MI PRIMER TRIO (HOMBRE-MUJER-HOMBRE)
“volvió nuevamente el trencito”, ya que la mujer me ensartó la pija de siliconas y su novio, detrás de ella, le metió la verga en su culo..
Hola a tod@s
Contaba con veinte años de edad y como ya llevaba 12 desde que me habían cogido por primera vez, estaba en la permanente búsqueda de nuevas y excitantes experiencias sexuales; con la mente abierta (tanto o más abierta que mi precioso, hermoso, sublime, maravilloso, fuera de serie y alucinante culo), analizaba todas y cada una de las propuestas que solían hacerme al respecto, pero una, en particular concitó especialmente mi atención.
Hace 30 años atrás, no existían las redes sociales, la telefonía celular e Internet hacía sus primeras apariciones, de manera muy rudimentaria, motivo por el cual, concretar una relación sexual “no convencional”, no resultada para nada fácil y había que agudizar el ingenio para ello.
Una noche, estaba yo en una confitería bailable, departiendo una velada con amigos, cuando, en un determinado momento, se acerca hacía mí una joven pareja (hombre/mujer), quienes me invitan a sentarme a su mesa, junto a ellos y, entre bebidas y conversación de todo tipo, la mujer me preguntó:
-“¿Sos gay?
“¡Sí!” – Respondí enfáticamente, ya que, a esas alturas de mi vida, ya no escondía para nada mi condición sexual.
“¿Sos activo o pasivo?” – Volvió a preguntarme.
“¡Ultra, super e hiper pasivo!” – Respondí.
“¡Ya me parecía! ¡Con semejante culo, no podías ser otra cosa que gay y pasivo!” – Exclamó la mujer sonriendo.
A todo esto, el hombre no había pronunciado palabra alguna y solamente se dedicaba a escuchar nuestra conversación.
“¡Queremos hacer un trío, con mi novio, pero solo con un gay pasivo!” – Dijo la mujer y agregó:
“¡Buscamos a alguien muy lindo y vos sos realmente hermoso!”
Y finalizó preguntando:
“¿Quieres?”
Respondí otra vez con un enfático “¡Sí!” y salimos del lugar; yo busqué mi auto y ellos me pidieron que los siguiera hasta su domicilio.
Luego de un corto recorrido, llegamos hasta su casa; era un monoambiente muy lindo y lo que más me llamó la atención, fue el tamaño de la cama, ya que, por sus grandes dimensiones, ocupaba gran parte del lugar.
Rápidamente nos desvestimos (no era necesario aguardar nada, ya que todo lo habíamos resuelto en la confitería) y nos subimos a la cama.
La mujer tendía entre 25 y 30 años de edad y el hombre, entre 30 y 35; él era precioso, alto, musculoso (un atleta) y ella, de baja estatura, pero exuberante.
Yo no sabía bien como comenzar, pero la mujer (se la notaba más experta en el tema que su novio), tomó mi mano y la llevó hasta la entrepierna del hombre.
La pija era realmente grande, pero muy grande, aún con la flaccidez propia del momento y fue la mujer, la primera en introducírsela en la boca, momento que yo aproveché para hacer un intento por besar al hombre en la boca.
Carlos, tal su nombre, fue muy receptivo y correspondió a mi beso en la boca; mientras Susana (así se llamaba la mujer) se comía literalmente ese “mástil”, nosotros dos comenzamos a besarnos y chupar nuestras lenguas.
Ya habíamos roto el hielo (metafóricamente, porque nunca fue tal); Carlos me besaba y mientras lo hacía, tocaba mis tetitas y le daba suaves pellizcos a mis pezones, algo que concitó la atención de la mujer, quien sin dejar de agarrar la enorme verga, ya erecta, de su novio, exclamó:
“¡Qué lindas tetas tiene! ¿Verdad amor? ¡Vamos a chuparlas!”
Acto seguido, ambos se prendieron a cada una de mis tetas; era la primera vez que una mujer me chupaba las tetas y debo confesar que sentí una sensación por demás agradable, máxime aún, cuando ellos dejaban de chuparme para besarse en la boca y luego volver a mis tetitas, ya enrojecidas por tanta succión.
