Mi primera vez fue con Bruno.
Bruno era el perro de un hermano de mi mamá, era de tamaño mediano y se la pasaba en la calle la mayor parte del día. Por las noches entraba a casa de mi tío a dormir y solía visitar mi casa en busca de comida y cariños, cosa que nunca le faltaba, todos lo queríamos en casa..
Cuando tenía aproximadamente 13 años, a un lado de mi casa estaban construyendo los nuevos vecinos y en ese momento estaba trabajando un albañil llamado Pedro, que mis padres habían recomendado ya que había trabajado con nosotros en otro proyecto. Él contrató a un amigo mío como ayudante y yo solía convivir mucho con ellos en la obra los fines de semana, cuando no asistía a la escuela.
Un sábado estábamos en su hora de comida y vimos un par de perros callejeros que estaba tratando de aparearse, entonces él nos platicó que un día le estaba acariciando la panza a uno de sus perros con la suela de sus botas y el perro comenzó a moverse raro, como queriendo coger con su bota, pero boca arriba. Ese movimiento le resultó muy gracioso a Pedro, así que lo siguió acariciando. Después de un rato, al perro le comenzó a salir una punta roja de la funda de su pene y eso le dio aún más risa. Cuenta que lo que hizo enseguida fue acariciar directamente sobre la funda de su pene, lo que provocó que el perrito se moviera con más fuerza y de inmediato salió todo su miembro, le salió hasta la bola que se les forma en la base.
Todos estábamos muertos de risa de lo que nos estaba contando, no podíamos parar de reír. Debo confesar que al escuchar a Pedro decir que le salió su pene completo con todo y su nudo, a mí me calentó un poco. Ya había visto varias veces como los perros se quedaban pegados al tener sexo, y sabia del bulbo que se les forma y alguna vez vi a un perro con todo su pene de fuera, pero en ese momento me causo mucho morbo, porque para ese entonces, yo ya tenía un par de años que sostenía relaciones sexuales con un primo y con un amigo y su hermano mayor, así que pues esa imagen del perro de Pedro con su enorme pene de fuera me movió algo por dentro, curiosidad supongo.
Pasó el tiempo y a mí se me había olvidado la anécdota que nos contó Pedro, hasta que un día, estaba yo tranquilo en casa escuchando música y lavando mi bicicleta en el patio trasero, cuando entró Bruno, el perro de mi tío que vivía a media cuadra de mi casa. Era color marrón claro, y pelo corto. Se la pasaba en la calle la mayor parte del día y por las noches entraba a casa de mi tío a dormir, así que era un perro super vago entraba y salía de donde lo dejaran. Se recostó al lado de mi mientras yo estaba secando con un trapo el cuadro de mi bicicleta, le gustaba que le rascáramos la panza mientras él se quedaba quieto y disfrutaba los cariños, lo cual hice porque la verdad era un perro muy cariñoso y tranquilo.
En ese momento recordé lo que nos contó Pedro el albañil, me dio algo de risa y me pregunté ¿será cierto lo del perro de Pedro o sería puro cuento? Me puse de pie junto a él y le comencé a sobar la panza con la suela de mi sandalia, pero solo cerraba los ojos y no se movía parecía que se relajaba más. Pedro nos había mentido pensé, pero me dio más curiosidad el saber que tan cierto era, así que me quité la sandalia y le sobé con la planta de mi pie. Seguía igual sin moverse, sin embargo, si se le asomó la pequeña punta de su pene entre su funda peluda. Eso me hizo pensar que tal vez era cierto y que más bien dependía del tipo de perro y de su temperamento.
Le seguí acariciando la panza, pero no salía más, a lo que decidí acariciar directamente sobre su pene. Me puse la sandalia y le sobé el pene, de esta forma sí que se le asomó más la punta de su pene, pero seguía sin moverse como nos contó Pedro. Me quite la sandalia de nuevo y lo sobe de un lado a otro, entonces fue cuando hubo un cambio. Bruno se enderezo un poco y vio hacia mi pie que seguía moviéndose encima de su miembro. Después de un minuto de estar acariciando de esa forma a Bruno, sentí una bolita pequeña dentro de su funda que se ponía dura, ya tenía unos 5 cm de su pene rojo y delgado de fuera, era rara la sensación en mi pie, pero vi que eso sí lo estaba excitando así que lo seguí haciendo. La bolita creció poco a poco y mientras crecía él hacía movimientos y sacaba la lengua, la parte que tenía de fuera estaba muy roja y delgada pero mientras la bola se hacía más grande y avanzaba dentro su funda, aventaba un líquido transparente muy abundante que hasta mojo mi pie.
