Mi primera mamada dormido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Issaacc.
Me estaba quedando a dormir en la casa de Poncho, un amigo de mi escuela, debido a que mi casa estaba en reparación.
Él y yo solíamos ejercitarnos mucho, y solíamos bañarnos por la mañana antes de irnos a la preparatoria.
Un día, nos fuimos a dormir como siempre, nos fuimos a su cuarto, nos quedamos en short y vimos un poco de TV, antes de dormir.
Él estaba acostado a mi derecha.
No me di cuenta cuándo me quedé dormido.
En la madrugara (totalmente oscuro) me desperté porque Poncho se movía mucho (yo me muevo mucho dormido, así que me pareció normal).
De pronto se dio la vuelta y puso su brazo sobre mi pecho y su pierna sobre mi entrepierna, quedando su rodilla sobre mi pene directamente y su mano justo sobre mi pectoral derecho.
Yo no le di importancia, pero sentí en mi pene un ligero movimiento.
Me quedé dormido.
Poncho me despertó nuevamente con un movimiento, esta vez terminó su mano derecha sobre mi pene, justo donde había estado su rodilla, y sentí que su cara quedó justo junto a mi axila derecha (yo tenía el brazo levantado).
Escuchaba su respiración muy cerca y su mano no se movía, pero mi pene comenzó a palpitar.
Yo no sabía qué hacer, sentía pena con Poncho (a pesar de que aparentemente era él quien quería algo), pero también seguía pensando que podría ser coincidencia, y a la vez pensaba en qué se sentiría seguir.
Después de un rato de pensar y de cero movimiento de ambos, me quedé dormido de nuevo.
Nuevamente me despertó el movimiento de Poncho, esta vez se acomodó de tal forma que su mano derecha terminó sobre mi muslo derecho (yo tenía las piernas abiertas y mi pene estaba posicionado hacia arriba).
Nuevamente mi cabeza comenzó a volar y mi pene a palpitar, quedando semi erecto, cuando de pronto sentí que la mano de Poncho comenzó a recorrer mi muslo unos centímetros arriba y se detuvo, luego un poco más y llegó a mi bóxer, introduciendo apenas la punta de un dedo por debajo.
A estas alturas mi pene estaba completamente erecto, mi respiración agitada era difícil de disimular y su mano seguía subiendo lentamente.
Cada centímetro que recorría me hacía más difícil la tarea de permanecer inmóvil.
Mi cabeza ya no pesaba en nada más que en su mano acercándose a mis testículos, y de pronto llegó.
Sentí cómo dos de sus dedos llegaron a mi testículo derecho y comenzaron a moverlo, supongo que era muy incómodo porque mi bóxer estaba algo apretado y Poncho al parecer no quería despertarme.
Así siguió un rato y luego “volvió a acomodarse” y retiró su mano de mi muslo, y al final terminó nuevamente sobre mi pezón derecho y su cabeza en mi axila.
Yo me decepcioné un poco porque pensé que todo había terminado, Poncho se quedó inmóvil tanto tiempo que volví a quedarme dormido.
Nuevamente me desperté por los movimientos de Poncho, esta vez su mano derecha terminó en mi abdomen justo debajo de mi ombligo y a la derecha.
Nuevamente mi pene despertó y fue de cero a cien, y mi mente comenzó a volar pensando en lo que podría pasar a continuación.
Unos minutos después, Poncho abajó la mano unos centímetros, y mi virgen pene se puso más duro que nunca.
Minutos después, Poncho bajó la mano unos centímetros más.
Tal vez eran segundos, pero a mí me parecían minutos porque era mucho tiempo entre cada movimiento, parece que realmente no quería despertarme.
En el siguiente movimiento sentí cómo dos de sus dedos llegaron al elástico del bóxer y se escabulleron por debajo, llegando al terreno de mi vello púbico.
Yo estaba extremadamente excitado, pues venía algo nuevo para mí y la mezcla de nervios, culpa y líbido me estaban matando.
Poncho bajó más la mano y ya tenía varios dedos sobre mi vello púbico.
Más espera.
