Mi padre, mi tío y yo .- Cuarta parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Drakodian.
Han pasado casi tres años, y Alejandro ya no es más un niño inocente, a sus 16 años ya ha tenido varias experiencias con otros chicos y en especial con Mario un compañero del colegio con el que frecuentaba masturbarse e incluso tener algo más. Con Pablo, su tío, se frecuentaba pero últimamente debido a cuestiones de su nuevo trabajo Pablo no pasaba mucho tiempo en su apartamento, llevaba casi 8 meses sin visitarlo. Las cosas ahora eran diferentes, lo único que no cambiaba era la relación con Oscar (su padre), seguían discutiendo y en afrenta continua.
Esta historia comienza, más bien la retomamos, un cálido día de verano, de esos donde lo que más deseas es desnudarte y andar por ahí en bolas por el exceso de temperatura. En la casa el silencio imperaba, Alejandro estaba en su habitación, únicamente vestido con un par de boxers blancos con rayas azules, que mostraban sus morenas piernas que brillaban por lo húmedo del ambiente, mas torneadas que hace tres años pues la pubertad ya había hecho lo suyo en su cuerpo. En la cintura y enganchado a su bóxer tenía un mp3 con sus audífonos conectados que subían por su costado y giraban por su abdomen marcado, y subían por sus pectorales definidos, el cable pasaba justamente por en medio de ellos; entre la luz que resplandecía por las ventanas de su habitación podía observarse su silueta bailando con ritmo una tonada muda que solo él escuchaba, su cabello corto y puntiagudo, como estaba de moda, se humedecía por el sudor que ya corría por su cara y goteaba hasta su pecho y de ahí se derramaba lentamente por las marcas del abdomen y se imprimían en la cintura del bóxer. Era un sábado por la mañana y estaba empacando, él y su padre irían de vacaciones una semana a un rancho en la playa junto con otros compañeros de trabajo de Oscar, la idea de ir con su papá no le entusiasmaba pero la de la playa si, pensaba cuanto habría para ver en las negras arenas junto al mar, imaginaba mientras continuaba bailando encontrarse con un chico playero tatuado y con su piel dorada por el sol, caminando en la arena solo con un slip y con un camino de vellos que se perdía dentro del bulto pronunciado de su entre pierna; esa idea lo excitaba, y dentro de su bóxer se alebrestaba su verga que últimamente, quizá por el calor pensaba, se excitaba por casi nada.
Estaba casi absorto dentro de sus pensamientos, mientras estaba ahí parado frente a su cama y a su maleta que aún no completaba de empacar, cuando de un jalón alguien le quito su audífono de su oreja izquierda.
— ¡Oye! ¿Qué carajo haces? Se hace tarde. — Era Oscar quien estaba de pie junto a él, llevaba solo un pantaloncillo debido al calor, que dejaba al aire su pecho y abdomen que estaba poblado de sutiles vellos negros que él siempre recortaba para mantenerlos limpios y dar esa apariencia de vellos perfectos sin necesidad de rasurarlos.
—¡Demonios! Te molestaría tocar antes de entrar — Contesto Ale en tono muy molesto.
—¡Lo hice! Pero con esas mierdas en los oídos no escuchas nada ¿Estás listo ya?
—Bajare un par de minutos solo me visto. — contesto Ale.
Oscar lo vio con rostro molesto, con una suave pero sutil mirada recorrió su cuerpo de pies a cabeza, observando a su hijo ahí parado, noto una leve erección a causa de lo que había estado imaginando Ale, no dijo nada, por un momento.
—¿¡Qué pasa!? — le pregunto Alejandro.
—Solo apresúrate — le contesto su padre y salió de la habitación.
Ale se puso una playera verde unas zapatillas con velcro y un pantaloncillo negro, tomo su maleta, su celular y bajo a la sala, mientras caminaba por el pasillo vio la puerta del cuarto de su padre entre abierta; recordó por un momento aquella escena de hace unos años y se vio ahí en cuclillas espiando hacia dentro de la habitación mientras Oscar y Pablo hacían de las suyas. Una sonrisa se dibujó en sus labios, y continúo directo a la escalera, escucho mientras bajaba que Oscar hablaba con alguien más.
—Estamos listos, solo espero a mi hijo, bajara en cualquier… —
—Ya estoy aquí — dijo Ale antes que Oscar terminara la frase.
—Bien estamos listos, hijo él es Víctor, es un colega con el que trabajo a diario — dijo Oscar mientras le presentaba al hombre en su puerta.
