Mi primera vez
A muy temprana edad descubrí los placeres de la vida .
Una tarde en casa de mi tía-abuela cambió para siempre mi vida. Verán, mis papás acostumbraban ir una o dos veces a la semana a casa de la tía-abuela para jugar juegos de mesa con la demás familia. La casa era grande, dos pisos, a la cual, ese segundo piso eran las recámaras de mis tíos y por ende estaba prohibido para mí subir y jugar allá para no «romper» o desacomodar algo y fueran a molestarse conmigo.
Yo, con 5 añitos recien cumplidos, era un niño normal, súper curioso y explorador cómo cualquier niño de esa edad. Para mí, era todo un martirio ir a casa de la tía-abuela pues casi nunca había niños con quienes jugar, así que me la pasaba súper aburrido encerrado en esa casa.
La tía-abuela tenía hijos, pero ellos casi nunca estaban en casa por el trabajo y la universidad. Un día, para mí sorpresa y sorpresa de todos, llegó temprano mi tío L., un joven de 21 años, blanco, pelo corto y negro bien peinado siempre, chapeteado y de cuerpo medio, no era gordo ni panzón pero tampoco era delgado. Llegó saludó a todos y subió a encerrarse a su recámara.
Cómo yo era muy curioso y mi tío era el más joven de la casa, decidí en mi inocencia romper la regla y subí las escaleras de la planta alta sin que nadie lo notara. Fui muy silencioso, y cuando por fin llegué, me acerqué a la recámara de mi tío, el cuál para mí sorpresa no estaba del todo cerrada. Así que, para curiosear, me asomé discretamente para ver cómo sorprender a mi tío. La sorpresa me la llevé yo.
Mi tío estaba echado en su cama con su pantalón de mezclilla desabrochado y a media pierna. Con su mano izquierda sostenía una revista de mujeres desnudas y con la mano derecha sostenía su «pajarito» o al menos yo así lo llamaba en ese momento. Lo movía de arriba a abajo varias veces, de vez en vez dejaba toda la cabecita descubierta, pelada, con el prepucio totalmente jalado. El continuaba con su tocamiento sin notar mi presencia hasta que escuchó rechinar la puerta y me vió.
Inmediatamente se tapó, se acomodó para levantarse, dejó su revista en la cama y me regañó.
Tío L.: ¿Qué haces aquí? ¡Tú no puedes subir! ¡Es falta de respeto espiar a los mayores! ¡Eres un mal educado! ¿Qué fue lo que viste? ¡Dime niño!
Yo: (todo asustado) no se enoje tío, por favor no se enoje, no le diga a mis papás, no me grite por favor (,y comencé a hacer pucheros)
Tío L.: ¡Necesito que me digas que viste! Sino le diré a tus papás y a mi mamá (la tia-abuela)
Yo: (casi llorando) es que no se, usted traía su pantalón abajo, y creo que tenía comezón y por eso se estaba rascando
Tío L.: No, no me estaba rascando, no es bueno que un niño cómo tú esté espiando a los mayores, eso es grosero (en ese momento se hincó y me abrazó) no vallas a llorar, sólo no le digas a nadie lo que viste por favor.
Yo asentí con la cabeza y me bajé del área de las recámaras. No podía borrar me mi mente lo que había visto y tampoco entendía lo que estaba haciendo mi tío y la razón del porque se enojó conmigo.
La siguiente semana, pasó exactamente lo mismo. Llegó mi tío se subió, lo seguí y lo volví a espiar, hacía exactamente lo mismo. Pero está vez para que no me regañara, después de dejar que se «rascara» un rato, me animé a tocar a su puerta para no ser «mal educado».
Mi tío L. rápido se incorporó, yo empujé la puerta y pedí permiso de entrar. Mi tío L. me miró y algo de fastidio y me dijo:
Tío L.: ,¿Qué quieres? ¿Otra vez espiando? ¿Qué te había dicho?
Yo: no se enoje tío, por eso hoy toqué a la puerta, es que estoy súper aburrido abajo.
