Mi primera… y mejor experiencia sexual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo ayudaba a Kleber a colocar las láminas de traslúcidos del pequeño patio interior, en Tumbaco al medio día hace mucho calor y más en ese sitio, era la última y al terminar me desnudé para ducharme en una de las dos duchas que había, acostumbrado a los baños y vestidores de hombres me pareció natural, mientras me caía el agua pude ver que el se metía también en la otra. Kleber era un negro, joven, de unos 25 años, algo más pequeño que yo, pero más corpulento. Era el segundo de tres fines de semana que trabajaría en esa pequeña casa de campo.
Estaba quitándome los restos del champú de mi pelo, cuando sentí una cosa extraña y abrí los ojos, me quedé sorprendido al mirar que Kleber de cuclillas se había metido mi verga en la boca y que me la mamaba. No pude evitar que mi verga se empiece a endurar para terminar en una erección perfecta dentro de su glotona boca. Y mirar excitado y maravillado como aparecía cubierta y brillante de saliva y desaparecía dentro de su boca, sintiendo como su lengua hacía maravillas sobre mi glande, observándolo como la engullía completamente y en su cara las muestras del placer y la lujuria y a ratos ver sus ojos que me miraban con lascivia.
Realmente me estaba dando una mamada espectacular mejor que cualquier otra que alguna hembra me la había dado, era un consumado mama vergas, yo estaba que no podía más y a ratos le sujetaba la cabeza para cabalgarle en la boca, podía verlo super arrecho, jadeando y con su enorme verga bien parada que sobresalía entre sus piernas. A veces la sacaba para masturbarla mientras su lengua lamía mis escrotos, o me mamaba los huevos estremeciéndome del gusto. Un rato dado una pocas gotas de semen aparecieron sobre mi glande y el golosamente las lamió, ya no podía más, estaba al punto de deslecharme.
Entonces debe haber adivinado y excitación, dejó mi verga, se incorporó y cogiéndola con su mano me dijo: Ven a culearme. Yo solo seguí su cuerpo mirando su estupendo trasero amplio, de redondos glúteos, se detuvo frente a un montón de sacos de yute y entonces se colocó en cuatro, apoyando su pecho sobre los costales y con ambas manos se separó las nalgas enseñándome su negro hueco y me dijo: Méteme.
Yo, excitadísimo quería penetrarle y aunque no tenía condón quería meter mi verga en su culo; estaba nervioso, era mi primera vez, coloqué el glande de mi verga en su ojete y sentí como el comenzó a recular, entonces yo le empecé a penetrar, sintiendo riquísima la sensación de mi glande que se abría camino dilatando su estrecho esfínter, cálido y delicioso. Y de pronto el reculó de una, yo avancé y se la metí hasta la raíz. Que delicia era sentir mi verga en su interior, en ese rico culo y comencé a cabalgarle con ganas y fuerza, era lo más excitante mirar mi verga desparecer entre su negro culo.
Le cogí de las caderas para sodomizarle mejor, el se estremecía y gemía del gusto, y en eso sentí como sacudiéndose su culo comenzó a contraerse sobre mi verga y pude ver como se deslechaba del gusto, al mirar eso comencé a eyacular dentro de su cálido y húmedo culo, torrentes de semen salían de mi verga colmándole, hasta apoyarme rendido sobre su espalda. Nos quedamos así jadeando, luego le retiré mi verga de su culo y observé complacido lo dilatado que le dejé, el se quedó así y al poco rato pude ver como mi semen se escurría de su interior resbalando sobre su negra piel. Había sido el culeo más increíble que había tenido.
Entonces el se incorporó, se dio la vuelta, sonreía satisfecho, se arrodilló delante de mí y se metió la verga en la boca para mamarla un rato, lamerla y dejarla completamente limpia, luego se metió en la ducha para asearse. Yo entré a ducharme y el mientras se vestía me dijo: que rico me culeaste mi amor y sonriendo se marchó.
Yo me quedé pasmado de lo que acababa de suceder, había sido un culeo inmejorable y había gozado como nunca sodomizándole a Kleber. Además del placer me preocupaba que pasaría, el siguiente sábado deberíamos volver a vernos. Pasé la semana muy intranquilo, a ratos excitándome con la imagen de mi verga en el culo de Kleber y en otros momentos preocupado por ese placer, pues era definitivamente gay y debía aceptarlo.
Al siguiente sábado llegué sobre las nueve de la mañana, intranquilo miré como pasaban las horas y Kleber no venía, una parte de mí deseaba que entre para volver a tener ese sexo maravilloso y otra parte que mejor termine así. En la tarde, cayó un aguacero y la pequeña casita de campo se volvió fría. Esa noche me duché y encendí la chimenea y recostado sobre un amplio colchón me tomé un par de tragos tratando de no pensar en Kleber.
