Mi padre, mi tío y yo (tercera parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Drakodian.
La noche se hundía en la oscuridad, en la casa reinaba el silencio desde la cerca hasta el jardín y desde el sótano donde estaba el mini gimnasio hasta la azotea del tercer piso, solo se escuchaba la estática en el televisor que también era la única fuente de luz en la sala. En el sofá yacían sus cuerpos desnudos cubiertos solo por una delgada sabana que compartían, uno a cada lado de sofá entrelazaban sus piernas para sentir la tibieza del cuerpo del otro, Alejandro cubría su pierna derecha y su entre pierna con la sabana y Pablo solo cubría su pierna izquierda hasta la rodilla. Dormían como niños exhaustos después de jugar, sus respiraciones casi sincronizadas expandían sus hermosos cuerpos esculpidos. Eran cerca de las dos de la madrugada, cuando en el cerrojo de la puerta principal una llave movía las manecillas y abría sigiloso evitando hacer ruido, Oscar cerró la puerta, y camino hasta la sala, curioso de ver quien veía televisión a esa hora de la madrugada, su sorpresa fue tal que no pudo evitar alzar la voz y preguntar.
— ¿¡Qué demonios está pasando aquí!?
Pablo dio un salto que lo despertó de su profundo sueño y de inmediato de se puso en pie, completamente desnudo frente a Oscar titubeó:
— Oscar, yo solo… nosotros… hacía calor… solo… no ha pasado nada…
Alejandro despertó pero no entendía del todo lo que ocurría, hasta que vio a su padre y de inmediato tomo la sabana y se cubrió con ella.
— Ale vete a tu habitación ¡ahora! — dijo Oscar con un tono muy impositivo.
Sin decir una palabra, Alejandro se puso de pie y cubriéndose aun con la sabana camino rápidamente hasta las escaleras, paso frente a Oscar pero bajo la mirada, subió el primer escalón y volvió a ver a Pablo quien lo miraba con ojos tristes, sabía que las cosas no andarían bien después de eso. Al llegar a su habitación Ale se tiro en su cama, las imágenes de lo que había sucedido antes con su tío aun revoloteaban en su cabeza, pero sentía miedo pues no sabía que pasaría, no sabía si Pablo le diría todo a su padre y si las cosas se pondrían feas. Escucho que ambos discutieron, por un momento sintió deseos de bajar e intervenir, pero conocía bien a su padre y sabía que enfurecería aun más. La discusión se prolongo por casi una hora, pero el sueño lo abatía tanto que se quedo dormido.
Estaba amaneciendo y aun no se escuchaba ruido en casa, Alejandro se estiro entre las sabanas, sintió como su pene estaba erecto como todas las mañanas, se levanto y fue al baño a orinar. Se pregunto qué habría pasado, era domingo lo que significaba que su padre estaría en casa; se puso un short y salió al pasillo que daba a las escaleras, la casa tenía un silencio sepulcral, bajo y descubrió que su padre estaba en la cocina, lo observo por un momento antes de entrar. Estaba sentado en un banco del desayunador, solo llevaba puesto un bóxer color negro, sus nalgas redondas sobresalían del banco y su pierna derecha estaba estirada marcando cada musculo, su trabajada espalda morena se veía espectacular desde ese ángulo, sobre la barra había un tazón con cereal integral y leche, parecía estar un poco absorto ya que solo movía la cuchara alrededor del tazón.
— Buenos días — dijo Ale mientras ingresaba a la cocina.
Oscar se dio la vuelta —Buenos días hijo ¿dormiste bien? —
— ¿Por qué no habría de dormir bien? — pregunto Alejandro en un tono sarcástico.
— Ya veo que despertaste con mal humor…— dijo Oscar — Solo pensé que te sentirías incomodo por lo de anoche—
Alejandro lo miro con ojos de asombro — ¿a qué te refieres? — le preguntó.
— Escucha Alejandro, sé que no soy un padre ejemplar, pero trato de serlo, mi trabajo me mantiene fuera de casa pero quiero que sepas que te protegeré de cualquier cosa mala, no dejaré que nada te pase — dijo Oscar mientras se acercaba a Alejandro y lo abrazaba, el correspondió el abrazo.
— Desayuna algo y luego ven a la cochera, necesito que me ayudes a empacar unas cosas— le dijo Oscar.
— ¿Empacar? — Se preguntó Ale — ¿Qué estas empacando papá?