Le seguí sobando la bola hasta que salió por completo y mientras yo le seguía sobando, su pene se hacía más gordo y le brincaba bastante. Yo estaba muy alegre porque, aunque no todo había sido como me lo contaron, si hubo una reacción chistosa del perro. No sé por qué, pero eso me tenía embobado y no podía dejar de hacerlo, la sensación era rara pero agradable, hasta que de pronto se levantó con ese pedazo de carne colgando y se lo comenzó a lamer. Me sorprendí, porque era bastante grande en comparación con el tamaño del perro. No se volvía a meter a su funda y eso me puso algo nervioso porque si alguien lo veía, me cuestionarían el por qué Bruno estaba así y no iba a saber que responder. Después de un rato lamiendo su pene, comenzó a hacerse más pequeño hasta que se metió por completo. Él se veía bastante contento porque anduvo un rato por ahí buscando que le acariciara la cabeza y la espalda, moviendo su cola de un lado a otro, hasta que decidió irse. Le gustaba subirse a la azotea por unas escaleras que teníamos detrás de la casa, a dormir y tomar el sol.
Le platiqué a un amigo de la secundaria lo que me habían contado y el me contesto que si lo sabía que él tiene varios perros y que normalmente se montan a las piernas y hacen esos movimientos si tú les sobas un poco la panza con el pie y que era muy gracioso. Si no inténtalo, me dijo, mete tu pie debajo de tu perro y sóbalo un poco y veras como se va a querer coger tu pie.
El siguiente fin de semana, estaba en la azotea tendiendo mi ropa para que se secara al sol y subió Bruno buscando donde acostarse, no sin antes acercarse a mí para que le acariciara. Recordé lo que me dijo mi amigo, le metí el pie debajo y le comencé a sobar, primero se arqueo un poco hacia arriba como si le dieran cosquillas, pero enseguida comenzó a hacer movimientos como cuando se montan en una perra. Eso me hizo soltar una carcajada, porque se agarró de mi tenis con sus patas delanteras mientras yo mantenía mi pie elevado y hacía esos movimientos mientras se asomaba la punta de su pene y escupía líquido. Fue muy gracioso, pero eso me provocaba mucho morbo, el que se le saliera de esa forma. Así que probe sobarle el pene con mi mano a ver qué pasaba. Como ya no tenia de donde agarrarse con sus patitas, solo se arqueaba y movía su cadera, rápidamente se le salió la bola y le comenzó a engordar, yo con mi mano alrededor en su enorme pene sentía como lo intentaba meter y sacar de algún modo y me hizo ponerme caliente la verdad. Su pene era duro, gordo, grande y tiraba mucho líquido.
Esa semana en la escuela le dije a mi amigo que era cierto, que el bruno se había intentado montar mi tenis. Él reía y me decía, ya ves, así son los perros si los dejas hasta te andan montando a ti. Reímos a más no poder, pero a la vez a mí me estaba dando cada vez más morbo. Durante la semana trate de buscar en internet algunos videos de zoofilia, es especifico con perros. Encontré bastantes, pero todos era de chicas que se dejaban lamer su sexo, algunas que dejaban que les metieran la puntita, también encontré algunos donde se dejaban penetrar por completo, aunque solo por la vagina, no encontré ninguno que las penetraran por el ano y esos videos donde se quedaban abotonadas, solo era por unos poco minutos, dos o tres máximo, terminaban por salir y aun que se ve que les provocaba algo de dolor no era demasiado, lo disfrutaban.
Espere al siguiente sábado, que era cuando normalmente solo estaba mamá en casa y mi hermano menor, que tenía alrededor de 6 años, casi nunca estábamos juntos y casi nunca subían a la azotea el fin de semana ya que mama no tenía a que subir y se dedicaba a cuidar de mi hermano. Me subí a la azotea a esperar a bruno, mientras esperaba pensaba en cómo es que sería posible que un perro pudiera cogerse a un humano, en eso estaba cuando de pronto llegó bruno y como siempre me busco para que lo acariciara y a lamerme la mano. Yo ese día traía unos pantaloncillos cortos, como de esos que usaban los futbolistas de los 70s, era de una tela muy delgada, elástica y suave, estaban muy holgados por el uso, mi ropa interior era también blanca, pero de algodón, de corte bikini marca playboy, una playera azul cielo de manga corta, muy delgada también, porque en esa época del año suele hacer bastante calor.
