Mi primo y yo 4: Sobrepasando limites
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Estuve todo el siguiente día con un cargo de conciencia terrible. Pero claro, justo en ese momento se me ocurre pensar con juicio en vez de haberlo pensado antes. Aunque lo que más me molestaba era que había disfrutado como nunca ese evento. ¡Por Jebús! Malditamente había sido genial sentir esa novena maravilla de verga en mi trasero. Me causó un morbo tremendo la situación y me calentó mucho José con esa actitud de poderío.
Lo malo de esto (aparte del dolor de culo) fue que Daniel se volvió súper frio y cortante conmigo. Lo peor era que yo no tenía la culpa, pues fue José el que dijo todo eso. El lunes en la tarde fui a su casa y quise hablarle pero me echó de un zapatazo. Le intente hacer ver que no tenía que enfadarse conmigo pero era como hablar con una muralla.
Durante la semana no pude hablar con él porque me evitaba. Y bueno, yo no le ruego a nadie así que lo dejé tranquilo. Pasaron los días y el viernes en la noche me llegó un mensaje a Facebook: era de José. Pensé que se trataba de otra cita para el domingo, pero mi corazón se apresuró cuando comprendí que se trataba de otra cosa. Algo peor. Resulta que mi primo, en su ataque de celos, había amenazado a José diciendo que contaría todo. Y como comprenderán, José era el que más tenía que perder por lo que su enojo fue épico. Yo lógicamente igual me asuste y le mande un mensaje preguntándole sobre qué podíamos hacer. Al rato me llego uno de respuesta diciendo que lo que necesitábamos era que dejara de sentir celos y que el domingo hiciéramos algo para que Daniel recibiera toda la atención.
El plan de José era bien basura, pero conociendo a Daniel, sabíamos que caería rápido. José le mandaría un mensaje el día sábado en la mañana, citándolo para el Domingo y diciéndole que sería un día solo para él en forma de gratitud y bla bla bla. Yo quedé conforme y le prendí una vela a cuanto santo conocía, porque de ese día dependía nuestro secreto. El sábado en la tarde, “milagrosamente” Daniel se comportó un poco más normal, aunque se daba aires de grandeza debido a que el domingo sería un día solo para él. Yo solo sonreía y le decía que se lo merecía. En realidad solo le seguía el juego e intentaba no contradecirlo.
En la noche nos pusimos de acuerdo para juntarnos a la 1:30pm. Después de eso me dormí y tuve una pesadilla horrible porque cuando me desperté estaba muy asustado. Mi conciencia seguramente me quería decir algo. ¡Estúpida conciencia que no nos deja pecar tranquilos! Pero bueno. En la mañana me comí un desayuno precario pues estaba nervioso por lo del plan. Pero antes me duché y lavé a conciencia por si las dudas. Mi anito estaba cerradito como si nada hubiese pasado y ahí comprobé que no se me saldrían los órganos ni nada como había temido antes. También me di cuenta que la pequeña mata de pelos que tenía en la base de mi pene, estaba cada vez más espesa y me hacía ver esa parte más masculina.
A la 1:25pm pasé por Daniel y nos fuimos rumbo a la casa de su cuñado. Al parecer había fiesta en la casa de adelante porque había mucha gente y música. Pasamos más tiritones que una gelatina en carreta y saludamos tímidamente a quienes se nos cruzaban. Aun sentíamos que todo el mundo nos miraba, aunque no era así. Llegamos a la puerta de la casa de José y antes de golpear la puerta se abrió. Nos recibió José y nos invitó a pasar. Pero apenas entramos tomó a Daniel del cabello y lo arrojó al piso con violencia, luego trabó la puerta y se quedó allí parado.
-Así que me querías delatar ¿eh?- preguntó furiosamente y descargo una patada en la pierna de mi primo.
-¡No lo patees!- intervine. A pesar de todos es mi primo y no iba a dejar que lo golpearan.
-Tú cállate. ¿O quieres una paliza también?
-Esas no son maneras de resolver nada.- dije con miedo.
-Así le quedará en claro quién manda.
Y comenzó una lluvia de manotazos (por suerte no fueron patadas) contra mi primo. El ruido de la música apagaba el sonido de los golpes y de los gritos. Empujé a José pero él me tomó del cuello y me arrojó contra el sillón. Daniel estaba en el suelo con la cara cubierta de lágrimas.
