Mi presa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Delicadamente, sin prisa, bajé el zipper de su pantalón, ante mis ojos apareció una truza blanca, límpida.
Con una mano así el botón, era el último candado para llegar a mi presa, bajé los pantalones hasta la rodilla, allí estaba, aún cubierto por ese niveo velo de eros, se adivinaba su admirable tamaño.
Mi boca se lleno de saliva y nuestro respirar se aceleró.
Me acerqué, repegué mis nariz para absorber sus efluvios, mordisqué sobre la tela, mis latidos ya eran muy acelerados y estoy seguro que los de el también.
El pequeño cuarto donde estaba yo sentado en la taza y el, de pié frente a mi, se hizo cálido, vaporoso.
Emanaba del turgente bulto, aun velado, ese característico olor a sexo.
Agarré el elástico y arranque materialmente ese estorboso trapo.
Y de pronto, frente a mi babeante boca, apareció en toda su grandeza ese brillante y ardiente falo, estilaba una gota de brillante líquido, abrí mi boca, saqué mi lengua y con la punta de ella lo saboree, con mis dos manos así ese gran estilete, acaricié sus huevos e introduje en mi ansiosa boca esa admirable verga.
Era grande, gruesa, de desbocados latidos, caliente, lujuriosa¡ Chupé y chupé, la introduje en mi lo que me fue posible.
La recorrí con mi lengua en toda su extensión, vámos, la lenguetié frugalmente con un deseo que se me agolpaba y humedecía mi deseoso ano.
Y así, sacando y metiendo, chupando, lamiendo, apretando una y otra ves, de repente, en el clímax de mi hombre, con un largo y sonoro pujido, sentí como me inundó con su esperma asiéndome la cabeza con sus dos manos y metiéndomela al punto del gozoso ahogo, eyaculé al unísono, como pocas veces.
Tragué gustoso ese espeso y agradable líquido que era mio, definitivamente mio, me escurría por las comisuras de mis labios.
Alce la vista, lo vi con cara de satisfacción, saco su verga despacio,estaba completamente mojada, delicadamente la tomé y comencé a lamerla toda ella era verdaderamente mía y todo lo que emanara de ella también.
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