Mi primer beso negro.
Sabía ya cuál era la zona más caliente del parque jardín, le llamaban “urgencias”, era una zona arbolada que quedaba a un costado y parte de atrás de los aseos públicos, vamos que era como si fuesen rodeando los aseos públicos que había en el parque. .
No recuerdo bien el día que esto sucedió, pero tengo la idea de que era un día de semana, posiblemente jueves, pues era el día que muchos universitarios iban de fiesta a beber.
Ese día yo caliente como andaba, había decidido bajar al centro de la ciudad buscando sexo. A eso de la media noche, después de andar bebiendo por Lacalle de los vinos, antes de ir a ningún sitio, decidí acudir al parque jardín, lugar por excelencia en mi ciudad, La Coruña, para realizar cruising y mantener encuentros homosexuales.
A esas horas yo ya empezaba a atreverme a ir a dicho parque en búsqueda de sexo, pues no me gustaba nada que algún conocido pudiera verme por allí. Todo el mundo sabía que allí solo iban los homosexuales en búsqueda de sexo, vamos que allí solo había maricones, y que algún conocido pudiera verme, me daba mucha vergüenza.
Cuando llegué al parque jardín, no se veía a nadie, ese día no había ambiente como solía haber en otras ocasiones, eso a mí me gustaba, pues cuando había mucha gente me daba vergüenza el que me vieran, temía sobre todo poder encontrarme con alguien que me conociera y eso no me gustaba. Prefería que no hubiera mucha gente, así me sentía más tranquilo.
Sabía ya cual era la zona más caliente del parque jardín, le llamaban “urgencias”, era una zona arbolada que quedaba a un costado y parte de atrás de los aseos públicos, vamos que era como si fuesen rodeando los aseos públicos que había en el parque. Allí todos los que entraban, era con la clara intención de tener sexo, vamos que, si ibas allí, poco te importaba quien fuese el que te diese por el culo, ibas porque andabas caliente y el primero que se te acercase, ya le dejabas que te follase.
Yo entrar allí aún me costaba, solo cuando andaba desesperado me metía allí, ya lo había hecho algunas veces, saliendo en todas las veces que había ido, follado. Pero lo que sí siempre hacía, era pasear alrededor de esa zona. A veces veías como le daban por el culo a alguno, otras veías como te hacían señas para que entrases y eso me gustaba, pues cuando era capaz de dejar atrás aquella vergüenza que sentía, me metía y me dejaba dar por el culo.
Ese día ya acababa de dar una vuelta alrededor del parque, cuando al estar llegando a esa zona de “urgencias”, me crucé con un joven de más o menos mi edad, 23 o 24 años, ya lo conocía, pues en una ocasión nos habíamos encontrado en los aseos públicos de 4 caminos. Ese día habíamos estado follando, los 2, bueno más bien fuera yo quien terminara dándole por el culo. Yo quería que me diese él a mí, pero él pensaba justo lo contrario, nada más despelotarnos, ya me puso el culito para que le metiera la polla; fóllame, méteme la polla por el culo; me había dicho. El cabrón andaba más caliente y desesperado que yo, se corrió antes de que yo acabase, menos mal que no me dejó tirado y me ayudó a terminar.
Pues ese día nada más cruzarnos, ya me habló, me dijo de ir a follar, yo ya lo reconocí al momento de verlo, Carlos se llamaba, era del pueblo de Sada, un ayuntamiento pegado a La Coruña. Supongo que él también me había reconocido a mí. El caso es que, aunque no me desagradó, pues era guapo, de más o menos mi estatura, no llegaría al 1,70, delgadito al igual que yo, pero me acordaba de la vez que estuviéramos juntos, me acordaba que fuera yo quien tuviera que darle por el culo y aunque no me importaba, ese día yo andaba bastante caliente, vamos que tenía ganas de que me dieran por el culo, quería que me follasen y preñasen bien preñado. Ese día yo tenía ganas de que me abrieran de piernas y me metieran por el culo una buena polla, tenía el culito que me ardía y necesitaba aplacarlo. Pues luego de pensarlo unos instantes, le dije que sí a lo de follar con él. Me preguntó si tenía sitio para ir, pero ese día yo no tenía, además que, aunque lo tuviera probablemente le hubiera terminado diciendo lo mismo, prefería hacerlo allí en el parque jardín, aunque tuviese que entrar en la zona de “urgencias”, pues me estaba imaginando que iba a querer que fuese yo quien le diese por el culo.
Pero aquí ya llevé la primera sorpresa, sujetándome del brazo, me dijo que fuera con él, a la vez que se giraba dando media vuelta para salir por la entrada por la que acababa de entrar al parque. Sin saber a dónde me quería llevar, fui con él.
