Mi obsesión por Coqui… El macho me estrena y me posee (Parte 1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cambro_david.
Siempre me ha fascinado lo compleja que es la sexualidad humana. Nunca se puede encontrar un caso idéntico en donde los gustos y preferencias concuerden al 100%. Todo tiene, para mi, una raíz en el pasado que se puede rastrear y si se le pone cuidado, tomar como punto de partida a la adquisición de un gusto particular.
En mi caso esa raíz es mi estatura. La genética me hizo algo chaparro (1.65 m para ser exactos) y desde bastante chico recuerdo que esto fue un factor que me marcó en mi vida. En la escuela y en el barrio, por algunos chicos no era tomado en serio, era el chiste, la miniatura… Para otros era alguien a quien proteger, el minusválido, el pobrecito… Esta situación creó en mí un sentimiento de inseguridad que por ser tempranero en mi vida, vino a marcar muchos de mis rasgos de personalidad.
Me explico. Muchas veces a través de mi infancia / pubertad, no sentía que cumpliera con los requisitos necesarios para considerarme un hombre completo. Veía a los demás y añoraba ser más alto, poder competir físicamente, pasar desapercibido y no ser el chiquitín.
Adquirí por tal motivo una gran admiración por el cuerpo desarrollado del hombre. Miraba los deportes sólo para soñar que yo era uno de ellos (ya se lo que estarán pensando, hay muchos atletas que logran el éxito sin necesidad de ser altos… Pero yo en mi fijación no veía esto) … Aún así apenas tuve edad me dedique a ejercitar y hacer crecer mi cuerpo, con entrenamiento de pesas y acondicionamiento físico.
Apenas se empezaron a ver los resultados, empecé a conseguir el éxito con las chicas. Me encantaban las mujeres, me hacían reafirmar mi masculinidad… Yo era bueno con ellas,tenía facilidad para hablarles y hacerlas reír. Sin embargo el sexo nunca me satisfizo. Me sentía raro cumpliendo con el rol de macho… No sentía que era lo mío y sentía que quedaba debiendo. Y no me malentiendan … Yo si cumplía y disfrutaba pero muchas veces prefería una buena paja a un polvo.
Así continúe durante mis años de U donde conocí a la chica de mi vida.Tuvimos una relación de 5 años en donde todo fue en su mayoría bueno… Realmente la amaba y pensaba que íbamos a lograr durar para toda la vida. Vivimos juntos por un largo tiempo, enamorados, era mi alma gemela.Yo inclusive le propuse matrimonio. Sin embargo meses antes de la boda ella me manifestó que estaba teniendo dudas. Intentamos solventar los problemas sin embargo la brecha cada vez se iba ensanchando. Ya las cosas no ocurrían naturalmente sino que había que forzarlas. En un final ella me pidió un poco de distancia y yo decidí terminar la relación, enojado con ella y en una posición un poco infantil con la vida, a la que culpaba por haberme hecho chiquito, incapaz de mantener a mi lado a la única mujer que hasta el momento había amado.
Decidí entonces empezar de cero en otro lado. Trabajaba para la empresa estatal de electricidad y solicite un traspaso a la capital del norte. Estaba que no quería nada con las mujeres. Pensaba que me quedaría sólo para toda la vida ya que lo único que me salía eran "gold diggers" que ni siquiera me producían la más mínima pizca de excitación.Así pasaron unos meses en donde las dos únicas cosas en mi cabeza eran el trabajo que me mantenía ocupado y el acondicionamiento físico.
Un viernes de tantos uno de mis compañeros me invitó a un partido de fútbol que tendrían el domingo en la cancha del club campestre de empleados de la empresa. Normalmente no acudía a este tipo de actividades pero los domingos a veces me sentía algo solo y esto al menos incluia actividad física. Así que el domingo a las 10 de la mañana estaba en la cancha jugando. Yo no soy muy buen futbolista pero la mayoría eran señores panzones, sin condición que respiraban como si estuvieran a punto de sufrir de un ataque cardíaco.He de aclarar que esta no era la única cancha (en total eran 4).
Después del partido nos fuimos a las duchas. Yo siempre aprovechaba estos lugares para echarme un taco de ojo, para admirar a los varones corpulentos y deportistas en paños menores (hago la aclaración de que en las otras canchas si habían mejores prospectos) Desgraciadamente las duchas eran cerradas por lo que no podía ver a nadie completamente desnudo. Era parte de mis gustos… Observar a los varones en su estado natural, no podía negar la belleza de un hombre bien formado, y detallar en vivo los tamaños y formas de sus aparatos reproductores.
Al entrar al área de duchas iba a pasar algo que me cambiaría para el resto de mi vida.