— Son unas cosas, de tu tío, el se irá por un tiempo —
Alejandro no podía creerlo, se sintió triste, pero de inmediato se enfureció — ¡Lo echaste!— le grito — Solo porque veíamos unas películas y nos quedamos dormidos ¿Qué? ¿Te volviste loco? No tiene donde ir — le grito a su padre.
— ¡No! y tú no sabes lo que sucede, yo soy tu papá si tienes dudas respecto a tu cuerpo debes preguntármelas a mi— le respondió Oscar.
— ¡¿Preguntas?! ¿De qué diablos hablas? Solo veíamos la tv hacía calor y me quite la ropa, el hizo lo mismo — dijo Ale con tono agresivo, a pesar de que sabía que mentía.
— Yo sé lo que hago, tu solo obedece — dijo Oscar en un tono muy enfadado, se dio la vuelta camino hacia las escaleras.
Alejandro subió después, se encerró en su cuarto ese día, se sentía mal por lo que había pasado, no sabía muy bien que habían discutido su padre y su tío, pero al parece ya lo sabía todo. Por un momento pensó en su tío quien no tenia donde ir, se sintió triste pero se sentía más enojado con su padre. El tiempo comenzó a pasar día tras día, Alejandro y Oscar seguían enojados, los primeros días no se hablaban más de lo necesario, poco a poco la distancia se hizo amplia y Alejandro volvió a sus andadas, dejo el equipo y se juntaba cada vez más con chicos mayores que él.
Pasaron cinco meses sin que pudiera saber de su tío, pero Alejandro pensaba en él casi todas las noches, y casi todas las veces una experimentaba una erección que ocasionalmente terminaba con una jala.
Eran finales de octubre y Alejandro volvía de la escuela una tarde, pensaba que pronto seria su cumpleaños número 13 y que seguramente se daría a la fuga un par de días con sus amigos, pues habían planeado desde hacía mucho ir a la playa. Entro en la casa y se disponía a ducharse cuando el teléfono de la casa sonó, a lo cual se apresuro a contestar.
— Aló… — contesto el teléfono.
— Aló ¿Ale? ¿Eres tú? — dijo una voz al otro lado de la línea.
No podía creerlo después de tantos meses era Pablo quien llamaba.
— ¡Hola tío si soy yo¡ ¿Cómo estás? — Sus emociones se dispararon.
— Estoy bien Ale, vivo en un apartamento al este de la ciudad, ya estoy trabajando, solo llamaba para saber cómo están. — Pregunto Pablo. — Estamos bien, más o menos, me alegra saber que tu estas bien, he pensado en ti ¿puedo visitarte? — le pregunto Ale. — Claro, puedes venir cuando quieras —.
Conversaron un rato mas antes de ponerse de acuerdo en verse, Alejandro iría el viernes próximo a visitarlo. Paso muy impaciente toda la semana, pero cuando llego el jueves alisto su mochila esa la noche y además planeo una coartada para excusarse con Oscar que casualmente llegaría muy tarde de su trabajo, por lo que solo debió avisarle que se quedaría haciendo una tarea con un amigo donde solía quedarse a veces y todo estaba listo. La mañana del viernes fue a clase como siempre, pero su mente divago toda el día, pensaba en aquella noche, lo que había sucedido, recordaba la verga de Pablo y la imagen del semen saliendo de ella hacía que Alejandro se mordiera el labio, le daba mucho morbo la idea de quedarse a dormir con su tío.
Cuando salió de la escuela, fue rápidamente a la estación de autobuses, llevaba a dirección del apartamento anotada en una hoja de papel, tardo casi una hora en trasportarse del colegio a la zona donde vivía Pablo, pero finalmente llego. Subió las escaleras hasta el quinto piso, miro por última la hoja de papel, decía “apartamento 11-C” busco la puerta hasta que la encontró, toco el timbre. Abrió la puerta, y ahí estaba, con una playera gris y short negros que llegaban hasta sus rodillas.
— ¡Hey sobrino! — dijo Pablo con emoción al ver a Ale quien entro con una sonrisa en su rostro.
—Ponte cómodo— le dijo su tío.
Ale se sentó en un sofá que había en la sala, el apartamento era pequeño pero bastante iluminado, y olía a sándalo con un toque ligero de lavanda. Eran cerca de las 4pm cuando llego, hablaron por horas, se pusieron al tanto de todo lo que había sucedido en cinco meses, Pablo le comento que había encontrado un trabajo a distancia desde casa, trabajaba en la computadora y ganaba muy bien. A medida la noche entraba ordenaron pizza, de queso y hongos, la preferida de Ale. Para entonces ya estaban en ropa interior, y se reían ya que Pablo le comentaba sobre las aventuras de él y su padre cuando ambos eran niños y vivían en las afueras de la ciudad en la finca de su padre.