Ale se acercó y estrecho su mano; Víctor era un joven de no más de 25 años, de complexión delgada pero definida ya que su playera dejaba ver sus brazos que parecían ejercitados, su tez era blanca, cabello negro y corto, ojos almendrados y su pecho dejaba escapar unos escasos vellos rizados. Alejandro lo observo de pies a cabeza le sonrió.
—Bien es hora de irnos — Dijo Víctor mientras tomaba un de las maletas y la llevaba al automóvil.
Estando afuera les presentó a su joven esposa Marla, una mujer muy agradable de tez blanca, cabellera castaña y sedosa, mejillas rosadas y busto marcado. Subieron a los automóviles y emprendieron el viaje. Ale y Oscar los seguirían ya que no conocían el lugar exacto donde se encontraba el rancho. El viaje fue largo casi dos horas, en los cuales pocas palabras se cruzaron entre padre e hijo, mientras Ale se hundía en su música, Oscar se preocupaba por concentrarse en conducir. Estando a unos minutos de llegar la playa ya era visible desde la carretera, Ale se quieto sus audífonos.
—¡Woow! ¡es hermoso! — dijo Ale mientras observaba el paisaje por la ventana del automóvil.
—A tu madre le encantaba la playa — Respondió mientras echaba vistazos rápidos por la ventana, sin perder de vista el camino.
Llegaron al lugar ya entrada la tarde, el sitio era increíble, bastante grande con acceso a la playa, piscinas, habitaciones y palmares, la briza marina soplaba sobre el lugar. Se suponía que en el lugar habría otros amigos de Oscar, pero al parecer aún no habían llegado. Se instalaron en las habitaciones, en el segundo piso de la enorme casa. La habitación de Alejandro estaba justo frente a la de Oscar, permanecieron ahí cada uno en las suyas las primeras horas de la tarde esperando que los demás se unieran. Al caer la noche, se dieron cuenta que solo otra pareja se unió a ellos en la casa, Carlos y Hugo que al igual que ellos eran padre e hijo, respectivamente. Carlos era un hombre casi de la misma edad que Oscar 48 años y su hijo tenía 18 años, ambos de tez blanca y cabello negro, Carlos era de cuerpo grande y robusto con un poco de panza cervecera, a diferencia de su hijo Hugo, que era alto con una considerable musculatura que no superaba a Alejandro en definición pero no era desdeñable; se presentaron y luego de cenar entre risas, comida y bebidas las noche se profundizo, sin más fueron a dormir ya que el cansancio del viaje era grande.
La semana comenzó a transcurrir sin eventualidades mayores, los días transcurrían entre los juegos en la playa, las piscinas, y la decepcionante ausencia de más personas en el lugar quizá por lo aislado, pero la playa permanecía vacía siempre, Ale solo charlaba con Hugo con quien se llevaba muy bien, salían a correr desde temprano por la playa, hacían ejercicio y tomaban el Sol. Lejos de eso todo comenzaba a tornarse aburrido. El lunes por la tarde llegaron dos mujeres, Clarice y Valeria de 30 y 34 años respectivamente, Hugo parecía feliz de que estuvieran ahí, charlaba con ellas aunque no parecían muy entusiasmadas de ello, en cambio buscaban mucho la compañía de Carlos pero en especial la de Oscar.
Todo transcurría como cualquier viaje a la playa, no fue hasta el día miércoles que las cosas se tornaron interesantes. Eran cerca de las 9:30am, Hugo y Alejandro habían corrido más de lo normal ese día, regresaban trotando por la orilla de la playa, se detuvieron a descansar en una parte donde las rocas eran altas y la marea baja descubría abundantes estanques llenos de arrecifes y algas, se detuvieron ahí y charlaban mientras se humedecían los pies y las piernas. Ambos iban vestidos solo con shorts y playeras, la platica iba y venia sobre experiencias de preparatoria que ambos estaba a punto de concluir, hasta que inevitablemente la conversación llego a un punto rojo.
—Y dime ¿tienes novia? — pregunto Hugo mientras miraba curiosamente a Alejandro.
—De momento no… — contesto Ale mientras una sonrisa picaresca se dibujaba en su rostro.
—Pero ¿ya te has pisado o una chica? — pregunto de nuevo Hugo.
—Eh, bueno si ya lo hecho — respondió tímidamente Ale, mientras por su mente solo pasaban las experiencias que había tenido con su compañero de colegio, se sonrojo por un momento, mientras Hugo se reía le dijo:
—No se porque no te creo, se me hace que a vos otra cosa te gusta…
Alejandro bajo la mirada mientras se sonrojaba nuevamente, pero rápidamente alzo su cabeza y dijo:
— Bueno también me he pisado a uno que otro chero, cuando quieras que te de una cogida avísame… — lo dijo en tono jocoso, por lo que Hugo se rio con un par de carcajadas y comprendió rápidamente que Alejandro no hablaba en serio.
