Mi primera vez con un pasivo, a los 18 años.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BaseAraguaMcy.
Hola nuevamente, compañeros de sexosintabues.
Para quienes no leyeron mi relato anterior me describiré brevemente.
Soy blanco, delgado algo velludo y mi pene mide unos 16 cm, no es mucho pero me esmero, dando lo mejor de mí cuando de sexo se trata.
Esto sucedió hace unos años, resulta que asistí a un breve curso en la ciudad de Caracas (Venezuela) junto a varios compañeros.
Algo costoso pero muy bien arreglado, incluso la estadía sería en el hotel Eurobuilding.
Lo único malo, es que por "economizar" nos metían en habitaciones para dos personas; suerte la mía que al haber tantos de mis allegados pude quedarme con uno de los más "cercanos".
El primer día llegamos, nos dieron nuestras tarjetas (llaves) de habitación y nos acomodamos.
Recibimos nuestra primera clase/ensayo y llegó la noche.
La comida era tipo Buffett y estuvo sencillamente genial, incluyendo un exquisito postre.
Bien, ahora hablemos un poco de mi compañero.
Lo llamaremos Luis, por cuestiones de privacidad.
Luis siempre ha sido amanerado, y aún con eso niega cualquier atracción hacia los hombres.
Tenemos la misma edad, blanco, mucho más delgado que yo y un poco más alto (luego me percataría de que es totalmente lampiño), siempre ha sido una persona bastante sociable aunque algo ácido con algunos.
Bien, una vez cenamos nos dirigimos a la habitación:
Yo: ha sido un día agotador, me daré un baño ¿tú que harás?
Luis: pues prenderé la tv, y esperaré a que salgas para ducharme también.
Yo: vale, jajaja, espero no tardar mucho.
Siempre he sido una persona realmente caliente, y tenía unas ganas de masturbarme asombrosas.
Así que con wifi del hotel y ese montón de "lubricantes" a mi disposición comencé a hacer de todo.
Tal fue mi masturbación que cuando llegué al orgasmo, tuve un intenso gemido.
Gemido que Luis obviamente debió escuchar, ya que el baño está justo al lado de lo que es su cama.
Yo hice caso omiso, y salí como si nada.
Luis: ya te habías tardado, tengo demasiado sueño, no se sí verás tv o si prefieres apagarla ya.
Yo: creo que la apagare ya, debemos despertar temprano para desayunar y acudir a la clase/ensayo.
Luis: dale, trataré no tardar igual, para que durmamos lo más pronto.
Luis prosiguió a bañarse.
A pesar de la paja que acababa de hacerme, aún seguía caliente; pero no podía hacer más que dormir (me gusta la masturbación, pero tampoco soy de los que se deja llevar por ella así no más).
A mitad de la noche, siento que alguien se acuesta en mi cama.
Luis: oye, puedo acostarme contigo? He tenido un mal sueño y pues no logro dormir.
No vayas a mal pensar, en casa suele suceder, pero ya que no estoy con mis padres.
Yo (percatándome de que aún traía mi erección y que de seguro Luis la había visto): tranquilo, por mi no hay problema, ven puedes arroparte.
Yo puse mi rostro hacia la ventana, la noche era profunda.
Luis tenía su cara hacia su cama (sus nalgas estaban contra la mía).
Cerré los ojos, pero no conseguía dormirme.
Con 18 años, y lo caliente que soy, ya había llegado a pensar en estar tanto con hombres como con mujeres (sin haber concretado con ninguno) y la idea de comerme a Luis no salía de mi cabeza.
Ya lo había visto en bóxer, y su cuerpo delgado junto con su suave piel; le daban una apariencia provocativa.
Pasaron alrededor de 30 minutos y justo cuando pensé voltearme para restregarle mi erección y ver que podría pasar, comencé a sentir su mano rozando mi cadera.
Mi corazón empezó a acelerarse, podía escuchar su respiración comenzando a agitarse.
Luis comenzó a frotar mi erecto pene por encima de mi bóxer, no pude evitar soltar un leve quejido.
Se volteó totalmente hacia mi y comenzó a masturbarme, frotaba su mano hacia arriba y hacia abajo, sentía como si mi verga fuese a estallar.
Sin poder aguantar más, me volteo y comienzo a besarle y sobar sus nalgas con mis manos, se sentían suaves y redondas.
Nuestra respiración se acelera, el calor se comienza a sentir a pesar del aire integral.
Luis: esto no puede salir de aquí, nunca he estado con un hombre pero al igual que tú, estoy muy excitado; penétrame por favor.