De una de ellas salió cubierto solamente por un ajustado calzoncillo tipo bikini de color gris perla, un macho moreno de dimensiones épicas. 1.85 metros de altura, 90 kilos de peso, con el pecho cubierto de vello, con los brazos y muslos fuertes, trabajados y una espaldota ancha y poderosa. Su rostro era fiero, con las facciones marcadas. Sus ojos negros, profundos, cejas anchas y pobladas y el cabello al rape. Tenía 35 años (yo tenía por aquel entonces 27).
No pude apartar mi vista de semejante espécimen… Me dejó hipnotizado. Era como salido de mis fantasías más íntimas . Empezó a caminar en mi dirección y yo no podía hacer nada para dejar de mirarle el paquete gordo y abundante. Él, con cara de malo pasó a mi lado sin prestarme atención (me imagino que era normal para él llamar la atención al pasearse públicamente con tan poca ropa). Yo volteé la cabeza para admirar al macho de espaldas y observar su trasero redondo mientras se alejaba y se perdía al entrar al área de vestidores.
No comprendía que me había sucedido. Era la primera vez que un hombre me producía tal efecto. Me duché rápido para ver si podía volver a verlo en los vestidores pero al salir ya se había ido. En fin me fui a mi aparta pero no podía sacármelo de la cabeza, cada vez que me acordaba de aquel cuerpo masivo y rostro varonil no podía evitar que se me parara la verga.
Así pase toda la semana, masturbándome todos los días imaginando como el macho sin nombre se cogía a una rubia tetona (aún no me atrevía, o se me ocurría, relacionarlo con un deseo homosexual). Lo busqué en la base de datos pública de la empresa, sin embargo, sin su nombre me resultaba imposible encontrarlo.
El viernes de esa semana volví a buscar al compañero encargado de organizar la cascarita. – Claro que si, Luis… El domingo tenemos reto contra el equipo de Ingeniería de campo… Ya te iba a mandar la invitación por el IM –
Yo no sabía que estaba esperando. Normalmente le huía a este tipo de actividades y ahora más bien andaba buscándola en mi afán de ver a un tipo "equis" que ni tan siquiera sabía si estaría – qué te pasa, Luis, que estas haciendo? – me preguntaba en la noche en la soledad de mi cama.
El domingo me alisté temprano y me fui al club campestre. Anduve por todo lado buscando al cabrón, en la piscina, en la soda, en las otras 3 canchas pero no había señal de él.
– mejor vete olvidando, además que vas a hacer si lo ves? – me decía a mi mismo mientras caminaba hacia la cancha número 4. Ya casi todos estaban calentado y para mi si sorpresa, ahí estaba el macho en cuestión, en pantaloncillos cortos haciendo series mientras hablaba con sus amigos. Si el otro día, me había dejado boquiabierto, esta vez no hacía más que confirmar la calidad de macho cabrío que la vida me permitía volver a observar. Durante todo el partido lo marque de cerca, intentaba disimuladamente provocar el contacto físico para sentir su cuerpo sudado junto al mío. En una de las jugadas me entró criminalmente barriendose y casi quebrándome ( la diferencia de tamaño era significativa ) – oye Coqui, no le entres así, no estás viendo que está bien chaparro – le dijo uno de sus amigos. – si quiere jugar que se aguante sino que se salga solito – respondió bravo.
El partido terminó poco después y todos nos fuimos a las duchas. Yo cojeando iba expectante a sabiendas de que lo iba a poder ver casi que chingo nuevamente. – Oye, ese que casi me quiebra en dos como se llama? – le pregunté a uno de los chicos del equipo de Ingenieros – quien? Coqui? Jorge Andres Arguedas … También conocido cómo Toro-Muco …es un ingeniero del proyecto de generación en Rincón Grande … Qué pasó? Te dejó un recuerdito? – No mames cabrón, de esto me voy a acordar hasta el miércoles! – Jajaja es una bestia
Ya en los vestidores nuevamente tuve la bendición de observarlo casi desnudo, de escucharlo hablar con su voz ronca y su carcajada fuerte. Yo queria ser mujer para experimentar lo que se siente estar con un macho de verdad. Yo quería ser la rubia tetona de mis fantasías. Al llegar a mi aparta me masturbe frenéticamente todo el resto del dia. Busque por primera vez en la internet porno gay y quedé fascinado. Quería ser penetrado por Coqui. Eso era lo único que sentía podía satisfacer mi particular deseo sexual.
Para no hacer la historia muy larga les cuento que pasaron unos 4 meses en donde la rutina fue la misma. El único día de la semana en que lo veía era el domingo. Él no faltaba al fútbol y yo me esperaba siempre afuera de los vestidores hasta que él entrara para echarme el taco de ojo. No sabía qué hacer para ligarmelo. Las pocas veces que había intentado hacerle conversación él había respondido por mera cortesía y con ademanes bastante cortantes. Aparte, estaba casado y tenía un par de crías. Honestamente ya me había hecho a la idea de que nunca nada iba a pasar.
