Mi padre… un sueño? 10 años despues
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de aquella noche, las fantasías sexuales y masturbaciones se repetían con frecuencia, con la constante de que el protagonista era mi padre. Repasaba cada detalle, cada palabra de aquella noche buscando algún indicio de que lo que pasó no fue solo un sueño erótico de mi padre. Lo veía en infinidad de situaciones y elucubraba estrategias para hacerlo caer, cosa que nunca me atreví a hacer, ya que después de estas sesiones, las crudas morales eran aplastantes. Papá nunca dio muestras de lo ocurrido. Poco a poco esas fantasías fueron desapareciendo; descubrir el sexo hetero, desvió mi atención en esa dirección; algunos años después la inquietud de tener sexo con otro hombre volvió a rondarme por las hormonas. A los 22 años tuve mi primera relación homo y fue con una persona mucho mayor que yo, pero esa es otra historia.
Fue el día de mi examen a título, un día muy importante para mi. A mis 25 años, estaba parado frente a una veintena de personas, exponiendo mi tesis, pero yo me dirigía y buscaba la mirada de mi padre, de alguna manera me apoyaba en su presencia para no sentirme tan nervioso. Él asentía con la cabeza como entendiendo lo que exponía. Siempre hubo cierta complicidad con mi padre, una especie de conexión que no lograba ni con mi madre ni con mi hermano.
La celebración fue en casa, mamá había preparado una de sus especialidades para el almuerzo, todos estábamos felices comiendo y bebiendo cerveza: mi hermano y su esposa, nuestros padres, que estaban doblemente felices por la recién llegada del segundo nieto y mi novia; me sentía pleno, realizado. Por la tarde papá y yo ayudamos a mamá con la limpieza para después dormir todos, la siesta. En la noche mientras tomaba café con mi madre, mi padre apareció recién bañado y vestido para salir. Lo miramos asombrados, me tomó de los hombros desde atrás y dijo: -Hijo, si no tienes inconveniente en salir con un viejo, (ya rayaba los 54 años y se le veía excelente) te invito a tomar unos tragos, hoy fue un día muy importante para mi también y quiero seguir celebrando-. Mamá no salía de su asombro (yo también) y se dirigió a mi madre: –Discúlpeme señora si no la llevamos, pero esto es cosa de hombres, que dices hijo?- Miré a mamá y con su sonrisa me dio su aprobación.
Rápidamente me vestí y un rato después ya estábamos en un discreto bar frente a dos copas con música de fondo y a media luz (Nunca he sido de antros ni sus bullicios, ni mi padre tampoco), charlamos de todo, reímos, cantamos, en fin, estábamos pasándola de lujo. El tema sexual lo inicié yo, ya un tanto desinhibidos por el alcohol, le comenté de la relación con mi novia y con alguna que otra amiga, y él, sorprendido pero atento, escuchaba mis confidencias, hacía algunos picantes comentarios y me comentaba alguna de sus experiencias que me pusieron cachondo; sin pensarlo mucho le lancé el comentario: -Oye pa, te puedo confesar algo?- nervioso yo miraba mi vaso –Desde luego hijo!- Su tono siempre grueso pero tierno –No vayas a armar un drama, solo espero que trates de comprenderme y no me juzgues, ok?- Él asintió con la cabeza intrigado. Yo sabía que me estaba jugando el bienestar de nuestra relación, pero creo que era el momento adecuado para salir de la duda de aquel suceso en mi adolescencia y preparaba el terreno para hacerlo: -También he tenido sexo con otro hombre- le dije, esperé un sobresalto o una bofetada como aquella noche en el baño, pero nada, unos incómodos segundos en silencio, sintiendo su mirada, cuando logré verle a la cara, bajó la vista y preguntó cuando había sucedido y si me habían obligado; le expliqué, sin entrar en detalles, que había sido algunos años atrás con una persona mayor y que me había agradado también.
