Mi primera relación gay fue increíble!!!!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No lo podía creer, si alguien me hubiera dicho un par de horas antes que esa noche iba a realizar un sueño que llevaba dando vueltas en mi cabeza más de un año no lo hubiera creído, pero estaba ahí, y él también frente a mí, sentado en la cama, casi completamente desnudo, de no ser por los bóxers. ¿Cómo había llegado ahí? Habíamos salido por un trago…creo que fue mi imposibilidad de contener el deseo por más tiempo. El caso es que sin importar el motivo por el que estuviera ahí, estaba muy feliz de estarlo. Él me dijo: ¿Tú primero? Yo le respondía, que yo deseaba hacerlo primero. Lo habíamos discutido en el bar, así que sabíamos bien y nos entendíamos.
El comenzó a desvestirse, es muy alto, más alto que yo, que apenas mido un metro con setenta, él en cambio está casi por el metro noventa, se quitó la camisa, lo hizo con calma, luego se sacó el cinturón y comenzó a desabotonarse el pantalón; mi corazón latía como un caballo sin control, sentía que me iba a romper el pecho. Él me miró, me interrogó con la mirada, yo de forma torpe comencé a desabotonarme también, cuando me quite la playera recobré la seguridad gracias a la mirada de mi compañero, porque vi que le gustó lo que vio; estoy en buena forma, aunque el también lo está. Se sentó en la orilla de la cama y esperó a que yo me acercara, lo hice, me paré frente a él, el me sujetó por las nalgas, sobre los calzones de algodón, unos calzones comunas y corrientes porque nunca pensé que terminaríamos juntos en un cuarto de hotel. Mi verga reaccionó a su contacto, me acerqué más a él, sentí el calor de su cuerpo, el levantó la mirada y sonrió, comenzó a acariciarme. Me dijo: No te presiones, no tenemos prisa, haz sólo lo que tú quieras hacer. Pero él bien sabía que yo quería hacerlo todo, sólo que me faltaba el valor. Empecé a dudar de hacerlo, a sentirme acobardado.
No es fácil para un hombre “heterosexual” aceptar un buen día que por su mente han cruzado fantasías que incluyen hombres. Yo nunca había deseado a un hombre, y aunque parezca curioso, empecé a fantasear con hombres de una forma abstracta…más bien, para decirlo bien, no comencé a fantasear con lo hombre, comencé a fantasear con la verga, con el pene como objeto. Una noche estaba viendo pornografía, lo cual para mí es muy común. Vi una escena donde una rubia hermosa le daba una increíble mamada a un hombre, ahora lo puedo decir, muy guapo y bien dotado. Disfruté mucho la escena y me vine al tiempo que el hombre en la pantalla eyaculó en la boca de la linda chica. Pero algo en esa escena me dejó pensando mucho tiempo. La chica lo hacía genial, lo disfrutaba, y eso me hacía creer que la escena se había grabado en mí, porque deseaba ser ese hombre, lo cual podría ser cierto, pero luego otra idea me sacudió de pronto, y aunque traté de rechazarla, ya no pude hacerlo. Descubrí que me había excitado como lo hacía ella, y que me gustaría hacerlo a mí, no deseaba ser él tanto como deseaba ser ella y sentir esa verga en mi boca. ¿Cómo podía ser eso posible? Yo no soy gay, me gustan las mujeres, he tenido muchas novias. Pero así era. Mi primera opción para contactar con hombres fue el internet, tuve muchas relaciones gay en la pantalla, e hice todo lo posible tecleando en una computadora; pensé que eso estaba bien, porque no había forma de que alguien lo descubriera y en realidad no era nada, seguía siendo yo, un hombre hecho y derecho. Pero pronto eso dejó de ser suficiente para mí.