Tío L.: ¿Quién te dejó subir?
Yo: nadie tío, yo me subí solito, nadie me vió subir, nadie sabe que estoy aquí, por favor no me acuse.
Hubo entonces un silencio incómodo y entonces pregunté
Yo: tío, se estaba rascando ahí abajo otra vez, ¿por qué? ¿Le da mucha comezón?
Tío L.: No me estaba rascando, estaba haciendo cosas de adultos, ¿Que no sabes o qué?
Yo: pues no, soy un niño. ¿Y por qué son cosas de grandes? ¿Los niños no pueden o qué?
Tío L.: Si puedes, pero debes ser discreto, es decir, tienes que cuidar que nadie te ves y tampoco puedes decirle a nadie.
Yo: yo sé guardar secretos tío, ándale, ¿me enseña?
Tío L.: Ok, pero júrame que no le dirás a nadie porque nos podemos meter en problemas.
Yo: se lo juro tío L., yo nunca voy a decir nada.
Tío L.: Ok, métete entoces, cierra muy bien la puerta y ponle seguro para que no puedan abrir.
Así lo hice, me puse muy contento, por fin hiba a jugar con mi tío.
Yo: y ¿Ahora qué hago tío?
Tío L.: Ponte a un lado de conmigo
En se momento él se acostó en su cama y yo quedé de pie aun lado de con él. El desabrochó su pantalón de mezclilla. Yo no podía despegar la mirada de su entrepierna. Pude ver su truza blanca y cuando lo bajó pffffff me sorprendí bastante al ver su «pajarito» todo grande y súper peludo, con unos pelos negros, gruesos, lacios y largos. Me quedé impactado pues yo no tenía nada de eso en mi infantil cuerpo.
Tío L.: Mira sobrino, esto que ves aquí (tocándose el «pajarito» y estrellandolo con su otra mano cuál salchicha) se llama pene, algunos le dicen verga, pizarrín o pajarito, pero se llama pene. Y estos dos que parecen huevos, no son huevos, se llaman testículos, pero de cariño les decimos huevos.
Yo: woooooooooow pues su pene es muy grande, es una vergota, ¿Y por qué tiene pelos?
Tío L.: Es porqué ya estoy grande, cuando tú estés grande también tendrás.
Yo: y ¿por eso le da comezón? ¿Por eso se rasca?
Tío L.: No me estaba rascando, me la estaba jalando, a eso se le llama masturbar, me estaba masturbando
Yo: hooo y ¿Por qué haces eso? ¿Por qué te la jalas?
Tío L.: Pues porque se siente muy rico, ¿Nunca lo has hecho?
Yo: no tío
Tío L.: Yo te voy a enseñar pero no le digas a nadie.
Entonces se sentó en su cama y me abrasó para subirme en ella a un lado de con él, me acosté y el inmediatamente bajó completamente el pequeño short azul que traía. Sentí mucha pena y quería raparme, reía con esa ricita nerviosa, quería tapar mis partes porque el mío era muy pequeño y blanco. Mi tío me dijo que no hiciera ruido y me concentrara en sentir y poco a poco dejé que su mano grande de hombre tocara mi pequeño pene y mis huevitos. Empezaba a sentir un cosquilleo especial, mi tío con tres de sus dedos tapaba mi penecito y lo movía de arriba para abajo, se me puso duro y no quería que parara.
Tío L.: Es suficiente, tienes que aprender a hacerlo tú. Con tu mamita agarra tu verguita y hazle como yo.
El comenzó a masturbarse frente a mi y yo estaba extaciado de placer. Claro que al principio yo hacía movimientos torpes al principio.
Tío L.: No, así no, mira como lo hago yo. Debe ser despacio y después rápido, ponte salivita en tu pene.
Así lo hice, después de un rato, el tomó de nuevo mi pene y comenzó a frotarlo rico con su mano. Después dijo:
Tío L.: Vamos, ahora te toca jalarmela a mi.