Sorpresivamente me dijo que por alguna razón intuía que algo así pasaría tarde o temprano y más sorprendido quedé cuando me pidió que le contara como era esa persona, qué había sucedido y qué habíamos hecho. Tímidamente le relaté a grandes rasgos lo sucedido, pero él insistía en los detalles, fue entonces que me confesó que él tuvo una relación sexual con un compañero en el trabajo (Mi padre fue mecánico industrial y no era raro que trabajara de noche); no sé por qué pero me sorprendió poco ese hecho, no así la elocuencia de su relato, tanto que inmediatamente sentí mi verga reaccionar; por momentos se sonrojaba y seguía. Cuando terminó, sin ninguna intención bajé mi mano y le toqué la pierna, su reflejo hizo que brincara, pero la dejó ahí, armándome de valor le pregunté sobre aquella noche de mi adolescencia y le relaté sin entrar en tanto detalle, lo ocurrido. Su cara se descompuso de asombro y me dio un NO, muy convincente, al parecer no recordaba nada, se avergonzó de lo sucedido y en un apretón de hombro me pidió perdón, yo con mucha vergüenza le dije que todo aquello me había me agradado –Eras un niño! no sabías lo que querías! – me replicó –Aún recuerdo aquella noche con mucho cariño y excitación- añadí tímidamente y sin mirarle a la cara. De pronto se levantó, instintivamente me eché para atrás, esperando alguna reacción violenta, por un segundo me dije que había ido demasiado lejos. Pero me abrazó y me besó en la cabeza, mi rostro quedó a la altura de su panza y lo abracé de la cintura. –Cabrón…! Fue lo único que dijo. Al soltarnos, levemente mi mano rozó en su entrepierna y lo noté semierecto. Pedimos un trago más, pero ya no hubo palabras, solo le miraba el rostro de facciones un tanto rudas y que aún conservaba su piel firme que hacía resaltar su barba recién rasurada, algunas canas ya se pintaban en sus sienes y sus grandes ojos profundamente negros, siempre fue bello mi padre. -Qué piensas? Rompió el silencio. –En lo bien que luces, especialmente esta noche. Respondí –Ja, ja… Nooo, el que brilla esta noche eres tu, mírate, estás hecho ya un hombre, todo un profesional, guapo, con un cuerpo…- me miró de arriba a abajo. -No dudo que más de una y UNO estén tras de tus huesitos… bromeó y reímos. Pasaban mas de la media noche cuando salimos del bar, en el estacionamiento sólo nuestra Van se veía, papá me pasaba el brazo por el hombro mientras caminábamos, ya en el auto, me preguntó si me sentía bien para conducir yo asentí con la cabeza, acomodé mi asiento y entonces le tomé su mano, me la pasé por atrás del hombro y me incliné a hacía él hasta descansar mi cabeza en sus piernas –Gracias por todo viejito, te quiero un chingo- le dije mientras le veía la cara, -Yo más, tal vez demasiado- respondió mientas me acariciaba el pecho y sonreía, yo le acariciaba la pierna, lentamente empecé a mover mi cabeza friccionando su entrepierna, la sonrisa se le borró de los labios pero entornaba los ojos en señal de excitación, mis caricias poco a poco subían hasta su verga que ya se sentía dura, instintivamente acomodó su asiento sin decir palabra, le desabroché el pantalón y pude admirar aquella hermosa verga con la que había fantaseado tantos años, algunas veces se la había visto, pero ahora estaba erecta, a la luz de la luna se veía un gran miembro, recto y grueso, rodeado de espesos vellos, lo besé, lo lamí como si fuera un dulce para un niño goloso, lo metía todo en la boca hasta casi la asfixia, aspiraba su olor; todo lo hacía lentamente, quería tatuarme en la mente todos esos olores y sabores. Mi padre suspiraba aceleradamente. Le solté la verga, él me miró, señalé la parte trasera de la camioneta e inmediatamente y sin decir palabra, nos pasamos; ya acostados en la cama trasera me quitó un poco con desesperación el pantalón y los calzoncillos, me tomó la verga y se la metió en la boca mientras sus dedos buscaban mi agujero, yo sentía explotar, aquello era demasiada excitación para mí, después de unos minutos le avisé eyacularía, sacó su pañuelo y me envolvió la verga mientras varios chorros de semen me hacían perder el aliento. Exhausto asenté mi cabeza en su brazo, cuando abrí los ojos, papá me miraba mientras me acariciaba el rostro, acercó su boca y me besó, yo quise ofrecerle mi lengua, pero él solo besaba mis labios y me daba ligeros toques con su lengua. Él seguía erecto, tenía los pantalones a las rodillas y su verga me apuntaba, la tomé de nuevo y sentí la sangre correr por mi verga de nuevo, mi padre me acariciaba todo y se detenía en mis nalgas, yo lubricaba con mi boca su verga para lo que quería; me volteé boca abajo y mi padre se acomodó encima de mi, sentir su gran peso en mi espalda y su calor me excitaron aún más, me besaba la nuca y las orejas, su sola respiración me hacía estremecer; me abrió las nalgas y vino la presión, un pequeño quejido y retiró su verga –Sigue, por favor- le dije. No recuerdo haber escuchado alguna otra palabra durante todo ese instante tan sublime.