Una noche regresaba a mi casa de la fiesta de una amiga, eso fue en el D.F., ya era tarde, pero por azares del destino pase junto a un bar gay, y sin dudarlo pero muy nervioso me metí. No había mucha gente, ya eran más de las tres. El decorado era horrible, yo siempre he creído que la homosexualidad y lo afeminado son dos cosas diferentes, y ese lugar era afeminado. Tomé una cerveza y estaba a punto de irme, cuando un hombre se acercó y me hizo la plática. Me puse muy nervioso, pero a la vez me emocioné; lo primero que me gusto de él es que era varonil, al igual que yo. Se llamaba Germán, y era muy agradable, intercambiamos números telefónicos y me fui. Luego de unos días me llamó y empezamos algo como una relación de algo más que amistad por internet; él siempre me ofrecía que nos viéramos, pero yo reusaba, así que sólo nos vimos un par de veces para comer o desayunar. Yo me emocionaba mucho, y ya estaba seguro que me gustaba, pero no me atrevía a hacer nada. Me pasaba demasiado el machismo, las costumbres, la tradición, cosa que me frustraba. Luego Germán se fue de la ciudad y me sentí muy triste, demasiado.
Pero esa noche me habló y me dijo que estaba de visita y quería verme, me habló en la mañana, porque sabía que a mí me gustaba verlo para desayunar o comer y no dejar mucho tiempo a los deseos desenfrenado, pero yo me emocioné tanto al escucharlo, que le propuse que fuéramos a tomar una cervezas por la noche; él aceptó.
Terminamos en un hotel como ya dije, él de 31 años, yo de 26, él, más alto, moreno claro de cabelló rizado oscuro, rostro duro, ojos negros, guapísimo. Yo de piel blanca, muy blanca, de ojos castaños al igual que el cabello, que uso un poco largo y es quebrado. Él es robusto, no gordo, pero fuerte, yo soy delgado, atlético, hago mucho ejercicio. Y esa noche el estaba casi desnudo, sentado en la cama, tomándome por las nalgas, me abrazó, me besó el pecho e hizo que casi me viniera en ese momento. Lo único que podía pensar eran dos cosas: ¡Cómo deseo ver su verga y llevármela a la boca! Y ¡Si dejo que me la meta como me va a doler semejante vergota! Pero aún no se la había visto, él me había dicho que tenía circuncisión, porque ese era uno de los requisitos que yo pedía para mi primera mamada a un hombre. ¡Estaba a punto de mamarle la verga a otro hombre! Casi me desmayé cuando pensé eso. Él me había dicho: Sí tengo circuncisión, y si no tuviera me la haría con tal de que me la chupes.
Me controlé y decidí no perder la mejor oportunidad me mi vida. Tomé una almohada como las putas de las películas y me arrodille sobre ella, frente a él, ya no podía ser más gay, bueno tal vez sí, porque puse mis manos en sus piernas duras y velludas y se las acaricié con fuerza, pero lentamente. Su verga estaba parada, muy parada, se veía que era enorme…¡No resistí más! Tomé sus bóxers y lentamente los jalé hacía sus rodillas, sus vellos saltaron primero como la maleza tosca de un lugar deshabitado, luego pude ver su tronco, y ene le instante mismo en que lo contemplé brinco frente a mí, moreno, duro, alegre, húmedo, hermoso, erguido sobre sus testículos grandes y llenos de pelos. Le terminé de bajar los bóxers, me levanté un poco y le di un beso en la boca, mi primer beso en la boca a un hombre. Luego tome su verga palpitante en mis manos, era enorme, mucho más, tengo que decirlo, que la mía, y comencé a masturbarlo. Pensé que sería fácil, dado que soy un experto en masturbarme, pero la verdad me costó bastante trabajo, por unos minutos. Su verga era suave y a la vez estaba completamente erecta, morena y roja en la punta, mínimo mediría 19 centímetros, era muy ancha, el glande estaba inflado y bien delineado, me encantó, me encantó que fuera la primera verga de otro hombre que tocaba. De la punta ya le salía líquido preseminal, que a mí me gusta como sabe porque he probado el mío, con mi semen nunca me atreví. Pero eso me decidió, lo había imaginado muchas veces, lo había practicado muchas veces, primero con zanahorias, o cualquier cosa limpia que tuviera las características de un falo masculino, luego con un pene de gel que compre, pero esta verga era más grande que el gel, que tenía más o menos el tamaño de mi verga. Probé su líquido con la lengua, sabía muy parecido al mío, me gusto, así que comencé a pasarle la lengua por el glande.