Tomó mi pequeña mano y la puso sobre su pene, el comenzó a moverme la mano, apenas y podía sostenerla de lo grueso que la traía. Entoces decidió poner mis dos manos en su pene y yo comencé con el sube y baja. Mi tío estaba disfrutando mucho, decía que no parara.
Yo: tío, ¿Que es esa baba transparente que sale de tu verga?
Tío L.: Es una salivita especial que sabe rico y sirve para sentir más rico cuando te la jalas.
Él tomó con dos de sus dedos y me puso en mi pequeño pene erecto y comenzó a masturbarme y yo no paraba de jalarsela a él.
Yo: ¿Y sabe rico?
Tío L.: Pruébalo, sabe rico, los niños buenos se los comen.
Como mi mano estaba toda resbalosa llena de baba preseminal, simplemente di un lenguetazo a mi mano.
Yo: pues sabe raro, sabe cómo a sal, como cuando comes nopal
Tío L.: Es que debes probarlo de la punta de mi pene. Además pronto me saldrá una leche muy nutritiva.
Yo: ¿Apoco los hombres sacan leche tío? Jajaja noo, solo las mujeres dan leche como las vacas para los bebés, los niños solo sale pipí de ahí.
Tío L.: Antes no sabías que salía esta babita de aquí ¿verdad? Hay muchas cosas qué tú no sabes y que yo te puedo enseñar. Así que sigue jalandomela para que veas que si saco leche.
Así seguí más rato, ya estaba a punto de cansarme cuando me dice:
Tío L.: ¡No pares! ¡No pares hasta que te diga!
Comenzó a aventar muchos chorros de leche espesa, blanca aperlada. Admito que me asusté al ver lo que salía. Quise por un momento soltar la vergota de mi tío cuando este por instinto toma fuerte mis dos manitas y termina de masturbarse con ellas. El resoplaba y resoplaba de placer, llenó mis manitas de blanca y espesa leche, manchó también su camisas y volteó a verme.
Tío L.: Lo hiciste muy muy bien campeón. Pffff te acabo de enseñar y ya pareces experto. Mira, esto blanco es leche de hombre. Deberías de comertela para que crezcas grande y fuerte.
Yo inseguro, accedí a probar la leche que tenía embarrado en mis puños. Olía cómo cloro y sabían entre dulces, saldados y amargos.
Yo: guácala, casi no me gusta la leche de hombre. Sabe raro tío, me gustó más la que le salió al principio.
Tío L.: No importa pequeño, luego te acostumbrarás al sabor. Es importante que te los comas y que nunca le digas a nadie. Pero deberás comerlos calientitos, en cuanto salga, porque así fríos saben malos.
Me llevó al baño, lavó mis manos, y limpió su camisa. Creí que había terminado el juego cuando me vuelve a bajar el short y comienza a jalarmela rápidamente. Estaba yo disfrutando al mil en el regazo de mi tío cuando sentí de pronto un espasmo de gran placer que me hizo retorcer para todas partes. Mi tío se rió conmigo hasta que le dije que ya no, que ya sentía muchas cosquillas (había quedsdo sensible, pues mi tío logró regalarme mi primero orgasmo). Había entendido lo rico y delicioso que era eso de masturbarse.
Tío L.: Muy bien campeón, ya sentiste cosquillas ricas como la que yo sentí, por eso lo hago, y cuando tú lo hagas siempre hazlo a escondidas, dónde nadie te vea, puede ser en el baño o en tu cuarto pero siempre ponle seguro y nunca le digas a nadie. Después te voy a enseñar otros trucos ricos.
Yo: gracias tío, se sintió muy rico, me gustó mucho, con razón lo hace, y no, no le diré a nadie, ni a mis papás para que no nos regañen
Tío L.: Tú muy bien pequeño, después te enseñaré otros trucos, pero debes ser discreto y me tienes que obedecer en todo…
Ese fue mi primer acercamiento sexual de muchos que tuvimos. Esta anécdota continuará.
Me calento mucho, espero que continúe
Qué rica forma de iniciar. Me hubiera encantado tener un tío que me enseñara todo eso, je, je, je.
como continua