Mi primo y mi hermano, el niño y el adulto.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Felibi.
Hola buen día para todos. Después de leer algunos de sus relatos me he animado a escribir el mío para contarle mis experiencias, la verdad no me considero bueno escribiendo, pero trataré de describir lo que me sucedió lo mejor posible y por favor les pido que me cuenten que les parece.
También me gustaría aclarar que lo que voy a contarles ahora incluye sexo con menores de edad. Por favor, si ese tema le resulta ofensivo no continúe la lectura y le pido respeto para mí y para el resto de los lectores.
Bien, ahora sí, de lleno al relato. Mi nombre es Felipe, yo nací en los Estados Unidos pero vivo en México y aquí he vivido toda mi vida, les explico, es una de las cosas más comunes cuando se habita en la frontera. Las ciudades suelen crecer como una sola y lo único que las divide es una garita de revisión por lo que esta situación es bastante común. Tan común que en mi familia mis 2 hermanos también nacieron allá e incluso algunos primos y conocidos. Actualmente tengo 23 años, pero esto sucedió cuando tenía 18.
La convivencia me hizo muy cercano a uno de mis primos, Gustavo, él es hijo de la única hermana de mi madre y eso nos hizo crecer juntos prácticamente como hermanos, ambos somos de la misma edad con unos días de diferencia, 3 días para ser exactos. Al estudiar los dos en el lado americano cruzábamos la frontera juntos diario y eso nos fue acercando mucho desde que íbamos en la secundaria Ambos teníamos mucho éxito con las chicas, no por ser extremadamente guapos, pero tampoco estamos feos y como nos gusta hacer ejercicio, pues a las chicas les gusta y aunque nos veíamos todos los días de la semana, los fines de semana nos gustaba salir juntos a pasear, al cine o a lo que fuera, claro siempre con más amigos o con nuestros ligues e incluso con nuestras novias cuando algo se hacía más serio, prácticamente el único tiempo que no pasábamos juntos era cuando nos gustaba perdernos a solas con las chicas para hacer lo que todos los adolescentes hacen sin decirle a sus padres. Yo perdí mi virginidad a los 15 con una chica del colegio y Gustavo a los 16 con la que en ese entonces era su novia.
A pesar de todo lo que teníamos en común, había algo en lo que éramos polos opuestos: a él no le costaba nada de trabajo levantarse temprano, era madrugador por naturaleza, yo siempre he luchado bastante con las sabanas para que me dejen salir de la cama. Los fines de semana que llegaba a pasar en mi casa (en los que compartíamos cama) siempre despertaba solo y él ya andaba jugando con mis hermanos o incluso desayunando, cosas así, siempre fue así.
Cuando cumplimos 18 ambos estábamos solteros y nos gustaba visitar bares los fines de semana, y claro, ponernos las primeras borracheras legales tanto viernes como sábado. Yo no sé cómo le hacía Tavo para estar despierto los sábados y domingos tan temprano. Sin importar la hora a la que hubiésemos regresado de la parranda, a las 7 de la mañana él ya estaba de pie. Para las 11 que yo venía reaccionando él ya le había dado de desayunar a mis hermanos (que en ese entonces tenían 11 y 9) ya que mis padres se iban siempre, siempre, siempre los domingos temprano a la iglesia y de ahí a visitar a mi abuela, donde pasaban todo el día y regresaban hasta la tarde. Claro que a esas visitas antes nos llevaban a mis hermanos y a mí, y cuando deje de querer ir me dejaron a cuidar a mis hermanos, quienes se aburrían tanto como yo pero nunca lo habían dicho.
Y fue uno de esos domingos que estábamos en casa que todo cambió para siempre.
Me desperté como a eso de las 8 y Gustavo ya no estaba en el cuarto, fui al baño y después a tomar agua ya que tenía una sed enorme (si, estaba de resaca) y no lo veía por ningún lado. Justo cuando iba por el segundo vaso de agua escuché algo que me puso totalmente alerta: un gemido de placer, fue un rápido, espontaneo e inconfundible gemido de alguien que está sintiendo un placer enorme y no lo puede contener. Empecé a caminar despacio hacia la dirección de donde había venido: los cuartos de mis hermanos.