El cerró los ojos y me puso una mano en la cara, me acaricio, lo dos estábamos ardiendo, pero él más. Le besé la cabeza del pene, una vez, dos veces, tres veces hasta que la metí entera en mi boca, la tuve que abrir mucho, dejé que mi saliva saliera para lubricar su pene y lentamente con mucho trabajo, con mucho cuidado de no lastimarlo con mis dientes comencé a dar la primera mamada de mi vida. Fue increíble, fue genial. ¡No me arrepentí, qué me importaba que me dijeran maricón, puñal y esas palabras despectivas, yo estaba haciendo algo que me gustó, me encanto y lo estaba disfrutando. Todo era rico en hacerlo, me encantó el sabor de la verga, la sensación de tener mi boca llena con ella, el líquido que se le escurría en mi lengua, su cara de gozo, sus caricias, sus gemidos. Me la saqué de la boca y la lamí, la besé, la retorcí como las mujeres de las pornos, esa verga era del tamaño de mi cara, le dejé correr mi saliva por el troco, me la trague, la bese una vez más, le chupé los huevos, con toda su maraña de pelos rizados y negros, le besé las piernas, el abdomen, me la tragué de nuevo y comencé de nuevo mi mamada, con más confianza, con más velocidad seguro de que lo que hacía era algo hermoso y satisfactorio, con mi boca impregnada de sus aromas y sus sabores, se la chupé y se la chupé sin descanso hasta que el dijo: Espera, vas a hacer que me venga, lo haces increíble. Me encanta mamarte la verga, no sé por qué dudé tanto, le dije yo. Lo besé en la boca, esta vez nuestras lenguas se tocaron. Casi me vengo, dijo. Quiero probar tu semen, dije. Pero, ¿no quieres que te meta la verga primero? Yo asentí con la cabeza, nunca me habían penetrado, jamás, pero estaba dispuesto a hacerlo, pero lo único que me daba miedo era el tamaño de verga, aún no me la metía y ya me estaba doliendo.
– Súbete a la cama.- Me dijo.
Así lo hice nos acostamos el uno junto al otro, no abrazamos y nos besamos muchas veces. Él me arrancó los calzones de un jalón, los desgarró, nos comenzamos a reír. Me dijo que me arrodillara, así lo hice, me arrodille frente a su cara, el tomó mi verga en sus manos.
– Me gusta tu verga, me encanta.- Dijo. Yo le repliqué que no era tan grande como la suya.- La tienes grande y me encanta.- Yo también tengo la circuncisión.
Dicho eso se la metió en la boca y me la comenzó a mamar de una forma increíble, maravillosa, conocedor de lo que sentía sabía cómo hacerlo para darme el mayor placer. Yo llevaba los vellos cortos, rasurados en las orillas, algo estético, que hice yo mismo, nada profesional. En unos minutos estaba gozando de lo lindo, húmedo. Él me hizo todo lo que yo le hice y más, me tiró en la cama y se engulló mi verga de nuevo, ahora el arriba y yo abajo, también me besó las piernas, el muy cabrón me mordió las nalgas, y se sintió increíble, el cochino me besó el ano y me lo lamió y me encantó, nunca había sentido algo así, yo si no resistí y justo en el momento en el que el ponía mi verga de nuevo en su boca, me vine sobre él, cosa que le gustó mucho así me lo hizo saber, después de que se tragó todo; lo besé en la boca y no me importo que tuviera restos de mi leche. Nos abrazamos y nos besamos, dimos vueltas en la cama, nos mordimos, nos acariciamos, sus brazos enormes y largos me abrazaron, me sentí increíblemente feliz.
– ¿Estás listo?
– Lo estoy, no me la saques aunque grite.
– No seas exagerados.-Dijo.
– Tienes una verga enorme le repliqué.
– Lo voy a hacer lento, te voy a calentar primero…
– Caliente ya estoy.- Interrumpí.
– Te voy a calentar el culo y a lubricarle el ano con mi saliva. ¿Cómo quieres que te la meta, de perrito o encima de ti?
– ¿Cómo encima de mí?
– Como a las viejas, abres las patas y me subo en ti.
– ¿Cómo es más fácil?- Le pregunté.
– Perrito.
– Entonces cógeme como a las viejas, quiero que te cueste trabajo.
