mi novio nunca me ha tratado de esa forma, y de pronto estaba obligándome a su voluntad. Confieso que por un momento sentí algo de miedo, pero cuando me quise dar cuenta tenía mis propios calzoncillos empapados. Por fin un poco de mala leche, y de malas maneras, y en el campo sexual que era lo que más deseaba.
Tras un rato de bruscos movimientos, y de lamer la tela de los calzoncillos, me pidió que se los bajase con la boca. Su polla, de unos 18 cm, saltó delante de mis ojos como un resorte, firme y chorreando líquido preseminal. Una de las cosas que más me gusta en este mundo es chupársela a mi novio, y ese día quería hacerlo hasta hartarme, pero de pronto no me dejó.
– ¡Sáca la lengua! – Me ordenó mientras me sujetaba la barbilla, impidiendo acercarme más a su deliciosa polla. Cada vez que me daba una orden me daba un vuelco el corazón, no parecía el chico con el que dormía todos los días.
Saqué la lengua y sonriendo, empezó a estrujarse la polla, soltando gotas de líquido en mi lengua y mis mejillas, pasandola por toda mi cara.
– Joder, ¡déjame comertela ya! – Le grité en medio del calentón, pero de pronto me dió un pollazo en la cara. Puede parecer gracioso pero me dio tan fuerte que me dejó pasmado.
– ¡Eso lo decidiré yo! – Me dijo, mientras seguía dándome en la cara al tiempo que gemía.
Tras dejarme la cara roja con sus pollazos humillantes, avanzó un paso hacia mí y reclinándome la cabeza hacia atrás puso sus huevos en mi boca. Empecé a chuparlos, metiéndomelos a la boca y jugando con ellos.
– Aaaah, eso es, cómetelos – Me decía mientras me los ponía y quitaba a su antojo.
Podía notar por su leve sabor, que no se había duchado esa tarde, no sé si premeditadamente. Durante cinco minutos, sólo se oían nuestros jadeos y los ruidos que hacía mi boca al salivar sus pelotas. De vez en cuando se marturbaba delante de mi, sólo para hacerme rabiar.
Un rato después me hizo levantarme y me llevó hasta nuestra habitación, en el camino por fin le pude agarrar la polla, pero nada más llegar a la habitación me pegó un empujón tirándome a la cama. Puso su cuerpo sobre mí y en un par de tirones me dejó sin ropa. El sólamente se quitó sus pantalones y calzoncillos, pero cuando tuvo éstos en la mano, me los metió a la boca.
– ¿Te gusta esto? Es lo que querías, ¿verdad? – Me decía mientras me mordía con fuerza los pezones.
No podía hablar, sólo gemía y trataba de asentir. Mi corazón estaba latiendo a mil por hora, quería pajearme con fuerza pero su cuerpo sobre el mío me impedía moverme casi por completo.
Entonces me soltó por un momento y me quitó la prenda de la boca, en un momento se dió la vuelta sobre mí, incorporándose en cuclillas. Yo ya sabía lo que iba a venir ahora y bramé con fuerza al ver su culo cerca de mi cara.
Mi novio tiene lo que viene a ser un "bubble butt", un culo grande y redondo con poco pelo que como el bien sabe es mi debilidad. Su culazo me pone a mil, sea cual sea la situación, siempre consigue excitarme hasta correrme, tengo una fijación insana por él.
– Vamos, cómeme el culo. – Me dijo mientras se sentaba en mi cara de forma literal.
Con mi lengua, empecé a hurgar en la entrada de su culo, que sabía delicioso, al tiempo que él se masajeaba los glúteos y los habría para mí. Empezó a dar gemidos leves y yo ronroneaba de placer, haciéndo vibrar su esfínter. Mi polla me dolía, me pedía ser atendida, pero yo solo podía mover mis piernas como buscando rozarme con algo. Empezó a hacer sentadillas, cayendo suavemente sobre mi cara, el sonido de sus cachetes golpeando contra mí sonaba por toda la habitación.
