Mi primera verga: culo destrozado por mi tío (2a parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RodrigoMH.
No sé cuánto tiempo habría pasado, cuando me desperté con el enorme glande de mi tío, duro y caliente, frotando y mojando mis labios.
Me quedé petrificado, él me sonrío diciendo –Hay que concluir lo que iniciamos anoche- Ante mi nula respuesta dijo –No puedes negarte, eres mío y ya no hay marcha atrás, tú lo iniciaste, tú lo terminas- al tiempo que se agachaba e introducía su lengua con ímpetu en mi boca.
Un escalofrío placentero recorría mi cuerpo, me encantaba ese beso dominante y la barba que me hacía cosquillas despertaba mis sentidos.
Cerré los ojos y lo abracé por el cuello –Entrégate sin miedo, así-
Se metió a mi cama y me montó sobre él en 69.
No aguanté y me abalancé sobre esa verga grande saboreando el líquido preseminal, excitado a la vez por sus gemidos.
Arremetió con fuerza hundiendo su cara contra mi culo virgen y jugando con su lengua en mi agujero.
Di un salto de placer dejando bruscamente su verga fuera de mi boca, era una sensación extasiante y nueva, estaba aprendiendo a controlar mi cuerpo.
En el descontrol de mis emociones pasé a llevar con mis dientes su verga y él respondió con una nalgada fuertísima –Con ciudado, pendejo- exclamó.
Jamás había recibido un golpe así, pero debo reconocer que eso me estimuló más, quería aprender cada vez más y ser domado por ese hombrazo, ese macho que me poseía.
Succionaba con fuerza mi culo, introducía de a poco la lengua y le costaba trabajo, yo estaba demasiado apretado, tenso aún.
Comenzó a acariciarme una vez que tenía bien mojado el culo, yo lo apretaba y soltaba involuntariamente cuando comenzó a introducir uno de sus gruesos dedos.
La sensasión placentera fue indescriptible.
Luego llevó el segundo dedo hacía adentro y eso me dolió al principio, pero en la medida que iba más profundo yo gemía de placer, no sabía hasta qué punto llegaría, todo seguía siendo una experiencia de descubrimiento para mí.
Gemía y gemía con su pollón ahogando las expresiones de placer en mi boca hasta que no aguanté y me corrí sobre él –Qué calentona mi putita- dijo, no me gustó esa manera de referirse a mí, pero yo estaba sumido en las sensaciones que provocaba el segundo orgasmo que un macho como él provocó en mí.
Me volteó e hizo que lamiera mi semen sobre su pecho.
Me dio asco, no era lo mismo saborear mi semen que el de él, pero una vez q lo dejé limpio (difícil tarea en ese pecho peludo) me cogió por el pelo y me besó con fuerza succionando el contenido lechoso y tibio de mi boca.
El placer para mí se seguía incrementando.
Luego de ello me cogió en brazos, yo me aferré a esos hombros anchos definidos, pensé que me llevaría a su pieza, una cama más grande.
Para mi sorpresa me depositó de espalda sobre la mesa del comedor con la cabeza colgando.
Me besó y dijo –Comienza a respirar por la boca- para luego introducir su pija dura con ímpetu y bestialidad hasta lo más profundo de mi garganta.
Yo no podía controlar las arcadas, el apretaba mi nariz, se demostraba todo un experto y eso me excitaba aún más.
Entre las embestidas a mi garganta, podía mirar su cara de placer y yo me sentía en las nubes.
En un minuto sacó su verga y escupió dentro de mi boca diciendo –Así perrita- Eso me descolocó, no me sentí cómodo con ese trato en ese instante debo reconocer, pero para entonces él se había convertido en mi amo, en mi dominador, yo instintivamente asumí mi nuevo rol con obediencia, sin cuestionarlo ni conocer nada de ello en experiencias sexuales.
Yo era demasiado inocente entonces en una familia muy cristiana, las penas del infierno caerían sobre mí solo si me atrevía a mirar una porno.
Jajaja, no sé qué me espera ahora a los 29 con todas las ‘aberraciones’ que he cometido.
Siguió violando con fuerza mi boca, yo ya me encontraba absolutamente sometido a mi tío cuando pellizcaba mis duros pezones, llamándome su puta su perrita.
Escupía mi cara y me apretaba con fuerza del cuello.
Yo me sentía en otro mundo y no sabía cómo terminaría todo, jamás nunca había imaginado a mi siempre cariñoso y atento tío Ricardo en una faceta así.
Pero me gustaba, me excitaba de sobremanera.
Mi pene comenzaba a endurecerse de nuevo.
Yo quería seguir a toda costa y experimentando todo con ese macho de brazos definidos, de pectorales velludos prominentes y de barriga y abdominales duros.
Me estremecía y retorcía a cada embestida de mi tío, mi cuerpo adolescente le pertenecía y anhelaba más.