A donde me llevaba era a su auto, allí lo acababa de aparcar. Nos subimos, yo pensando a donde me iba a llevar. Era la tercera vez que alguien me sacaba del parque jardín para ir a follar, era el tercer levante que me hacían en toda mi vida.
Una vez ya los 2 en el auto, este lo puso en marcha, yo no le pregunté nada, que me llevase a donde él quisiera, en aquellos momentos no me importaba nada. Vi que cogía dirección hacia la torre de hércules, cosa que me extrañó algo, pues sabía que él era de Sada, pueblo marinero y este quedaba al lado contrario. Además, que, si íbamos a salir de La Coruña, pues íbamos en dirección contraria. Yo sabía de algunos lugares donde poder follar yendo hacia la torre de Hércules, pero no le dije nada, era muy posible que él también supiera de ellos.
La verdad es que no fuimos muy lejos, pues nada más llegar a puerta real, ya se metió por la dársena. Aquí es zona portuaria, es donde antes de abrir esa zona al paseo marítimo, estaban los artesanos de ribeira, era donde arreglaban embarcaciones pequeñas o deportivas. Había también un pequeño astillero para los barcos del día. Allí así que los trabajadores del puerto dejaban de trabajar, como la dársena era abierta, la gente usaba esa zona para aparcar los automóviles, vamos que era zona de aparcamiento y al llegar la madrugada, también lugar donde ir a follar.
Aquí ya me habían follado al menos en 2 ocasiones a mí, la primera vez que me dieron por el culo aquí, lo hizo Rafa, el que yo apodé con el nombre de “viejo lobo o cazador de putitos”, en el relato que conté como solía follarme “De cancaneo o cruising en la ciudad”. Este me había dado por el culo en plena calle, pudiendo ser visto por cualquiera que pasase por la calle que va pegada, ya que queda más alta.
Pues por ahí se metió, fue hasta el final, ya que esa calle que es zona portuaria al final no tiene salida, ya está el mar y el muelle donde amarran los barcos y por el costado izquierdo, quedaba el complejo deportivo de La Solana y el hotel Finisterre.
Allí al final fue donde aparcó el auto, allí era a donde me había llevado para follar. Yo no le dije nada, pues sabía que no era mal sitio, pues me imaginaba que lo haríamos dentro del auto, como así sucedió.
Nada más apagar el auto, me dijo de ir para los asientos traseros, cosa que ambos hicimos. Abrimos la puerta y nos metimos en el asiento trasero.
Nada más sentarnos, ya me empezó a meter mano, al momento ya me abrazó empezando a besar. Si yo andaba caliente, él no estaba menos, me empezó a comer la boca como si se le fuera la vida en ello.
Mientras nos besábamos, íbamos quitándonos la ropa uno al otro. Ninguno de los 2 hablábamos nada, no hacía falta, los 2 estábamos necesitados de sexo, estábamos calientes y salidos como perras en celo.
Los 2 ya teníamos los labios enrojecidos e hinchados de tanto morreo que nos estábamos dando, cuando nos dimos quitado la ropa, solo nos apartamos la boca para quitarnos los zapatos y sacar por completo el pantalón junto al slip.
Una vez ya los 2 en pelotas dentro del auto, empezamos a acariciar uno al otro, él empezó a pellizcarme las tetillas, mientras yo le acariciaba la polla que la tenía a reventar. Quería que esta vez fuera él el que me la metiera por el culo, quería que me follase. No se sí ya era su intención o se dio cuenta de lo que yo quería, pues yo nada le había dicho, por lo que cuando me cogió por las piernas abriéndome a la vez que él se colocaba en medio de ellas, yo contento al ver que me abría de piernas, le facilité la maniobra. Levantando las piernas mientras me colocaba bien sobre el asiento, dejé que él se colocase en medio de ellas. Vi cómo apoyaba la pierna izquierda sobre el asiento del conductor, abriéndome todo lo que podía la otra dejándola sobre su hombro.
Yo miraba para él como me iba preparando, cuando veo como sin esperar más lleva su cabeza a mi entrepierna, veo como aparta mi polla y huevos, acerca su boca y empieza a lamerme justo debajo de los huevos.
¡Ah! ¡aaahhh! Gemí al notar su lengua lamiéndome toda la zona del perineo y luego de abrir aún más mis piernas, su lengua, iba recorriendo toda la entrada de mi agujerito, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí a la vez que me estremecía e instintivamente intentaba cerrarme de piernas. Dios que gusto me estaba dando el cabronazo, lamía y chupaba mi ojete, tratando de meterme su juguetona lengua por el culo. Dios aquello me hacía estremecer de gusto, me retorcía y trataba de cerrarme de piernas, pero él no me dejaba, allí metido en medio de mis piernas, me estaba dando mi primer beso negro. Era la primera vez que alguien me estaba comiendo el culo.