– ¡Méteme la lengua, cabrón! – Posiblemente el primer insulto que recibía de mi novio, y que me puso tan cachondo que saqué mi lengua todo lo que pude y la introduje en su ano. – Aaaah, ¡Muévela más!
El sabor de su interior era fantástico, me estaba volviendo loco. De forma brusca, empecé a penetrar su culo con mi lengua, haciéndole retorcerse de placer. En agradecimiento, me recompensó de forma inesperada metiéndose mi polla hasta la garganta. ¡Casi me desmayo del gustazo! Empecé a ahogar gritos dentro de su culo, con mi lengua. La boca me chorreaba saliva por todas partes y su esfinter cada vez se abría más.
Seguimos así un buen rato, pero cuando estaba a punto de correrme de pronto saltó de la cama sin avisarme. Se bajó de ella y tiró de mí para que quedase mi cabeza colgando hacia atrás de ella. Me sujetó los brazos con fuerza y pude ver su enorme polla balanceándose sobre mi cara.
– ¿Tienes ganas de probar tu regalo? – Me dijo sonriéndo con maldad.
– ¡Si!¡Joder, me tienes a mil! – Contesté totalmente poseído por el deseo de comerme aquella polla.
– Pídemelo por favor – Flexionaba despacio las rodillas para que su miembro me acariciase los labios muy suavemente, y después volvía a subir.
– Por favor, dámela ya, quiero comérmela.
– Vale, abre bien la boca. – Esto más que una orden, me sonó como una medida de seguridad.
Abrí mi boca para poder saborearla, pero fuertemente, me la clavó hasta la garganta de un golpe. Me estremecí entero, haciendo un sonido asqueroso con la garganta, mientras en espasmo mi cadera se levantó casi sin querer, arqueando aún más la espalda. Todavía mi cabeza no había terminado de dar vueltas cuando mi novio empezó a embestir mi garganta de forma brutal.
Su polla me golpeaba hasta la campanilla y luego salía entera, dejándola un segundo para volver a meterla otra vez todo lo que podía.
Yo sólo podía gemir de placer, me encantaba saborear ese pedazo de carne y la violencia con la que me follaba la boca me estaba volviendo aún más loco.
Una vez más la sacó entera, y dejando hilo de saliva permanecía conectado de su tranca a mi lengua.
– Dios, que cerdo eres, tendrías que ver la cara de placer que tienes ahora mismo. – Me dijo mientras podía ver como un montón de saliva goteaba desde su mástil.
– Todavía ni me he enterado, a ver si tienes cojones a darme fuerte de verdad. – Le reté, dispuesto a seguirle el juego tanto como él estuviera dispuesto a hacer.
– ¿Entones quieres más caña? ¿No me ves capaz?
De forma brusca, embistió nuevamente mi boca con su rabazo, gritando como una bestia. Empezó a repetir este movimiento con tanta furia que sus huevos golpeaban mi cara haciéndome daño.
– ¡Dios! ¡Que gustazo, joder! ¡Ahógate con mi polla! – Me gritaba como un poseso, su cara estaba roja y su sudor empezaba a caer sobre mi cuerpo.
Yo no podía moverme, sólo intentaba recibir sus embestidas de la mejor forma posible. Pero justo cuando empezaba a acostumbrarme, sacó toda su polla una vez más, y gritando como un animal me la enterró hasta los huevos. Al notar su capullo traspasar mi garganta me vino una fuerte arcada, que me hizo escupir un montón de saliva. Comencé a toser con fuerza y mi novio detuvo todo para mirarme.
Sin decir palabra, le miré como diciendo "no pasa nada, estoy bien" y continuó metiéndomela aunque inevitablemente más despacio.
Mi novio, cercano a correrse, empezó a pajearse. Al dejarme libre yo también fuí a hacer lo mismo, pero saltó de nuevo a la cama y puso sus rodillas sobre mis brazos, prohibiéndome por enésima vez darme placer. Cabreado, le grité que me dejara correrme a mi también y me dió un guantazo en la cara.
– Vas a correrte cuando yo te lo diga.