-Perdón, perdón… ¡ay!- decía.- No lo iba a hacer de verdad.
-Me importa una verga si era de verdad o mentira, pero una basura como tú a mí no me amenaza.
Tomó a Daniel y lo llevó hasta el dormitorio. Luego con un grito autoritariamente poco tierno, me llamó. Bruscamente desnudó a Daniel (eso sí, sin romper nada para que nadie se diera cuenta) y luego a mí. Yo estaba muy asustado pero no rompería en lágrimas (odio que me vean llorar). Entendí luego, que esta vez no sería muy delicada ni placentera (por lo menos para nosotros) esta sesión de sexo.
José solo sacó su imponente verga por la abertura del jeans y comenzó a manoseársela. A pesar de todo el momento, sentí una excitación tremenda al ver su verga así. Se veía deliciosa y él se veía muy rudo y macho. El glande pronto se llenó de sangre y su color rojo brillante me invitaba a mamarlo. Pero me daba miedo hacer cualquier movimiento por el miedo a que me golpeara.
-Te usaré a ti primero.- dijo a Daniel.- Y cuando me falte poco para llegar al orgasmo usaré a Alonso para que su rico y estrecho culo termine el trabajo y me exprima toda la verga.
-Pe…pe…pero.- Habló Daniel.
-Pe… pe… ¡Nada!- Dijo José con burla.- Y olvídate de mimos.
Lo giró violentamente y levanto su culo dejándolo a su servicio. Sin más y con solo la lubricación propia de su verga, abrió las nalgas y comenzó a introducir su mástil en el ya no tan pequeño ano de mi primo. Mi pecho se contrajo al ver la cara de pánico de Daniel. Cuando entró el glande con sadismo, Daniel abrió los ojos y la boca en un grito sordo y comenzó a mover las piernas con horror. José sin medir su fuerza, le dio un feroz golpe en la cabeza por el lado de la oreja y lo dejó un poco aturdido.
-No olvides que esto lo hago por tu atrevimiento.
Pero Daniel no respondía. Sus ojos estaban perdidos en la pared y solo caían lágrimas de dolor. Avancé un paso y la mirada desafiante de José me congeló.
-Solo… solo lo quiero abrazar.- dije reuniendo valor.
-Si intentas algo, te va a ir muy mal.- tragué en seco pero seguí caminando.
Lo abracé y besé su frente. Le susurré que tuviera fuerzas y que pronto acabaría todo. Sus manos apretaron con fuerza las mías y un grito de dolor avisó que José había tocado fondo. Otra vez faltaban un par de centímetros para que estuviera toda la verga enterrada. Pero José no permitió eso y empujo salvajemente introduciendo a la fuerza el resto. Me vi obligado a ahogar el grito de mi primo y en ese momento algo en mi interior se quebró.
José comenzó el vaivén sin esperar que se acostumbrara. La mirada de Daniel estaba un poco perdida, pero después de un rato se acostumbró al invasor. Luego acostó su cabeza y sin mover un músculo, dejó que José terminara su trabajo. Yo por mi parte saqué la crema que estaba sobre el mueble con el objetivo de preparar mi culito. José me miro desafiante, pero tenía la excusa perfecta.
-Ni te atrevas.- dijo.
-Nos conviene a ambos.- le dije.
-¿Por qué lo dices?- preguntó mientras penetraba y nalgueaba a mi primo.
-Porque así a mí no me dolerá tanto y también porque podrá deslizar mejor tu pene dentro de mí y más rápido para que alcances a correrte dentro.
-Buen punto…. Está bien.- dijo no muy convencido.
Aproveché para hacerlo rápido antes de que se arrepintiera. Así que unté un poco de crema en mi dedo medio y lentamente comencé a meterlo. Mi ano estaba apretadito pero ignoré las molestias porque estaba en contra del reloj. El primer dedo llegó a fondo y rápidamente lo saqué para ir con el segundo. Tomando aire hice fuerza y comencé a introducirlos, mi interior se sentía caliente y húmedo, incluso me dieron ganas de penetrarme a mí mismo. Cuando hicieron tope, fui por un tercero. El dolor se hizo un poco más agudo pero era mejor ese que el que sintió Daniel.
