Mi primera vez, desde Cuenca-Ecuador
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Esteban y vivo en Cuenca, en Ecuador. Empecé la vida gay a los 22 años de edad. Soy blanco de 1.72m, de ojos y pelo marrón. A esa edad hacía natación por lo que mi cuerpo tenía una espalda ancha y bien definida. También hacia bicicleta, y mis piernas estaban musculadas. Me mantuve virgen hasta los 22. Siempre había sido muy reservado con las chicas y mis amigos me molestaban al respecto. Hasta esa edad me consideraba hetero aunque ya curioseaba en el internet con algunas fotos de modelos de hombres y un cierto morbo especial.
Mi ciudad es muy conservadora, y es común que los hijos vivamos con los padres. En una ocasión mis padres se fueron de viaje por una semana y me dejaron solo con la casa. Me dije que esta sería una buena oportunidad para perder mi virginidad, tenia planificado realizar lo mismo que Tom Cruise en su película "Risky Bussines", contratar a una chica, llevarla a la casa y perder mi virginidad con ella.
Me puse a buscar en la web "encuentros ocasionales" y allí encontré chicas que ofrecían de todo, pero también encontré CHICOS lo cual me llamo mas la atención. Había también mensajes de todo, "Busco un activo", "Pasivo sin plumas", etc. Yo la verdad no tenía idea de que era plumas, activo ni pasivo, aunque lo intuí. Encontré uno que decía "busco amistad y lo que se dé". Ese me dejo intrigado, especialmente por la foto de un muchacho (sin el rostro), pero que tenía una buena presencia. Así que le escribí bajo el seudónimo de Daniel y le indique mi interés en conocerlo. Pase todo el día esperando una respuesta pero no me contesto. Luego de 2 días vi su respuesta. Su nombre era Pablo, estaba estudiando en la universidad, se lo leía muy amigable, me invito a tomar un café y si quiero a ver una peli en su depar. Mi corazón palpito fuerte, sentí un nerviosismo y mi mente voló inmediatamente. Una mezcla de miedo y deseo me hizo concretar una cita en un café cerca del parque central para el sábado tarde.
Esa tarde allí me encontraba yo, sentado en el café, luego de no haber dormido bien durante 2 noches y pensando qué demonios estoy haciendo. Se me vinieron todo tipo de ideas; tal vez pueda ser alguien conocido, o algún maniaco, o amigos jugándome alguna broma, en fin. Veía a todos sospechosos. Pasaron varios chicos delante de mi mesa, me veían y seguían su caminar. Los minutos se me hicieron eternos hasta que sin darme cuenta se me acerco un chico y pregunto, Daniel?, le salude confirmando su nombre, -Pablo?. Lo invite a sentarse. No recuerdo de qué conversábamos en un principio. Me dedique a verle detenidamente. Como lo había dicho en su email, Pablo tenía 25 años, era de tés canela y muy varonil. Media aprox. 1.75, no siendo un poco más alto que yo. Sus brazos y manos eran grandes y tenía una barba no rasurada de 1 o 2 días, lo cual se le veía súper sexi. Tenía unos labios anchos y rosados, los cuales muchas veces me dieron ganas de lanzarme a besos. Supongo que hacia ejercicio o iba al gym porque no tenía barriga y sus piernas eran igual de musculosas que las mías. Tenía unos jeans apretados y una camisa con los dos primeros botones abiertos, mostrando su pecho que se perdía entre tanto vello. Yo también fui de jeans, con una camiseta polo. Note que el también me quedo mirando por algunas ocasiones, lo cual me ponía nervioso, y me obligaba a desviar la vista, causando reacciones excitantes dentro de mis interiores.
