Mi primo Daniel: Uno y Uno
El inicio de una serie de relatos basados mis inicios y desarrollo en el mundo del sexo .
Durante mi infancia, solía estar la mayor parte de mis días en casa de mi abuela después de salir de la escuela. La casa de la abuela era grande, se conformaba de un patio grande con decenas de macetas de barro; múltiples cuartos le rodeaban, de forma que, para llegar de una habitación a otra tenías que atravesar forzosamente el patio.
Las tardes se iban entre hacer tareas, ver caricaturas y jugar con mis otros primos que también se quedaban al salir de la escuela, solo que estos se quedaban menos tiempo que yo. Excepto Daniel, quien vivía ahí desde los 6 años, ya que sus padres se fueron a trabajar a estados unidos en busca de mejores oportunidades, pero murieron al intentar cruzar el rio bravo.
Daniel tenía en esos días 15 años; físicamente era delgado, alto, con bello creciéndole desigualmente por las partes visibles de su cuerpo, no era nada atractivo, en verdad para nada. El acné le había invadido el rostro, tenia los dientes disparejos y unas orejas muy grandes. Al pobre solo le salvaba su peculiar carisma, ya que tenia una labia para conseguir mujeres que ni en todos estos años e descubierto como lo conseguía. Claro que después de ciertos encuentros entre él y yo, descubrí que todo ese aspecto desagradable a la vista pasaba fácilmente de largo al ver su enorme pene de 18 centímetros.
Todo aquello no se con exactitud como empezó, realmente no recuerdo que detono nuestros encuentros, probablemente el un día simplemente me hizo algo y a mi me gusto, pues al tener seis años en esa época, mi memoria no tiene recuerdos lucidos. Sin embargo, existen recuerdos que aun puedo sentir como si pasaran en este mismo instante.
Relato. Uno y Uno
A la edad de ocho años cierto viernes, salí de la escuela un poco apresurado, tenia muchas ganas de llegar a casa de la abuela. Mis manos me picaban y mi estomago se retorcía, era la primera vez que sentía esa ansiedad por sentir el cuerpo de alguien más. Con seis años no entendía bien lo que con llevaba tener una relación sexual con un familiar, solo sabia que, por orden de Daniel, nunca y por nada del mundo debía decirle a alguien más lo que pasaba entre el y yo. Y así fue, pues yo realmente disfrutaba de lo que se sentía tener un pene en mi boca y el peculiar sabor del semen.
Hasta este día, nunca habíamos pasado mas haya de tener sexo oral, así que mi ansiedad se debía a que Daniel me dijo un día antes que haríamos algo mas divertido que me gustaría más. Llegue a la casa me encontré con mis primos y mis tíos, al parecer habían decidido hacer una comida familiar ese día, yo mas haya de molestarme, me alegre pues estaban todos mis primos. El deseo sexual desapareció por completo. La tarde se fue entre juegos y todos comenzaron a retirase al dar las nueve de la noche, mis padres habían venido por mí, pero les pedí que me dejaran quedarme a dormir, sin problemas aceptaron.
La casa quedo completamente sola a las once de la noche, mi abuela se había ido a dormir a las diez y Daniel estaba recogiendo la basura. En ese momento al verlo parado en el patio, mi estomago comenzó a revolverse, incluso mis manos frías y sudadas comenzaron a temblar, no de miedo, si no de un deseo imparable. Daniel no me volteaba a ver así que decidí acercarme a el como para ayudarle, pegando mi cuerpo al suyo en repetidas ocasiones, pero este me ignoraba.
-ayúdame a recoger la cocina-
-si- en la cocina comencé a tirar todo los desechables en una bolsa negra, Daniel se había quedado en el patio y yo realmente comenzaba a desanimarme, pues no entendía por que él no me acariciaba o me besaba.
-Creo que ya solo falta recoger aquí- indico al entrar a la cocina – ¿Te divertiste hoy?-
-sí, jugué mucho con Arturo-
– ¿A que jugaron? –
-A las treas, con los carros y a las escondidas-
-Vaya que te divertiste mucho, ¿aun tienes energía? –
Lo mire extrañado pues no entendía a que se refería
-Si- se rio – ¿Aun tienes energía para jugar conmigo? –
Conteste con un si pues ya sabia a que se refería y de un instante a otro esa sensación de deseo volvió, pero esta vez yo me sentía helado de todo el cuerpo y casi no podía controlar el temblor de mi cuerpo
-Bien, acaba de recoger aquí y vas a mi cuarto-
…
Entre a la habitación, sobre la cama desnudo de la cintura para abajo estaba el, con una enorme erección, me veía fijamente, en su rostro se plasmaba el poder que tenía sobre mi con una simple sonrisa burlona. No soporte mas estar tan lejos, me abalance a la cama, sujete su miembro con mis manos y sin decir más lo introduje en mi boca. Identifique un sabor salado, el sudor del día que se guardo en sus trusas y se transfirieron a su piel me deleitaba; intentaba meter su pene lo más que podría en mi boca, pero para una boca de ocho años un pene de 18 cm no es fácil de manejar. Subía y bajaba mi boca, mis movimientos eran torpes. Daniel gemía ligeramente. Con sus manos acariciaba con delicadeza mi cabeza, sujeto mi rostro y me elevo hasta su boca. Aquel beso fue distinto; hundió su lengua dentro de mi, yo no sabia que hacer, asi que solo respondi haciendo lo mismo. Sus manos comenzaron a desvestirme hasta dejarme completamente desnudo.
