Mi primera vez como homosexual y terminé siendo sumiso
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Para que puedan imaginarse bien cómo fue la historia, me describiré lo mejor posible.
Tengo 19 años, mido 1.
60 y soy bastante delgado.
Tengo unas nalgas redondas, firmes, mas no muy grandes; mi pene mide 15 cm, con una gran cabeza y bastante grueso.
Una tarde de viernes estaba en mi cuarto con una tremenda calentura.
Me estaba masturbando y me entró una idea a la cabeza, quería tener sexo, quería experimentar lo que era estar con alguien disfrutando un momento de pasión.
Pasé como dos semanas buscando a una mujer que quisiera tener un encuentro, pero al final nada resultó.
En ese momento, buscando aplicaciones para conocer personas, me topé con Grindr.
Nunca había pensado tener sexo con un hombre, pero en ese momento mis ganas eran tales que sólo quería sexo.
En fin, hice mi cuenta y arreglé mi perfil.
Desde un principio quise ser el activo, pues no me llamaba la atención ser penetrado y perder mi virginidad.
Muchos me escribieron, pero ninguno me llamó la atención; a decir verdad, ninguno me daba confianza y no me excitaban lo suficiente.
Iba a cerrar la cuenta, cuando un tipo de 23 años me habló.
Comenzamos a hablar y nos comenzamos a mandar fotos.
No me limité con eso, le mandé fotos de todo mi cuerpo, al igual que él a mí.
Cuando comenzamos a hablar de tener un encuentro le pregunté su rol.
Para mi desgracia era activo.
No podía creerlo, ya me había prendido con pensar que lo penetraría puesto que tenía unas nalgas perfectas.
Se miraba en forma, según lo que me contó, iba al gimnasio seguido.
Después de meditarlo mucho, me dejé llevar y le dije que nos juntáramos.
¿Por qué no? Si no me gustaba podría decirle que no llegáramos a nada y terminaría.
Quedamos de juntarnos dentro de dos días.
Estaba muy nervioso, era mi primera experiencia homosexual y no sabía cómo sería.
Después de pasar los días con los nervios de punta, llegué al lugar en donde habíamos acordado.
Estaba nervioso, sudando, inquieto, creo que se notaba que estaba bastante intranquilo.
-Hola, ¿cómo vas?
¡No podía creerlo! Era él, no lo había visto venir.
Cuando lo vi era aún más guapo en persona.
Calculo que medía 1.
80, tal vez un poco más.
Bastante musculoso y atractivo.
Se miraba tranquilo y buena persona.
Hablamos en el centro comercial como por media hora, hasta que me dijo
-Como te dije, tengo mi casa sola, vivo a unas cuadras de aquí.
Si te sientes bien, podríamos llevar esto a otro nivel.
En ese momento mi corazón latía a mil por hora.
Estaba temblando.
Él lo noto, me tomó la mano y me dijo que me tranquilizara, que si no quería estaba bien.
Pero no pasé por todo esto para no hacer nada.
-Está bien, vamos.
Bajamos a su carro, al entrar vi la caja de condones y comencé a tener una erección.
Me sentía intranquilo, pero estaba comenzando a calentarme.
No mintió, su casa quedaba a unas tres cuadras del centro comercial.
Estacionó su carro, nos bajamos y entramos.
-Si quieres subamos, en mi cama será mejor.
Lo acompañé y me senté en su cama.
Él fue a dejar su chaqueta a otro cuarto y regresó.
Me vio, se me sonrió y se sentó a la par mía.
En ese momento ya tenía una erección completa, así que me abalancé sobre él y comencé a besarlo.
Nuestras lenguas se juntaron, yo sólo pensaba en besarlo y en comerme toda su boca.
Él también pensó lo mismo, me besó de una manera tan excitante que me calentaba sólo de sentir sus labios.
Sin dejar de besarnos, nos comenzamos a desnudar.
Al quitarle su camisa pude ver que estaba marcado, bastante musculoso y bien bronceado.
Él me quitó mi pantalón y luego mi bóxer, yo hice lo mismo.
No lo podía creer, su verga era más grande de lo que se miraba en las fotos.
Sin estar erecta le medía lo mismo que la mía estando erecta y por supuesto, era mucho más gruesa que la mía.
Cuando estuvo completamente desnudo se paró.
¡Qué hombre! Se miraba tan esbelto y tan deseable.
Ya se imaginarán, yo delgado y pequeño, él alto y fornido, era toda una escena.
Antes de seguir me dijo algo que le daría un giro a todo.
-No te lo dije por chat, porque no quería asustarte, pero ya que serás el pasivo tengo que confesarte algo.
Me gustan los sumisos y me gustaría que tuviéramos un trato fuerte.
No supe qué decir, no sabía a qué se refería.
-¿Cómo así?, le dije.
-Mira, siendo honestos, si quieres seguir con esto, me gustaría tratarte duro, hablarte fuerte y… bueno, tratarte como una zorra.
No sabía cómo reaccionar, digo, era mi primera vez y quería que fuera una muy buena.
No supe qué decirle, así que sólo reaccioné.
Me hinqué en el piso y comencé a chupar y pene.
-Entonces sí serás mi putita.
Sólo levanté mi mirada y lo vi a los ojos, mientras aún tenía su verga en mi boca.
-Traga, cómete toda mi verga, te haré el mejor sexo oral que tendrás.
Después de decir eso, agarró mi cabeza y la empujo directamente a su verga.
