Mi primera vez no fue como yo pensaba (Ángel | parte 1)
Mi primera vez fue con el chico de mis sueños, pero no fue para nada como me lo había imaginado….
Me llamo Ángel y tengo 19 años. Esta historia ocurrió hace 4, cuando yo tenía 15. Yo era un chico algo tímido sin muchos amigos, medía 1’65, bastante delgado (siempre he sido algo delicado), piel pálida, cabello castaño que me caía por la frente, ojos claros.
Como he dicho, en aquella época era bastante tímido, y aunque supe que era gay desde pequeño, mi homosexualidad era un secreto reservado a mis dos amigas, y nada más que una sospecha para mis compañeros de clase, ya que siempre he sido un poco amanerado.
Mi vida en aquel momento se resumía en ir al instituto y volver a casa. No salía, a penas tenía 2 amigos y mi vida era estudiar, pero sí que tenía una cosa clara, me gustaba mucho Sandro, un chico de mi instituto.
Sandro era el típico chico guay de instituto, era popular, todos los chicos querían ser sus amigos y todas las chicas querían ser su novia, incluso sabiendo que sus relaciones no duraban más de dos semanas, ya que Sandro nunca perdía la oportunidad de meterse en unas bragas nuevas cada vez que podía.
Sandro tenía un año más que yo, era el único repetidor de mi clase, y era (o al menos yo lo pensaba en ese momento), perfecto. Medía 1’82, de cabello oscuro, ojos castaños, y sus músculos parecían esculpidos por el mismísimo Miguel Ángel. Suspiraba cada vez que lo veía, aunque naturalmente, yo era invisible para él, y donde único hablábamos era en mis fantasías, hasta que un día todo cambió.
Un día Sandro discutió con un profesor, lo típico, que no presta atención, que está hablando en clase… Y como arreglo, al profesor se le ocurrió sentar a Sandro conmigo durante un tiempo, imaginaos mi cara cuando eso pasó. Creo que todavía no existe un tono de rojo que iguale a mi cara.
Sandro se quejó a más no poder, pero se vio obligado a sentarse a mí lado, aunque era como si no lo estuviera pues pasaron varios días y no nos habíamos dirigido ni una palabra. Nuestra única interacción era que cuando lo veía levantar la cabeza para copiar mi tarea, yo le dejaba ver apartando mi brazo.
Pasó una semana y nos mandaron un trabajo, sería un trabajo denso y tomaría tiempo, cosa que a Sandro le preocupó bastante, ya que las clases no eran su fuerte. Y cuál fue mi sorpresa cuando ese mismo día fue el primero en que me dirigió la palabra.
Al salir de clase iba a tomar la misma dirección de siempre camino a mi casa, pero una voz me paró cuando giré en la esquina, era la voz de Sandro.
S: Hey.
Yo estaba bastante nervioso, sentía cómo el color rojo se volvía a apoderar de mi cara, y me di la vuelta para mirarlo a los ojos, esos ojos que me volvían loco.
S: ¿Te puedo pedir un favor?
Yo no atinaba a vocalizar una respuesta así que sólo asentí, sin saber bien por qué. Sandro era un chico estúpido y lo odiaba, pero al mirar a esa cara y escuchar su voz mi cuerpo respondió solo.
S: Tengo que aprobar ese trabajo como sea, no puedo repetir curso otra vez. ¿Serás un buen compañero y me ayudarás a hacer el trabajo?
Mi cabeza empezó a moverse para asentir de nuevo, pero tenía que ser valiente y decir la verdad, así que saqué todo mi valor y hablé con un hilo de voz tembloroso.
A: N-no puedo… Tengo que hacer mi trabajo…
Sentí miedo al pronunciar esas palabras, Sandro era un chico fuerte y no tenía miedo de meterse en ninguna pelea, pero el que haya tratado con esa clase de chicos sabe que el físico no es su punto más fuerte, y empezó a utilizar su labia conmigo.
S: Vamos, no seas malo, sólo una ayudita, podrías venir a mi casa y lo hacemos juntos. Tú eres muy listo, no te llevará más de una hora, ¿Qué me dices Ángel?
Mientras decía eso se iba acercando a mí poco a poco, y yo ya estaba listo para decir que sí cuando escuché que dije mi nombre, ahí sentí que me derretía y asentí como si tuviera un resorte en la cabeza. Su cara se tornó en una sonrisa y antes de irse me dió una palmada en la espalda y me citó en su casa esa misma tarde. Yo no sabía lo que acababa de provocar…
Durante las horas previas a ir a casa de Sandro fui un manojo de nervios, no sabía qué hacer. Tenía que presentarme en su casa porque si no Sandro me mataría, pero ¿cómo podía estar en su casa con él si apenas podía hablarle sin temblar?