Nuevamente bajó y uno de sus dedos por fin tocó mi pene, y fue ahí donde ya no pudo más y sin ningún cuidado metió toda la mano hasta haber rodeado con sus dedos mi pene por completo.
En ese momento perdí mi inocencia.
Había sido tocado por alguien más y estaba a punto de estallar de placer, pensé que no podía sentir más excitación, y estaba equivocado.
Poncho bajó todo mi prepucio y luego lo subió lentamente, quedando el círculo de su pulgar y su índice rodeando la cabeza de mi pene que ya estaba mojada con líquido pre seminal.
Con sus otros dedos bajó mi prepucio y se quedó en la cabeza, esparciendo el líquido desde la punta suavemente.
Yo quería morirme de placer y pensé que iba a explotar, pero de pronto Poncho comenzó a masturbarme lentamente.
Sus movimientos eran suaves, lentos, cuidadosos, delicados.
Su mano rendía honor a mi pene, lo recorría como su de fuera su complemento, su razón.
Así siguió unos momentos más en los que me yo agonizaba de placer, hasta que de pronto hizo un movimiento que me pareció muy experto: Con su mano hizo que mi pene tocara mi abdomen, quedando una parte fuera del bóxer.
Ya en esa posición, con la misma mano tomó el elástico del bóxer y del short y con un movimiento los llevó hasta debajo de mis testículos, de tal manera que mi pene erecto y mis testículos quedaron al aire libre a su total disposición.
Era la primera vez que mis “partes” estaban a aire libre con alguien más al lado mío, fue otra pérdida de inocencia.
Ya con más confianza, comenzó a masturbarme de la misma manera, y de vez en cuando acariciaba mis testículos delicadamente.
Yo pensé que no iba a aguantar mucho, y me dio miedo pensar en eyacular, pues él sabría que estaba despierto, pero de pronto se detuvo, alejó su mano, se movió mucho y de pronto ya estaba sobre mí (se sostenía con sus brazos para no dejar caer su peso sobre mí).
Sentí cómo acercó sus labios a los míos y me besó (aunque yo correspondí porque “estaba dormido”), luego bajó un poco y besó mi cuello, bajó más y lamió mis pezones, bajó más y besó mi ombligo (el solo pensar en lo que venía me hizo temblar y mi respiración era imposible de disimular), y por fin llegó a mi pene, lo timó con una mano y de pronto sentí por primera vez en mi vida cómo mi pene era envuelto en calor y humedad, fue un momento único.
Su boca cubrió la cabeza y pronto lo introdujo todo lentamente, llegando hasta el fondo de su garganta.
Cuando estuvo allí, comenzó a meter y sacar y yo no pude resistir hacer el movimiento de penetración en su boca.
Simplemente no quería que terminara, estaba como paralizado de placer y de nervios, pero no podría permitir que esto parara.
Poncho siguió mamando y de pronto comenzó a usar su lengua, la pasaba por toda la cabeza de mi pene como quien disfruta de un delicioso helado.
Fueron pocos los minutos que pude resistir tanto placer, y con una respiración más rápida y fuerte anuncié que estaba por terminar, fue mi manera de agradecer, tomando las precauciones y, sin importar que supiera que estaba despierto, avisarle para que se retirara y evitar accidentes.
Pero, ¿acaso me esperaba aun algo mejor? Parece que sí, pues al percatarse de mi inminente orgasmo, Poncho aumentó sus movimientos de entra-sale y de lengua, como ansioso por el final feliz, y yo con esto definitivamente ya no pude resistir un segundo más y tuve un orgasmo que casi me hace desmayarme.
Los chorros eran tan fuertes que pude sentir cómo pasaba el líquido hacia afuera de mi pene a cada disparo, y a cada uno de ellos, sentir mi pene aun dentro de su boca me hacía retorcer de placer.
Poco a poco fui recuperando la conciencia mientras Poncho seguía limpiando todo resto de fluido con su boca.
Yo seguía temblando pero poco a poco fui recuperando la calma y volví al modo “estoy dormido”.
Después de un rato de inactividad efectivamente me quedé dormido.
Cuando desperté Poncho ya estaba levantándose para bañarse, era tarde.
“Me voy a bañar”, me dijo, y salió del cuarto.
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