Mi primera experiencia sexual con 15 años
Pude ver porfin su miembro, era gigante, largo y grueso, incluso sin erección daba susto. Sus testículos colgaban grandes también, y perfectamente simétricos..
Con 15 años recién cumplidos, y con el capricho de querer comprar un PS4, decidí buscar un trabajo de verano que me permitiera ahorrar y comprar la tan ansiada consola. Fui a parar a un restaurante familiar, muy amplio, con vista al mar y todo. La paga era bastante buena, aunque con la advertencia previa de que el trabajo sería duro.
Fue ahí mismo donde conocí a Bryan. El tenía 17 en ese momento. El personal constaba de tres personas más (dos cocineras y tres garzones en total, que éramos Bryan, una señora de unos 35 llamada Ana y yo). Éramos los únicos hombres y además los más jóvenes en el restaurante, por lo que no sería difícil comenzar a interactuar. Para ese momento yo tenía bastante claro que me gustaban los chicos, aunque no había tenido ninguna experiencia sexual todavía y el sexo como tal me aterraba un poco.
Cuando ví a Bryan por primera vez, sentí una presión extraña subirme desde el pecho hasta la cara. Tenía los ojos verdes, cabello castaño claro y sus cejas eran un poco más oscuras. Llevaba un corte hecho con navaja en la ceja derecha, y su peinado era bastante simple; un degradado atrás y a los costados y más largo arriba. Sus labios eran carnosos y de un rosa apagado, y su nariz era prominente y cuadraba perfecto con el resto de su cara. De porte era unos 10-15 centímetros más alto que yo.
Estábamos en la charla de iniciación, el al frente mío, formando un pasillo con los demás trabajadores. El jefe avisaba que sería un verano bastante concurrido y todas esas cosas, y Bryan miraba atento, aunque mascando chicle con la boca abierta, las manos tomadas en la espalda y la cabeza un poco echada hacia atrás. Me parecía una pose bastante irrespetuosa, pero a nadie parecía importarle. No podía evitar mirarlo, perdiendo el hilo de la charla de vez en cuando, y cuando me pilló por segunda vez espiando, me guiñó el ojo derecho y sonrió levemente. Podrán pensar que era un coqueteo, pero por estos lugares era un comportamiento amistoso y bastante común para la gente como Bryan.
Pasaron los primeros días, y casi al completar las dos semanas, ya conocía tanto de la vida de Bryan como el de la mía. La diferencia de edad no era tanta, así que teníamos bastantes temas en común. Me contaba que hace poco había terminado con su novia, que el vivía en un pueblo que estaba a unos 20-30 minutos y se estaba quedando en la casa de su abuela mientras trabajaba, y que precisamente ese fue el motivo por el que su novia había terminado con el, ya que asumió que estando lejos de seguro la engañaría. «Pero me da igual, se pasa mejo solo» decía, siempre coqueto.
Un día lo invité a una fogata en la playa, que eran el atractivo turístico por excelencia para los jóvenes de por acá. Según dijo ya había ido a antes a un par, pero ninguna durante este verano, así que aceptó con gusto. Yo bebía alcohol, aunque solo cerveza y muy poco. Prefería disfrutar de las anécdotas que las personas ahí — casi todos desconocidos — contaban con total confianza; alguna primera vez que salió mal, fiestas secretas que sus padres descubrían, otro contaba la vez que casi lo atropella un auto por ir corriendo de un perro callejero. En fin, historias desde lo cotidiano hasta lo bizarro. Bryan bebía casi en modo automático, una cerveza tras otra y lo que le ofrecieran. En algún momento de la noche, una chica comenzó a coquetear con el. No pude evitar sentir celos. Me atraía físicamente, pero no había nada entre nosotros más que una amistad que había surgido a causa del trabajo, pero los celos aparecieron de todas maneras. Lo tomé del brazo y le dije al oído que porqué no nos íbamos, que ya estaba muy ebrio y teníamos que trabajar al día siguiente. Afortunadamente me hizo caso a la primera, así que con él apoyado en mi hombro, comenzamos a caminar hacia su casa. Balbuceaba algunas cosas que no lograba comprender, y a pesar de que el camino no era tan largo, con Bryan en ese estado demoramos un poco más de la cuenta en llegar. Era cerca de media noche cuando llegamos por fin, la casa estaba a oscuras. Sacó la llave y lo ayudé a abrir la puerta. Me iba a marchar cuando me sostuvo del brazo y me pidió que le ayudara a subir a su habitación. El dormía en el segundo piso, y su abuela en el primero ya que tenía problemas de movilidad. Mientras subíamos las escaleras, su mano se deslizó un par de veces por mi cintura, muy cerca de mi trasero, provocándome escalofríos.