Con todo esto en mi cabeza fui a su casa y toqué tímidamente. Cuando abrió la puerta sentí que me derretía de nuevo. Vestía un pantalón corto de fútbol y una camiseta corta, algo ajustada, ya que se marcaba su espectacular cuerpo.
Pasé y nos pusimos a hacer el trabajo en su habitación, lo que significa que él hacía otras cosas mientras el trabajo lo hacía yo solo. No me sentía muy bien, estaba siendo claramente utilizado, y quería volver a mi casa cuanto antes, así que terminé el trabajo relativamente rápido, con especial cuidado en que pareciera que lo haya hecho alguien que no sabe escribir sin faltas de ortografía, pero lo suficientemente bueno como para aprobar. Me levanté y le dije que me tenía que ir, pero Sandro se levantó y me paró.
S: Hey hey hey, ¿Ya has terminado?
A: S-sí, tengo que irme a hacer el mío…
S: Gracias tío, me has ayudado bastante, déjame ayudarte también. Pídeme lo que quieras.
Entre la rojez de mi cara se dibujó una sonrisilla tímida. Sabía que Sandro me utilizaba pero se sentía genial cuando me hablaba bien.
A: No hace falta, gracias… M-me voy ya.
Sandro colocó sus manos en mis hombros y me miraba fijamente con esa cara de decisión que me volvía loco.
S: No no no, tú te quedas hasta que te compense con algo.
Él se veía bastante decidido, y no sé si fueron los nervios del momento, o una malinterpretación de los hechos por mi parte, pero casi como si mi cuerpo se moviera solo, me alcé y le planté un beso en la boca, que él terminó en el momento.
S: ¿Pero qué haces, puto maricón?
En ese instante me di cuenta de mi error, y mi cara lo denotaba, yo estaba aterrado, y estaba a punto de pedir disculpas cuando Sandro me cortó.
S: ¿Te crees que soy un puto bicho raro como tú? Asqueroso maricón de mierda.
Yo estaba a punto de llorar y no articulaba palabra para disculparme, y justo cuando iba a irme sentí su puño en mi estómago. Sentí un dolor como nunca antes, y automáticamente mis piernas fallaron haciéndome caer de rodillas.
S: Esto es lo que tienes, maricón de mierda.
Me llevé las manos a mi estómago intentando no vomitar, el dolor se expandía a todo mi cuerpo. Cuando levanté la mirada vi cómo Sandro se bajó el pantalón dejándome ver un pene largo y grueso, de unos 18cm de un color más oscuro que su piel. Tenía una vena gruesa que recorría desde la base hasta casi la punta, y varios pelos en la base.
S: Esto es lo que quieres, ¿Verdad, puta de mierda? Cómeme la polla, vamos.
Yo negué con la cabeza lentamente, con dos lágrimas saliendo lentamente de mis ojos, pero él amenazó con su puño, así que ante el miedo de recibir otro puñetazo de su enorme mano, me acerqué despacio y metí la cabeza de su pene en mi boca, intentando chupar entre sollozos.
S: Esto es lo que te gusta puto maricón, venga chupa.
Me agarró del pelo y presionó su polla hasta mi garganta, ahogándome mientras follaba mi garganta sin cuidado ninguno. Yo sin poder respirar, intentaba resistir un poco sin éxito alguno. Sentí mis pulmones arder pidiendo algo de oxígeno, y mi cara se volvió roja, ya que Sandro se dió cuenta y me dejó respirar un poco.
No pude parar de toser y respirar hondo, y antes de poder hablar para suplicarle clemencia, volvió a ensartar su polla en mi garganta, usándome de juguete.
Así estuvo por varios minutos, en los que yo decidí dejar de resistirme y simplemente esperar a que esa tortura terminara, intentando coger el máximo de aire posible cuando Sandro me dejara.
Él no decía más que insultos hacia mí mientras sus huevos tocaban mi boca. Se movía rápido, como desesperado y furioso, y miraba fijamente a mi cara con unos ojos fríos, como si no le importara lo más mínimo los problemas que pudiera tener por abusar de mi de esa forma.
Después de un rato soltó mi cabeza y me dejó tirado en el suelo, yo cogí aire y llorando quise pedirle que me dejara marchar, pero él me gritó que me callara dándome en la cara con su mano abierta, lo que fue suficiente para dejarme media cara totalmente roja. Me levantó agarrándome por los pelos de nuevo y me tiró en su cama.