Se levantaron de donde estaban sentados y se dispusieron a proseguir en su regreso al rancho, jugaron un poco mientras se tocaban las nalgas a manera de broma, aunque Alejandro aprovechaba para tocarlo, la idea lo excitó un poco pero trato de ocultarlo para que Hugo no se percatara. Regresaron al rancho sin mayor percance. La tarde transcurrió rápido mientras todos jugaban en la piscina y luego de eso prepararon carne asada al carbón, cenaron mientras bailaban y escuchaban música. Cerca de las 9:30pm a lo lejos se podía escuchar los truenos de una tormenta que se avecinaba, parecía que llovería esa noche, y así fue, cerca de las 11pm una tormenta caía sobre la playa.
Todos se fueron a dormir temprano esa noche, aunque Carlos y Oscar habían bebido mucho y andaban por ahí aun levantados a media noche platicando sobre sus trabajos y alguna que otra aventura, también se escuchaban las risas de las chicas en la segunda planta que al parecer veían televisión. Alejandro intentaba dormir pero la lluvia y el ruido de las risas de la planta baja no lo dejaban dormir, fue entonces cuando recordó el jugueteo que había tenido con Hugo ese día por la mañana, comenzó a sentir ese cosquilleo entre las piernas, no tardo mucho en tener una erección, su verga parecía querer escapar de su boxer rompiéndolo.
La gotas de lluvia golpeaban suavemente la ventana que daba al patio donde estaba la piscina, una tenue luz amarilla de los faroles de afuera ingresaba atravesando la ligera cortina y los ocasionales relámpagos iluminaban la habitación. Ale pasaba su mano lentamente por el bulto de la entrepierna, podía sentir su verga queriendo emerger, comenzó un suave toqueteo con sus dedos por encima del boxer blanco que llevaba puesto , mientras sus ojos cerrados imaginaban toda la escena. Veía a Hugo en aquel lugar entre las rocas mientras lo invitaba probar ese culito paradito que tenia, lo imaginaba bajándose el short y exponiendo una verga parada con vellos color negro rodeandola haciendo juego con el color blanco de su piel. Mientras imaginaba aquella ficticia escena, la corriente eléctrica se interrumpió debido a la tormenta, el cuarto se sumergió en la oscuridad profunda. Sin tomar importancia de esto, Alejandro continuo perdido en su fantasía, tenia a Hugo justo donde quería, se imaginaba estando de en cuclillas con sus pies sumergidos hasta el tobillo en el agua salada de los estanques mientras con su boca le propinándole una mamada de ensueño a la verga de Hugo, imaginaba como él respondía poniendo sus manos en la cabeza de Ale y la empujaba en un ritmo placentero mientras su verga llenaba su boca y garganta. Para entonces Ale se había sacado su boxer y se masturbaba frenéticamente mientras permanecía con sus ojos cerrados, la tormenta arreciaba y el ruido del viento y el agua inundaban todo.
Mientras Ale continuaba masturbándose, de entre las sombras de la habitación surgió algo, de un brinco Alejandro salto cubriéndose con la sabana y con una temerosa voz pregunto:
— ¿Quien esta aquí?
Sus labios fueron silenciados por un beso, profundo y prolongado, pudo sentir como la lengua del nocturno visitante jugueteaba con la suya, sintió miedo por un momento pero el beso era tan intenso que termino por rendirse en el placer de los brazos de ese oscuro amante. Sintió como era rodeado por sus brazos mientras permanecía aun besándolo, lentamente su cuerpo sucumbió en aquella cama, Ale comenzó a responder descendía sus manos tocando su espalda minuciosamente hasta llegar a los glúteos, al tocarlos noto lo duros que estaban, por un momento su mente dio un chispazo y recordó que los glúteos que había tocado esa misma tarde, no podía creer que su fantasía estaba comenzando a hacerse realidad. Al darse cuenta de quien podría ser su extraño visitante no dudo en comenzar a responder con mayor intensidad, dejo sus labios por un momento y dijo:
— Lo sabía… — e inmediatamente comenzó a besar su cuello.