Vi que José estaba acelerando y supe que pronto sería mi turno. Me mentalicé y comencé a jugar con dos dedos dentro de mí. Si bien no era el momento ideal, dependía de mi hacerlo excitante, de lo contrario sería peor para mi persona. Por lo que comencé a juguetear conmigo mismo y mi verga se endureció. Evitaba mirar a Daniel para que no se me viniera el mundo encima.
A los segundos escuché un sonido de extraño, como de succión o de vacío, y supe que José había sacado la verga del culo de mi primo (al fin descansaría el pobre). Me aterré al ver la gran verga de José cubierta de fluidos y sangre (debido a que le había enterrado la verga a mi primo mucho más de lo permitido). Respiré y sentí cuando su mano se posó en mi nalga derecha, abriendo y dejando expuesto mi ano, mientras que con la izquierda se masturbaba lentamente y apuntaba a mi entrada.
-Listo o no. Allá voy.
Rápidamente encontró mi ano y debido a la lubricación que tenía, sumado a la que tenía su pene, hizo fácil el comienzo. La misma sensación que tuve la primera vez, la tuve ahora pero en cámara rápida porque esta vez José no se tomó tiempos y solo encajó su verga dentro de mí. Arrugué mi frente en el momento que su verga iba a la mitad y me obligué a responder bien para que no me fuera mal.
Mi culo me dolía a horrores y mi ano estaba súper estirado. Pero gracias a Dios había tenido una lubricación y dilatación previa, no como Daniel. Él ahora estaba descansando en la misma posición y solo veía su entrecortada respiración. Me sentía muy mal por él, pero por lo menos ya estaba descansando. Mientras tanto mi culo era invadido por una gorda verga que hurgaba en lo recóndito de mi cuerpo.
Al principio no disfruté nada, pero luego de unas cuantas metidas, comencé a sentir más rico. José sacaba su herramienta completamente, solo hasta dejar su glande dentro, el cual yo aprovechaba de apretar con los músculos de mi ano, pues sabía que eso le encantaba. Como ya estaba por correrse cuando lo hacía con Daniel, solo bastaron unos pocos minutos para que conmigo tuviera su orgasmo y pronto me di cuenta que ya estaba llegando. El ruido del golpeteo de mis nalgas contra su pelvis comenzó a elevarse y al instante siguiente él estaba jadeando y gruñendo de placer mientras que por cada estocada dejaba un chorro de su semen en mi interior.
Mientras gritaba y gemía, él me depositaba unas fuertes nalgadas que pronto comenzaron a arderme. Al terminar su cuerpo cayó sobre mí empezó a depositarme besos y carisias en mi cuello y nuca. Todavía me penetraba pues su pene estaba en mi interior y aun no perdía del todo su dureza. Y el hecho de que semejante hombre me acariciara y besara el cuello, después de haberse corrido dentro de mí y aun penetrándome lentamente, hizo que todo mi cuerpo principiara a convulsionarse en un inminente orgasmo.
Mi culo se contrajo salvajemente, apretando tan fuerte que el pene (ya más flácido) de José, saliera de mi interior. Mi corazón fracturaba mis costillas y mi diafragma se movía más rápido de lo normal. Mi verga que apenas estaba a media erección, comenzó a derramar largos y espesos chorros de blanco semen, mientras que gemidos hiperpornograficos salieron de mi garganta. (Eso le gustaba a José, decía que mis gemidos le calaban en lo profundo, excitándolo al máximo).
Quedé exhausto y José sobre mí también. Después de unos minutos se salió sobre mí y se situó detrás de mí, luego me abrazó y quedamos en posición “cucharita”. Sin querer me quedé dormido con el calor de su cuerpo junto al mío. Al rato sentí que se levantaba y me desperté. Vi el reloj y me percaté de que habíamos dormido cerca de 1 hora.
José se dirigió hacia Daniel y me di cuenta de que iba con la verga dura otra vez. (Que hombre tan potente). Pero eso pasó a segundo plano cuando recordé lo mal que lo había pasado mi primo y rogué para que no lo torturara más. Pero lo hizo.
-¡Despierta costal de basura!- gritó en el momento que depositaba una gran nalgada al adolorido culo de Daniel.
-Po… por favor…. No sigas.- suplicó y mi corazón se hizo añicos.
-Esto aún no termina. Después de esto no te quedarán ganas de amenazarme.