S: Ahora vas a tener lo que tanto quieres, hijo de puta.
A: Sandro por favor no.
Al escuchar mi voz me volvió a gritar y empujó mi cara contra su colchón, presionando fuertemente haciéndome daño en la cara.
Yo estaba boca abajo sin ver nada de lo que podría pasar, pero lo podía intuir. Sandro comenzó a bajar mis pantalones y me los quitó dejándome desnudo de cintura para abajo, entonces sentí un escupitajo en mi culo y algo frotándose entre mis nalgas.
Yo levanté la cara de su cama para suplicar que me dejara ir, pero en cuanto empecé a hablar sentí de nuevo su mano en mi cara, esta vez desde atrás, dándome de lleno en la oreja y dejándome algo mareado con un pitido preocupante.
En ese momento empezó a enterrar su pene en mi culo sin cuidado ninguno. Habría metido algo más de la cabeza, aunque yo sentí que me quedaba sin aire y que me iba a partir en dos, y sólo me salió un grito de dolor.
No podía creerlo, mi primera vez y era en contra de mi voluntad, siendo usado por el chico de mis sueños. Yo sólo lloraba y gritaba de dolor, a lo que él me agarró del pelo nuevamente y tiró fuerte de mi cabeza hacia atrás mientras terminaba de enterrar ese gran miembro en mi culo virgen.
Cuando logró meterme todo su pene, empezó a moverse sin ningún cuidado, causándome dolor mientras me follaba sin compasión, insultándome y pegándome a cada momento, sin soltar mi cabeza en ningún momento mientras escuchaba mis gritos y mis súplicas.
S: Esto es lo que tienes por maricón, es lo que querías, ¿Verdad? Ahora te aguantas.
Así estuvo varios minutos hasta que sacó su polla de mi culo. Podía sentir mi ano abierto, y el poco aire que llegaba hacia arder las heridas provocadas por su gran miembro. Sandro me levantó poniéndome en cuatro, y antes de poder hacer nada volvió a enterrar su polla hasta el fondo de golpe, haciéndome gritar de nuevo.
Mis gritos en este momento ya eran más apagados, casi como un llanto, ya que yo ya estaba cansado y sólo quería irme a mi casa.
Sandro me agarró de mis caderas y me empezó a follar sin compasión. Sacaba casi toda su polla para luego enterrarla de golpe, haciendo que sus huevos chocaran contra mí.
Lo peor de todo esto era que aunque yo no estaba disfrutando y sólo podía sentir dolor, no podía controlar mi cuerpo, y la erección que tuve tampoco. Sandro se dió cuenta de esto y soltó una pequeña risa.
S: Así que te gusta lo que te hago, ¿Eh, maricón? Estás todo empalmado, te gusta tener una polla metida hasta el estómago, putita de mierda.
Al decir esto empezó a moverse más rápido y más violentamente, haciéndome más daño, hasta que poco después sacó su polla y me empujó, dejándome tirado en la cama.
Yo estaba sin fuerzas, tirado en la cama de Sandro como un muñeco, inerte, sólo con mis lágrimas bajando por mi cara hasta mojar la sábana. Sentí varios chorros de semen cayendo sobre mi culo y después una risa, luego escuché cómo Sandro hacía algunas fotos.
S: Vístete y sal de mi puta casa, YA.
Rápidamente reaccioné y me levanté, vistiéndome lo más rápido posible y saliendo de allí casi corriendo, ignorando el dolor que sentía, que me tomaba desde el estómago hasta mis piernas, y mi cara algo amoratada.
Llegué a mi casa y me tomé una ducha, llorando, lavando mi cuerpo lentamente y comprobando los daños que el bruto de Sandro me había provocado. Falté unos días al instituto fingiendo estar enfermo del estómago.
El día que volví todo el mundo me miraba. Entre risas e insultos llegué a mi clase sólo para enterarme de que las fotos que tomó Sandro no eran ningún secreto, y que ya todo el mundo sabía que era gay, lo que les dió unos meses para pasarla bien a mi costa, haciéndome bullying hasta el punto en que tuve que cambiarme de instituto, pero no adelantemos acontecimientos, ya que mi historia no es enteramente triste.
Hola! Este es mi primer relato, espero que les guste y siento si fue un poco largo. Me gustaría que me dieran sus opiniones y sus consejos, quiero leer lo que piensen sobre el relato.
El relato, así como sus personajes, son totalmente inventados y no tienen relación alguna con personas reales.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!