MI PRIMERA VEZ A LOS 13 AÑOS
Mi hermanastro despertó el morbo en mí, no pudo penetrarme hasta los 16 años, pero no fue el primero.
Desde que mi hermanastro me tocaba, desde que había visto su pene, desde que lo había acariciado, desde que lo sentí en mi ano desde muy niño, el morbo por tener sexo con un hombre era algo que deseaba mucho, buscaba formas de volver a sentir la sensación de placer de tener algo en mi ano, me sentaba sobre las perillas de un viejo catre, me introduje algún lápiz, subía a árboles y me sentaba en los troncos, todo para sentir la rica sensación en mi ano, era como una obsesión que me daba placer. Siempre fui aventurero, me gustaba salir a caminar, intentar ganar dinero en algo, a veces asumí riesgos innecesarios, más de alguna pelea de barrio por ahí, en fin, recorría distintos lugares y barrios de mi ciudad en busca de aventuras.
Mi hermanastro intentó penetrarme a los 12 años, no pudo, me dolía mucho, pero en busca de sentir eso, me introduje alguna zanahoria robada a mamá, deseaba sentir un pene en mi culo. Todo llegó a un buen fin cuando en unas de mis caminatas por mi ciudad vi a un indigente durmiendo ebrio en el suelo, con sus ropas rotas, lo que hacía que su miembro estuviera a la vista, a pesar de la suciedad de ese hombre, el hecho de observar ese pene me motivo a detenerme a mirarlo con detención, nunca me motivó observar a mis amigos o a mis compañeros de clase, no me atraía eso, pero si era un hombre mayor me llamaba profundamente la atención y me provocaba el morbo que producía en mí el deseo. Estaba en eso, mirando a este indigente, trataba de disimular, no obstante había un cuidador de una fábrica observándome, me llamó y preguntó que hacía por esos lugares, que ya era tarde, que en un par de horas iba a oscurecer y podría ser peligroso para mi andar por ahí, le dije que ya me iba, que solo había pasado por casualidad por ahí, que andaba algo perdido, me orientó por donde tenía que dirigir mis pasos a casa y puso su mano en mi hombro, te vi observando al borracho me dijo, se le veía su miembro, vi que mirabas con atención, moría de vergüenza y no dije nada, atine solo a pregunta que fabricaban ahí, él me hizo pasar, me mostro el lugar, era una gran imprenta, habían grandes máquinas y efectivamente ya no había nadie, estoy solo me dijo, cerró la puerta por dentro, me llevo a un pequeña garita donde tenía una mesa y cosas para comer y tomar café, me preguntó por qué miraba con tanta atención al indigente, si había visto alguna vez a un hombre desnudo, le dije que no, se soltó su cinturón, bajo su cierre y saco su pene, algo flácido, tomo mi mano y me hizo tocarlo, yo tiritaba de miedo y de emoción, fue una extraña sensación, lo toque y lo solté de inmediato, insistió, me dijo que no tuviera miedo, me tomo la mano y me hizo tocarlo de nuevo, me quedé acariciándolo, comenzó a crecer en tamaño, me preguntó si me gustaba lo que veía, asentí con la cabeza, él estaba con una erección total ya, no era muy grande su pene pero se veía exquisito, me hizo mamarlo, accedí, fue caliente sentir el olor, mezcla de orina y sudor, lo chupe con deseo, aumentó su excitación, acariciaba mi cabeza en forma cariñosa, me dio confianza eso, deseaba ese pene, me lo pasaba por la cara, lo volvía a chupar, estábamos ambos muy excitados, me pidió que me bajara mis pantalones, mis nalgas blancas quedaron al desnudo, comenzó a acariciarlas, intentó besarme en la boca, no fue agradable para mí, me besaba las nalgas, introducía su lengua en mi ano, eso hizo que me retorciera y gimiera de placer, comenzó a pasar su pene entre mis nalgas de abajo hacia arriba, gemía cada vez que lo hacía, luengo lo metía entre mis piernas rozando con mis testículos, me acariciaba el pene, yo me incline hacia atrás en disposición a que me penetrara, sólo quería eso, comencé a sentir su pene en la entrada de ano, yo me movía para sentirlo mejor, comenzó a entrar su miembro, comenzó el dolor también, tuvo paciencia, paraba cada vez que me quejaba, de a poco embriagado por el deseo comencé a relajarme, sentí como ya entraba, recordé la zanahoria que alguna vez me metí, la diferencia era el calor y el morbo, logró entrar completamente, comenzó a bombear, entraba y salía, lo sacaba, observaba mi culo y lo volvía a meter, sentía como me disfrutaba, yo también lo gozaba mucho, el placer que me estaba dando era exquisito, el tamaño de su pene ayudó mucho, no era grande, tampoco pequeño, pero ideal para mi culito virgen, me decía cosas, hablaba en voz alta de lo rico que era mi culito, me relataba lo que estaba sucediendo, te entra todo me decía, me preguntaba si sentía sus bolas, si me gustaba, si quería que me lo siguiera metiendo, entraba y salía suave, comenzó luego a hacerlo con fuerza, debía sujetarme bien en la mesa en la que me afirmaba, comenzó a bombear con pasión y sin piedad, gemía mucho y yo también, cada vez mas rápido y fuerte eran sus embestidas, de pronto emitió un grito y acabo en mi ano, me sentí bien, disfrute mucho el momento, se quedó quieto un rato hasta que su pene salió flácido de mi culito, me quedé ahí, tomo papel y me limpio, me subí los pantalones, el guardo su miembro, estuvo muy rico me dijo, me invito a que fuera a visitarlo cuando quisiera, que él estaba ahí siempre, acarició mi cabeza, abrió la puerta y me indicó nuevamente como regresar a casa.
No me atrevía a levantar mi cabeza ni mirarlo, el borracho indigente seguía ahí durmiendo, tome rumbo a casa, me masturbe mucho en la noche recordando el momento, mi culito me ardía y me hacía recordar cada momento vivido.
Fui un par de veces mas a verlo, luego entre a clases en el colegio y no fui más
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