Carlos besaba a su novia y luego me besaba a mí; ambos nos lamíamos la saliva que brotaba de nuestras bocas; era un hombre realmente lindo, tanto que inclusive, mientras nos besábamos, tuve la fantasía de que podríamos ser novios también.
“¡Marcos! ¡Chúpale la verga!” – Exclamó Susana y yo, ni lerdo ni perezoso, empecé a lamer, a besar y a chupar esa enorme pija, junto con sus redondos y espectaculares huevos.
Susana y yo comenzamos a comerle la verga a Carlos, quien no paraba un instante de gemir y jadear de placer, de gozo y de satisfacción.
Ella lamía de un lado y yo del otro; ella chupa la pija y yo los huevos y después nos la introducíamos por completo en la boca, en forma alternada.
Hacía ya un buen tiempo, que no tenía ante mí un pedazo tan lindo y tan grande; hay entrepiernas que habrían de plasmarlas en un cuadro, en una pintura, por lo hermosas que son.
A todo esto, Susana se recostó sobre la cama, entreabrió sus piernas y levantó sus rodillas, quedando en la posición de “V”; Carlos, se arrodilló sobre la cama, hundió literalmente su cara en la concha de su novia y empezó a chuparla (algo que yo jamás hice, hago y haría), pero a él le gustaba (allá él).
Yo también me recosté, boca abajo, pero debajo de la gran verga de Carlos (curiosamente, el mismo nombre que el hombre que me había cogidos, por primera vez, a mis 8 añitos de edad) y comencé a chuparla.
El cuadro no podía ser más excitante, al menos para mí y creo que para mis dos compañeros de cogida, también, ya que estamos los tres en una especie de “trencito”; Susana con la concha abierta, Carlos chupándosela y yo comiéndole la pija a él.
Después de un buen rato de chupar, chupar y chupar (yo me hubiese quedado ahí para siempre), Susana estaba tan caliente y tan excitada, que empezó a pedirle a gritos, a su novia, que la cogiera por la concha.
“¡Puta de mierda!” – Pensé para mis adentros, pero más por envidia que por otra cosa, al ver como Carlos la penetraba; se le metía, se la sacaba y se la volvía a meter, pero yo, muy lejos de quedarme observando, me arrodillé a su lado y empecé a besarlo en la boca.
Era mi primer trío “hombre/mujer/hombre” y si bien había comenzado con cierta timidez (algo de lo más extraño en mí), ya estaba total y absolutamente suelto y dispuesto a disfrutar a mil.
Carlos cogía la concha de Susana y yo lo besaba a él furiosamente en la boca; nuestros rostros chorreaban saliva, mejor dicho, el excedente de saliva que no alcanzábamos a chuparnos.
“¡Cógeme por el culo! – Exclamó Susana y en un movimiento casi felino, se puso de rodillas, apoyó su cabeza sobre la cama, arqueó su espalda y levantó bien el culo; culo que era más grande que el mío, pero con bastante celulitis (algo muy a mi favor).
Carlos le metió su enorme pija en el culo y comenzó a cogerla fuertemente; yo, sin mediar palabra, me ubiqué exactamente a lado de Susana y en la misma posición, ofreciendo también mi no menos monumental y exuberante culazo.
“¡Amor! ¡Dos culos para coger tienes!” – Exclamó Susana.
Carlos se la sacaba del culo a su novia y me la metía a mí y viceversa; en el ambiente se oía el fuerte chirrido de la cama, los golpeteos de la pelvis de Carlos sobre nuestros culos y los gritos y los alaridos de placer, de Susana y de mí.
“¡Eres un puto maravilloso! ¡Me encanta como mi novio te coge el culo!” – Volvió a exclamar Susana y esa fue la primera vez, por lo menos delante de mí, que una mujer me llamó “puto” (y me gustó muchísimo).
Luego de un muy buen rato en esa posición, es decir, con Carlos metiendo su enorme pija, en forma alternada, dentro del culo de su novia y del mío, Susana se levantó intempestivamente, bajó de la cama y desapareció del lugar, quedando solo Carlos cogiéndome a mí solo (yo, feliz de la vida).