Yo acomodaba cada vez mejor mi cuello para recibir esa pija cabezona, dura y venosa que follaba mi boca con brutalidad.
Su respiración se aceleró y sus penetraciones eran más y más fuertes, al punto de ahogarme y dejarme sin respiración.
Comenzó a bramar y a llamarme puta con una voz de macho increíble.
Cogió mi cabeza con fuerza por la nuca y apretó hasta el fondo sin soltar.
Mi cabeza ya colgaba hacía rato y sentía una presión increíble, tenía sus grandes e hinchadas bolas en mi cara.
Las vi contraerse al minuto que sentía el primer chorro de leche tibia correr por mi garganta.
Él continuaba apretando y yo me sentía demasiado ahogado, comencé a forcejear para poder respirar mientras él bramaba por su orgasmo depositando cada vez más semen en mi boca.
Mis ojos estaban hinchados, sentía que explotarían, pero me apretó con más fuerza con ambas manos: mi cuerpo menudo y pequeño nada podían contra ese hombre fornido mucho más grande y pesado que yo.
Dio un último espasmo antes de soltarme, apenas me sentí liberado giré sobre mí y tosí derramando parte de su abundante semen sobre su abdomen –No, no… ese es para ti putita, cómetelo!- ordenó y me llevó con fuerza cogido del pelo a su cuerpo… aún no me reponía del todo y tuve que lamer el semen que derramé sobre su cuerpo.
–Trágalo!- ordenó mientras aún me sostenía del pelo.
Tuve que hacerlo, pero me encantó esa bestialidad con la que me sometía.
Luego me besó e introdujo su lengua con fuerza a mi boca para saborear los restos de su semen.
Me sentía extasiado.
Me llevó a su cama, donde me ordenó ponerme en 4 para lamer mi culo y darme nalgadas.
Yo estaba duro como roca de nuevo y cada uno de sus actos me excitaba más y más.
Comenzó con ello mientras me insultaba, gritaba y escupía, yo solo asentía y obedecía a sus peticiones.
Abría mi culo con sus dedos y yo gemía de dolor y goce.
Estuvimos mucho rato, no sé cuánto tiempo, en ello, yo había perdido toda noción de tiempo y espacio… sabía lo que se me venía de un minuto a otro.
Tenía muy mojado mi culo cuando comenzó a golpear con su pija otra vez dura mis nalgas.
Mi ano se apretaba y soltaba sin control y él seguía azotándome con ese gran trozo de carne dura.
Puso el glande en la entrada de mi culo –Ahora sabrás lo que es un macho de verdad- dijo para luego introducir, solo la cabeza, en mi virgen culo.
Era tan cabezona que lancé un grito de dolor angustiante, el peor grito que he dado en vida –Cállate!- ordenó –Puede haber alguien en las cabañas del lado- dijo mientras hundía mi cabeza en una almohada.
Al hacerlo entró unos centímetros más y volví a gritar con angustia, esta vez conteniéndome y ahogando el grito en esta almohada.
–Ahora te sientes perra verdad, todavía quedan varios centímetros afuera… aguanta! tú lo pediste- Dijo antes de comenzar a moverse de a poco dentro de mi culo, desgarrando y abriéndolo por primera vez.
Yo gemía de dolor y placer a la vez mientras me daba de buenas y fuertes nalgadas.
De mi glande corrían hilos de líquido preseminal, estaba a punto de estallar, sin tocarlo aún.
Fue introduciéndose más y más en mí.
Cada centímetro era un nuevo dolor punzante, angustiosamente placentero, una sensación indescriptible.
De a poco fue acelerando la velocidad de las embestidas brutas que realizaba, y yo gemía sintiendo que me desgarraba, algo así como una gran espada que me violentaba por todo el interior de mi abdomen.
Jadeando y quejándome miré hacia el lado y vi nuestro reflejo en un espejo dispuesto en la puerta.
La escena fue maravillosa, yo la disfrutaba cuando mi tío me jaló del pelo acercándome a su cuerpo –Te gusta lo que ves?- preguntó cuándo me cubrió la boca con su enorme y pesada mano, con la otra cogió mi cintura, yo arqueé mi espalda para dar más erotismo a la escena que veíamos reflejada.
De un solo golpe el metió sus 20cm de carne dura a mi culo.
Yo no sabía cómo desahogar ese dolor con su mano tapando con fuerza mi boca aún.
Me abrazó con fuerza diciendo: -Ya ese culito tierno se acostumbrara a la verga de tu macho, ahora gózala- Yo sentí que derramaría lágrimas, pero volviendo a mirar el espejo me calenté y comencé a disfrutar del dolor, no podía creer que esa imagen era real: un tremendo cuerpo, ancho y de brazos fuertes me que poseía y abrazaba con fuerza, su piel morena contrastaba mi blanco tono y mi pequeño cuerpo de 55kg estaba perdido en esos brazos y pectorales mi cadera pegada a su pelvis me recordaba que dentro de mí había un pollón grueso y oscuro perforándome hasta donde nunca antes alguien había llegado.
