Mi Primo Jose el Burro
Mi primo Jose, de sobrenombre el burro, no le decían así porque era tonto, mas bien era por lo que se guardaba entre sus piernas..
¡Hola a todos¡ Este relato es como mi cuarto que escribo y aquí va mi historia de cuando tenía 6 años. José mi primo tenía 19 años, es blanco, pero no güero, tiene pelo café es muy guapo, no es velludo, pero si tiene sus buenos vellos en sus huevos y verga. Mi primo José, el burro de sobrenombre por el tamaño de verga que tiene, vive en Mexicali, B.C. Desde que yo mire a José por primera vez me pareció un hombre muy guapo. Tenía un cuerpo completamente desarrollado como cualquier otro muchacho de 22 o 24 años. Su verga debe de medir por lo menos unos 26 centímetros y es gorda. Yo soy Diego, en la actualidad tengo 57 años y mido 1.86, me cuido en mi físico y hago ejercicio a la misma vez que trato de comer saludable. Mi verga mide 18 centímetros.
Yo nunca había conocido a mi primo, pero un día de la nada enviaron a mi primo a Sinaloa, al pueblo donde yo nací y me crie. Lo mandaron con una tía porque José se andaba metiendo en toda clase de problemas acá en Mexicali y se lo mandaron a mi tía según para que lo metiera en cintura. Como solo venia por unos días y no con planes de quedarse a vivir en Sinaloa, así que no trabajaba y ayudaba en la casa de mi tía en lo que le pedían que hiciera. Muchas veces cuando salíamos de la escuela nos íbamos a cazar palomas o codornices con mis hermanos un poco más grandes que yo y José la mayoría de las veces iba con nosotros. Yo siempre miraba a José, especialmente su paquetote que portaba entre las piernas. Se le notaba muy bien en su pantalón porque le decían el burro.
El nunca intento tocarme o hacer algo conmigo que fuera del trato normal. Un día después de clases todos los demás alumnos dijeron que irían al arroyo a nadar y chirotear en el arroyo. A mí porque corta edad y porque no sabía nadar me tenían prohibido que me metiera al arroyo. Mis dos hermanos más grandes siempre cuidaban de que no intentara meterme al agua con el resto de los niños. Mi primo José también fue con nosotros ese día y todos los niños o la mayoría se metían a nadar completamente desnudos o encuerados, como decimos. José también se metió a nadar y era el único adulto que andaba en medio de todos los alumnos de tercero o cuarto de primaria. Era excitante ver a José nadar con el resto de los chicos en su trusa blanca y que quizá era el único que traía calzón puesto. Cuando se quitó la ropa cerca de donde yo estaba pude ver cómo le colgaba esa verga y huevos dentro de su trusa.
Yo era el único que estaba sentado a la orilla del arroyo viendo cómo se divertían todos los chicos, chiroteando y echándose clavados desde un paredón. El charco donde se bañaban era bastante hondo y la verdad que a mí me daba miedo meterme al agua, aunque mis hermanos me hubieran dejado meterme. Cuando menos pensé José se salió del agua y su trusa o calzón lo tenía pegado a la piel y se le podía ver la gran verga que tenía. Se acerco a mí y me dijo, porque no te metes a bañarte porque no se nadar, le conteste yo. Me dijo, yo te enseño a nadar y te puedo llevar en mi espalda para que no te ahogues. José le pregunto a mis hermanos si me dejaban que me metiera con él al agua y que él me iba a cuidar y que no iba a dejar que nada me pasara. Mis hermanos dijeron que sí, que si él me iba a cuidar que estaba bien. José me dijo que me quitara toda mi ropa como el resto de los chicos y yo le dije y tu porque no te la quitaste y solo me dijo, porque yo ya estoy grande. No le tome mucha importancia a lo que me dijo y tampoco tenía pena desnudarme delante de él porque todos los chicos, aun los más grandecitos estaban todos desnudos.
Una vez que me quite toda mi ropa y la puse junto con la de los demás, José se sentó en el suelo y me dijo que me abrazara a su espalda y que cruzara mis piernitas alrededor de su cintura y que me agarrara bien de sus hombros o alrededor de su cuello. Hice todo como el me lo pidió y se metió al agua conmigo en su espalda. Me sentía tan seguro de ir en la espalda de este hombre tan fuerte y bien formado. Cruzo el charco de lado a lado conmigo en su espalda y siempre me decía, no te sueltes por nada del mundo. Después de un rato de andar en su espalda por inercia empecé a relajar mis pies y los traía en medio de las piernas de José de tal modo que con mis pies le tocaba su verga y los huevos por encima de su calzón. Cuando menos pensé José ya no tenía su calzón y con mis pies le tocaba toda su verga, los huevos y los vellos púbicos. Yo no le dije o pregunté nada sobre su calzón, pero me encantaba que un muchacho tan guapo me estuviera brindando toda la atención para mí un niño de 6 años.
Todo el rato que estuvimos en el arroyo José salió del agua y ya no se aventó más clavados porque yo andaba en su ancha espalda. Un poco antes de que nos fuéramos a salir del agua e irnos a casa mi primo me trajo a la orilla del agua, pero él no salió del agua porque estaba desnudo y estoy seguro de que no quería que lo vieran desnudo los chicos y menos que le vieran parada la tamaña verga que se cargaba. Me dijo que caminara de allí para donde estaba la ropa y me cambiara porque ya pronto nos íbamos a casa. Así lo hice me quedé un rato en el sol para secarme y ponerme la ropa. Mi primo siguió unos minutos nadando y jugando con los demás chicos, pero ahora sé que era para que se le bajara la verga y poderse poner su calzón de nuevo y que los demás no lo vieran completamente desnudo.