Yo: tampoco he estado con un hombre, y no tienes que pedir por favor, créeme, estoy tan excitado que me siento afortunado de estar aquí de esta manera contigo.
Lo puse boca abajo, bajé su bóxer y comencé a lamer su ano.
Lo lamia con ferocidad, estaba exquisito, limpio y sentía la rugosidad de su apertura.
El gemía, podrán imaginarse ese gemido de hombre con tono amanerado, me ponía a mil.
Estaba a punto de comerme a un hombre y estaba ansioso por eso.
Comencé a intentar penetrarlo con mi lengua, pero no cedía.
Así que seguí lamiendo, y salivando una y otra vez.
Luego coloqué un dedo, hacia algo de presión.
Luis: mmmmaaaahh, ¡qué bien se siente!
El dedo entró y soltó un pequeño gemido, comencé a meterlo y sacarlo cada vez más rápido, a la vez que seguía lamiendo las orillas de su entrada.
Luis: quiero más, méteme más.
Fui con el segundo, el comenzaba a seguirme el ritmo.
No aguanté más y metí un tercero de golpe.
Luis: Aaaahhhh Dios, ya te quiero dentro de mí.
Escupí la cabeza de mi pene, comencé a frotar su entrada, se sentía delicioso.
Ese silencio repentino, nuestra respiración sincronizada; uno tratando de entrar, el otro dando lo mejor de sí para que eso pase.
La punta de mi pene comenzando a dilatar esa puerta, poco a poco sintiendo el calor de su interior.
Con mis manos acariciaba sus nalgas y las apretaba, las nalgueaba con ese toque rudo y sutil a la vez.
No pude más, comencé a penetrarlo, mi pene fue haciéndose espacio en su entrada, ambos temblábamos.
Esta experiencia nos estaba haciendo sentir un placer nunca antes vivido, y así llegué, hasta lo más profundo de su ser.
Me acosté totalmente encima de el, me contuve 10 segundos, mientras besaba su oído le pregunté:
Yo: ¿te encuentras bien?
Luis: nunca me había sentido mejor.
Rápidamente inicié el mete y saca, a pesar de no tener un pene muy grande el me apretaba riquísimo.
Le estaba dando con todo, era mi primer coito y quería dar lo mejor de mi.
Lo escuchaba gemir, cosa que me excitaba, me excitaba él, y me excitaba hacerlo gozar.
Sus gemidos se hicieron más fuertes y agudos, mi respiración estaba al límite.
Yo parecía un toro y el un pobre novillo indefenso, recibiendo las lecciones de su poseedor.
Luis: si oh, qué rico! Dame así, duro, como nunca había hecho esto antes?
Yo: eres mía aquí y ahora, quiero complacerte en lo que me pidas.
Luis: por favor más rápido.
Me desenfrené totalmente, comencé incluso a sentir mucha fricción en mi pene.
Pero estaba muy excitado como para detenerme.
Él se volteó, puso sus piernas sobre mis hombros, podía ver su rostro retorcerse de placer, de vez en cuando nos fundíamos en un abrazo, sentía sus gemidos en mi oído, y el los míos en el suyo.
Su esfínter apretaba mi pene, cosa que me hacia delirar, lo besaba una y otra vez.
El succionaba mi lengua, rasguñaba mi espalda, apretaba mis nalgas (cosa que me agradaba).
Me sentía en la gloria.
Yo: estoy por venirme, oh Dios!
Luis: vente dentro de mi, quiero sentir todo de ti.
Yo: ahhhhhh Qué rico, como es posible??? Hmmmmmhaaaaaaaaaaaaa.
Luis: Uhmmmm, me encantas, quisiera que este momento no acabase.
Comencé a besarlo con desespero, me encantaba la sensación de su lengua junto a la mía.
Saque mi pene, y pude ver la enorme cantidad de leche que salía de él.
Nos quedamos dormidos así, cuando despertamos, se nos había hecho media hora tarde.
Yo: mira la hora! Debemos apresurarnos.
Luis: tienes razón, pero no puedes negar, que ha valido la pena quedar hasta tarde.
Lo miré con una sonrisa en el rostro, lo besé y le dije:
Yo: ha valido cada maldito segundo.
Si les ha gustado esta experiencia, no olviden comentarla.
Y sino, pues también.
Les agradecería muchísimo su calificación, ya que me ayudaría a saber si voy por un buen camino.
Un gran abrazo compañeros! Cualquier sugerencia, pueden escribir al priv.
Aunque suelo tardar, siempre respondo.
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