Mi primera vez a los 7 años con mi vecinito gordito. (Pt 1)
Teníamos 7 años cuando empezamos a hacer cositas.
Mi nombre es Evan, y decidí escribir esta serie de relatos donde nararé mis experiencias con personas con sobrepeso. Y debo agregar que entre más gordos mejor! Aunque he tenido algunas novias, de ves en cuando me gusta recordar mis aventuras en el ambiente gay.
Mi gusto por los gorditos empezó a los 7 años una tarde de martes donde descubrí que uno de mis vecinitos con mucho sobrepeso esperaba el momento adecuado para jugar conmigo a algo más íntimo. Fue justamente en el juego de las escondidas donde eramos tantos niños que se eligieron a 4 buscadores y los demás nos esconderíamos, corrí a buscar un lugar y encontré mi escondite bajo unas escaleras y para ocultarme moví unas cajas. Tras de mí apareció Oscar, el niño más gordo del vecindario y después de inistirme acepté de mala manera que se escondiera conmigo. El lugar era muy estrecho y despues de acomodarnos quedamos uno tras del otro, especificamente yo detras de él.
Oscar tenía una panza enorme en donde descansaban sus grandes tetas levantadas hacia adelante, se le formaba una cadera muy ancha la cual lo hacía ver muy nalgón incluso viendolo de frente. Tenía unos cachetotes, labios muy rojos y unos ojos muy grandes y pestañados. Yo por el contrario era muy delgado.
Al quedar tan juntos y apretados Oscar dijo susurrando:
-Parece que estamos haciendo groserías-
-si- le respondí tambien con voz muy baja
Quedamos en silencio un momento cuando hizo otro comentario con el mismo sentido:
-oye, la tienes bien grande. Se te para mucho?- me preguntó susurrando.
Estaba apunto de reclamarle, pero solo acerté en preguntar porqué decía eso, cuando me la has visto?
-hace mucho que estabas jugando futbol con todos y dijiste que irías a hacer pipí, te seguí y te la ví. La tenías así de grande!- hizo señalando sus dedos con una distancia considerable.
Nuevamente solo le respondí que aveces que me la tocaba sí se me paraba, volvió a interrumpir diciendome:
-y si te la toco para ver si se te para?
Lo pensé un momento, y acepté con la condición que no le dijera a nadie… y él confirmó.
Sin cambiarnos de posición llevó su mano hacia atrás palpando y con apretoncitos hizo que se me pusiera dura la pollita que debo aceptar: no era gruesa, pero sí muy larga y eso fue lo que le gustó al gordito. Sorprendido exclamó en voz baja:
-sí la tienes bien grandota y bien dura!, me dejas verla, porfis! porfis! quiero verla ahora que la tienes bien parada!
Le respondí que sí, recordandole que no le dijera a nadie. Pero no pudimos hacerlo ya que uno de los buscadores estaba distraído y salimos para ponernos a salvo y ganar la ronda. Como ya era tarde nos despedimos de todos. El gordito se acercó a recordarme que yo había aceptado enseñarsela bien parada y me preguntó si mañana podríamos hacerlo.
Está vez me adelante respondiendo que si mañana me visitaba a las 5 en mi casa se la podía enseñar para que me la acariciara otra ves porque sí me había gustado y que jugaríamos a las groserías en mi casa.
-sí, si quiero!- de inmediato respondió
-pero vamos a hacer groserías eh!- le respondí a manera de advertencia y volvió a confirmar que si.
Quedamos de acuerdo de vernos y yo esperaba nuevamente encontrarme con el gordito quien se alejó muy contento.
Este es mi primer relato con mi vecinito Oscar cuando teníamos 7 años. Pronto les narraré mis otras experiencias con éste gordito a quien agradezco mucho ya que gracias a él me encantan los niños con sobrepeso.
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