Mi padre, mi fantasía – 2ª Parte
Algunas fantasías adolescentes se vuelven realidad… Sólo se trataba de amor y de lo que dos hombres pueden hacer..
Pasaron algunos años, y entonces yo tenía dieciséis. Me recuerdo como un adolescente cachondo con una libido fuerte. Mi amigo con el que nos pajeábamos se mudó a la ciudad. Anhelaba su polla, sus lamidas, su chorro de semen al correrse y sus calor. Era una obsesión total mía. Sin embargo, en mis fantasías sexuales y aún en mis sueños, continuaba, de vez en cuando, apareciendo mi papá. Me seguía masturbando con esas cosas, pero en mis fantasías íbamos un paso más allá… Nos tocábamos y acariciábamos nuestros miembros viriles. ¡Era enfermizo! Una noche que yo estaba sólo en la casa, porque él tenía una cena de trabajo, me invadieron todas esas fantasías y no me dejaron dormir, hasta que me hallé en su cuarto, con la polla tiesa, frente a unos vaqueros sucios tirados sobre la cama y unos calzoncillos. Los agarré frenéticamente y los toqué imaginado que alguna vez sus bolas y su polla habían estado ahí. Me llegó un suave olor a orina que reverberó toda mi libido. Olía esos bóxers sucios y acariciaba sus ajustados vaqueros azules por el cierre, pensando en su hombría y virilidad, saboreándola en mi boca. Anhelaba experimentar más con él, ya que fantaseaba con chupar su gran polla. Me corrí ahí mismo, sin apenas tocarme, con aquellas prendas rozándome el miembro e imaginando que de algún modo, un poquito de su ser, había logrado traspasar los miedos y tocarme.
Unas semanas más tarde, una noche estaba yo acostado en la cama cachondo y caliente como el infierno, que solía ser siempre que pensaba en él. Me armé de valor y decidí ir a la habitación de mi padre para acostarme y acostarme a su lado mientras él dormía plácidamente. De camino a su lecho pensé en inventarme alguna excusa en caso de que despertara, pero no me se ocurría ninguna. Entré arrastrándome a su cama, pero estaba muy nervioso, aún así estaba decidido a llevar nuestro viaje al siguiente nivel. Acostado a su lado alargué la mano y tomé su flácida polla en mi mano. Era algo que deseaba desde que empecé a fantasear con él. Pronto me quité los calzoncillos y seguí jugando con su virilidad. Fue fascinante sentir como comenzaba a crecer en mi mano, mientras yo sudaba de nerviosismo y de auténtico pavor a que él despertara. Como para comprobar mis temores él comenzó a moverse, dándose la vuelta y encendió la luz de la lámpara de la mesita de noche. Mirándome dijo:
-Hijo, ¿Qué estás haciendo?
– Te quiero papá -atiné a decir entre susurros- Y ahora deseo más que sólo masturbarnos juntos como hicimos aquella vez.
Él me miraba en silencio, su sexo duro como el fierro palpitando en mi mano.
-Soy gay -añadí- y anhelo tu polla.
De nuevo en silencio, se dio la vuelta abrazándome y me preguntó si estaba seguro de que lo que estaba diciendo y haciendo. Como respuesta comencé a masturbarle lentamente. Esperé a que él opusiera resistencia, pero se dejó hacer.
-¡Roberto hijo! -exclamó- Esto está mal. Yo soy tu padre. Tu mi hijo. No así como debes llegar al sexo. No es así como debes resolver tus dudas…
Mi mano agarrada a su tronco viril del cual colgaban dos respetables cojones. Seguí masturbándolo.
-¡Papá tu sigues sin tener pareja, como yo! -murmuré – ¡Déjame ayudarte! Yo te he escuchado cuando sólo por las noches te das placer…
-¡Pero Roberto, los padres y los hijos no hacen estas cosas! -exclamó mi padre con voz soñadora.