La verdad es que veía como me estaba comiendo el culo y como me tenía abierto de piernas, y en aquellos momentos sentía vergüenza, era la primera vez que me hacían aquello y me sentía extraño, me sentía desprotegido y totalmente expuesto, aquello que me estaba haciendo era algo raro para mí, tal y como me tenía, estaba completamente en sus manos.
Carlos, al ver como yo gemía, me retorcía de gusto tratando de cerrarme de piernas, mientras me sujetaba manteniéndome bien abierto de piernas, levantó la cabeza mirándome.
¿TE gusta? Me preguntaba.
Yo que no era capaz de hablar, moví la cabeza diciéndole que sí, claro que me gustaba aquello que me hacía.
¿Nunca te dieron un beso negro? Me volvió a preguntar al ver como yo seguía gimoteando y retorciéndome de gusto.
Moví la cabeza diciéndole que no, pues seguía siendo incapaz de abrir la boca para decir nada que no fuese soltar un gemido.
Mientras él seguía con su comida de culo, con uno de sus dedos, empezó a tratar de que mi agujerito se abriera, intentando introducirme su lengua por él. Yo que sentía como su dedo abría mi esfínter, notaba su lengua hurgar tratando de introducirse.
Dios que gusto estaba sintiendo, ya mi polla empezaba a soltar pequeñas gotas de semen, empezando a pringarme toda la polla y vientre.
¡Fóllame! ¡fóllame! Le pedía yo. Ya no aguantaba más, quería sentir su polla taladrándome el culo. Necesitaba su polla dentro de mí, necesitaba que me hiciese suyo, quería que me metiese la polla por el culo de una vez, ya no daba aguantado más.
Viendo lo desesperado que estaba, dejó de comerme el culito, se incorporó para que su polla quedase a la altura de mi culo, llevó la punta de su verga a la entrada de mi agujero, y así como me tenía, sujetándome ahora por las caderas, impulsó su pelvis, introduciéndome la polla por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí a la vez que trataba de abrazarme a él. Dios que tremendo gustazo me había dado cuando noté su polla entrando por mi culo.
Escuché como jadeaba viendo como su polla se había introducido por mi ardiente culo, como sujetándome con sus manos por las caderas tiraba de mi hacia él y como impulsaba su pubis, tratando de que su polla me entrase bien profunda. Quería que la sintiera en mis entrañas.
Y claro que la sentía, veía como jadeaba y gruñía empezando con el mete y saca, pudiéndose escuchar:
Plas, plas plas plas plas, plas, plas plas plas plas, del golpeteo que daba su pelvis al golpear mi culito una y otra vez, mientras su polla entraba y salía por mi caliente culo.
El auto se movía como si estuviéramos saltando en él, cualquiera que pasara por allí, no hacía falta que nos vieran, ya sabían que allí había alguien follando, aquello era muy evidente.
Los cristales estaban totalmente empañados, nada se podía ver, la temperatura era como si estuviéramos en una sauna, y allí seguía follándome. Yo no podía dejar de gimotear, que follada me estaba dando el cabroncete. Y él no dejaba de gruñir moviendo sus caderas metiéndome la polla por el culo una y otra vez.
Cuando ya pensaba que aquello no se iba a acabar nunca, fue cuando vi que él empezaba a apurar más sus arremetidas, como se sujetaba más fuerte a mí y de repente lo escucho gritar:
¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar trallazos de semen, llenando mi culo de un espeso y caliente esperma.
Notaba como su polla iba soltando borbotones de semen dentro de mi caliente culito y nada más terminar de eyacular, sin soltarme, llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Empecé a gritar yo, viendo como mi polla soltaba unos largos trallazos de semen que casi pegaban en mi cara.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba yo soltando toda mi corrida, mientras él seguía allí en medio de mis piernas, pegado a mí, meneando mi polla, hasta que esta ya dejó de soltar semen.
Dios que tremenda follada me acababan de dar y que tremenda comida de culo que me dieron por primera vez en mi vida.
Así que nos recuperamos, luego de limpiarnos el semen con el que los 2 acabábamos de pringarnos, pues él así que dejó de menearme la polla, terminó echándose sobre mí, comiéndome la boca otra vez, nos vestimos, salimos del auto, nos sentamos en los asientos delanteros, y salimos de allí yendo para casa. Carlos me dejó en la plaza de la estación de ferrocarril que era al lado de donde yo vivía y sigo viviendo, despidiéndonos hasta otra.
Yo me fui para casita, iba feliz y contento, iba con el semen dentro de mi culito, contento por la follada que aquel día me habían dado.
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