Mi primito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ErosLover.
Hola, amigos de sexosintabues. Quiero contarles algo que me acaba de pasar y me tiene un tanto confundido, porque aunque fue algo que no busqué intencionalmente creo que era algo que en el fondo deseaba.
Primero hablaré un poco sobre mí, cosa que no he hecho en los relatos que he escrito para esta página. Soy un chico de 23 años, alto, delgado y moreno; algunos dicen que soy guapo y otros que soy feo. Yo creo que soy ligeramente atractivo, sin llegar al prototipo de belleza occidental. Me considero escritor de relatos amateur, me encanta plasmar mis fantasías sobre el monitor y de paso compartirlas con otros, aunque solo en esta página he contado algunas historias sobre mi verdadera historia sexual.
Por otro lado, he de confesar que soy amante del shotacon yaoi y de los relatos que involucran niños menores de 12 años (razón por la que me uní a la comunidad de sexosintabues). No estoy seguro qué es lo que me llama la atención tanto de estas cosas, quizás sea esa idea de la inocencia de un niño que descubre el sexo por primera vez, para quien todas experiencias son nuevas. Siempre creí que cualquier cosa relacionada con un niño quedaría en el terreno de la fantasía para mí, aunque después de lo que me aconteció no estoy muy seguro. Los niños para mí son terreno vedado, pues vivo convencido que no se vale arruinarle la infancia a un niño solo porque tú estés caliente, pero ¿qué sucede cuando es el niño quien inicia y guía el encuentro sexual? ¿Qué sucede cuándo ese niño es tu propio primo?
Supongo que ha llegado la hora de que les hable de mi primito. Diremos que se llama Pepe. Pepe es un niño de 7 años, que curiosamente comparte el día de cumpleaños conmigo, por lo que nos llevamos exactamente 16 años de diferencia. Pepe es un niño delgado, de piel morena clara, un poco bajo para su edad, con unos labios rosados preciosos y sobre todo unos grandes ojos castaños muy expresivos. Su cabello es lacio y lo tiene cortado de príncipe valiente. Creo que es un niño muy lindo, aunque antes de lo que sucedió jamás lo había visto con atención.
Era un día como cualquier otro de visita en casa de mi abuelita. En la tele había una película que yo quería ver, y como en la sala andaba viendo un partido mi tío me fui al cuarto de mi tía para poder verla. Inmediatamente fui seguido por mis primos pequeños, Pepe y otra prima dos años menor que él que no tiene mayor relevancia en el relato, si acaso basta decir que se puso a jugar con su celular mientras Pepe y yo nos poníamos a ver la película.
Hasta ahí todo iba normal, pero en determinado momento Pepe se me sentó entre las piernas. Como dije, jamás había visto a mi primo de una forma erótica o morbosa, por lo que no lo tomé a mal. Sin embargo, Pepe parecía no acomodarse, y aún así no se quitaba de entre mis piernas. Es más, aunque tenía las piernas abiertas él hizo lo imposible (literalmente), para sentarse sobre mis piernas, abriendo sus piernas aún más que las mías para asegurarse de mantenerse arriba. Mi primito es muy inquieto, por lo que creí que realmente solo estaba buscando una posición para estar cómodo. Sin embargo, en un momento más las cosas cambiaron. Mi primo agarró mis manos para ponerlas sobre sus piernas, de manera que mis brazos medio rodearan su cuerpo.
Aquello comenzó a calentarme al pensar en todos los relatos o mangas que he leído en que todo empezó por una serie de caricias. Sin embargo, me obligué a mí mismo a relajarme. Era mi primito, que seguramente solo buscaba un poco de contacto físico sin tener nada que ver con lo sexual. Al menos eso fue lo que me dije, y para parar mi excitación decidí retirar mis manos más hacia atrás, de manera que él no se sintiera rechazado y yo no terminara excitándome.
No obstante, aquello tuvo justo el efecto contrario, pues mi primo volvió a tomar mis manos y en aquella ocasión no solo puso mis manos sobre mis piernas, sino que las puso justamente sobre su pene.
Aquello me dejó en shock. ¿Qué era lo que pretendía mi primo? ¿Estaba buscando realmente un acercamiento sexual? Mi excitación crecía como la espuma, y aunque en estos momentos creo que debí haberme separado con firmeza de aquella situación comprometedora, en el momento solo pensé en averiguar hasta donde quería llegar mi primo.