Llego la noche y después de que cenamos en mi casa me dijo si quería ir con él para con mi tía, que no vivía muy lejos de con nosotros. Pedí permiso a mis papas para ir con mi primo para con mi tía y me dijeron que sí, pero siempre y cuando el me trajera de regreso y él dijo que no se preocuparan que el mismo me traería de regreso. Yo me sentía como importante de que mi primo de 19 años quisiera que lo acompañara para con mi tía. Entre la casa nuestra y la casa de mi tía había algunos lotes baldíos y algunos de ellos estaban sembrados de maíz o los vecinos sembraban sus huertos. Al pasar por uno de ellos como ya estaba un poco o bastante obscuro me dijo que lo acompañara hacia dentro de la siembra de maíz porque quería orinar. Hasta allí todo me pareció normal y nada parecía del otro mundo. Una vez que nos adentramos a la siembra se sacó la verga para orinar y me dijo sino tenía ganas de orinar yo también y le dije que aprovecharía yo también. Una vez que termino de orinar me dijo si me había asustado de que se le hubiera parado la verga y que la tuviera dura cuando nos andábamos bañando y le dije que no, que me había gustado tocarle con mis pies todo allí entre sus piernas y me dijo si quería hacer que se le parara de nuevo. Le dije que sí, pero porque la tenía tan grandota y gorda y me dijo que a mucho de los hombres cuando crecen así les crece la verga.
Mi primo se desabrocho el cinturón y el pantalón por completo y se lo bajo hasta las rodillas y ahora si podía medio ver completamente esa verga de burro que se cargaba en medio de las piernas. Me dijo que la tomara con mis manos ya que solo se la había tocado con mis pies. Me acerque y le agarre la verga que le pesaba no se cuánto y esa verga se empecé a poner dura y a crecer de tal modo que me parecía como si fuera un ser por sí misma. Luego de que ya la tenía bien parada, me dijo que se la mamara y le dije que no sabía hacer eso y que además no había manera de que me pudiera caber en la boca y me dijo no te la tienes que meter toda, solo lo que puedas y la chupas como una paleta o un dulce en tu boca. No solamente tenía la verga bien grande pero la cabeza era enorme. Intenté de una manera y de otra meterme, aunque fuera la cabeza y no pude. Me dijo que al menos le lamiera la cabeza y los huevos. Me metí entre sus piernas y me puse de rodillas y le empecé a besar y lamer los huevos desde abajo. Mi primo jadeaba mucho y me decía toda clase palabras, como así lámeme los huevos y comételos. Yo le lamia con mi lengua todos los vellos en sus huevos y el tronco de su verga. Después de un rato me dijo que me iba a quitar mi ropa y que él también se la iba a quitar para que estuviéramos más a gusto. Yo solo hacia lo que él me decía y no miraba nada mal todo que el hacia conmigo.
Una vez que estábamos completamente desnudos me parecía increíble tener el cuerpo de mi primo para mí solo en ese momento. Me agarro en sus brazos y esa verga de burro me rozaba mi culito mientras él me tenía en sus brazos besándome y lamiéndome las orejas y diciéndome que me iba hacer suyo y que él me iba a tener como alguien especial. Me detenía en sus brazos con uno de sus fuertes brazos y con la otra mano me ponía la cabeza de su verga en mi pequeño culito. Me hacía presión hacia abajo para que me entrara la verga, pero no había manera que esa cabezota pudiera penetrar mi culito. Lo intento así por un buen rato, luego me bajo de los brazos y me puso de perrito y él se puso de rodillas detrás de mí y yo sentía como se me resbalaba esa verga de burro en la entrada de mi culo, pero no había manera de que me la pudiera meter. Después de tantos intentos fallidos se acostó boca arriba y me dijo que me sentara en su verga mientras él se ponía mucha saliva en la cabeza de la verga. Yo intente muchas veces de sentarme y hacerle presión a mi culito para que dejara entrar a mi primo y nada mas no pudimos. Me dijo mi primo, no es posible que por tener esta verga tan grande no pueda romperte ese culito que me gusta mucho. José se puso de pie y me dijo que le lamiera la cabeza otra vez y así lo hice. Mientras yo le lamia la cabeza de la verga, él se empezó a masturbar y me dijo que cuando el me dijera que pusiera de perrito otra vez y que lo íbamos a intentar de nuevo por última vez. Después de lamerle o chuparle la cabeza y los huevos me dijo, ya ponte en cuatro y así lo hice. Él se dejó caer de rodillas detrás de mí y me agarro de las caderas y me jalo mis nalguitas hacia la punta de su verga y solo pudo poner la puntita de su verga y sentí como unos chorros calientes me estaban entrando en mi culito y llenando mi culito de un líquido resbaloso. Intento con su propio semen de usarlo de lubricante y nada mas no se pudo.
Después de que termino sus fallidos intentos me dijo que nos pusiéramos la ropa porque a la mejor nos iban a andar buscando. Mientras nos estábamos poniendo la ropa le pregunte que, porque le decían el burro y me dijo, pues, no es por pendejo. Luego me dijo, estas muy chico quizá para entender esto, pero es por mi tamaño de verga que uno de mis amigos allá en Mexicali me empezó a decir burro y así se me quedo, pero muchos piensan que es porque ya no quise estudiar y me salí de la escuela. Nos pusimos la ropa y nos fuimos para con mi tía y después de unos diez minutos le dijo a mi tía que ya me tenía que ir a llevar de regreso a casa y que luego venia de regreso, pero esa es otra historia. Espero la hayan disfrutado.
Cuenta la segunda parte por favor
La segunda parte la escribiré uno de estos días.
Rikisimo
Que bueno que te gusto y ojalá que también te guste la segunda parte.