Sentía que me ahogaba, no me podía tragar todo ese pedazo de carne.
Ya parada medía como 22 cm y él quería que me la comiera toda.
-Vamos, sé que todavía puedes llegar a más.
Él seguía empujando mi cabeza y yo intentaba tragármela.
Después de varios intentos me soltó, me puso de pie y me abrazó.
-Tu culito es virgen -dijo mientras me acariciaba las nalgas-.
Pero mi verga no lo es y hoy vas a sentir lo que es tenerla en tu ano.
Me dio otro beso y me dio la vuelta.
-Ponte en cuatro, pon tus manos en la cama.
Yo estaba ahí, escuchando cómo se colocaba el condón.
Por un lado tenía miedo, había leído que la primera vez duele un carajo la penetración, pero a la vez me sentía bien, el sentir que era su perra me prendía más.
Sentí sus manos en mi cintura, mientras su verga acariciaba la entrada de mi culo.
-Por ser virgen comenzaré suave, hasta que entre toda.
Después te cabalgaré como a una verdadera puta.
Tomé aire y me preparé.
Comenzó a introducir su cabeza, poco a poco su verga fue haciéndose paso por todo mi culo.
-¡Aaaaaaaahh!, comencé a gritar de dolor.
Me dolía y eso que iba como a la mitad.
-Espera, aún viene lo bueno.
Siguió y yo seguía gritando.
En un momento me faltaba el aire y comencé a jadear.
Entonces él me pegó una nalgada y me dijo
-Grita como toda una puta, vamos, ¡grita!
Cuando ya no aguantaba el dolor, terminó de meter su verga de un golpe.
En ese instante no sentía mis piernas, no sentía mi trasero, sólo sentía cómo su verga caliente entraba en mí.
-Ahora viene lo bueno.
Comenzó a sacar y meter, al principio algo lento, pero luego siguió más rápido.
Al pasar unos 5 minutos, comencé a gritar, pero ya no de dolor… ¡Estaba excitado!
-Te gusta, ¿eh? Sabía que eras una verdadera puta, sabía que te iba a gustar mi verga.
-Sí, me gusta, dame más duro, ¡quiero tu verga!
Me hizo caso, comenzó más duro y comencé a gemir.
Debo decir que me gustaba sentirme como su perra, me gustaba ser sumiso.
Pasamos 10 minutos en esa posición, luego dejó de penetrarme, me dio la vuelta de un tirón, yo caí en la cama y él se tiró encima de mí.
Lo besé, lo abracé y le dije al oído
-Quiero seguir.
Él me vio me abrazó y me cargó.
Estoy seguro de que me miraba como su juguete, montado en él, abrazándolo con mis manos y sujetándome con mis piernas.
Él acomodó su verga de nuevo y siguió penetrándome.
Yo lo besaba, mientras sudaba y jadeaba por lo excitado que estaba.
Fue ahí cuando me vine.
Eyaculé a chorros, encima de mí y en el pecho de él.
Eso al parecer lo excito, porque comencé a sentir como su pene se calentaba y se hinchaba un poco más.
En eso me tiró a la cama, se quitó el condón; estaba a punto de eyacular también.
-Ven, trágate mi leche, tómala toda.
-¡Sí! Quiero tu leche en mi boca, dame tu leche.
No más me puse enfrente y su verga explotó.
Eran chorros y chorros de semen caliente.
Cayeron en mi boca, en mi cara, en mi pecho, todo lo que podía me lo tragaba y no paraba de salir.
Cuando terminó, volví a meter su verga a mi boca y terminé de exprimirle todo el semen.
Después de eso lo abracé y le pedí que nos acostáramos, así, desnudos.
Pensé que ya había terminado.
-Bueno, levántate perra, que aún no he terminado contigo.
Así abrazados me cargó y me llevó a su baño.
-Qué… ¿Qué haremos ahora?
-Te cogeré en la ducha.
Llegamos y encendió la regadera.
El agua estaba caliente, yo ya estaba cansado, me dolían las piernas, las nalgas y todo alrededor.
-Date la vuelta, sé que te gustó mi verga, vamos por un poco más.
Me penetró, pero ésta vez fue diferente, no tenía condón.
Al principio me preocupé, pero luego comencé a excitarme de nuevo y ya no me importó.
Se sentía bien estar en el agua, pegado a él, mientras su verga volvía a abrir mi ano.
-Vente…
-¿Qué dijiste?
-Quiero que te vengas, quiero sentir tu leche caliente, ¡quiero que te vengas dentro de mí!
Pegó un grito y volvió a soltar otro chorro de semen.
Se sentía tan bien que yo también me vine.
Seguido de nuestros orgasmos, nos salimos de la ducha, nos secamos y yo estaba que caía rendido.
Estaba tan cansado, así que sólo me acosté en su cama desnudo, él también se acostó conmigo y me abrazo.
Su pene quedo con mi trasero y nos dormimos.
Al despertar, vi la hora, ya era muy tarde.
Me cambié y él también se cambió.
Antes de salir me dio otro beso y me dijo que esperara un poco, que él me iría a dejar.
No esperamos mucho.
En unos cinco minutos entró alguien… ¡Era su novio! Se dieron un beso al entrar.
-Este es el tipo de quien te hablé y resultó ser una verdadera perra.
-¿Qué dices de tener un trío con nosotros?
-De… de acuerdo… les dije.
Al final me llevó a mi casa, pero quedamos de juntarnos de nuevo, ahora con su novio.
Pero esa será otra historia que contaré después.
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