Mi primer experiencia sexual fue con mi papá.
Admiro a mi papá desde niño, y lo sigo haciendo porque él me despertó en el sexo..
Casi todos los relatos de este perfil serán completamente reales o basados en la realidad.
Me llamo Felix, por cuestiones de seguridad no diré mi apellido. Soy un hombre mexicano de actualmente 56 años, algo gordo, moreno, velludo, no muy alto, con un buen bigote inspirado en mi padre, gay muy discreto y por experiencia mi rol es versátil.
Desde que era niño supe que era gay. Cuando mi papá me bañaba era el momento más emocionante de mi día, me pasaba las manos por aquí y por allá, haciendo especial énfasis en mi pene. A mí me daban cosquillas y ambos reíamos por eso.
Mi papá era un hombre fuerte, panzón, más velludo que yo, con un bigote pequeño pero que se destacaba, moreno y chaparrito.
Cuando llegué a los 7 años comencé a entender lo que era el placer, recuerdo masturbarme pensando en como los papás de mis amigos los bañaban, pensaba que era de lo más normal que un padre bañara a su hijo hasta que este dejase de ser un niño.
Un día mi papá llegó muy molesto del trabajo (eso era raro, ya que él siempre me miraba y hablaba con respeto y amor, lo cual no era común en esa época), hicimos contacto visual en la sala, yo estaba acostado boca abajo, mirando una hormiga que entró en casa, él me miraba como tratando de contener el golpe que quería darme. Yo lo saludé feliz y el de una forma muy agresiva me dijo:
—¿Por qué no estás listo para que te bañe?, en dos minutos voy al baño y más te vale estar listo.
Dicho lo anterior, partió a su habitación para dejar sus cosas. Yo me asusté por el tono que usó, pero después de procesarlo corrí a desnudarme al baño. Estuve esperando un rato, estoy seguro que fueron más de dos minutos, pero mi papá no llegaba, y la verdad es que tenía ganas de hacer popó. De algún modo en mi mente infantil fue posible que a mi papá se le olvidara bañarme, así que sin mayor problema me senté en el inodoro y comencé a pujar. No iba ni a la mitad cuando mi papá entró al baño con un suéter arremangado y me encontró cagando. Nos miramos por unos segundos, yo sentado, desnudo y asustado, él desde la puerta furioso por no encontrarme donde debería. Mi papá fue quien rompió el hielo.
— ¿No te dije que tenías que estar listo? — Me regañó en el tono más temible que hubiera escuchado nunca.
Los instantes en que mi papá se dirigía furioso a mí fueron los más terroríficos de mi vida. En un momento me tomó por el brazo, abrió la llave y casi me arroja a la regadera si no fuera porque, de algún modo, pude mantener el equilibrio. Me obligó a ponerme de espaldas a él, mostrándole las nalgas. En ese instante por mi cabecita pasaron mil posibilidades de lo que pasaría. Lo que me parecía más lógico era que mi papá me diera las primeras nalgadas de mi vida, después de todo mis amigos siempre contaban como sus padres los golpeaban. Cuando estaba listo para recibir mi castigo, mi papá me metió el dedo medio en mi hoyito virgen. No puedo mentir, lloré cuando lo hizo.
—Papá me duele.
—Tú te lo buscaste, te dije que estuvieras listo —Me dijo, aún notablemente molesto.
Yo seguí llorando unos minutos más, mi papá nunca paró, como tratando de sacar todo el excremento de mi recto.
Luego de sacarme todo, me volteo y procedió a bañarme como si nada hubiera pasado.
Hasta hoy en día creo que mi papá se arrepiente de haber hecho eso, ya que piensa que me generó algún trauma o algo parecido, pero no fue así, lo único que provocó fue mi despertar sexual.
Continuara…
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