Mi primera idea fue que Tavo de alguna manera estaba abusando de mi hermana Jimena que tenía 11 años en ese entonces y abrí la puerta de su recamara solo para encontrarla a ella sola dormida plácidamente en su cama, entonces me tranquilicé y pensé que me lo había imaginado todo, cuando de pronto escuche otro gemido que ahora, clara y audiblemente había salido del cuarto de Abel, mi hermano de 9. Pero esta vez además del gemido escuche un claro “shhh calladito”. Esa voz si era inconfundible, era la voz de Tavo pidiéndole a Abel que guardara silencio. ¿Qué estaban haciendo?¿Que estaba pasando ahí dentro? pensé que Tavo le estaba enseñando pornografía a Abel, pensé que juntos veían una porno, pensé muchas cosas pero no tuve el valor de abrir la puerta, en lugar de eso me fui a la cochera cerrada de la casa. La única ventana que tenía el cuarto de Abel daba a esa cochera y pensé que algo podría ver por ahí, y lo vi.
Aun llevo fija en mi mente la imagen de lo que me encontré esa mañana entre las persianas de la venta del cuarto de mi hermano.
Ahí estaba mi hermano Abel, de 9 años, completamente desnudo, acostado boca abajo con una almohada levantando su culito, su cara girada hacia la ventana contraída en una expresión de total y absoluto placer, sus manos apretando las sabanas mientras Tavo le daba una sesión de sexo oral entre sus nalguitas, esas nalguitas que yo nunca había visto con detenimiento, mucho menos con lujuria. Eran redonditas, paraditas, blancas como el resto de su piel. Tavo las apretaba con firmeza mientras su lengua y sus labios se movían en una especie de beso negro que llenaba de placer a Abel que de vez en cuando se estremecía y reprimía un gemido, o a veces lo dejaba salir, haciendo que Tavo interrumpiera lo que hacía para pedirle que guardara silencio.
Tuve la necesidad de entrar a separar a ese depredador del culito de mi hermano, pero no podía entrar así como estaba, en bóxer y con una erección descomunal. Cuando menos pensé, ya estaba yo frotando mi erección placenteramente mientras los veía a ellos gozar adentro. Tavo de vez en cuando soltaba una de las nalgas de Abel para frotarse su entrepierna que yacía atrapada entre su cuerpo y el borde de la cama, el resto del tiempo frotaba su erección contra el colchón para seguir acariciando las nalguitas de mi hermano.
Después de un rato de estarle comiendo el culito a mi hermano decidió terminar. Se puso de pie y se sacó el bóxer, que era lo único que llevaba, liberando así su erección y se subió a la cama de nuevo junto con mi hermano y el espectáculo fue lo más erótico que había visto en mi vida.
Ver a Tavo, con sus 18 años y cuerpo definido, con sus brazos musculosos y sus piernas firmes cubiertas de un ligero vello negro subir su cuerpo encima del de Abel que era todo lo contrario, el cuerpo de un niño, con sus nalgas paraditas y sus piernas grandes, fue algo realmente morboso, y mientras Tavo acomodaba sus 17 cm erectos entre las nalgas de Abel pensé que se lo iba a coger, pero no, no lo penetro, solo se subió y froto su erección entre las nalgas de mi hermano hasta que se corrió y casi después de él me corrí yo que me estaba masturbando frenéticamente. Él se dejó caer sobre Abel y yo me fui a mi cuarto avergonzado pensando en lo que acababa de ver y el placer que me había dado. Me acosté y me volví a quedar dormido.
Cuando desperté me vestí y Salí a la cocina donde estaban Jimena, Tavo y Abel desayunando hot cakes que Tavo había hecho y me senté a desayunar con ellos como si nada hubiera pasado.
Ese día era domingo, ese día Tavo regresaría a su casa y yo tendría toda la semana para aclarar las cosas con Abel. Claro, para aclararlas.
Espero que les haya gustado mi relato, espero sus comentarios para subir la siguiente parte.
como sigue por favor