Mi primo hetero me inició en el sexo (Real)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me presentó de nuevo… Soy Dante, en el relato ‘’Cogiendo con un policía discreto’’ comenté que me inicié muy joven en el sexo, y también que me atrae lo complicado. En este relato verídico les contaré las raíces de esto, que desató todas las historias que surgieron después, y que probablemente seguirán sucediendo.
Tenía 11 años.
Solía viajar con mi madre a Acapulco, por las vacaciones de semana santa. Nos hospedábamos en casa de una tía, ella tiene 2 hijos, en ese entonces mi prima tenía 10 y mi primo estaba en la edad de la calentura, los maravillosos 15. Mi madre y mi tía (ambas solteras) solían dejarnos por la noche, para ir a disfrutar de todo lo que prometía un Acapulco en temporada vacacional.
Mi primo Jorge quedaba a cargo de mi prima y yo. No obstante, se quedaba afuera hasta tarde con sus amigos, y cuando entraba en la casa, nos encontraba dormidos. En esa privacidad, mi prima y yo, que por alguna razón, sea el calor, sea el inicio del apetito sexual que marcaría el principio de una adolescencia que no estaba tan lejana. Ocupábamos para encerrarnos en un cuarto y besarnos torpemente, frotar nuestros cuerpos el uno contra el otro imitando alguna escena que no habíamos visto jamás. Era como una especie de juego, que en realidad nos calentaba.
Una de esas noches mientras jugábamos, olvidamos cerrar la puerta y mientras mi prima besaba mi abdomen de niño de 11 años, mi primo Jorge observaba desde la puerta, con algún sentimiento extraño en la mirada, y con una mano sobre su verga.
Al observarlo, me sobresalté e hice a mi prima a un lado, él entro en la habitación pero no dijo absolutamente nada. Se limitó a mirar el televisor como si no hubiera visto nada. La verdad es que temía de verdad que nos delatara. Recuerdo que puso un canal de caricaturas, porque después de todo, aunque jugáramos a cosas de grandes, seguíamos siendo unos niños.
Después de un rato mi prima se quedó dormida, y mi primo Jorge, respetando la regla de nuestras madres ‘’Los niños no pueden dormir con las niñas’’ la llevó cargando hacía otra habitación. Cuando regresó me sonrió, y se quitó la playera, su torso desnudo no era una novedad para mí, el calor en esas fechas no te permitía llevar más de dos prendas delgadas sobre el cuerpo. Noté que tenía una especie de camino de vello que llevaba directo a su miembro. Jorge se quitó los pantalones, quedando en unos boxers apretaditos, él ya comenzaba a embarnecer, su piel morena brillaba con la luz del televisor. Yo seguía siendo un niño, llevaba un short pequeño, y alguna playera equis. Mi primo encendió el ventilador y después tomó el control para seguir la secuencia de canales, sin convencerse por ninguno, se detenía unos segundos en algún canal para adultos, en ese pequeño tiempo se escuchaba a una chica gemir, luego el volvía a cambiar de canal, no sin antes mirarme como queriendo pillar mi reacción. Le dio fácil tres vueltas a la programación, deteniéndose siempre en alguna escena cachonda, hasta que yo con un nudo en la garganta hablé…
—Déjale ahí. —Susurré
El me miró fijamente, luego dijo…
—No, luego vas a ir de pinche chismoso con mi tía.
—Cómo crees… A mí también me regañaría.
Me miró con precaución pero finalmente accedió. Seleccionó un canal donde se miraba la escena de una rubia tetota, mamándosela a un madurito peludo. La escena no duró mucho, el madurito cambio de posición y comenzó a lamerle el clítoris a la rubia. Eso duró más de 5 minutos y Jorge se impacientó.
—No chingues, ese wey ya se privó ahí. —Se quejó Jorge.
—Sí. —Dije un poco tímido.
— ¿Ya te la jalas Dante?
Negué con la cabeza, por alguna razón no podía casi hablar.
— ¿Viste como mamaba verga esa putita?
—Sí. —Respondí cortante
Su verga ya estaba que reventaba el bóxer, pedía a gritos que la liberaran… Ahora sé que Jorge me estaba insinuando
algo, y yo de verdad quería ver su verga, pero aún era muy inocente, así que él tomó la iniciativa…
— ¿Quieres jugar conmigo Dante? —Me preguntó guiñándome el ojo.
— ¿Jugar? ¿A qué? —Dije con la voz temblando.
—A lo que estabas jugando con mi hermana.
Me quede congelado un segundo.
— ¿Quieres que… te toque?
—Sí, quiero que toques esto…—Dijo mientras se bajaba al bóxer.