Con esa idea en mente, comencé a mover lentamente mis manos. Estaba convencido de que si mi primo mostraba cualquier señal de molestia lo dejaría y quitaría mis manos definitivamente del lugar, pero mi primo en ningún momento mostró molestia. Comencé a tocar sus genitales con leves golpecitos como si fuera un tambor, y al ver que él se quedaba quieto comencé a masajeárselos moviendo los dedos. Pude sentir como su pequeño pene se ponía duro y aquello me volvió loco.
Quería sentir más que eso. Mi pene estaba a punto de estallar, y sentía que lo único que podía calmar aquella fiebre era sentir sus nalguitas contra mis genitales. Con ese objetivo decidí jalarlo más hacía mí, aunque en medio de mi desesperación lo jalé apretando sus genitales. El soltó un gemido de dolor y contrajo sus piernas protegiendo sus genitales, y por un momento pensé que ahí terminaría todo, pues dudaba que él quisiera continuar si lo lastimaba de aquella manera apretando sus genitales. Liberé la prisión de mis manos sobre su pene esperando que él se moviera, pero en lugar de eso su expresión volvió a la normalidad y se quedó donde lo había puesto. Es más, fue más allá, porque me volteó a ver con una mirada inquisitiva que solo retiró en cuanto volví a acariciar sus genitales.
Sentirlo tan cerca de mí, con su culito contra mis genitales y su pequeño pene entre mis manos era como sentir el paraíso en la Tierra. Pegué mi cuerpo completamente contra él, y acerqué mi boca a su oído. Mi intención había sido preguntarle en voz baja si aquello le gustaba, pero no encontré las palabras para hacerlo. Sentía que cualquier cosa que dijera rompería el instante mágico que estábamos viviendo. Y fue aún más mágico porque en esa posición él reclinó su cabeza hacia la izquierda, descubriendo su cuello ante mi boca. Acerqué lentamente mis labios a su cuello, nuevamente dispuesto a retirarme si él mostraba cualquier señal de molestia, pero me dejó acercarme sin problema, por lo que comencé a besar suavemente su cuello.
Todo eso fue lo más fantástico que he sentido en mi vida. Sentía el orgasmo cerca, era como si ya estuviera en él aunque en realidad sabía que todavía no me venía. Solo lo interrumpió el hecho de que estúpidamente intentara nuevamente atraerlo más hacia mí y volviera a lastimarlo (me odio a mí mismo por eso), pero de todas formas cuando liberé la prisión excesiva él se quedó en el mismo lugar y me dejó manosearlo, besarlo y frotar mis genitales contra su traserito a gusto, sintiendo el mejor placer de mi vida. Solo de recordarlo el pene se me pone como un fierro.
Me hubiera gustado seguir así hasta terminar, aunque hubiera tenido que hacerlo dentro de mis propios calzoncillos y terminara manchándolos, pero no pude porque después de un rato nos llamaron y tuvimos que salir del cuarto para ver qué querían. Y cuando pudimos regresar, mi primita no volvió a jugar con su celular, por lo que yo no intenté volverlo a sentar sobre mí, ni él hizo el intento de volver a sentarse sobre de mí. Sin embargo, durante todo el día anduvo muy pegado a mí, pidiéndome jugar con él juegos de mesa y cosas así. No se me acercó de más nuevamente, pero en varias ocasiones me miró de manera profunda con una sonrisa muy pícara.
Por el momento estoy muy confundido. Una parte de mí desea que ojalá toda la situación se vuelva a repetir y quizás incluso más, otra me dice que no debería hacer aquello con un niño incluso si es él quien toma la iniciativa. Por otro lado, no puedo evitar preguntarme: ¿es ese el comportamiento que cabe esperar de un niño de ocho años? Yo a esa edad fantaseaba con meterme con chicos de mi edad, y aún así jamás lo hice, a excepción de un par de juegos con un primo solo tres años mayor que no fueron de manera directa.
¿O acaso el comportamiento de mi primo indica que alguien más, un adulto (quizás la pareja de mi tía, quien se separó del papá de Pepe, o incluso el propio padre de Pepe) o al menos un joven bastante mayor que él (sé que por donde vivía se llevaba bien con un chico de 14 años) se han aprovechado en alguna ocasión de él y le han enseñado las delicias del sexo? No lo sé. ¿Debería preocuparme de esa posibilidad y avisarle a mi tía sobre el comportamiento de mi primo? Tampoco lo sé. Lo único que sé, es que sí soy totalmente sincero, me encantaría que mi pequeño primo tomara una vez más la iniciativa la próxima vez que nos veamos y me regalara nuevamente un instante de placer sublime como el que me acaba de regalar el día de ayer.
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