Mi primera eyaculación.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando tenía unos doce años ya para los trece, en nuestra comunidad había unos muchachos viciosos, aquellos carajos eran dos, uno llamado Rafael, como unos diez u once años mayor que yo y Daniel de casi la misma edad, nosotros los más jóvenes teníamos nuestros juegos en esos matorrales, quebradas, etc. Digo viciosos porque todo mundo sabía que estos fumaban marihuana y cuando estábamos jugando y los veíamos pasar a ocultarse para su derrape, nosotros los seguíamos a ver lo que hacían.
Un día estaba esperando a los demás chicos para jugar y pasaron los tipos y sentí curiosidad y me fui escondido a saber lo que hacían, ellos llegaron hicieron sus tabaquitos y los fumaron, no supe como hizo Daniel para verme desde donde estaban y cuando se iban, este le dijo a Rafael que echaría una cagada, Rafael se fue y Daniel hizo que se internaba en la montaña, cual es mi sorpresa que me cae por detrás y me toma por el cuello y me apunta con una navaja, me dice que le digo que hago y no se me ocurrió otra cosa que decir que estaba a punto de cagar y él me tomó los brazos hacia tras y me dijo que me ayudaría, con la otra mano desocupada bajó mi short y medió una nalgada, como yo estaba detrás de una piedra me obligó a abrir mis nalgas, me pasó la mano y palpó mi hueco, luego se mojó el dedo con saliva y lo fue metiendo en mi culo, pero con cierta delicadeza, yo no era virgen pues los juegos de muchos de nosotros consistía en cogernos unos con otros, al sacar el dedo me dijo en el oído ahora te voy a meter mi otro dedo, pero necesito que lo humedezcas
Me di vuelta y pude ver el tremendo palo que se gastaba, era largo y grueso, blanco como todo él, con unas pecas a lo largo y unos vellos marrones en su alrededor, sus bolas eran pequeñas pero su escroto era caído, me bajó por los hombros y me hizo mamar su pene, que tenía un sabor a orine y a cigarro, cuando comencé a lamer me dediqué a chupar la cabeza a pasar la lengua por su raja, lamía todo el tronco, llegaba a las bolas y al pasarle la lengua el se quejaba que le hacía cosquillas, después de un buen rato de mamar, me dijo ya es hora y me levantó y me hizo recostarme de la piedra, se puso saliva en la mano y la pasó por mi raja, puso su cabeza y comenzó a hacer precisión
Yo solo aguantaba su penetración, cuando la cabeza de su pene entró en mi culo, se me paró mi pene automáticamente, él al darse cuenta, me dijo al oído, te está gustando, yo no respondía, volvió a empujar y siguió metiendo su tranca en mi culo, ya cuando la tenía toda adentro, me tomó de la cintura y comenzó su mete y saca, yo solo volaba con aquella pieza atravesándome, como pude me hice hacia atras y dejé más expuesto mi culo a su disposición, él solo metía y sacaba a discreción su pene, después de un rato de estar dándome, bajo su mano y tomó mi pene y comenzó a sobarlo y a pajearme, yo llegué de una vez y él con la mano llena de mi leche, que era la primera que botaba, me la pasó por la espalda y mis nalgas, aumentó su velocidad y presión, dejándome al momento inundado de semen. Se recostó en mi espalda y pasó su lengua por mi cuello, y dijo a mi oído, espero vuelvas por más.
Sacó su pene lleno de leche y me dijo, tu ibas a cagar, pero no tenías nada en las tripas, me dio vueltas y me hizo mamarle el guevo lleno de semen, claro al agacharme para mamarlo se me salió todo lo que me había depositado en las tripas, se metió su pene en los pantalones y se fue, me dejó allí y al recordar lo que había pasado se me paró el pene y me hice una paja en nombre de su mástil.
No me cogió más porque a poco tiempo nos mudamos de esa población.
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