Sonó el timbre, me molestó, pensaba que algún vecino querría algo. Cuando oí la voz de Kleber me puse a cien, mi verga inmediatamente comenzó una erección, yo estaba solo con una salida de baño y estaba tratando de ocultar ese hecho cuando ya estaba dentro, sonreía lujuriosamente y luego de decir hola comenzó a desnudarse, mi verga completamente parada salía por entre la tela de la salida y miré maravillado como su enorme vergón negro comenzaba a parase solo mirándome, el se acercó y cogió mi verga y empezó un suave pajeo y luego acercó su pubis y contactó con su enorme paquete mi verga. Una corriente de excitación me recorrió al sentir la suya junto a la mía y el acariciando las dos, entonces me quité la salida de baño y lo abracé.
El levantando las vergas se pegó a mi cuerpo, que delicia fue sentir eso, las vergas duras, palpitantes, podía darme cuenta del tamaño y grueso de la vergota de Kleber, sentir el calor de su piel y sin darme cuenta pronto estaba con mis manos en su rico trasero, el abrazado a mis espalda, punteándonos las vergas y besándonos con lengua en besos húmedos, deliciosos, arrechantes. Luego nos separamos, el cogió mi verga y yo la suya, que delicia fue sentirla en mi mano, enorme, gruesa, con sus venas dilatadas, y recorrerla suavemente, y el cogiendo mi verga y yo la suya, mirándonos con ganas nos acercamos al colchón, y allí alumbrados por la chimenea dimos rienda suelta a nuestra pasión.
Recostados de lado nos comenzamos a besar, mamándonos las lenguas mientras nos masturbábamos con ganas las vergas duras como el acero. Después el se deslizó y comenzó a mamar mi verga llevándome a una arrechera bestial, en un momento el se montó sobre mí dejando a mi alcance su hermoso trasero, yo anhelante le abrí las nalgas para ver mejor la raja de su culo y su negro ojete, y entonces loco de deseo comencé a lamerle, a saborear su culo, a olerlo como animal en celo, pronto mamaba, besaba y lamía su ano, gozando y dándole gozo al estupendo negro que me llevaba al placer increíble chupándomela tan bien. Un momento que estábamos medio de lado, seguí con mi lengua a la parte inferior de sus testículos y de allí un solo paso me llevó a su generosa verga.
Si un momento más tarde comencé a lamer sus escrotos y a mamar sus huevos y después continué hacia su verga, loco de la excitación mayo, y por fin metiéndomela en la boca comencé a lactar esa vergota de burro, dándole a Kleber placer y excitación, que rico sabor tenía, que rico era mamar su verga, estaba más arrecho que puta en celo mamando esa verga.
Un momento dado retiré mi verga de la boca de Kleber para sentir todo el placer de mamar la suya, tan grande y gruesa, el gemía del gusto, jadeaba de deseo, y después de chuparla varios minutos sentí deseos de penetrarle, y esta vez le enculé de lado, al igual que la primera vez, sin condón, mientras le sodomizaba gimiendo del gusto masturbaba su enorme falo y besaba su boca deliciosa. Que rico era ese mete y saca por ese culo cálido, estrechito, riquísimo, fue tan rico este culeo que rápidamente me desleché en su interior, que bestial, que delicia, que lujuria.
Luego retirar mi verga para ver su dilatado ano y más tarde como fluía mi leche de su interior, no dejaba de masturbarle, y luego besos de agradecimiento por tan rico culeo, pero Kleber no había terminado, entonces una oleada de deseo me invadió, deseo de mamar su semen, de que eyacule en mi boca, y me recosté sobre unas almohadas medio sentado y le dije: Mi amor, quiero tu puto semen, el feliz se puso a horcajadas y me la dio a mamar, como gocé y cuando sentí que su vergota enorme se hincha dentro de mi boca fue el inicio de su abundante eyaculación, mi negro era muy lechero y me dio cantidades de semen que mamé y lacté con el mayor de los placeres, sintiendo que eso me enloquecía, no dejé ni una sola gota mamé toda la masculinidad de mi amor.
Esa noche dormidos juntos abrazados y varias veces a lo largo de la misma no podía evitar bajarme a mamar su culo, a mamar su verga y luego meterle por el culo y gozar tan a lo grande, y claro nos decíamos amor, y el amanecer nos vio enamorados, apasionados, el era mi amor yo el suyo, el era mi macho yo era su macho, que maravilla.
Si, ese fue el principio, ahora Kleber y yo somos amantes, llevamos 2 años de pareja y somos felices.
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