-¿Esto?- pregunté extrañado.- ¿Qué cosa?
-Fisting.
Mi cara se deformó y mi estómago se revolvió completamente. Daniel no entendía sus palabras pero yo sí. Había leído sobre eso y me aterraba. Para mí era imposible que algo así nos hiciera porque todavía éramos muy niños y estrechos de contextura. José estaba loco y tenía que hacer algo.
Pero mientras pensaba, José ya se había puesto manos a la obra. Tomó una bolsa con algo blanco muy parecido a la crema y comenzó a ponerse el contenido en las manos. En ese momento Daniel se dio cuenta de lo que sucedía y su rostro de desarmó. Luchó con todas sus fuerzas pero José lo dejó fuera de juego de un solo golpe.
Mis piernas temblaban como la gelatina. Mi pene y testículos redujeron su tamaño. El miedo se apoderó de mi cuerpo y me había dejado de piedra. José abrió las nalgas de Daniel y se deleitó con el pequeño agujero rojo ardiente que se divisaba. El ano de mi primo se abría y boqueaba como un pez y dejaba ver su interior húmedo y de un color rojo intenso.
José iba a comenzar a introducir sus dedos pero antes de hacerlo, una tétrica sonrisa apareció en su cara.
-Alonso, ven por favor.- No me moví. Y no fue porque no quisiera. Fue porque mis piernas no respondían.- ¡Que vengas, imbécil!
Con esa llamada de atención, mis extremidades respondieron y caminaron hacia él. Mi cuerpo temblaba y avanzaba torpemente, pensando en las barbaridades que podrían estar en su mente.
-Tú me ayudaras a dilatar hasta el máximo este culito.
-No…. No quiero.
-Vas a querer porque ¡yo-lo-di-go!- dijo recalcando cada sílaba.
Tomó mi mano y la embarró de esa cosa grasosa. Y una vez listo, comenzó a dirigirla hacia el agujero de mi primo. Él mismo separó las nalgas de Daniel, dejándome ver lo que su interior me mostraba a través de su ano ligeramente abierto. No me atreví a hacer nada y su impaciencia se hizo notar porque un golpe en mi nuca hizo que perdiera el equilibrio y cayera sobre la cama. José me tomó del brazo y me puso en mi lugar con la amenaza de que eso se repetiría si no hacía lo que él me decía.
No tenía más opción. Comencé con dos de mis dedos. Sorprendentemente, pasaron como si nada. Su interior estaba muy húmedo y viscoso, sin mencionar el calor abrazador. Fácilmente enterré hasta los nudillos mis dedos. Luego comencé a introducir tres dedos, los cuales entraron casi igual de fácil ya que la gorda verga de José y sobretodo su apetecible glande, habían hecho todo el trabajo dilatador antes. Me di cuenta que mis dedos salieron con unas pequeñas manchas rojas. Eran restos de su sangre que habían quedado de la penetración.
Por mi cuerpo recorrió un escalofrió al pensar en lo tétrico. De la nada comencé a sentir un calor en mi culo y humedad. Luego recordé que todavía tenía el semen de José en mi interior. Apreté con fuerza para evitar que se me saliera en ese lugar. Cuando iba a comenzar con el cuarto dedo, escuche un gemido inconsciente de Daniel y fue el detonante final. No podía continuar con esto.
Necesitaba hacer algo. Comencé a disimular que intentaba meter los cuatro dedos, pero en el fondo empecé a maquinar un plan. En ese momento no se me ocurría nada. Era demasiado pacifico como para comenzar una pelea que al fin y al cabo terminaría perdiendo. Pero no perdía la esperanza, el silencio de la situación me ayudaba…. “Espera”. Pensé. “Él silencio. Esto estaba muy silencioso. La música de afuera había parado.”
Era ahora o nunca y levantándome rápido, sorprendiendo a José, comencé a correr por la casa gritando como solo yo podía gritar. Mi voz retumbaba en las paredes y José encolerizado comenzó a seguirme. Se me olvidó seguir apretando y liberé el semen de mi interior, dejando una gran mancha en su alfombra. Pero seguía gritando y, a la vez, escapando de él. En una vuelta al living, saqué ventaja y me encerré en su habitación, me puse mi ropa a la rápida y cuando iba a vestir a Daniel, José tiró la puerta.