-Hoy quiero metértela-
-Pero siempre la metes en mi boca- le dije
-Hoy quiero meterla entre tus pompis-
Asustado conteste -Pero nunca hemos hecho eso, y ¿si me duele? –
-No te dolerá la prometo-
-No quiero, eso no me gusta-
– ¿Cómo sabes que no te gusta si nunca lo hemos hecho? –
-No, no quiero- me separé de el y me senté sobre la orilla de la cama
-Vamos, será divertido- me abrazo por la espalada. Comenzó a besarme en el cuello mientras que con una de sus manos jugaba con mi pene -Hagamos una cosa, me dejas metértela y después tu me la puedes meter a mi-
– ¿Enserio? –
-Si-
-Está bien, ¿Cómo lo hacemos? –
-Recuéstate sobre la cama- me indico, me separo las piernas -Comenzare, talvez duela un poco, pero recuerda nuestro trato-
Respire profundo, sus manos recorrían mis muslos en dirección a mis manos, el tacto se sentía caliente y me erizaba la piel, yo solo estaba recostado mirando a la pared de un lado, no hacía ningún movimiento, solo respiraba mientras me llenaba de sensaciones nuevas. Sus labios besaban mis pompis, podría sentir su respiración. Esos pequeños besos hacían que levantara mi cadera, ofreciéndole por completo aquella parte de mi
-Aquí voy- coloco sus rodillas a la altura de mis muslos presionando mis piernas, tomo su pene y escupió sobre este, no quería hacer ningún movimiento, era mi primera vez y no sabia realmente que hacer mas haya de quedarme quieto
-ok- suspiro, y comenzó a sobar su glande sobre mi ano, un escalofrío placentero recorrió todo mi cuerpo. Empujo. Mi reacción fue alejarme, pero sus piernas sujetándome no me lo permitían mucho -tranquilo- empujo de nuevo y el glande entro. Sentía como la textura suave se expandía dentro de mí.
-ha’!- reprimí mi gemido. Pequeños movimientos comenzaron a empujar mi cuerpo; una sensación de picazón se genero en la periferia de mi ano. Sentía como mi cuerpo se deslizaba lentamente sobre la cama para regresar al punto de salida y volver a deslizarme. Daniel exhalaba profundamente por la nariz, como animal en celo. De golpe empujo fuertemente su erección, el dolor se manifestó; mi cuerpo experimento el peor dolor que había tenido hasta ese momento; aumente mis movimientos para zafarme de ese agarre; Daniel empujo mis hombros hacia la cama y la metió toda.
-sácala por favor- suplicaba entre quejidos
-no, ya teníamos un trato- aplasto mi cuerpo con el suyo, yo solo me quede quieto soportando el dolor mientras el empujaba -oh’! si! Ves que rico se siente- exclamo en mi oído
No dije nada, la penetración continuaba, parecía que el tiempo se ralentizaba, poco a poco mi ano fue aceptando el volumen del pene de Daniel y comenzó a generar placer. Un placer aplastante. Daniel aumentaba el ritmo, yo seguía sin moverme, poco a poco las embestidas se volvían mas fuertes y profundas, mis gemidos se reprimían por no querer arruinar el momento. Un último quejido salió de su boca, acompañado de la metida de verga mas profunda de mi vida; su pene comenzó a hacer movimientos de contracción; Daniel respiraba agitado y yo solo me quedé ahí, acostado, el placer estaba en todo mi cuerpo, en ese momento entendí que me gustaba el contacto masculino.
Me levante y una sensación fresca recorrió mi muslo, era una gota de semen que salía de mi ano.
- ¿Estuvo bien verdad? – pregunto mientras se limpiaba la verga
- Me encanto- lo abracé y me dio un beso
- ¿Me la quieres meter? –
- No, estoy cansado, mejor nos levantamos temprano y me la vuelves a meter-
exelente sigue q es muy hot tu relato …. saludos desde argentina
Otro Argentino por acá, cuenta mas, como te compartió con algún amigo de el👍