MI PRIMER CONTACTO SEXUAL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tenía 12 años y estaba por salir de la primaria. Un buen día uno de mis amigos un año mayor que yo antes de terminar el recreo me llamo al baño que me quería enseñar algo importante. No le di la menor importancia y le dije que sí. Al llegar al baño y revisar que no había nadie, me metió a uno de los escusados y cerró la puerta y me dijo en voz baja: mira te propongo que experimentemos el sexo que hacen los adultos mujeres y hombres, pero como estamos aún mu chicos, tendremos que practicar entre nosotros, para tener experiencia y no quedar mal con una muchacha en nuestra primera incursión sexual. De momento me quede sin habla, pero no me dejo meditarlo, se bajo los pantalones y me mostró sus hermosísimas nalgas redondas y paraditas y pude ver el primer pene circuncidado y me dijo poniendo sus nalgas contra mi, diciendo que me bajara los pantalones y los calzoncillos para que se lo metiera y que luego el haría lo mismo conmigo. Guau! Eran muchas emociones en una fracción de segundos. Los hechos me estaban llevando uno a uno y no sabía que hacer, sin embargo estaba muy, pero muy excitado, ya que no tenía idea de que me gustara ver y excitarme con un compañero de la escuela. Pues empecé a tratarle de meterle mi pene que estaba muy erecto, pero la inexperiencia en el tema impedía la penetración por falta de lubricación impedía a pesar del gusto que me estaba dando sentir esa piel suavecita y lo bello de sus nalgas, así como la sensación que experimentaba mi amigo. Cambiamos los papeles y o sorpresa, se elevó la excitación y satisfacción de sentir el pene calientito de mi amigo tratando de entrar a mi culito ávido de la experiencia pero muy deshidratado. Después de lastimar nuestros penes por tratar de entrar a unos anos estrechísimos, no lubricados y menos dilatados. Mi amigo recomendó que pasáramos a la parte de los sexos orales, esa fue la única experiencia que resultó además de placentera muy exitosa, ya que no se requería más que chuparlos como paletas, asunto que no sabía nada mal, y que terminó en unas venidas muy ricas con algo de precum y poca lechita por nuestra juventud. En eso entró el siempre inoportuno que rompió el hechizo y nos descubrió con los pantalones abajo (gracias a Dios ya habíamos terminado) y nos dijo “pinches putos se están cogiendo he!” a lo que respondimos que estábamos viendo y apostando haber quien la tenía más grande y aunque no quedo satisfecho el intruso se retiró, pero nunca se me había latido tan fuerte el corazón en mi vida con la suma de experiencias totalmente inéditas hasta ese día. No se si fue mi miedo de que se enteraran en la escuela de nuestra incipiente homosexualidad o no le parecí a mi amigo un compañero de sexo redituable, pero nunca más volvimos a intentarlo y la verdad yo me quedé muy pero muy picado.
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