— Te llevare un día e iremos a acampar, tal vez tu papá nos acompañe — le dijo Pablo.
— Papá es un aguafiestas, solo le interesa trabajar — Le contesto Ale.
— No lo juzgues, solo quiere darte lo mejor a ti por eso trabaja tanto — le contesto.
Como si nada eran cerca de las 10:30pm y fue cuando Pablo sugirió que era hora de ducharse ya que hacia un poco de calor.
— Vamos a ducharnos— le dijo Pablo.
Fueron a su habitación y Pablo encendió las luces, ambos entraron, y a Alejandro le llamo la atención la espectacular vista que tenía el apartamento, se veía las luces de la ciudad y al fondo las colinas. Pablo comenzó a quitarse el short, puesto que ya no tenía camisa, dejando ver su cuerpo color canela y esculpido como los dioses, bajo esa luz sus pectorales resaltaban, sus brazos que se habían marcado aun más que como los recordaba, su abdomen dibujaba perfectamente un six-pack. Pero fue cuando se quito el bóxer azul que llevaba dejando expuesto ese exquisito miembro que colgaba de su entre pierna, aun estaba un poco flácida y el prepucio aun cubría el grande, el paquete estaba coronado por unos vellos color negro los cuales estaban muy bien recortados. Pablo sonrió mientras miraba a Alejandro quien estaba una vez más atónito.
— Ven aquí — le dijo Pablo mientras se acercaba se agacho y abrazo a Ale quien respondió emocionado. — Te extrañe tío — le contesto Alejandro.
Alejandro sonrió y le pregunto: — ¿Quiero tocarlo? —
Pablo tomo su mano y la llevo directamente a su verga, la sensación era magnifica, tocaba su verga y sentía su suave textura, bajo lento hacia sus enormes huevos que colgaban como frutos de árbol. Había soñado con eso muchas noches desde la última vez, poco a poco la verga de Pablo comenzó a crecer mas y mas, Ale sentía como palpitaba mientras crecía en sus manos. No se percato cuando ya la tenía entre sus labios, besaba el glande que ahora estaba enorme y brillante por la erección, tímidamente besaba la punta y bajaba deslizando sus labios por todo lo largo de esa verga de 18cm. Pablo suspiraba con fuerza y sobaba la cabeza de Alejandro. Luego comenzó a lamerle el glande, y se la metió nuevamente a la boca, como hacia unos meses atrás, la lamia y la saliva se escurría por la verga de Pablo.
— Hay que ducharnos — le dijo Pablo mientras interrumpía a Ale.
Se metieron en la ducha, reían al verse, Alejandro se quito la ropa y dejo salir su verga que ya estaba erecta por el calor de aquella situación, se veía pequeña junto a la de Pablo, quien tomo el jabón y comenzó a frotarle el cuerpo, su espalda, pecho y abdomen.
— Vaya sobrino, veo que sigues entrenado, tienes un cuerpecito riquísimo — le dijo Pablo mientras le enjabonaba todo el cuerpo.
Ambos se enjabonaban y se tocaban, el agua corría y causaba una sensación de escalofríos en sus cuerpos, Alejandro se acerco al pecho de su tío y comenzó a lamer y besar sus pezones, acto que hizo Pablo se retorciera de placer. Continuo por un momento hasta, que se inclino un poco acerco sus labios a los de Ale y de inmediato el respondió con un beso. La sensación lo volvió loco, cerró sus ojos y se entrego, sentía que subía al cielo en una nube, solo escuchaba a lo lejos el sonido del agua que caía de la regadera al piso del baño. Pablo lo abrazo y lo levanto, Ale rápidamente se acoplo a él rodeándolo con sus brazos por el cuello y con sus piernas en la cintura. Estaba tan absorto de lo que pasaba que no se percato cuando llegaron a la cama, los besos no cesaban y se volvían intensos, Alejandro no podía controlarse esas nuevas sensaciones lo hacían perder el control.
Mientras estaban sobre la cama besándose, las piernas de Ale estaban abiertas rodeando a Pablo, quien no tardo en comenzar a bajar por su cuello besando cada centímetro, paso por sus pectorales y mordisqueo un poco sus pezones, lo volvía loco, y así bajo hasta su pene que ya estaba a mil. Pablo lo engullo con su boca a lo que Alejandro no pudo evitar gemir de placer, succionaba con fuerza, y se escuchaba el ruido característico de esa situación. Luego levanto un poco el culito de Ale e hizo algo que jamás olvidaría, la lengua húmeda de Pablo se deslizaba en un suave vaivén por ano de Alejandro, al sentir esto fue inmediato gemido y respectiva contorción, era una sensación tan satisfactoria que Ale abrió los ojos y arqueo su espalda, parecía que todo el aire de su cuerpo escapo en un ahogado gemido. El lengüeteo continúo por largo roto hasta que Pablo interrumpió y le pregunto a Ale:
— Haremos algo nuevo hoy ¿te parece? —
— Si — le contesto Alejandro entre suspiros.