Sin embargo, un viernes de tantos uno de mis compañeros de la oficina organizó una salida a un bar para celebrar su cumpleaños. Yo llegué a eso de las nueve y para mi sorpresa, tres mesas a la izquierda estaba Coqui con un grupo de gente también festejando. Me senté de frente para poder estar mirándolo de reojo toda la noche. Él ni siquiera alzó su mirada para distinguirme (o al menos eso pensaba yo). Cómo a eso de las once mis amigos decidieron irse a otro bar donde se pudiera bailar con las chicas para continuar la fiesta. Yo me excusé e inventé un pretexto para quedarme, así que me fui a sentar en la barra y continúe tomando.
Una hora más tarde el grupo de Coqui también se marchaba. Él se quedó en la puerta hablando con uno de sus amigos por unos minutos y para mi sorpresa apenas se despidió, se vino a sentar a mi lado. Se veía ya algo tomado y se pidió otro trago. Yo decidí, por las convenciones tradicionales de la barra, hacerle conversación.
– y qué pasó? Te dejaron solo?
– ese es el problema de tener amigos viejos, que ya a las 12 es muy tarde para estar afuera, pfff
– Yo no diría que es un problema de viejos sino más bien de la costumbre de levantarse temprano, jeje
– Ehhh… Pues si, pero mañana es sábado, hoy se vale trasnochar
– Así se habla… Yo es que todavía no quiero ir a casa
– Yo menos… Que pereza tener que escuchar a la bruja hacer un escándalo sólo porque llego oliendo a guaro…
– El problema es que ahorita cierran el bar…
– Ehhh… Que se va a hacer…
– Yo es que, para ser honesto, tenía bastante tiempo de no tomar y con estos tragos se me abrieron las boquillas… Pero me da hueva tomar sólo, además de que no está bien visto socialmente … Si quieres podemos ir a mi aparta y matamos una botella de double black que tengo en la despensa… DIGO, en caso de que en verdad no quieras llegar a tu casa todavía
Él solamente me volvió a ver, levantando una ceja, como diciendo: ya sé lo que estás tratando de hacer. Hubo un silencio largo e incómodo en donde ambos le metimos unos cuantos sorbos a los tragos… Exhalando fuertemente y en voz baja me dijo:
– Te lo pongo así… Si voy a tu aparta no voy a ir sólo por un trago…
– Como así? – pregunte estúpidamente para hacerme el desentendido
– Ahora te vas a hacer el imbécil? Según tu no me he dado cuenta de cómo se te hace la boca agua cada vez que me miras? Si voy a tu aparta es a tomarme tu whisky y a romperte el culo … Vas a querer si o no?
– No me lo tienes que decir dos veces… Nos vamos de una?
– Andele
Pagamos la cuenta y quedamos en que él me seguiría en su camioneta. De camino paré un momento a una farmacia a comprar condones y un lubricante, con la mayor pena del mundo porque el empaque claramente decía que era para sexo anal.
Entramos pues a mi aparta y yo serví un par de vasos de whisky. Él se sentó en el sofá y yo al lado suyo. Le hice una pregunta acerca de su trabajo, según yo para romper el hielo y él de una me dijo:
– Déjate de pendejadas… Vas a querer verga o no? Porque sino me largo de una…
– Disculpame, es que estoy un poco nervioso… Es la primera vez que hago esto y no se si antes hay que…
Él sin dejarme terminar se puso de pie, se soltó la faja, se abrió el pantalón y de un tirón lo bajó junto con su calzoncillo dejando al aire su vergotota tiesa. Le medía 17 cm y era bien gruesa y peluda. Yo me quedé boquiabierto admirando la belleza de su miembro erecto. Él nuevamente tomó asiento y de un sorbo se bajó lo que quedaba de whisky.
– Esto era lo que querías? – me preguntó mientras se la meneaba con su mano derecha – Ven y cometela entonces
Yo ni lerdo ni perezoso me fui gateando hasta él y apenas la tuve en frente me la metí a la boca. Era la primera vez que mamaba verga, y con qué VERGA tenía la oportunidad de debutar. Sabía a macho, a testosterona, a varón heterosexual…una delicia de pene, un sabor imposible de describir que sólo los que han mamado a un macho de verdad saben a qué me refiero. Estuve pues por un par de minutos degustando ese caliente y tieso manjar. Lo envolvía con mi lengua, lo presionaba con mis mejillas, intentaba tragarmelo entero pero por falta de experiencia no lo lograba. Lo miraba a los ojos y él con cara de patán me miraba de vuelta sin reaccionar ante mi mamada. De un pronto a otro me lo sacó de la boca, se puso de pie y se fue a servir más whisky.