Decidí resignarme y abrí la boca para recibir su leche. No tardó demasiado en correrse entre espasmos y gemidos de placer. Empezó a lefar mi cara intencionadamente, descargando chorros interminables por mis mejillas, mi boca y mi nariz. Se retregaba la polla por toda mi cara, extendiendo toda su corrida y dejándome aún más pegajoso de lo que estaba. Me estaba encantando, pero no podía esperar a correrme yo también.
Pasaron unos segundos y su respiración se normalizó, callado mirándome sin decir nada.
– ¿Me vas a dejar correrme ya? Esto ya empieza a no tener gracia.
– Ahora te ayudo, pero primero vete al baño a limpiarte un poco, anda. – Su tono cariñoso me hizo volver a confiar en él, pero lo cierto es que me estaba comenzando a cabrear y se me estaba olvidando el calentón.
Dejó que me levantara para ir al baño y nada más sobrepasar la puerta vino detrás de mí. Supuse que se quería limpiar así que no le dí importancia.
De forma inesperada para mí, cuando fui a coger un poco de papel higiénico, mi novio volvió a sujetarme los brazos y me sentó en la taza del váter.
-¡Eh!¿Ahora que haces? – Le gruñi ofuscado.
– ¿Que voy a hacer? Darte tu regalo – Me dijo de forma cariñosa mientras se ponía frente a mí.
Que me partiera un rayo en ese momento si entendía algo de la situación. No sabía de que iba todo eso y sólo podía mirarle extrañado. En ese momento, se agarró de su polla, ya algo flácida y la apuntó hacia mí.
Mi corazón dió un vuelco, ¿iba a hacer lo que creo que iba a hacer? Empecé a pensar rápidamente, todo mi cuerpo se puso muy tenso e intenté a hablar pero para entonces un primer chorro amarillo de pis se chocó contra mi pecho. Mi cara debió ser un poema, mis pulsaciones se aceleraron de golpe y mi respiración se entrecortó. Toda mi vida, mi fantasía sexual más oscura y secreta era que alguién se meara sobre mí, y ahí estaba mi novio, sin haber roto un plato en su vida, haciéndolo realidad.
De pronto mi polla pegó un salto, bombeando sangre a toda velocidad. Empecé a pajearme furiosamente mientras notaba la orina caliente estrellarse con mi cuerpo.
-Eso es, pajéate ahora, ya sé que te gusta esto, cerdito. – Mi novio sonreía por verme así.
Yo no podía hablar, sólo respiraba hondo, me pajeaba en silencio y me concentraba en sentir su meada, cayendo desde mi pecho, por mi vientre y acabando en mi polla y mis huevos. No tardó en empezar a gotear hasta la taza del váter, que se oía junto con los chapoteos de mi frenética paja. El olor empezaba a ser penetrante y abrí la boca de puro placer.
Mi novio aprovechó la ocasión para apuntar a mi boca, dejándo entrar un poco de su líquido dentro, lo cual lo retuve, sintiéndo su calor, para poco después dejarlo ir suavemente de mi boca hacia afuera, con el resto de la corriente.
Ya estaba terminando cuando acabó por meterme la polla en la boca. Y justo en el momento en el que lamía sus últimas gotas me corrí como una bestia, diciendo un puñado de improperios.
Cuando terminé, mi novio me miraba sonriendo, lo cual me daba una vergüenza terrible, no estaba preparado para nada de eso. El se metió a la ducha y poco después fui yo. Entre besos y abrazos le pregunté que cómo se le había ocurrido hacerlo por mí. Al parecer, había visto algo de mi porno en mi disco duro, y aunque al principio le sorprendió, estuvo varios días valorándo el hacer algo parecido. Para cuando lo aceptó y accedió a probarlo, en lugar de contármelo todo optó por darme la sorpresa ya que se acercaba mi cumpleaños.
Ese día debería haber dormido como un bebé, pero lo cierto es que no podía pegar ojo de los nervios. Habíamos hecho algo muy especial (al menos para mí) y no sabía lo que eso iba a significar en un futuro. De lo que estaba seguro es de que mi novio me quería mucho, pero nunca pensé que fuese a tener cumplida mi fantasia sexual.
¿Qué pasará a partir de ahora?
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