Conversamos de todo un poco por lo menos 2 horas, desde lo elemental hasta lo intimo, sobre nuestra orientación, si lo habíamos hecho anteriormente con hombres, si quisieras intentarlo, etc. preguntas a las cuales supe contestar algunas y evadir otras mostrando a veces mis acholamientos. Coqueteamos con algunas insinuaciones y hasta nos llegamos a preguntar de que tamaño la teníamos, ganándole yo por dos centímetros. je je
Luego en un silencio y con nuestro café terminado, vino la pregunta, -y que quieres hacer ahora?
Era obvio que quería irme con él y tenerlo para mi, a lo que conteste, -pues me dijiste que tienes alguna película, vamos a ver una.
Nos fuimos en mi carro, el se sentó en el lado del copiloto y yo iba más concentrado en verle sus jeans que en manejar. Sus jeans apretados marcaban notoriamente su excitación. Se podía ver que llevaba bóxers apretados y que su verga estaba empalmada, marcando hacia arriba y levemente inclinada hacia su izquierda, apuntándome como si quisiera que se la toque. Creo que el noto que lo veía, pues se acomodo la verga algunas veces, haciéndola mas provocativa. Para colmo, su camisa semiabierta dejaba ver un pecho velludo a la cual mi mano se vio tentada en meter. Note que el también me veía mis jeans de vez en cuando. Seguramente también noto que mi pene estaba parado, aunque la tenía en la otra dirección y no estaba tan visible.
Llegamos a su departamento, me hizo entrar primero. Era un lugar bonito, no muy grande, en un solo ambiente estaba la sala, el comedor y la cocina y aparte había una recamara. Quise dar una opinión de lo bonito que era su departamento, pero me silencio con un beso en la boca. Ese momento duro como siglos. La experiencia de haber besado a un hombre era totalmente diferente de cuando bese (a la fuerza) a una chica en una jugarreta con mis amigos. Metió su lengua en mi boca y yo hice lo mismo. Me apretaba con su mano en mi cabeza hacia él. Yo le empecé a morder y besar en cada parte de sus rosados labios. Me encantaba. Ese beso duro un minuto y yo quería mas. Me dijo que estuvo esperando toda la tarde en hacerlo, -yo también, el me respondió "eso no es todo". Le pregunte si había alguien en su depar, a lo que él me dijo que no y nuestras sonrisas fueron cómplices.
Nos dimos un segundo beso, en el cual participe con mayor confianza. Esta vez, metí mi lengua inmediatamente y el la chupaba y la recibía con la suya. Baje mi mano y le toque sus nalgas, eran redonditas y suavitas y con la otra mano le sobé la verga por encima del jean. Era grande y estaba súper hinchada. Pedía a gritos que la liberen de allí. Alcance a abrirle el botón del jean, pero al intentar bajárselo con las dos manos, me agarro de la otra y se la llevo nuevamente a su culo, pidiéndome que lo masajeara. Hice lo que me pedía. Seguimos besándonos y esta vez nuestras vergas se chocaban frotándose la una con la otra, mientras mis dos manos masajeaban ese redondo culo. Me empezó a abrir los primeros botones de la camiseta y sus manos bajaron para hacer lo mismo con los botones de mi pantalón. Empezó a acaricar mi verga por encima del bóxer que llevaba.
Yo intente hacer lo mismo, a lo que él dijo, -No, es mi turno. Se veía que el tenia más experiencia.
Me quitó de una sola la camiseta y se arrodilló. Sabía que el sexo oral era delicioso y había soñado con este momento. Llevo su mano a mis bolas y las acarició. Se sentía rico, luego agarró con su mano derecha mi pene y lo movió hacia arriba. Empezó a besar mis bolas que rica sensación. Acariciaba sus labios con mis vellos y la respiración de su nariz soplaban rico sobre mi pene. Llevo una de sus manos a mis nalgas, metiendo su dedo en el borde del ano. Nunca alguien me había tocado el ano, se sentía rico, su mano estaba caliente. Luego empezó a subir con besos desde mis huevos por mi pene hasta llegar a la punta. Mi verga mide aprox 18 cm y es un poco gruesa. Jugó un poco con la punta de su lengua sobre mi glande, el cual estaba hinchado y morado de tanta excitación y sin más se engullo de una sola toda mi verga. Ohh, que sensación!! Se lamio el precum que tenía desde que entramos al departamento. Su lengua jugaba con mi verga. Se la metió hasta el fondo en su garganta atragantándose de rato en rato. Me gustaba ver sus arcadas, no sé porque, me excitaban más y trataba de provocárselas empujando mi pene hasta el fondo.