Insistió y la presión dolió un poco mas, sentí mi agujero abrirse de manera impresionante, pero la excitación era demasiada. Lentamente iba entrando, lo hacía con mucho cuidado y cariño, yo luchaba por no emitir sonido alguno que le hiciera creer que lo estaba sufriendo, no quería que se detuviera. Me tomaba de la cintura y hundía su verga suavemente como si temiera quebrarme, al mismo tiempo la fricción de mi verga sobre la alfombra del auto hacía que echara mis nalgas para atrás, eso lo excitaba más, así estuvimos no se por cuanto tiempo, yo me sentía explotar pero él no aceleraba su ritmo, siempre en suave control, de pronto me separó mas las nalgas y hundió aún más su verga, sentí un pequeño dolor en los intestinos y después su verga palpitar dentro de mi… se corría y en cada chorro de semen un fuerte gemido que lo dejaba sin aliento, yo apreté mi entumecido esfínter para poder correrme, sentía mi semen caliente en mi vientre mientras él se arqueaba de placer cada vez que apretaba mi culito.
Casi enseguida nos separamos, mi padre tomó de nuevo su pañuelo y me lo puso entre las nalgas, mientras me ayudaba a subirme los calzoncillos; preferí que él manejara; un pesado silencio nos envolvió, yo me sentía un poco aturdido, le tome una mano e intentó esquivarlo, pero insistí con más decisión, me miró y me apretó la mano muy fuerte y la besó.
Al entrar en la cochera, súbitamente se detuvo, me acarició la mejilla y me dijo que no sabía como sentirse en ese momento y que sería mejor no repetirlo nunca más, y estuve de acuerdo. Los días siguientes sentí a mi padre un poco esquivo y comencé a elucubrar miles de cosas, me angustiaba esa situación. Una noche le dije entre lágrimas que no me odiara, que lo que sucedió no fue sexo, sino un acto de amor, de amor fraternal así lo sentía. Me abrazó y lloró conmigo, me dijo que nunca dudara de su amor pero que si bien lo que pasó lo había disfrutado no se atrevería a repetirlo. Nunca más se volvió a tocar el tema, aquella conexión que por un momento sentí que se perdía, creo se reforzó más.
Mucho tiempo tuve cruda moral por lo sucedido, repasaba detalle a detalle todo y me excitaba para después “flagelarme” con la angustia… pero ahora, desde mi madurez, pienso que lo que pasó fue que mi padre ha sido mi pasión, mi obsesión, mi apoyo, mi salvador y que el hecho de no haberme dado la vida, me producía cierta frustración y fue por eso que lo busqué y lo provoqué y que al final me quedé con una pequeña parte de su ser en mis entrañas. Aún conservo aquel pañuelo con restos de mi semen y los de él con hilos de sangre y ahora comprendo que me dio algo mas grande que la vida que es el SER.
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