A los pocos segundos, sentí un movimiento en la cama, pero estaba gozando de tal forma, de aquella cogida que me estaba dando el hombre, que no miré hacia atrás, pero en ese momento, Carlos sacó su verga de adentro de mi culo e inmediatamente sentí una tremenda y enorme pija, mucho más grande aún que la de Carlos, entrar y a duras penas, dentro de mí, por demás abierto, culazo.
Miré hacia atrás y “¡Oh Sorpresa!” Susana me estaba cogiendo con un arnés y una espectacular verga de silicona; un consolador monstruoso había ingresado dentro de mi culo, que chorreaba sus jugos ya por mis muslos y mis piernas.
“¡Qué hermoso culo! ¡Qué pedazo de culo!” – Exclamó Susana y agregó, mirando a su novio de reojo.
“¡Con razón te gustó tanto este culo! ¡Este puto tiene un culo mucho mejor que el mío!”
Era la primera vez que una mujer me estaba cogiendo y la verdad, me gustaba y vaya si me gustaba.
“¿Te gusta, putito? ¿Quieres más? ¿Quieres más pija en el culo?” – Preguntó la mujer sin dejar un segundo de cogerme.
“¡Sí! ¡Quiero más! ¡Quiero más pija en el culo! ¡Cógeme fuerte! ¡Rómpeme el culo!” – Grité.
Todo era gritos, alaridos, gemidos, jadeos, insultos al aire, palabras de fuerte contenido erótico; nos decíamos absolutamente de todo y cuanto más, mejor era para los tres.
Si, hacía solo un instante atrás, Carlos tenía dos culos para coger, yo, ahora, tenía dos enormes vergas para mí solo.
Susana sacaba el tremendo consolador de mi culo y Carlos me metía su mástil, una, otra y otra vez, hasta que “volvió nuevamente el trencito”, ya que la mujer me ensartó la pija de siliconas y su novio, detrás de ella, le metió la verga en su culo.
Yo, recibiendo las cogidas de Susana y ella, recibiendo la verga del novio en su culo ¿Qué podría haber mejor y más excitante que ello? ¡Nada! ¡En aquel momento, nada!”.
Susana gritó y acabó mientras me cogía; sus jugos se confundieron con los míos y mi culo terminó embadurnado, a más no poder y apenas unos instantes después, Carlos acabó también fuertemente, dentro del culo de su novia.
Los tres quedamos tendidos en la cama; exhaustos, absolutamente rendidos; había sido de tal magnitud aquella “primera vez”, que antes de reponernos, ya estábamos organizando otro encuentro.
Mientras me vestía y luego de haberme dado un ligero baño, le pregunté a Susana, sino le gustaría hacer un trío, pero con otro hombre que la cogiera a ella o, en su defecto, con otra mujer y su respuesta, me dejó sin palabras.
“¡Ya lo he hecho y muchas veces! ¡No hace mucho que estoy de novia con Carlos, pero yo, anteriormente, ya venía teniendo todo tipo de relaciones sexuales!” – Dijo y agregó en tono de pregunta:
“¿Y tú, Marcos? ¿Nunca has cogido a una mujer?”
Mi respuesta fue “¡Si, pero no me gustó! ¡No me satisfizo! ¡Soy demasiado pasivo y adicto a los hombres y a las pijas de los hombres!”
Luego de este breve diálogo, nos despedimos los tres, no sin antes dejar abierta la posibilidad de un nuevo y pronto encuentro.
Camino a mi casa y sintiéndome total y absolutamente realizado, en mi condición de gay “ultra, super, hiper pasivo”, pensé para mis adentros “¡los consoladores que tengo son muy pequeños, en comparación al que usó Susana para cogerme el culo! ¡Mañana mismo, iré a la tienda de sex-shop, a comprar el más grande que tengan!”.
Espero que el relato (ciento por ciento real, al igual que todos los demás), haya sido del agrado de tod@s.
Soy marcos (marcoscomodoro) y mi correo es: [email protected]
Espero sus valoraciones (votos), pero sobre todo su comentarios, ya que, con ellos, nos enriquecemos mutuamente.
Besos a tod@s.
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