Sentía que me iba a venir, el estaba bien entretenido con mi verga en su boca, le lamia, la chupaba , la sacaba y la metía, incluso se daba golpes en su cara con mi verga, lo cual me parecía muy excitante. Sentía que ya me venía una vez más, trate de contenerme, pero quería que esto durara toda la tarde, así que le detuve.
Me dijo
-Que pasa?
-No nada, que quiero cambiar.
-Quieres chupármela?
Era la primera vez que iba a tocar una verga.
-Si.
Entonces se recostó en el sillón de la sala y se bajo sus bóxers. Yo me arrodille y allí estaba, una verga parada en todo su esplendor. Era más pequeña que la mía, pero tendría el mismo grosor y se la veía muy majestuosa. Era morena y se notaba que se había rasurado su vello púbico hace algunos días. Olía a semen, seguramente de los precum que había tenido durante el café o en el carro. Al principio dude en hacerlo, primero le toque los huevos con mi mano, como él lo había hecho conmigo. Que sensación, estaba tocando una verga que no era la mía. Sus huevos eran grandes y su escroto súper flojo. Sus bolas le colgaban escapándose de mi mano. Era una sensación rica. Con la otra mano le cogí su pene, que estaba caliente y palpitaba con latidos. Luego cerré los ojos y la metí en mi boca sin pensarlo y con cierta resignación. Solo oí que el suspiró de placer y eso me excitó mucho. La empecé a lamer y a jugar con mi lengua. Que sensación!, tenía una verga en mi boca y me gustaba!, no la quería soltar para nada. Quería metérmela toda, la chupaba, la lamia, la metía hasta el fondo hasta también dar arcadas. Estaba con un juguete nuevo y rico. La chupaba y con la otra mano acariciaba sus huevos. El estaba en el cielo y me gustaba saber que era gracias a mí. Me imagine hacer un 69, pero no me atreví a proponérselo, luego el me dijo, me vengo. Me asuste, no quería que se venga en mi boca, así que paré. Pensé que parando, el iba a chupármela otra vez. Me encantó el sexo oral y quería que me lo repitiese. Me quedo viendo con una sonrisa y yo también sonreí.
El me dijo:
– Te quiero dentro de mí.
– Quieres que te penetre?
-Si, quiero que me metas toda esa verga sabrosa que has tenido escondida.
-Ok, como quieres, alguna posición en especial?. (Me reí, era mi primera vez que iba a penetrar a alguien, había leído, visto y sonado con este momento, pero la verdad no tenía ni idea y me puse nervioso)
También se sonrió,
-Alguna que te guste en especial?
Yo había oído de posturas, y se me ocurrió el perrito, no sé porque lo dije, nuevamente el sonrió.
– Ok, el perrito, pero recuerda que mi culito no es como la vagina de una mujer, hazlo despacio y suave, aquí tienes lubricante. (creo que se le olvido que esta era mi primera absoluta, pues nunca había estado con una mujer tampoco)
Se ubicó de cuclillas con sus antebrazos apoyados en el sillón, yo me puse un condón que cargaba en el bolsillo del pantalón y le puse el lubricante que me dió. Había oído que hay que estimular el ano antes de la penetración, así que le puse lubricante también y empecé a meterle primero el dedo.
El gemía
– sigue si si.
-Te gusta?
– Si, vamos dale que quiero que me penetres.