Abrió la puerta de su habitación, encendió la luz y pude ver un lugar bastante ordenado. Me fijé que había un poster de una chica con muy poca ropa y en una posición bastante sugerente frente a su cama. Algunos libros en una repisa, y todo lo que pueda imaginar uno de una habitación promedio. Me quedé parado en la puerta sin saber porqué, y como si no le importara mi presencia, Bryan comenzó a desnudarse. Se sacó la camiseta y luego los pantalones. Su espalda era ancha, bien trabajada, y su trasero se sostenía sobre unas piernas gruesas que terminaban de darle un aspecto muy varonil, como si lo hubieran sacado de alguna serie de Netflix. Cuando se giró, sin poder evitarlo mi vista se clavó en su entrepierna. Un bulto grande dibujaba perfectamente la silueta de su miembro flácido y sus testículos colgando bajo su bóxer de color rojo. Cuando reaccioné Bryan me miraba fijo y serio, diría que hasta un poco enojado. Sentí mi cara arder, en especial mis mejillas.
– Yo… Y-ya me voy — dije tartamudeando
– Bueno — respondió de forma seca. Sin embargo me quedé ahí parado, mis pies estaban pegados al piso por alguna fuerza mística. Bryan se sentó en su cama, me miraba divertido. Al ver que no me iba, dió unas palmadas con su mano derecha sobre el colchón, a un costado de donde él estaba. Mis ojos se abrieron grandes ¿Me estaba invitando a su cama o todo era parte de un sueño?Y nuevamente guiado por una fuerza que no sabía de dónde venía, hice caso y tan sumiso como se podía ser, me senté a su lado. No podía dejar de mirar su miembro, aún cubierto bajo la tela de su ropa interior. Bryan me veía entrecerrado los ojos un poco.
– ¿Te gusta? — dijo rompiendo el silencio, en ese tono coqueto con el que solía contarme sus experiencias amorosas.
– ¿Qué cosa? — respondí nervioso. Puso los ojos en blanco como respuesta. Entonces tomó mi mano izquierda y la puso sobre su miembro flácido. Se sentía caliente. La situación en si era de lo más excitante, y si bien yo no hice ningún movimiento, tampoco pude quitar mi mano de su entrepierna. Mi corazón había comenzado a latir con fuerza, y una erección comenzaba a apoderarse de mi pantalón. Bryan se dió cuenta de esto, y sin mediar mucho, agarró mi pene por encima de la ropa, con mucho más atrevimiento del que yo había tenido con el suyo. Con el calor de su mano, mi virgen e inexperto miembro había empezado a ganar tamaño hasta lograr una erección. «Así se hace» susurró. Bryan miraba un poco decepcionado mi mano quieta sobre su bóxer, y poniendo su mano encima de la mía, comenzó a acariciar su zona genital. Comencé a sentir como crecía un monstruo bajo mi palma. Sabía a dónde quería llegar, y antes que eso pasara, me paré de golpe y sin mirar atrás salí casi corriendo de la habitación y de su casa.