Su miembro era enorme, moreno y tenía unas bolas peludas. Su enorme cabeza ya estaba húmeda. Jorge tomó mis manos y las llevo a su verga.
— ¿Sabes masturbar Dante?
Asentí con la cabeza.
—Dale, hazme una chaqueta.
Tome su verga imponente con mi mano pequeña, y comencé a moverla de arriba abajo, lo hice tan rápido que una pequeña gota blanca comenzó a salir del orificio de su pene.
— ¿Viste como mamaba esa putita de la tv?
—Sí, eso creo…
—Quiero que hagas exactamente lo mismo con mi verga.
—Pero… eso blanco…—Dije señalando su pre-semen.
—Es lechita Dante, es lechita.
—Ya sé que es Semen… ¿Y si sabe feo?
—Te va a gustar, dale, chúpala
Comencé a juguetear con mi lengua en su verga, sentí lo salado de su pre, en mi boca… No sabía tan mal como esperaba. Chupe los testículos de Jorge como la Rubia lo había hecho en la tv, el gemía, me gustaba ver que estaba disfrutando…
—Chúpamela toda
Me la metí lo más que pude entre mis labios pequeños, pero era demasiado grande para mí. Imaginé que me estaba comiendo una paleta, no sabía cómo mamarla, solo improvisaba, pero parecía que estaba funcionando. Jorge gemía de placer.
—No mames, que rico Dante.
Me gustaba que disfrutara y me hablara, me calenté de verdad, tanto que comencé a besarle sus cuadros, su cuello, e intente llegar a su boca pero él se negó, y me bajó de nuevo a su verga. Esta vez sujeto mi cabeza y el guio mis movimientos a su antojo. Era tanta su convicción que sentía que me ahogaba con su verga en la boca. Cada vez el sabor a sal era más obvio, pero me encantaba, supongo que ahí comenzó mi adicción a la leche. El gemía pero mantenía los ojos cerrados, probablemente imaginando que yo era alguien más.
Jorge se calentó tanto que se levantó rápidamente y me puso en 4 patas. Escuché como le escupió a su mano y luego llenó de saliva mi ano virgen. Solté un pequeño grito, cuando intentó meter la cabeza de su verga por primera vez. Era doloroso, pero también era rico y no comprendía como eso era posible. Volvió a meterla, esta vez entró más adentro, solté un fuerte gemido, eso pareció calentar más a mi primo, porque la tercera vez la metió más duro, más profundo y las piernas se me doblaron al punto de que caí de pecho sobre el colchón.
Me ardía muchísimo.
Él se levantó por papel, y luego me limpió mi culito rozado, pensé que probablemente era por algún residuo fecal, pero no. Cuando mire el papel sobre la cama, vi todo ese carmín, sangre. Jorge me había rompido el culo. Me volvió a poner en la misma posición, continuó llenando mi ano de saliva, ya estaba dilatado, así que su verga entró con más facilidad, fue tan paciente con mi ano que logró su objetivo. Logró ese mete y saca que tanto deseaba, y con cada embestida mis lágrimas se evaporaron transformándose en puro placer.
— ¿Te gusta ser mi perrita Dante?
No entendía como ese enorme pedazo podía caber en mi pequeño ano. Jorge me embistió sin piedad, una y otra vez, de vez en cuando me soltaba una nalgada que lejos de dolerme me calentaba mucho más.
—Voy a correrme… Abre la boca. —Dijo mientras me sacaba su verga del culo, dejando ese vacío, dejándome hambriento. Con ganas de mucho más.
Mis labios recibieron toda esa leche caliente, su sabor me encantó, limpie los residuos de semen de su verga con mi lengua.
Me sonrió, mientras negaba con la cabeza como si no pudiera creerlo.
Después se volvió a poner su bóxer y se quedó profundamente dormido, mientras yo trata de asimilar lo que había sucedido. Mi primo me había desvirgado. Mi culo me ardía. Y lo más importante… Me había encantado.
Eso nunca volvió a suceder, pero años después… Yo ya tenía 18 años, era año nuevo, veníamos apretados en un auto, yo sentado en las piernas de mi primo, creí que todo volvería a comenzar. Con cada salto que daba el auto, sentía la verga erecta de Jorge en mi culo crecido, miraba su sonrisa ebria desde el espejo.
Pero al llegar a su casa, volvimos a estar en la misma cama donde me había desvirgado, ahora más grandes y experimentados. Dándome valor por el alcohol, baje su bóxer mientras él dormía, y pude ver de nuevo la verga que me inició, estaba también dormida, así ya no era tan grande como yo la recordaba. La toqué, no lo pude evitar… Él se despertó y se dio la vuelta.
El juego se había terminado. Después de todo, él tenía novia y jamás se mencionó que ocurrió aquello.
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