– Para serte franco a mi las mamadas me aburren… A mi lo que me gusta es meterla… Quítate la ropa para estrenarte ese culo
– Dame un par de minutos nada más para prepararme que la tienes bien grandota y voy a ocupar lubricarme bien porque si no, no va a entrar
Me fui entonces a mi cuarto y rápidamente me unte el lubricante que venía especialmente diseñado con un aplicador que se introducía en el ano y disparaba a profundidad el líquido. Después de esto fácilmente pude introducir dos dedos en mi cola. Mi corazón estaba acelerado por lo que estaba por venir. Me desnudé completamente y me puse uno de mis jockstraps que normalmente usaba en el gym. Me fui de nuevo a la sala en donde Coqui me esperaba sentado en el sofá, vistiendo sólo sus calcetines, con el trago de whisky en la mano y la verga apuntando al techo.
– Vaya hasta ahora lo noto… Estas bien mamado – Me dijo mientras me miraba de los pies a la cabeza
– Eso pasa cuando tienes mucho tiempo libre – le respondí mientras aplicaba lubricante en mi mano. Luego me acerqué a él, se la agarre y se la embarré toda – ¡que mera pichota tienes! Si por mi fuera no te la dejaría en paz ni un solo día – él no pudo evitar soltar una sonrisa coqueta
– vamos al cuarto para estar más cómodos?
– No hace falta, no vamos a durar mucho, aquí en el sillón está bien, acuéstate boca abajo – Yo obedientemente le hice caso (por suerte el sillón era bastante grande)
– Los forros están ahí en la mesa
– Yo no uso forro
– Pero…
– Pero nada! Vas a querer si o no?
– Nada más no me la metas muy duro, es mi primera vez y lo tengo estrecho todavía
– No me jodas… Querías andar de puto? Entonces te vas a aguantar como un buen puto
Él entonces se acomodó encima mío, abriendome las nalgas con su pesada mano. Sentí su glande caliente en la entrada y relajé mi botón. Él entonces con fuerza comenzó a presionar y gracias al lubricante mi culo no ofreció ninguna resistencia. Sin ninguna dificultad calculo que me clavó la mitad
– AY!!! AYYYYY!!!!! … Despacito, porfa despacito ARGHHH!!!
– Shhhh relajate – y de un empujón me la terminó de clavar entera
– AHHHH!!! SACAMELA!!! Es muy grande… No me cabe … Por favor AHHHH!!!
– No querías pinga? Pues traga pinga puto – y sin ninguna compasión empezó a taladrarme el culo como un animal. Con movimientos de maestro, movía sus caderas con una cadencia y ritmo que solo los machos latinos tienen. El angulo de penetracion no hacia mas que ayudar a que su hinchado mástil entrara y saliera sin dificultad. Me tenía sometido y yo no podía hacer nada al respecto.
– AYYY!!! ARGHHH ay me duele – decía jadeando pidiendo clemencia… Había leído de esto en internet, que al principio dolía pero después el dolor se transformaba en placer… Pero me estaba matando. Sentía sus bolas chocar contra mi perineo, su vello púbico rozar mis nalgas, sus tremendas piernas preparar cada una de las embestidas.
– AYYYY por favor sacamela… La tienes muy gorda – le decía casi llorando, volteando a verlo, buscando el contacto visual, pero él no hacía caso… Bufaba como un toro sin dejar de bombearme, disfrutando de la estrechez de mi virgen culo, moviendo sus caderas, llenando el silencio con el particular sonido de nuestros cuerpos chocando, fornicando. Entonces aumentó la velocidad , puso su abdomen y todo su peso sobre mi espalda. Empezó a gruñir y dijo:
– AGHHHH me riego!!!! – y clavandomela lo más profundo posible comenzó a eyacular dentro de mi. Sentía como a cada espasmo su verga se hinchaba y contraía soltando cada vez un chorro de leche hirviente que quemaba mis entrañas. Los dos jadeabamos como si hubiéramos corrido un maratón, mientras al oído me decía – que culo cabrón, que bárbaro!!!
No había durado ni dos minutos cogiendome. Ya recuperado de su orgasmo me la sacó y terminó de exprimir las últimas gotas de leche sobre mis nalgas. Se puso de pie y empezó a vestirse, mientras yo seguía inmóvil, aún adolorido por lo brutal de la cogida. De un trago se terminó lo que quedaba de whisky y ya cuando estaba en la puerta me dijo:
– Si alguien se entera de esto, te rompo el hocico, entendido? – y de inmediato se marchó
Yo incrédulo de que esto realmente había sucedido, sonreí. Se me había cumplido mi sueño. Me había dolido en puta pero me había encantado. Me había desvirgado el macho perfecto.
Fin de la primera parte
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