Mi nuevo macho
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Con Carlos estuvimos relacionados sexualmente dos años, la experiencia carnal con él fue maravillosa, sin embargo, la afectiva nunca existió, siempre me sentí enamorado de él, mis sentimientos se notaban, por esa razón abusaba, despreciándome cuando podía, siempre estuve dispuesto para él, culiamos donde me dijera y cuando quisiera, Carlos comenzó una relación con una de sus amigas, desde ese día fui una molestia para mi primo, para liberarse de mí contó sobre nuestras relaciones a algunos compañeros de mi curso y a mi madre, el escandalo fue mayúsculo.
Mi madre me propinó una soberana paliza, los insultos de mi padre enloquecido se escucharon por todo el barrio, mientras yo lloraba desconsoladamente negando todo, decidí no acercarme a él, me escondí en casa por mucho tiempo, solo iba al colegio, ahí algunos compañeros me acosaban con preguntas, me obligaban a desmentir una y otra vez la versión de Carlos, finalmente el asunto se olvidó o simplemente se dejó de hablar, mi hermano menor guardó silencio y nunca comentó nada de lo que habíamos hecho, seguí comportándome como un buen muchacho, incluso comencé un noviazgo con una de mis compañeras, no me gustaba besarla, pero me encantaba tomarle las manos, eran suaves y blancas, yo quería unas así, de alguna manera sentí admiración por aquella chiquilla, me hubiera encantado ser como ella, tal vez por eso tuve el valor de estar un par de meses en un amorío sin besos, pero de muchos abrazos y paseos tomados de la mano, eso me ayudaba a simular.
Mi primo alguna vez acudió a mí para desahogar sus pasiones, pero siempre tuve la firmeza para rechazarlo.
Durante largos ocho meses no probé verga alguna, a esas alturas de la vida era un sufrimiento terrible abstenerme de pene, pero debí hacerlo para terminar con todos los comentarios, yo era una puta muy caliente y lo mejor que podía hacer era masturbarme, no me quedó otra opción, multitud de objetos comenzaron a pasar por mi culo en los días en que mis padres trabajaban, al menos cinco días a la semana yo era la única habitante de aquella morada en el día, mi hermano salía temprano hacia el colegio y no retornaba hasta casi anochecer, terminé la enseñanza media y me inscribí en un preuniversitario, eso me daba mucho tiempo durante el día, asistía a clases en la noche, cuando mi familia ya había retornado de sus labores, yo había hecho las mías.
En el pre, conocí a Humberto, él tenía 22 años, era alto y delgado, nos hicimos buenos amigos, nos sentábamos juntos durante las clases y me acompañaba hasta la parada del microbús , un día quedamos para juntarnos en su casa, al llegar ahí, él vestía ropa deportiva, un pantalón de buzo ajustado y una camiseta de algún equipo de basquetbol, se veía muy lindo, nos sentamos en uno de los sillones a conversar y bromear un poco, su madre aún daba vueltas por ahí, mi amigo me llevó hasta su dormitorio, nos pusimos a ver una película, nos acostamos juntos, él apoyado en la cabecera de la cama, yo boca abajo a los pies de la misma, al rato su madre le avisa que sale, entonces me dice “al fin, nos quedamos solos”, se levanta y se monta sobre mí, comienza a morderme la oreja, sus manos recorren mis piernas primero y luego mi culito, lo levanto un poco para hacer más fácil su labor y poder sentir su miembro en mí, Humberto me excitaba y mi calentura contenida por meses también se notaba, me da vuelta, me besa, introduce su lengua en mi boca, la siento suave, rica, estoy que exploto, pero trato de controlarme, quiero disfrutarlo y no echar a perder esta oportunidad que no busqué, además sus besos son deliciosos,