Le metí dos dedos y los movía en círculos. Notaba que su ano se expandía y me llamo la atención que su una se iba tragando poco a poco mis dedos, como pidiendo más. El seguía gimiendo, mientras que con la otra mano empezó a masturbarse.
Eso me éxito mucho. Pensé que era el momento de penetrarlo. Puse mi pene en la entrada de su ano, que estaba dilatado. Intento fallido. Por más que apretaba mi pene contra su ano no entraba.
– Espera, dale ahora si.
– Ok
Nuevamente fallido. O su ano no estaba suficientemente dilatado o mi pene era muy grueso.
-Cambiemos.
Me recostó sobre la alfombra y tomo control de la situación sentándose sobre mí. Cogió mi pene con su mano y la lubricó más e hizo lo mismo con su ano. Llevo la punta de mi pene en su ano y empezó a moverla en círculos. De manera mágica, fue entrando poco a poco. Hacía pausas y suspiraba. Intente hacer movimientos pero me dijo
-Espera!
Continúo metiéndose todo. Su rostro mostraba una sensación de satisfacción. El se mordía el labio con sus dientes. No lo podía creer, había entrado toda mi verga en su ano, sus nalgas tocaban con mis piernas, se quedo sentado un buen rato, solo con mi verga en sus entrañas, y su cara de satisfacción. Su verga estaba hinchadísima, parecía que iba a explotar. Empecé a masturbarle.
-No, espera, que rico que se siente solo así.
Alejo mi mano de su verga y no se movió un buen rato.
para mí fue una sensación extraña el saber que le estaba causado dolor y placer a la vez, me gustaba saber que mi verga le dolía y que le gustaba. Empecé a moverme, un poco limitado por el peso que tenia encima.
-ay ay!. si sigue, dale
– Te gusta?
– Si, despacio
Vi que empezó a tomar el control otra vez. Empecé a masturbarle. Su ritmo empezó a moverse más y más. Subía y bajaba. Cual jinete, me estaba cabalgando. Se arqueaba hacia atrás y adelante. Yo estaba en el cielo, Estoy culeando!. Sus huevos chocaban contra mi pelvis y el sonido de sus nalgas contra mis pierdas era muy excitante. Que rica sensación sentir sus huevos rozando mi pubis. De ratos lo abrazaba y me sentaba para darle un beso, sin perder el mete y saca. Nuestros cuerpos sudaban juntos. Estábamos en la gloria.
– Me vengo.
– Aguanta para terminar juntos. Le dije.
– No, no quiero parar, esta rico, me vengo
Dos segundos después sentí que salía de su verga un chorro de semen caliente, el cual cayó sobre mi pecho, mi pelo y la alfombra.
El se quedo un rato sentado sobre mí, con toda mi verga dentro. Si cara era de satisfacción. Me sentía orgulloso de mí el haberle podido dar placer.
Se quito de encima y me quito el condón.
– Te pajeo?
– Ok, dale, o si quieres me la chupas?
Enseguida se engullo toda mi verga en su boca, no la saco en ningún instante. Jugó con su lengua y la succionaba tanto que pensé que iba a tener un moretón. Yo estaba en el éxtasis, no aguantaba más.
– Me vengo
Pensé que la sacaría, pero no.
– Pablo, me vengo ya no jalo mas.
Después de mi segunda advertencia, no aguante mas y solté mi leche. Sentí que los chorros salieron disparados y en medio de la eyaculación, el abrió su boca y las amortiguo con su lengua. Lo poco que cayó en sus labios las recogió con su lengua y se lo trago. Eso me dio un poco de asco, pero pude notar que le gustaba mucho, pues limpio la punta de mi glande con su lengua y se trago todo mi semen.
Nos dimos un largo beso, nos quedamos acostados en la alfombra conversando. Le conté mi verdadero nombre, intercambiamos números y quedamos en repetirlo.
Al día siguiente me llamo para tomarnos un café.
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