Pablo se aplico un gel en el pene, levanto las piernas de su sobrino, y coloco su vergota en la entrada del recto de Ale, y comenzó con un suave toqueteo, empujaba un poco pero aun no lo penetraba. Ale sentía esa cosa durísima intentando entrar, recordó la noche en que había visto a su padre con Pablo haciéndole eso y pensó — No debe ser tan malo —. La fuerza aplicada a cada arremetida en el ano de Alejandro hacia que poco a poco comenzara a ceder, era una sensación muy rara, pensaba Ale, tenía miedo y le incomodaba pero a la vez sentía muchísimo morbo porque lo penetrara.
De repente en un empujón el glande de Pablo entro por el culito virgen de su sobrino.
— ¡Haaaa! — grito Alejandro mientras de golpe se intentaba levantar de la cama. — ¡Eso duele! — agrego.
— ¡Tranquilo¡ relájate un poco siempre duele un poco la primera vez, solo relájate y sentirás como baja el dolor.
Se quedaron quietos por un rato, mientras el dolor que experimentaba Ale cedía. Poco a poco Pablo se movía y empujaba lentamente.
— Te lo haré despacito Ale… ¿Ves como ya no duele tanto? —
Alejandro sentía de nuevo que volaba, en efecto el dolor estaba cediendo, mientras su tío suavemente deslizaba solo un poco su verga por el ano, la sensación se volvió más tolerable. Ocasionalmente sentía el tirón y un dolor agudo que lo hacía detenerse, pero llego un momento en que la verga de Pablo estaba casi toda dentro de él. Con un lento movimiento de mete y saca que al principio hacia que Ale se quejara por la incomodidad, poco a poco se fue convirtiendo en gemidos de placer, cada embestida le arrancaba un suspiro, la sensación era magnifica. Alejandro veía como su tío esta justo encima de él, el sudor no tardo en aparecer y comenzó a rodar por la espalda de Pablo y caía hasta el abdomen Alejandro quien se masturbaba como nunca antes, tenía toda la verga de su tío adentro no podía creerlo. Pablo se acerco y lo besaba, cada beso lo llevaba más al paraíso.
Las envestidas se volvían más bruscas, pero el dolor había desaparecido, fue entonces cuando Pablo lo abrazo y lo levanto, aun con la su verga adentro, Ale lo rodeo con sus brazos al cuello y con sus piernas la cintura, mientras lo penetraba con pequeños movimientos. Luego Pablo se sentó en la cama.
— Vamos sobrino, muévete — Dijo Pablo.
Alejandro comenzó a moverse, torpemente al principio, pero luego se acoplo al ritmo, a pesar de ser la primera vez que cogía Alejandro lo hacía muy bien, impulsado por el placer que sentía, no paraba de moverse, mientras se la jalaba tan rápido que no tardo en acabar.
— ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! — Gimió Alejandro hasta quedar sin aliento. Su semen salió disparado como nunca salpicando el pecho de su tío.
En momentos Pablo lo aparto, y con mucho cuidado retiro su miembro del culito desvirgado de Ale. De inmediato se puso de rodillas en la cama junto a él, y empezó a jalársela, en pocos segundos un gemido surgió del alma de Pablo, y un chorro espeso y abundante de leche fresca salpico el pecho de Alejandro quien estaba casi en estado de shock por el inmenso placer que había experimentado. Se tendieron en la cama y permanecieron unos minutos ahí, con sus respiraciones agitadas, sudados y exhaustos.
— Eso fue grandioso — Sollozo Alejandro aun con su respiración agitada.
— Eres estupendo sobrino — Le contesto.
Se ducharon, como siempre entre risas, toqueteos y ocasionales besos.
— Me arde mucho — le dijo Alejandro a su tío.
— Te pondré una crema para que no te duela mañana — le contesto.
Durmieron tranquilamente esa noche, abrazados en aquella cama, sin sabanas por el calor, pero abrazados con sus cuerpos morenos desnudos.
Continuara…
DraKodian
Quiero seguir leyendo esta historia 😈