Se agachó y comenzó a lamerme el ano, en unos minutos o segundos, mi verga estuvo de nuevo completamente parada y comencé a masturbarme, cuando él se dio cuenta, me la chupó y el tomó mi verga. Luego siguió lamiendo mi ano, con mucha saliva, luego me presiono con el dedo y lentamente me fue abriendo, era una sensación extraña, excitante por el momento, pero difícil de describir, hubo momentos en los que sentí que me estaba cagando, pero no era así. Después de un rato ya sacaba y metía su dedo con facilidad, la sensación me empezó a excitar.
– Ahora te voy a meter otro.
– No.
– ¿Por, te dolió?
– No, ya méteme la verga, quiero que me duela, un dedo no es nada comparado con ese pedazote, truéname de un jalón, métemela de golpe, que no me pueda aguantar un grito de dolor. ¡Cógeme duro cabrón, hazme chillar!
Entonces me dobló las piernas, como yo lo había hecho con muchas mujeres, pero ahora yo sería a quien se cogerían; me sentía tan emocionado, nervioso, ilusionado, feliz, que le juro que no lograría comunicarlo, era algo bello, sucio y tierno, esperaba con ansia el momento en el que Germán me desvirgara el ano. Me dobló las rodillas hasta la cara, yo no sabía que fuera tan flexible, me dio otras cuantas lamidas en el ano, que me hicieron suspirar de placer, sentí la punta de su verga en el culo, caliente como una fresa que suelda metal, y de un empujón, como yo le pedí, me la ensarto en la cola, me abrió el ojete de un golpe, y claro que gemí de dolor, gemí como una vieja, como una puta, como una virgen. Le enterré las uñas, también como vieja, el grito, pero no hizo por quitárselas. Fue entonces cuando entendí, que esa enorme verga no estaba del todo dentro de mí, su embate había logrado ensartarme una parte, pero ahora me presionaba, para de una forma involuntariamente lenta, pero constante e inmisericorde, me siguiera partiendo en dos.
– ¡Clávamela toda, hijo de puta!- Le chille.
– Estás bien apretado, como pinche virgencita.- Dijo riéndose.- No cede tu ano.- Pero no dejaba de empujar y yo sentía como milímetro a milímetro mi culo se seguía abriendo ante su incólume verga.
Por fin estuvo a dentro, sentí una lagrima correr por mi mejilla, pero ese dolor no había sido todo, la dejó uno segundos en mí, luego lentamente la retiro; ¡eso se sintió riquísimo! Pero luego de un golpe me la clavo de nuevo; yo grite, el culo me ardió, sentía que me había cagado, pero no, lo hizo de nuevo, se sentía delicioso al sacarla, horrible cuando me la metía, así fue unas diez veces hasta que sólo quedó el placer, el placer de ser cogido por una verga dantesca, bella y durísima, que quemaba mi culo como carbón ardiendo. Me la pasé gimiendo y pidiendo más verga, me encantaba sentir como sus bolas me golpeaban las nalgas.
Cuando estuvo por venirse, me la saco, y sí, sí, se la chupé, se la chupe y me fascino cuando su verga comenzó a latir como si fuera su corazón y de golpe me explotó en la cara, mayormente en la boca, y probé por fin el semen, que es caliente y frio a la vez, amargo y salado al mismo tiempo, y me besé con mi amante y nos recostamos abrazados en la cama de hotel, y platicamos y le dije que me había parecido maravilloso el amor de otro hombre, le dije que me sentía orgulloso de haber tenido el valor, de cumplir mi fantasía que a fin de cuentas sólo me incumbía a mí, porque no le hacía daño a nadie. Maricón para mí es solamente el que no se atreve a hacer lo que quiere hacer. No digo que todos disfruten lo mismo que yo, pero siento tristeza por los que tienen mis deseos y los detiene el miedo a la sociedad. Ahora estoy muy feliz de ser bisexual, de verdad que lo disfruto mucho. A veces tengo novio, otras, novia, pero siempre soy honesto y no daño a nadie. Me alegro de haber entendido el homosexualismo, porque ahora sé que los homosexuales, que en parte lo soy, son personas como todos, como yo que soy bueno, honesto y, esos sí, bien caliente. Por cierto pasaron muchas cosas más esa noche y muchas otras después, pero ya me extendí mucho se las contaré otro día.
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