Mi primo el futbolista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El vivía en el piso de arriba, mis papás le habían acondicionado un pequeño cuarto ya que el se vino del estado de Veracruz a estudiar contabilidad en el D.F., él ya contaba con 20 años y se había vuelto muy popular en la colonia por la forma en como jugaba. Toda su vida había vivido en el puerto, es por ello que su piel se tornaba en un color moreno, tirándole a negro, su cabello era un poco alborotado y cuando estaba en casa gustaba de usar camiseta, de apenas 1.65 mts. de estatura a todos les sorprendía su velocidad y la habilidad para burlarse a los contrincantes, como en ese pequeño cuerpo cabía tanto talento para ser el goleador del equipo, además su acento a más de dos les causaba risa. Yo, apena estaba saliendo de la adolescencia, para mí él era el modelo a seguir, siendo el único hombre(tenía tres hermanas) me agradó mucho la idea de que el primo se viniera a vivir por acá, así que no fue difícil la convivencia. Me gustaba mucho subir a su cuarto, lo había adornado con posters de equipos de futbol, algunas chicas semi desnudas, y un espacio para jugar videojuegos. Los sábados por la noche era casi un ritual ver los partidos, no importaba el equipo que jugara lo importante era comentar sobre las jugadas, sobre la tabla de posiciones y sobre los jugadores. Negro – chiquis ya vete a dormir que mañana hay que levantarse muy temprano para ir al fucho Chiquis – ya te dije que no me gusta que me digas así Negro – yo que culpa tengo así te dicen tus papás y hermanas Chiquis – si, lo sé, pero ya no estoy tan chiquito para que me sigan diciendo así Negro – pues eso díselo a los de allá abajo, por lo pronto ya vete a dormir que me voy a cambiar. Chiquis – esta bien, mañana nos vemos Negro – hasta mañana "chiquis" (alborotándome el cabello) En su cuarto había una pequeña ventana que permitía ver su cama, claro cuando no ponía la cortina, y ese era el momento en que yo aprovechaba para observarlo mientras se cambiaba para ponerse el short con el que dormía. Siempre iniciaba quitándose la camiseta, la tallaba en sus axilas y luego la olía para después aventarla al cesto de ropa sucia, luego continuaba con los tenis, se quitaba las calcetas limpiaba cada uno de sus dedos y hacía el mismo ritual olerlas antes de aventarlas al cesto, por último y la mejor parte, el pantalón, desabrochaba el botón y siempre lo veía de espaldas, sus trusas que usaba estaban pasadas de moda, ya se veía un poco viejitas y se trasparentaba su trasero, se ponía el short e inmediatamente volteaba a la ventanita, en ese momento yo ya me había agachado mientras sacaba mi mano del pants y me bajaba corriendo a mi cuarto. Muy temprano pasaba por mi, ni tiempo de bañarnos nos daba, el siempre bajaba en su pants, y chamarra deportiva, yo con lo que me alcanzara a poner. Negro – que tal dormiste chiquis Chiquis – mal, no pude dormir Negro – pues ya deja de andártela chaquetenado Chiquis – yo no hago eso Nehro – ni digas, todos a esa edad lo hacemos Chiquis – pues yo no Negro – a ver esas manos, ve pinche pelote que tienes Chiquis – no es cierto… Me gustaba mucho que me preguntara esas cosas obvio no le decía más de lo que el tenía que saber, pero si supiera que a veces por eso no dormía… Era muy chido llegar antes que todos al campo, yo era el único que veía como se cambiaba el negro, arremangaba el pants, se quitaba las calcetas que traía puestas y me iba pidiendo cada cosa de la matea, iniciaba con las vendas, luego se ponía unas calcetas largas, las espinilleras y luego otras calcetas, luego se quitaba el pants y me pedía el short, cuando hacía eso yo trataba de disimular para que no se diera cuenta que siempre le veía su paquete, su pene regularmente estaba flácido pero aún así se veía de buen tamaño, a veces se le veían manchas de chis o de semen, por último se ponía la playera y una banda en la cabeza para que detuviera sus cabellos alborotados. Ya después llegaban sus amigos, yo me daba mi taco de ojo era un bufet de olores y colores de calzones, unos rotos, otros flojos, unos más pegaditos y otros muy folclóricos. ¿Cuántos goles crees que meta el negro hoy?, me preguntó su amigo César Chiquis – No lo sé, pero al menos uno si anota César – Es bueno el canijo, a ti no te late jugar fut Chiquis – Si, pero dice que estoy muy chico y no me vayan a lastimar César – Eso sí, deberías de decirle que hable con el entrenador y que al menos te deje jugar los últimos minutos para que te vayas fogueando. Chiquis – Esos estaría bien César – Si quieres le digo a ver que pasa, al cabo hoy voy a ir a tu casa para hacer una tarea en la tarde Chiquis – Va me late César – órale, te dejo, ya va a empezar el partido César era más alto que mi primo y con mucho mejor cuerpo, unas muy buenas nalgas y usaba un suspensorio sobre el bóxer porque decía que eso le ayudaba a cuidar sus testículos por eso en la parte de atrás solo traía unas como ligas que