En la azotea había un cuarto de tiliches donde se guardaban cosas que casi no se usaban. Tenía una puerta de metal, pero siempre estaba abierta para que no se humedeciera y se mantuviera oreado. Hice que Bruno me siguiera adentro, me puse sobre mis rodillas con la vista hacia afuera, le acaricie un poco su pene y comenzó a hacer esos movimientos y a asomar la punta su pene. Le tome sus patitas delanteras y lo puse detrás de mí sobre mi espalda, él era muy dócil y dejaba que le hiciera lo que quisiera. Ya con sus patitas en mi espalda, solté una de ellas mientras seguía sosteniendo la otra para que no se bajara y con la otra le alcance el pene y se lo sobe un poco, en seguida comenzó a mover la cadera adelante y atrás, sentí como me abrazo por mis caderas con sus patitas y comenzó a querer cogerme, era genial.
Cada que empujaba sentía como su pene pegaba en mi pierna por que el short era corto y flojo y dejaba un poco de mis pompas descubiertas al estar sobre mis rodillas y algo inclinado. Su pene pegaba en la división de la pompa y la pierna, era muy divertido y me tenía super caliente. Entonces me puse en cuatro, ya no era necesario sostenerlo porque él se sostenía solo de mi cintura. Eso hizo que su pene se centrara completamente en mi culo, sentía como empujaba la punta de su pene entre mis nalgas sobre mi ropa. Con mi mano izquierda hice a un lado mi short y mi calzón y parecía que sabía que es lo que tenía que hacer, porque en ese momento le atino por completo a la entrada de mi ano y sentí como se aferró más fuerte de mi cadera y empujó más duro hacia adelante. Su punta dura entró en mi ano y me quité de inmediato hacia adelante para que no me alcanzara con su pene por que sentí algo raro, pero él no me soltaba, estaba decidido a penetrarme. Lo pensé unos segundos y de nuevo me puse en posición para facilitar que me penetrara, el no desaprovecho la oportunidad y me la metió toda de un empujón. Esta vez sentí como entro más profundo, unos 10 cm supongo mientras se hacía adelante y hacia atrás. Yo ya estaba super caliente y dejé que me la siguiera metiendo, hasta que sentí su bola. Al principio era pequeña, pero conforme entraba y salía de mi se hacía más grande. También su pene se estaba alargando porque cada vez la sentía más gorda y profunda. Yo gemía cada que me la metía. Como estaba muy lubricado, entraba y salía muy fácilmente. De repente ya no salió, su bola se atoro dentro de mí y Bruno dejó de tratar de sacar su miembro, solo empujaba y empujaba más fuerte, intentaba meterlo más y más profundo.
Yo ya no podía ni moverme. estaba totalmente abotonado a Bruno, sentía algo enorme dentro de mí, me llenaba todos los espacios, era muy excitante y a la vez me ponía muy nervioso, porque si alguien subía en ese momento y me vería en ese estado, no sé qué iba a hacer. Eso lejos de quitarme la calentura, me ponía cada vez más caliente y me tenía con una fuerte erección.
El dejo de moverse, pero su pene brincaba dentro de mí, sentía como me llenaba de líquido caliente y abundante. Eso hizo que me viniera sin siquiera tocarme, fue divino. Bruno intentó bajarse un par de veces, pero yo no lo dejé agarrando una de sus patitas, porque cuando se jalaba me dolía por su gran bola que tenía atorada. Como pude lo fui acomodando hasta que quedamos cola con cola. Era una sensación tan rica y placentera que me comencé a masturbar mientras estaba pegado a mí con su miembro tirando leche y palpitando dentro de mí. Se jalaba de vez en cuando y me provocaba un poco de dolor, pero se sentía mucho placer a la vez, hasta que en uno de esos jalones fuertes que se daba, me vine de nuevo y pegué un fuerte gemido, no importando si alguien me escuchaba.
Así estuvimos pegados como 15 minutos, yo sentí que fue una eternidad, hasta llegué a pensar que nunca nos despegaríamos. Poco a poco su bola se fue haciendo más pequeña hasta que logro salir de mí, fue muy doloroso porque a pesar de que, bajo su volumen, aún era bastante grande. Yo quedé totalmente cansado y lleno de su lechita, así que me fui al baño mientras Bruno se quedó lamiendo su pene en la azotea. Me salió mucho líquido, hasta pensé que se había orinado dentro de mí, pero no, todo eso era semen de Bruno y yo estaba feliz de que me lo hubiera dado todo. Con el hermano mayor de mi amigo ya había sentido como era que se vinieran dentro de mí, pero nada que ver, la cantidad que Bruno me dio era infinitamente mayor.
Después de ese día Bruno y yo somos los mejores amigos… y amantes.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!