Venía con un gran fierro en sus manos. Me asusté un montón, pero una luz de esperanza brilló cuando escuché murmullos en el exterior de la casa de José.
-¡Ayuda!- grité a todo pulmón.- ¡Por favor, ayuda!
Intenté burlar la encerrona que me tenía José, pero esta vez fue él más rápido y me dio con el fierro en la cabeza. El sonido del golpe retumbó en mi cerebro y el mundo giró a mí alrededor. Caí al suelo y lo último que vi fueron sus pies alejándose.
Desperté y no sabía que había pasado. Me asusté cuando me di cuenta que no estaba en ningún lugar conocido y el blanco de las paredes me mareaba. Pronto entendí que estaba en la clínica, cuando vi que al lado mío había otra persona, pero con máquinas y una infinidad de tubos. Rápidamente todo volvió a mi mente y me levanté sobresaltado pensando en Daniel. Mi cabeza martilleo horriblemente y me obligo a retomar mi antigua posición. Mi visión se tornó borrosa y toda la habitación giró.
En ese momento escuché la voz de mi mamá y la encontré avanzando rápidamente hasta donde yo me encontraba. Su cara demostraba felicidad y también cansancio. Me dijo que me quedara acostado y que todo estaba bien.
-¿Y Daniel?- pregunté- ¿Cómo está Daniel?
-Bien, mi niño. Está en otra habitación.
-¿Qué… qué pasó? ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
-Son las 11 de la mañana. Dormiste más de 19 horas.
-¡Rayos!
-¿Te sientes bien?
-Si, creo. Me duele un poco la cabeza. En realidad un poco mucho.
-Es que fue un golpe muy fuerte, pero gracias a Dios no fue muy grave, aunque te dejó durmiendo mucho tiempo.
Al rato llegaron mis hermanas y mi padre, y así fue llegando más y más familia y conocidos. Nadie se atrevía a preguntarme sobre lo ocurrido y nadie me decía que había pasado con Daniel y con…. Con José. Pero todos estaban felices porque yo estaba bien. De todas formas no aguanté la curiosidad y pregunté.
-¿Qué pasó con José?
-Ese hijo de p…- Dijo mi papá, pero lo interrumpieron.
-José está con la policía.- dijo fríamente mi mamá.- Y a Daniel le hicieron unos exámenes… Despertó anoche. Al parecer el peor golpe lo recibiste tú.
Internamente me alegré porque Daniel estuviera bien. Ya me imaginaba sobre de que se trataban esos exámenes y se me hizo extraño que a mí no me los hicieran. Como pude enterarme después, me tenían como un héroe. Al parecer Daniel había dicho que lo de las “agresiones sexuales” habían sido solo ese día domingo y que gracias a mí no fue más grave.
En fin. Cuando ya me dieron de alta, mis padres me preguntaron sobre lo que había pasado. Yo seguí la historia de Daniel, para en el fondo ahorrarnos toda la historia y de dejarnos mal a nosotros mismos. Así que dije que al principio íbamos a jugar con su play station y que ese día se había comportado diferente y bueno… pasó lo que pasó.
Nunca supieron que a mi igual me había penetrado ni que a Daniel también antes. Obviamente y por las pruebas, tanto por las personas de la fiesta que asistieron en ayuda y también de los exámenes de Daniel, José se fue a la cárcel. El castigo fue muy grande debido a que nosotros éramos menores de edad, la violencia y todo lo demás.
Nunca supe cuál fue su condena. Solo que hasta ahora no le he vuelto a ver en persona. Pero, si he visto a su doble, pues mi prima (hermana de Daniel) poco después de que José se fuera a la cárcel, se enteró que estaba embarazada. El hijo es el vivo retrato de José, aunque espero que no siga sus mismos pasos.
Ni Daniel ni yo, volvimos a hablar de esto antes con otras personas. Aunque debo confesar que cuando estábamos a solas, rememorábamos esos excitantes momentos (excepto el último encuentro) y nos masturbábamos hasta sacar chispas. Y bueno, después de ese mal momento mi vida ha continuado como si nada. Para el mundo todavía soy virgen y pretendo seguir con ese cuento por un tiempo más, hasta que aparezca alguien que de verdad valga la pena.
Esta es mi historia y aquí termina. Aprovecho para anunciar que por un par de semanas dejaré de publicar relatos, por motivos personales. Gracias totales.
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