Volví a parar mi culo y él emitió un gemido de placer, eso me motivó a comenzar a mover mis caderas comenzando a disfrutar del dolor provocado por ello, mi tío gemía inclinando su cabeza hacia atrás y dando fuertes nalgadas sobre mi todavía enrojecida piel.
Tomándome con fuerza por la cintura dio un solo empujón a mi espalda para volver a ponerme en 4 y comenzar a entrar y salir de mi culo.
Cada taladrada era más fuerte que la anterior, yo ya no me interesaba por el dolo, solo me concentraba en el placer que por primera vez experimentaba.
Gemíamos ambos y yo movía mi cadera en círculos, haciéndolo estallar de placer y agradeciéndolo con golpes y pellizcos a mis ya irritadísimas nalgas.
Embestía con fuerza hasta que, con su polla dentro, me dio vuelta, puso mis piernas en sus hombros y me comenzó a penetrar más profundo.
Volví a gemir de dolor, nunca había jadeado así y mi tío gozaba con cada una de mis expresiones de placer.
Luego se abalanzó sobre mí y sentí todo el peso de su voluminoso cuerpo, era todo un espectáculo de virilidad mirarlo, y comenzó a besarme con brutalidad mordiendo mis labios mientras seguía penetrándome con una velocidad increíble.
Su lengua ahora ahogaba mis alaridos de placer.
Sentir su abdomen presionando contra el mío y con mi verga a punto de estallar en medio hacían subir el nivel de goce, cada sensación era un remolino de emociones nuevas que por fin un hombre de verdad me hacía sentir.
Giró sobre la cama dejándome sobre él –Cabalga perrita, abre más ese culito tierno para tu macho- Traté de hacerlo con energía pero mi culo no aguantaba más el ardor interior, por lo que involuntariamente me frenaba a saltar más fuerte sobre su pollla, como él quería, por lo que me cogió nuevamente por mi pequeña cintura (le encantaba hacerlo) y comenzó a embestir haciéndome brincar.
Con tal fuerza lo hacía que en uno de mis saltos su verga salió de mi culo, dejando caer sangre sobre su pelvis.
–Tranquilo- dijo cuando observó mi cara de susto, creí que me estaba destrozando y que debía detenerse, pero volvió a penetrarme de un santiamén con su pollón entrando y saliendo entero en mi culo.
Ahí volví a sentir dolor y el bufaba intentando tranquilizarme –Aguanta un poco más, puta- decía –Eso, trágala entera y aguanta a tu macho dentro- exclamaba.
Aceleró y aceleró la velocidad de las embestidas y de mi culo seguía cayendo sangre, quise no prestar atención a ello, ya había asumido que no se detendría, me concentré en el placer que me entregaban los gestos de ese macho que estaba satisfaciendo.
Siguió perforándome hasta que sus guturales gemidos me dijeron que se vendría- Pajéate- ordenó dándome de fuertes nalgadas.
Comencé a masturbarme, pero sabía que no aguantaría mucho, mi verga tenía ya todo mojado su abdomen y estaba a punto de explotar, como nunca antes la había tenido.
Me la cogió él con fuerza y me masturbó con violencia, ese dolor aumentó mi placer hasta sentir su primer disparo de abundante semen en las ardientes paredes de mi culo, se mantuvo en lo profundo de él un instante para arrojar la segunda descarga, que más ardor placentero me provocaba.
Allí no aguanté más, sentí acelerarse mi corazón, di unas cabalgadas y sentadas fuertes sobre su pollón que lo hicieron gritar de placer, ya no le importaba si alguien escuchaba.
Luego de ver su expresión viril y calentona saltó mi chorro de semen con fuerza hasta su cara, luego el pecho y abdomen quedó embarrado de mi nobel leche tibia.
Me jaló hacia él y me abrazo y se restregó en mí quedando llenos de mi semen.
Lamí el que había saltado en su rostro y nos besamos con pasión, algo de ternura observé, por primera vez, en su mirada y eso me fascinó más aún.
Sentí con dolor como salía su verga de mi abierto culo, di mi último grito de dolor complaciente y vi como salía embetunado en una mezcla de sangre y abundante semen, la imagen debo reconocer que me asustó, pero él me contuvo con masculinos abrazos y besos dulces
–La próxima no dolerá tanto bebé, lo prometo- dijo guiñando un ojo y sonriéndome con malicia dulce.
Eso daría inicio a tres años de folladas y de de enriquecimiento de mi acervo sexual con mi querido tío Ricardo.
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