Cuando porfin respiré aire fresco, una sensación de adrenalina me recorría el cuerpo entero, había comenzado a sudar, y sin saber porqué, continué corriendo en dirección a mi casa. Cuando llegué aún me temblaban las piernas y las manos, el pánico se había apoderado de mí y había quedado como un cobarde. Miré mi teléfono, tenía una llamada perdida de Bryan, pero nada más que eso, ni un mensaje, nada de nada.
Al día siguiente creí que sería todo incómodo, que me iba a pedir disculpas y esas cosas, pero no lo hizo. No me dirigió la palabra salvo cuando necesitaba algo, y no hacíamos contacto visual alguno. Así pasaron los días y mi indignación iba aumentando también. ¿No fue él quien actuó mal? Y encima ahora pretendía actuar como si fuera la víctima.
Ya había pasado una semana, era sábado de nuevo, y las fogatas no se harían esperar. Decidí ir con una amiga, y mí sorpresa fue mayúscula cuando Bryan apareció de pronto con la chica que le había coqueteado la semana anterior. Lo estaba maldiciendo internamente, y sin darme cuenta, apreté la lata de cerveza que tenía en la mano y un chorro fue directo a mi pantalón. Mi amiga se rió y un par de miradas se dirigieron hacia mi, incluida la de Bryan. Agachó la cabeza y se rió también. El poco orgullo que me quedaba se había ido junto al contenido de esa lata. Me paré y me fuí sin decir nada y mi amiga se quedó muy campante conversando.
Cuando ya había avanzado unas dos cuadras sentí un silbido sonoro a la distancia. Bryan agitaba el brazo a media cuadra aproximadamente, decidí seguir caminando a paso raudo, y aún así me alcanzó trotando.
— Tranquilo Toreto — dijo cuando me alcanzó, soltando una risa. Lo miré serio y seguí caminando. No se veía nadie más en la calle a esa hora — ¿Vamos a hablar o no? — preguntó con total descaro.
— Eso me pregunté yo toda la semana — respondí enfadado.
— Tú saliste corriendo, no yo — dijo
— Y eso qué? Eso no te da derecho a ignorar mi existencia por una semana entera — solté alzando un poco la voz
— Bueno, y qué quieres, te pido perdón?
— Mínimo — contesté. Se encogió de hombros.
— Perdón — dijo sin un atisbo de convencimiento. Moví la cabeza en gesto negativo y seguí caminando, y el a mi lado. — Pero debes admitir que te acobardaste — soltó de pronto, y sin tener muy claro porqué lo hice, quizás por el orgullo herido, lo tomé del brazo y lo empujé hacia uno de los callejones que bajan hacia la playa. Una fuerza externa se había apoderado de mí cuerpo, lo acorralé contra la pared, y sin chistar me agaché a la altura de su cintura, tiré de su short de algodón y bóxer juntos, dejándolos a la altura de sus rodillas. Pude ver porfin su miembro, era gigante, largo y grueso, incluso sin erección daba susto. Sus testículos colgaban grandes también, y perfectamente simétricos. Tragué saliva, pero la cobardía no me iba a ganar esta vez, y sin oler, sin tocarlo y sin esperar que estuviera erecto, me lo metí a la boca. Su sabor era increíble, un poco salado, un poco dulce, y con olor a jabón. Probablemente se había bañado antes de ir a la playa. Por única vez su mata de pelos chocó con la punta de mi nariz, pues fue imposible cuando su miembro comenzó a crecer. La cara de Bryan era un espectáculo invaluable. Se mordía el labio repetidamente, y eso me tenía en las nubes. Sin haber hecho una mamada antes en mi vida, al parecer la primera no estaba saliendo mal, pues ambos lo estábamos disfrutando de forma increíble, quizás por la adrenalina de hacerlo en un callejón, o por las circunstancias que habían llevado al climax, ambos estábamos sumergidos en el éxtasis total. Me detuve unos segundos para contemplar la extensión de