“me gustas mucho, eres una nenita muy rica”, solamente atiné a responderle “te deseo”, lo halaba hacia mí, quería seguir sintiendo sus labios sobre los míos, con la misma agilidad que se montó sobre mí, se lanza hacia atrás, lo miro, está muy rico, su pantalón denunciaba que el pene estaba en su tamaño máximo, sin levantarme, me volteo hacia él, beso su paquete por sobre su ropa, lo siento durísimo, ahora él se acomoda para facilitar mi labor, bajo sus prendas, dejando al descubierto un bellísimo pene, no muy largo, quizás unos 20 centímetros, grueso, sus testículos se encontraban depilados, lo que me excitó mucho más, me lance sobre ellos, literalmente, paso la lengua con desesperación sobre ellos, trataba de meter cada una de sus bolas en mi boca, lo hacía suavemente, quería que lo gozara, yo lo estaba gozando desde que los toqué, luego besé la cabeza de ese palo grueso, era exquisito, un caramelo, pasé la lengua por el tronco hasta llegar a sus testículos, lo introduje poco a poco, babeaba sobre ese trozo de carne, comencé a masturbarlo con mis labios apretados, me quedaba quieto, lo lengüeteaba, volvía a metérmelo en la boca, movía mi cabeza con cierta habilidad, no era el primer pico en mi boca, mi amigo me tomaba del pelo, intentaba introducir su carne lo más posible, me coloca boca abajo, baja mi pantalón, besa mis nalgas, ensaliva mi hoyito, se monta y lo mete, lo hace suavemente, los meses sin usar el ano me pasan la cuenta, me duele, lo tiene muy duro, tiene un pene rico,
trato de relajarme, pero el dolor me va ganando, “¿te duele?”, “tú mételo no más”, he tratado de no quejarme, pero luego lanzo un pequeño grito, “! Ay ¡”, siento como mi ano es obligado a cobijar un pico al que deseo mucho, me trago mis lágrimas, sé que lo disfrutaré, Humberto comienza a moverse suavemente, sus brazos están apoyados a los costados de mi cabeza, él arquea la espalda, su pene entra todo o eso creo, a esas alturas no lo sé, solo quiero que se mueva, logro sentir su cabeza llegando al tope de mi chico, se mueve sabroso, a ratos suave, a ratos brusco, luego de unos minutos mi ano ya reacciona positivamente, goza, gozo, se ha dilatado y ese extraño ya no lo es, lo saca una y otra vez, luego vuelve a meterlo con fuerza, mi culo resiste sus embestidas, yo le pido más, sale de mi interior, nos besamos apasionadamente, me pide que lo siga, entramos en el baño, me apoya sobre el lavamanos, me miro al espejo, me besa la espalda, me río, mientras trato de acariciarlo o agarrarlo, mete su pico, casi me eleva del suelo, sigo mirando mi cara en el espejo, mis gestos, la manera de disfrutar se refleja ahí, ya no me río, quiero recordarme como una puta, no veo a un hombre, veo a una chica siendo perforada violentamente por su amante casual, me toma del pelo, me hala hacía él, besa mi cuello, saca su chuto y lo mete con fuerza otra vez, salto, grito, gimo, comienza a llenar con agua la bañera, es una tina grande, pienso que ahí podemos estirarnos sin problema, mientras el agua cae, él se introduce en la bañera, se apoya en un fierro que hay ahí, su pene queda a la altura de mi boca
no pierdo tiempo, comienzo a comérsela desesperadamente, es muy rica y luego de unos minutos en mi poto la siento aún más deliciosa, me pide que ingrese a la tina y me acueste boca abajo, así lo hago, mi cuerpo se sumerge en esa agua tibia, me encorvo para sacar la cabeza del agua, él me monta, con sus manos abre mi nalgas, mi hoyo lo recibe con agrado, comienza a moverse sobre mí, el agua se agita, yo también, trato de moverme a su ritmo, son unos minutos espectaculares, luego él se reacomoda y me ordena sentarme sobre su pichula, así lo hago, con mis brazos apoyados en la tina, comienzo a moverme sobre él, hago que su pico llegue al fondo todo lo que quiero, es mi ritmo haciéndolo gozar, me quejo, le hago saber que disfruto ese momento, luego comienza a moverse rápidamente, ahora solo recibo una buena culeada de su parte, qué rico, si supieran como gozo, como siento, esto es muy rico, tener una pichula de ese tamaño metida en el culo es delicioso, él se agita, se queja fuerte, se tensa, eyacula, me abraza, doy vuelta la cabeza y nos damos un beso como podemos, me levanto, salgo de la tina, me dirijo hasta el dormitorio, me visto y me voy, camino por las calles aún excitado, siento el hoyo perforado aún, su pene aún no me abandona, mientras camino el semen comienza a escurrir por entre mis piernas, no tengo posibilidad alguna de limpiarme, solo espero que nadie pueda darse cuenta de lo que pasa o de lo que pasó , llegó hasta mi casa, me acuesto y me duermo, fue un día magnifico, solo espero que Humberto no diga nada, mientras mi ano ya relajado parece palpitar por el dolor y el placer que aquel magnifico macho nos ha otorgado.
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