Se dio vuelta y se coloco sobre el y lentamente bajo por su cuello besando su pecho, podía sentir como le rozaban los vellos de sus pectorales en las mejillas, fue directo a su tetillas, las mordisqueo por un momento mientras sentía como su amanten se retorcía de placer tanto que se arqueaba hacia atrás. En la oscuridad de aquella habitación encontró el camino hasta su entrepierna podía sentir como palpitaba la verga de aquel hombre, la apretaba con su boca para sentirla aun cuando no se había bajado el short. Despacio jalo lentamente hacia abajo aquellos pantaloncillos, en momento pudo sentir como de un brinco salió su verga tanto que golpeo sus mejillas, Ale no tardo en tomarla con su boca y saborearla, era muy grande y gruesa, pero la engullo rápidamente. Estaba ahí en medio de la oscuridad de la noche comiéndose esa deliciosa verga, podía sentir como sus labios y nariz topaban ocasionalmente los vellos púbicos de su amante, la sensación los volvía locos a ambos.
Luego de un momento, el extraño visitante se puso de pie, lo tomo y lo volvió a besar, Alejandro pensaba que ese era el beso mas apasionado que jamás alguien puedo haberle dado. Le dio vuelta y aquel extraño comenzó a besarle su espalda, cada beso descendía más y más, sintió como separaban sus nalgas y aquella cálida sensación recorrió toda su espina, casi instintivamente Ale se inclino dejando su culo a merced de su amante quien frenéticamente metía su lengua inspeccionado todo. Se sentía en la gloria, Ale no podía evitar gemir de placer por la tremenda mamada de culo que le propinaban, pero todos sus gemidos se ahogaban en el ruido de la tormenta. El placer era tanto que casi no se percata de un extraño detalle, podía sentir un curioso cosquilleo al rededor se su culo, como si una barba rozara mientras lamían su trasero, sin embargo el placer que le daba prácticamente disipo cualquier conjetura que pudo haber hecho al respecto.
Luego de un momento pudo sentir que las lamidas se detuvieron, por un momento quiso voltear pero lo detuvo el sentir como algo rozaba la entrada de su culo, lentamente ese extraño comenzó a penetrarlo. La mamada en el culo había dilatado muy bien el ano y quizá algún lubricante facilitó la entrada de aquella verga en su culito. Ale no pudo evitar emitir unos gemidos ahogados de placer mientras esa verga se deslizaba lentamente hacia dentro, disfruto cada centímetro tanto que el mismo empujaba hacia atrás para que entrara aun mas, luego de un momento toda esa verga cabezona y gruesa esta dentro. Comenzó un lento mete y saca que Alejandro disfrutaba, se evidenciaba por sus gemidos. Al cabo de unos momentos las envestidas se volvían mas fuertes, sentía como su culo chocaba contra la pelvis de aquel hombre. Mientras Alejandro se ocupaba de su propia verga que ya chorreaba pre-semen a causa de las brutales envestidas, ambos estaban cubiertos de sudor por todo el esfuerzo que ponían dándose placer mutuamente, los dos cuerpos de pie fundiéndose en la oscuridad de aquella tormentosa noche, no paso mucho antes que las envestidas se volvieran mas bruscas y unos gemidos fuertes y roncos rompieran aun el ruido de la tormenta, señal indefectible que aquel extraño visitante se corría dentro de Alejandro quien casi al unísono dejaba caer abundantes chorros de semen sobre el piso de la habitación.
Cayeron tumbados en la cama, Alejandro se sentía tan débil pero lleno de placer, que no tardo en quedarse dormido. Fue entonces que el nocturno visitante aprovecho para besarle en la frente y salir rápidamente de la habitación.
Alejandro durmió profundamente durante todo la noche, su cuerpo exhausto y desnudo permaneció tumbado en la cama hasta que los primeros rayos de Sol inundaron con claridad la habitación.
Despertó, lentamente se movió y se dio vuelta sobre la cama, busco pero no vio a nadie mas en la habitación. Nuevamente se sintió confundido ¿Habría sido todo un sueño? Se pregunto, no sería la primera vez que pensaba lo mismo, y tampoco seria la primera vez que se daría cuenta que no había sido un sueño.
Permaneció pensativo por un momento y se dio cuenta que estaba desnudo aun, busco su boxer para ponérselo, busco entre las sabanas pero encontró algo que lo sorprendió. Un sport azul, quien sea que hubiera estado la noche anterior con el había dejado ahí su ropa. Vio fijamente el short y dijo en vos alta:
— ¡¡ No, no, no, no, no !! No puede ser…. — dijo en un tono desconcertado, no era la primera vez que veía esos shorts de hecho ya los había visto muchas veces, mientras levantaba pesas en el sótano de su casa.
— ¡¡ Son… son los shorts de mi papa !! —
Drakodian
La 5ta parte?