Mi primera vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por phil.
Previo a este día, mi amigo y yo contábamos con un largo historial de masturbaciones juntos e incluso sexo oral, pero nunca habíamos pasado de ahí, hasta esa noche.
Teníamos 20 años y habíamos quedado en su casa para jugar a la PS3.
Él estaba solo en casa, pues sus padres se habían ido de viaje por unos días y su hermano estaba de intercambio en el extranjero ese año.
Estábamos en el salón jugando con la consola.
Se hizo tarde y decidimos pedir una pizza para cenar.
Comimos y seguimos hablando un poco de todo, hasta que llegamos a temas un poco más calientes.
Decidimos buscar algo de porno para entretenernos un rato, y como teníamos la casa para nosotros solos, pues lo pusimos en el televisor del salón.
Como ya teníamos confianza, una vez que encontramos un vídeo que nos gustó nos desnudamos completamente y comenzamos a masturbarnos lentamente, cada uno con el suyo.
Después él tomó mi pene y yo tomé el suyo y estuvimos así por un rato, cambiábamos de vídeo de vez en cuando hasta que llega el momento en que decido arrodillarme en suelo, le beso las ingles mientras masajeo sus testículos y finalmente paso a su pene.
Con la punta de la lengua recorro la desde la base hasta su glande, el cual acaricio con ella un poco y lentamente me lo introduzco en mi boca hasta que lo tengo completamente dentro.
Empiezo a subir y bajar lentamente y poco a poco voy subiendo la velocidad, mientras oigo sus gemidos y me pone sus manos en la cabeza y agarra el pelo.
No es por alardear, pero siempre me han dicho que lo chupo muy bien, y es algo que me encanta hacer.
Pasado un rato, lo miro a los ojos, y con dos dedos bajo mi mentón me levanta y me indica que me tumbe el sofá, llega mi turno.
Es introduce mi pene en mi boca, sube y baja por un rato hasta que le aviso que pare, que estoy cerca.
Nos sentamos nuevamente en el sofá, ya ni recordábamos que habíamos puesto vídeos en la tele.
Nos miramos a los ojos y reímos tontamente.
Ambos traspirados y con calor.
Asentimos mutuamente y nos masturbamos frenéticamente el uno al otro hasta que llegamos al orgasmo, nos salpicamos incluso.
Nos limpiamos, y fuimos a por algo de beber a la cocina, y ahí estábamos, bebiendo Sprite los dos totalmente desnudos, en el patio de la casa.
Un par de transeúntes que pasaban nos vieron, pero nos dio igual, a Leo y a mí siempre nos gustaba estar desnudos, y cuando estamos juntos perdemos la vergüenza de practicar nudismo delante otras personas.
Hablando de lo bien que lo acabábamos de pasar noto como empiezo a tener una leve erección al igual que él.
Le tomo de la mano y lo llevo de vuelta al salón que había acogido nuestra previa aventura.
Le siento y comienzo a practicarle una felación nuevamente, solo que esta vez quería seguir hasta que acabase en mi boca.
Disfrutando mi tarea, me dice que pare, me pone en pie y me besa.
Fue mi primer beso con un hombre.
Mi corazón se disparó como nunca antes lo había hecho, en ese momento descubrí que nunca había sido bisexual o estado confundido como me trataba de autoconvencer, era gay, soy gay, y me sentí bien con ello.
Tras ese beso, me dijo “espera” sonriendo y se marchó del salón.
Lo oía rebuscar en su cuarto, sentía curiosidad de que estaba haciendo, pero a la vez lo sabía.
Llegó con un condón en la mano, tras verlo, puse mis brazos sobre su cuello, el los suyos sobre mi cintura, puse sentir el frío envoltorio del preservativo en mi espalda, nos besamos con intensidad, sus manos bajaban a mis nalgas y las acariciaban.
Terminó nuestro beso y yo solo lo miraba y sonreía.
Antes de nada, me volví a arrodillar y se lo chupé un poco más.
Logró la mayor erección que le había visto hasta entonces.
Me volteó y puso a cuatro patas sobre el sillón, y comenzó a besarme desde la mitad de la espalda hacia abajo.
Me besó ambas nalgas, lo que me hizo un poco de cosquillas, que junto con los nervios me dejó escapar una pequeña risita.
Yo era virgen hasta entonces, pero él sabía lo que hacía.
Comenzó el primer beso negro de mi vida, se sentía delicioso, mi cuerpo entero temblaba de la excitación.
Se detuvo, me volteo, abre el condón y le ayudo a ponérselo.
Me vuelvo a posicionar y siento la punta de su glande en mi ano.
“Si” le susurré con un escaso hilillo de voz y siento como poco a poco comienza a penetrarme.
Avanza lentamente hasta que la mete entera, dolía mucho (para que mentir, seguro que prácticamente todos lo sabemos, sobre todo la primera vez).
Se tumba sobre mi espalda, siento su barba en mi nuca.
“Tranquilo” me susurra suavemente al oído.
Una mano me abraza bajo mi pecho, la otra me masturba amablemente y su boca me besa cariñosamente mi cuello.
Unas lágrimas de dolor se escaparon de mis ojos.
Mi corazón palpitaba como loco, era un momento perfecto.
Cuando nota que mi ano se relaja un poco y yo estoy más tranquilo comienza a bombear lentamente.
El dolor poco a poco fue desapareciendo dejando lugar al placer.
Un placer que no hacía más que aumentar, empiezo a moverme yo, acompañando sus movimientos, siento sus caderas chocar con mis nalgas, el movimiento de sus testículos… Como nos fundíamos en uno solo.
Gemíamos de placer.
Cambiamos de posición, me tumbo en el suelo, en la alfombra boca arriba, pongo las piernas sobre sus hombros y seguimos.
Con mis brazos lo traigo hacia a mí, lo beso y en ese mismo instante eyaculo, el me penetra un par de veces más y siento como se llena el condón con su esperma caliente.
Saca su pene de mí y quedamos abrazados en el suelo, estando él sobre mí.
Nos volvemos a besar.
La luz del Sol que entra por el ventanal nos despierta.
Son casi las 12 del medio día.
Nos quedamos dormidos en el suelo, deben de haber sido las 4 am cuando acabamos.
Tras un beso de buenos días, nos duchamos juntos dónde me volvió a penetrar.
Tras eso, desayunamos desnudos.
Nos vestimos y salimos a pasear por la ciudad como otras muchas veces.
Solo que esta vez íbamos de la mano.
Me parece una bella historia