Continué masturbándole hasta escuchar sus característicos y atronadores gemidos. Y entonces, me incliné sobre su vientre y agarrando su hombría por sus dos cojones con una mano, con la otra sujeté el tronco de su verga y engullí su cabeza. Él emitió un enorme gemido, mientras se consumía por el calor erótico. Ya pronto tuvo sus dos manazas sobre mi cabeza, como si no quisiera que me moviera de ahí, saboreando su salada hombría. Se la chupé con toda la energía que fui capaz y con la experiencia adquirida con aquel amigo de clase, años atrás. Mi padre y ya no pronunció palabra alguna mientras su cuerpo, entre espasmos, parecía retorcerse de placer hasta que su polla se hinchó en mi boca esparciendo y disparando chorros de aquel líquido caliente en mi boca ansiosa. Me encantó su sabor cuando abrí la boca para mostrarle todo el semen. Y entonces hizo totalmente inesperado: se inclinó para besarme mientras compartíamos su esperma. Acto seguido, como en un arrebato, se metió entre mis piernas tomando mi rigidez en su boca, obligándome a reclinar mi espalda sobre el cabezal de su cama. Yo hubiera jurado que la mía no era la primera polla que se comía mi padre y no pasó mucho tiempo hasta que arqueé mi cuerpo comenzando a gritar, mientras explotaba con sentimientos que nunca antes había sentido. En un momento dado mi padre dejó de chuparme y yo casi me desmayo del placer.
-¡Oh papá, me estoy corriendo, oh sí, joder! -grité, sintiendo como mi lefa se estrellada contra mi vientre.
Una vez recuperado del orgasmo, y cuando ya me iba a enderezar, asimilando lo que acaba de suceder en ese cuarto, oí a mi padre maldecir:
-¡Hostia puta Roberto! ¡Qué hemos hecho!
– ¡Quiero que me muestres todo, papá, por favor! -le grité – ¡Todo!
-Está bien hijo, si ese es tu deseo, te enseñaré todo lo que necesitas saber, pero no ahora. Es tarde, tengo trabajo mañana, pero este viernes por la noche tendremos una sesión juntos enseñándote todo lo que he vivido.
No podía esperar porque estaba tan ansioso con lo que mi papá tenía reservado para mí, pero naturalmente al volver a mi cama, mi verga pareció revivir y otra cayó rememorando el momento en que le comí la verga.
El viernes por la noche finalmente llegó, así que me di una ducha y me limpié antes de lo que iba a suceder. Cenamos tarde, ambos en silencio, una cena precocinada, que trajo él comprada en un puesto de comida rápida- Finalmente para romper la inquietante tensión le hablé:
-Papá quiero experimentarlo todo contigo porque soy bastante ingenuo y también inexperto. ¿No te habrás echado atrás, ¿verdad?
-Hijo, déjame decirte que la chupas increíble -fue su respuesta- Llevo todo el día pensando en eso, con la polla tiesa y la camisa por fuera para que no se note.
Y ambos, padre e hijo, estallamos en una sonora carcajada.
Más tarde papá se fue a dar una ducha y me llamó para saber si estaba listo para acudir a su cama. Yo le esperaba en mi cuarto, tendido en mi cama y salté de la misma cuando oí su voz. Entré a su dormitorio, y me sorprendió ver a papá desnudo con esa gran polla balanceándose de un lado a otro. Me desnudé sin ningún pudor y me metí en la cama junto a él.
-¿De verdad que quieres esto, hijo?
-Estoy más que seguro – dije, y sin dudarlo añadí:
-Y ahora enséñame lo que puedes hacer con esa gran polla tuya.
Y comenzó la acción. Me dio la vuelta sobre mi estómago, abriendo mis piernas mientras comenzaba a lamer mis nalgas con delicadeza. Luego se dirigió directo hacia mi prieto capullo de rosa, que era mi agujero. Su lengua comenzó a deslizarse hacia arriba y hacia abajo por mi raja volviéndome loco.
-¡Hostia puta papá qué pasada, si! -exclamé- ¡Es la primera vez que me comen el agujerooo!
Esto continuó durante un rato mientras jadeaba como si me fuera la vida, perdido en el efecto hipnótico que mi papá estaba teniendo en mí.
-Roberto, creo te voy a follar -susurró él dándome lengüetazos- ¿Estás listo?
