Mi peluquero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde hace varios años me corto el pelo con el mismo tipo de siempre, Melvin, y hemos desarrollado bastante confianza en nuestro trato, a tal punto que tenemos nuestros número telefónicos para poder llamar y hacer citas para no "hacer cola" en la peluquería.
Una vez descubrí que al apoyar los brazos en la silla, dejándolos un poco hacia afuera, tenía la oportunidad de sentir el roce de la verga de Melvin (quien supuestamente es heterosexual y con dos hijos). Eso lo tomé como un juego y empecé a provocarlo siempre que podía, y me parecía que deliberadamente me daba unos buenos rozones con la verga en los brazos, apoyándose y acercándose bastante a mi mientras me cortaba el pelo.
Con el tiempo se empezó a tomar más tiempo conmigo y me aplicaba una máquina vibradora para masajes en la espalda, hombros y cabeza, cosa que no hacía con otros clientes. También se ofrecía a lavarme el pelo aunque había unas mujeres asignadas para eso. Una vez acepté que me lavara y aunque estabamos a la vista de todos, se tomó el tiempo para darme un lavado delicioso con agua tibia tocando mi cabeza suavemente con sus manos y secándome después con una toalla. Esa vez me excité mucho y creo que se me notaba la parazón que tenía ya que mi boxer era algo flojo y no me pudo detener los 19 centímetros de verga bien parada. Me la tuve que acomodar delante de él porque no me podía levantar y caminar delante de la gente así como andaba.
Después de esa vez ya no disimulaba nada y me acercaba la vergota cada vez que podía y me preguntaba "¿Cómo se siente amigo?" y yo le decía "Yo muy bien, pero a usted lo siento un poco tenso" (refiriéndome a su ereccción) y me decía, aprovechando que casi no había gente: "En realidad me siento bastante tenso"; "se le nota jajaja" le dije yo "se mira que tiene un gran problema en la cabeza" (refiriéndome a la gran cabezota de la vergota que lograba sentirle a través de la ropa). El tipo solo se rió y me dijo "talvés me pueda ayudar con este problema que tengo, que cada vez se ma hace más grande". Yo le dije "No se preocupe, yo creo que le puedo ayudar, llámeme más tarde y nos reunimos a la salida de su trabajo", a lo que el accedió.
Salí de allí un poco pensando que la cosa no pasaría de ahí y que solo era un calentón de vergas, pero resulta que me llamó y me dijo que se notaba que yo también tenía en gran "problema" y que talvés era más grande que el de él. "no sé" le dije "tendremos que medirlos para ver cuál es más grande".
Nos reunimos esa noche y nos tomamos unas cervezas mientras aprovechávamos a rozarnos las piernas debajo de la mesa y a medio acercar las manos a los bultos que estaban a mil. Ya medio a pedo le dije que nos fuéramos a mi apartamento a ver el tamaño de los "problemas" y felizmente accedió.
Ya en mi apartamento me pidió otra cerveza y la fuí a sacar de la refri, se me acercó por atrás y me acercó la verga al culo, me volteé y nos empezamos a besar y abrazar golpeando una verga contra la otra con una gran furia. Nos fuimos quitando la ropa de la manera más rápida posible y al fin me quedó a la vista ese cuerpo lampiño, color miel, con una pequeña panzita y esa vergota venosa con la cabeza grande y color rosa oscuro.
Me le avalancé a chupársela suavemente desde la cabeza hasta los huevos lampiños, deliciosos y atoradores, lo acosté desnudito en su sofá y le mamé la verga mientras le tocaba el culo, metiéndole un dedo hasta el tope, lo que lo hacía gemir bien rico, hasta que se corrió en mi boca y casi me ahoga con tanto semen, pero me lo tragué todo y después, con toda la mala intención, lo besé en la boca y no le puso reparo a saborear su propio semen.
Después el me quería masturbar para que acabara pero le abrí las piernas, las puse sobre mis hombros y le metí la verga de un solo empujón, pues ya no aguantaba la excitación. Me corrí dentro de él y no sé que me dió por lamerle el culo y probar mi semen. Todo esto ocurrió sin palabras y así, calladitos, nos metimos a la ducha, donde pronto estábamos haciendo el amor de nuevo.
Nos quedamos juntos, desnudos en la cama y abrazados, lo que quedaba de la noche y al amanecer nos despedimos pues el tenía que ir a cambiarse de ropa para ir al trabajo.
Luego les contaré de el primo de él que también trabaja en una peluquería pero limpiando zapatos.
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