le dejaban las nalgas de fuera. Ese día había hecho mucho calor, el partido estuvo muy fuerte, apenas pudieron empatar a un gol y claro el negro había anotado el gol de nuestro equipo, al finalizar no se quiso cambiar, así nos fuimos a la casa, sólo se despidió de César y acordaron que se iban a ver por la tarde en mi casa. Llegamos a casa y no había nadie, mis papás y hermanas se habían ido a casa de unos tíos y me dejaron un recado: "Come con tu primo, el almuerzo esta en la mesa, llegamos por la tarde, haz tu tarea y no veas tanta televisión" Terminamos de almorzar y mi primo me dijo: Negro – un volado para ver quien se baña primero Chiquis – no, tu siempre me haces trampa, déjame bañarme a mi, tu te tardas mucho Negro – un volado sino me meto primero Chiquis – esta bien Negro – jajaja perdiste, oye porfa, tráeme mi toalla El negro se metió a bañar, se tardo mucho, me puse a ver el partido de las 12, cuando salió, solamente venía enredado en la toalla, y así se subió a su cuarto, inmediatamente lo seguí y lo espíe por la ventana, cuando se quitó la toalla no por fin lo pude ver desnudo, tomo la creme y comenzó a ponerse en los brazos, tomo un poco más y al ponerse en la cara volteo, estaba bien peludo, y su pene lo veía enorme, posiblemente por la erección que tenia, yo también tenía una, por eso cuando se volteo aproveche para bajar al baño, me iba a masturbar cuando en eso vi toda su ropa tirada, me quede solamente en calzones, me senté en el piso y comencé a tomar cada una de sus prendas, comencé con las calcetas las comencé a oler e inmediatamente sentí como mi pene crecía, metí mi mano al calzón y me la comencé a acariciar, sentía muy rico oler y jalármela, hice lo mismo con el short para terminar con el calzón, el cual olía riquísimo, entre suavitel, sexo y sudor, cuando estaba por terminar. Negro – chiquis, pásame por favor mi ropa para lavarla de una vez Chiquis – (todo nervioso), Si, espera, es que estoy haciendo del baño Negro – ¿tanto tiempo?, desde hace rato que te bajaste, hasta pensé que ya te habías terminado de bañar Medio abrí la puerta y le pase sus cosas, me desnude totalmente y abrí la regadera, sentía como me caía el agua, acariciaba mi cuerpo mientras me la seguía jalando, cuando exploté lance un fuerte gemido, me salió mucho semen, más del que me había salido en mi corta vida chaquetera, deje que el agua me enjuagara y me termine de bañar, también me salí enredado en una toalla y me dirigí a mi recamara, el ya no estaba, se había subido a su cuarto… En mi cama, seguía imaginando la ropa de mi primo, que la olía y que la pasaba por mi cuerpo, me arrodille en la cama, comencé a masturbarme primero muy lento y en otros muy rápido, puse mi calzón en la cama delante de mi, de repente me agachaba y lo olía imaginando que era de él, cuando sentía que terminaba me acosté en el y deje todos mis mocos sobre el, lo esparcí por mi cuerpo y así me lo puse, me bañe en loción para disimular el olor, y nuevamente me puse a ver la tele. En la tarde llegó César, le abrí la puerta y lo llevé hasta la recámara del negro, se pasaron haciendo tarea toda la tarde, lo se porque de repente los espiaba por la ventanita, la última vez que me asome ellos platicaban: Negro – oye esa caída estuvo pocamadre César – si ando bien raspado en la entrepierna, me duele cuando rosa con el pants Negro – no mames, no te has puesto nada César – nel, ya se me quitará ni que fuera la primera vez Negro – no quieres ungüento, te va a ayudar, sino mañana no vas a poder caminar, a ver dime donde yo te lo pongo César – Es aquí entre la nalga y la pierna, pero me da pena Negro – Pena porque somos compas, bájate el pants César – pero no te vayas a burlar de mi calzón ya sabes porque lo uso Negro – si wey no hay pedo ¡no mames se ve bien culera! Queeeeee mi primo sobándole la pierna a César, jamás imagine algo así, ver a mi primo dando masaje, ver las nalgas de César, esta vez no traía bóxer abajo, inmediatamente se me volvió a alborotar la hormona, sin pensarlo ya tenía mi mano sujetando mi pene, imaginaba que yo era el que le daba el masaje, y fue tanta mi excitación que no tarde mucho en venirme, si querer testereé una planta y casi se cae, me baje en chinga, no se si ellos se dieron cuenta, pero bajaron hechos la mocha, me vieron en el sillón, yo fingía que dormía, sólo se rieron. Negro – No mames que estará soñando el chiquis, que ya ni tan chiquis ya viste César – A lo mejor con una morra de su escuela Negro – no ma, se ve que el chiquis va a calzar grande César – jajaja, voy por mis cosas ya me voy sino se va a hacer noche Negro – Voy por tus cosas Cuando subió el negro César se me acercó y me dijo al oído: No te hagas wey, si bien que te vi que nos estabas espiando, pero a ver cuando me das tú un masajito. Bajó mi primo, le dio sus cosas y se fue. Desde ese día me volví el masajista de César, el final feliz era oler sus calzones.
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