Me hizo ponerme de pie y luego recostó mi pecho sobre la cama. Mi ano arrugado ya estaba lubricado por lo que él se militó a lubricar su sexo. Cuando colocó su polla en mi entrada, estaba moviendo mi culo anticipándome a lo que iba a experimentar. Empujó con fuerza mientras mi cuerpo se encogía de dolor. Se agachó, acercándose a mis oídos suavemente diciendo: sólo relájate y goza mientras yo empujo. Hice lo que me dijo y pronto el dolor comenzó a disminuir a medida que lentamente comenzaba a empujar dentro y fuera de mí. Ya estaba. Su tremenda virilidad estaba dentro mi, desgarrando mis entrañas. Mientras empujaba, rozó un punto que me hizo gritar de tanto placer. Y sintiéndome desfallecer exclamé: ¡oh, ahí mismo sí, papá! ¡oh, joder, sí, fóllame ahora!
Me volteó en la cama como queriendo adoptar la posición del misionero, clavando su hombría dentro de mí. Mientras me follaba a un ritmo constante, la cama chocando contra la pared, yo me sentía en el cielo. Probablemente mi cara estaría desencajada. Sólo sé me oí gemir tan fuerte como gemía él, rompiéndome el culo sin piedad. Estuvo penetrándome así durante un rato, bombeando su verga lo más hondo de mi ser, llevándose consigo mi virginidad anal. Sólo las juntas del somier crujiendo y nosotros dos gimiendo por toda banda sonora.
-¡Roberto, hijo, esto es una pasada! -exclamó él de pronto- ¡No voy a aguantar mucho más!
-Yo también me corro papa! -grité yo- ¡Oh Dios, fóllame duro!
Y entonces mi polla, dura y expuesta a él, expulsó varios trallazos de leche sin yo tocarme. Papá se retiró, inclinándose para lamer mi semen, que había caído sobre mi vientre, y luego se acercó a mis labios compartiendo todo ese sagrado néctar conmigo, sellando un ardiente beso. Después se salió de dentro de mi y derramó su simiente, a voz en grito, sobre mi cuerpo, bañándome el pecho, y el vientre con sus trallazos de leche. Ambos estábamos jadeando por respirar cuando nuestros orgasmos nos abandonaron.
-Papá – le dije- esta fue la experiencia más increíble que jamás me has dado, te amo.
-Yo también te amo hijo. Ahora conoces la alegría del sexo.
-¡Sí papá! ¡Es lo que quiero y es lo que necesito! -afirmé- Sé que la gente lo llama incesto, pero a mí me has mostrado el amor que pueden compartir dos hombres. Gracias por ser el increíble padre que eres.
A los dieciocho años papá y yo seguíamos teniendo sexo juntos, pero luego conoció a alguien. El timbre de la puerta sonó una noche y cuando abrí la puerta, una mujer alta, latinoamericana, estaba parada allí. La mujer era hermosa, trigueña, y sus rasgados ojos oscuros eran preciosos.
-Hola, soy Gladys. ¿Está tu papá? -dijo aquella mujer, y mi padre llegó a la puerta emocionado de ver a Gladys. Todos cenamos, felices y luego fuimos a la sala a charlar, simplemente pasando un buen rato. Yo me sentí feliz por mi papá porque sé que él necesitaba a alguien con quien compartir su vida.
En cuanto a mí, me follaron el culo cada vez que tuve la oportunidad hasta que conocí a Adam, el maduro bibliotecario de la facultad de ciencias donde yo cursé mi carrera. A día de hoy seguimos juntos, Adam y yo.
Mucha gente piensa en el incesto como un pecado. Para mí es sólo otra expresión de amor. Mi papá siempre estuvo ahí para mí, me cuidó, me dio todo lo que yo necesitaba, por lo que todos tienen derecho a opinar, pero para mí el sexo que compartimos no fue sucio ni obsceno. Sólo se trataba de amor y de lo que dos hombres pueden hacer.
FIN.
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Autor: Butch
Traducción: Pedrope
Puedes leer la primera parte aquí: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/mi-padre-mi-fantasia-1a-parte/
Ufff al fin algo con una linda narrativa.
Se agradece el aporte.