el pedazo de carne que me estaba devorando, y sin ser un experto en medidas, diría que estaba entre los 19 y 21 cm de largo al menos unos 7 de ancho, volví a la carga. Sus manos iban desde la pared hasta mi cabeza repetidamente. Yo cerraba los ojos por ratos, pero disfrutaba más todavía viendo sus expresiones. Me tomó un poco brusco del pelo, y comenzó a empujar mi cabeza hasta que su glande tocó mi garganta, haciendo que me faltara al aire. Cómo respuesta hundí fuerte mis dedos en su nalgas, eso le provocó un gemido bastante sonoro que me sorprendió bastante, así que cuando intentó hacer lo mismo, volviendo a tomar mi cabeza entre sus manos y empujando profundo, volví a apretar como respuesta, y nuevamente un gemido salió de su boca. Sin que tuviera que volver a hacer una señal de nuevo, comencé a masajear fuerte sus nalgas, las abría, y lograba sentir con mis dedos ese rincón que es más caliente que el resto, pero siempre respetando su espacio más íntimo. Lo hacía repetidamente, cada vez más fuerte. Yo estaba en el paraíso, y Bryan también. Los gemidos se habían convertido en bufidos. Comenzó a embestir mi boca con más fuerza y velocidad, y sin aviso previo, me hundió su miembro casi hasta el fondo, expulsando una cantidad de semen que no había visto ni siquiera en el porno. Intenté tragar, aunque solo pude con los primeros tres chorros, los demás fueron a para a mi camiseta y el suelo. Diego seguía apoyado en la pared mientras su miembro aún goteaba líquido. Llevé la punta de mi dedo índice a su glande, un escalofrío le recorrió y provocó que su cuerpo se contrajera involuntariamente, y el líquido que recogí lo lleva a mi boca. Bryan miraba atónito, perdido, y con una sonrisa de complacencia que no olvidaré nunca. Se acercó a mí, y con sus dedos tomó el semen que había caído en mi camiseta y lo llevó a mi boca.
— Abre — dijo. Yo obedecí. Era una situación en extremo excitante. Comenzó a mirar nervioso entre mi boca y mis ojos, y finalmente me clavó un beso. Admito que eso no lo vi venir, y al parecer él tampoco había meditado mucho sobre aquello. Era un beso brusco, pero pasional, totalmente improvisado. Se tuvo he agachar un poco debido a la diferencia de estatura, pero no le restó ni una pisca de erotismo al momento. Cuando el beso terminó, un hilo juntaba aún nuestros labios. No sabía si de saliva o de su propio semen. Me sonrió, y yo sonreí de vuelta. Su respiración aún estaba agitada, y poco a poco se fue reponiendo. Se apoyó de vuelta en la pared, y yo en la que tenía más cerca. Estábamos frente a frente, pero a unos 3 metros de distancia. Mi erección ya había bajado, más no había recibido atención. El guardó su miembro, flácido y húmedo, en su bóxer, y luego se subió el short.
— Te acompaño a tu casa — soltó sin más.
— Está bien — respondí.
Durante el trayecto no conversamos, pero ambos íbamos con una sonrisa boba en la cara. Llegamos al portón y nos quedamos parados.
— No me invitas? — dijo él.
— Mi mamá está durmiendo — respondí. Sonrió avergonzado y agachó un poco la cabeza. — Pero mañana tiene turno de noche en el hospital — inmediatamente su rostro se iluminó, levantando las cejas pícaro.
— Entonces en tu casa a las… — dijo expectante. Dudé unos segundos.
— A las 10 — contesté. Sin darme chances de hacer nada más, me plantó un beso, corto pero intenso, con lengua incluida, y luego simplemente se marchó.
Entré a mi casa cuando lo perdí de vista, procesando todo lo que había pasado, y dedicándole una paja a Bryan. Mi Bryan.
bufff como me has dejado, tengo el culito que me palpita por sentir esa verga dentro mía.
Ya cogan y sean versatiles
Sigo esperando la segunda parte 🙁