MI PROFE DE NATACION (5)
Sin lugar a dudas, Christian, el profesor de natación, era un auténtico degenerado y un depravado sexual, al que le gustaban los chicos menores y todo lo que hacía tenía como objetivo final, el poder satisfacer sus deseos, fantasías y necesidades sex.
Hola a todxs.
Sin lugar a dudas, Christian, el profesor de natación, era un auténtico degenerado y un depravado sexual, al que le gustaban los chicos menores y todo lo que hacía tenía como objetivo final, el poder satisfacer sus deseos, fantasías y necesidades sexuales.
Yo estaba cada vez más enamorado de “mi profe”, a sabiendas, tal vez, de que él solamente quería tener sexo conmigo y con cualquier otro chico “que le prestara el culo” y, aunque a veces Christian también me declaraba su amor, creo que sólo lo hacía “para obtener más de mí”.
Durante casi dos meses, mantuvimos relaciones sexuales entre los cuatro (El profesor, Fernando, José y yo), al menor durante dos días a la semana, pero de un día para el otro, de manera intempestiva y sin dar ningún tipo de aviso previo, los dos chicos dejaron de concurrir al natatorio.
Si bien no me disgustaba para nada que me cogieran Christian y Fernando (inclusive hasta el propio José me penetró en un par de ocasiones), me dio, en cierta forma, bastante satisfacción aquello, porque supuse que el profesor, solo me tendría a mí y, por suerte, eso fue lo que ocurrió.
En cierta ocasión, el profesor, organizó un espectáculo de natación nocturno, que incluía hasta luces y cuya puesta en escena, requería de ensayos “sin luz, ni natural ni eléctrica”, por lo que se requirió, a través del Club, las autorizaciones correspondientes por parte de nuestros padres, quienes, en su gran mayoría, no tuvieron inconvenientes al respecto.
Durante la época invernal, por estas latitudes (al sudeste de Argentina), a las 19 horas ya está oscuro, así que, los horarios de ensayo, comenzaban a esa hora y se extendían, al menos, un par más; recuerdo que el esquema constaba de varias “puestas en escena”, en las que utilizábamos unas linternas resistentes al agua, pero, la mayor parte del “espectáculo” se producía a oscuras.
Obviamente, tanto Christian como yo, aprovechábamos cualquier ocasión, yo para tocar su verga y él para manosear mi super culo e inclusive en más de una oportunidad, nos besamos en la boca, por supuesto sin ser observados por el resto de los chicos.
Al finalizar el ensayo, todos abandonaban raudamente las instalaciones, menos el “profe” y yo, que nos quedábamos cogiendo, dentro de la piscina, a veces o en los vestidores e inclusive también, dentro del auto de Christian, mientras me llevaba hasta mi casa.
Cierta ocasión, el profesor me comentó que había un par de chicos, quienes, según él, se habrían toqueteado e inclusive “apoyado uno al otro” durante los ensayos nocturnos y me pidió a mí, que tratara de averiguar si aquello era efectivamente tal como lo suponía.
Yo, a pesar de mi corta edad, ya tenía muchísima experiencia en detectar ese tipo de situaciones, así que le pedí a Christian que, durante los ensayos, ubique a ambos chicos cerca de mí y ello fue lo que hizo, por lo que, aprovechando la oscuridad total del lugar, me puse bien cerca de ellos, metí mi malla de baño bien adentro de mi profunda zanja, con el propósito de dejar parte de mis “carnosos cachetes” (léase nalgas) al descubierto y cuando los chicos se acercaron a mí, hice rozar mi culo contra una de sus manos, obteniendo rápidamente, un buen manoseo.
“¡Qué hermoso culo!” – Me dijo uno de ellos al oído.
“¿Te gusta?” – Dije yo, con voz de bien, pero bien puto y antes que me respondiera, agregué:
“¿Y tu amigo no me querrá tocar también?”
Si decir palabra alguna y, a través de una tenue luz, observé como el chico que me había tocado el culo, se acercó al oído de su amigo, quien, rápidamente, se ubicó a mi lado y me manoseó muy bien manoseado.
Mientras los dos chicos me tocaban el culo, yo hice lo propio con sus dos entrepiernas, hasta que un momento determinado, les sugerí que fuéramos a los vestuarios, con cualquier excusa o pretexto.
“¡Profe! ¡Ya vuelvo! ¡Voy al baño!” – Le dije a Christian, a quien tenía relativamente cerca.
“¡Yo también voy, profe!” – Dijo uno de los chicos.
“¡Yo tengo también que ir! ¿Puedo profe?” – Dijo el otro chico.
Christian asintió, no sin antes, darme un último toqueteo en mi culo semi desnudo.
Ya dentro de los vestidores, no había mucho, ni para explicar ni para pedir explicaciones, así que, simplemente, me quité la malla de baño y les ofrecí, a ambos chicos, mi maravilloso, increíble, alucinante y fuera de serie culo, a sabiendas, de antemano, de cual sería su reacción al verlo.
“¿A dónde cogemos? ¿Acá?” – Preguntó uno de los chicos.
“¡Sí! ¡Acá es seguro! ¡No viene nadie!” – Respondí y apoyado contra el guardarropa, con el culo bien parado y las piernas entreabiertas, pregunté:
“¿Quién me coge primero?”
“¡Yo! ¡Yo!” – Dijo rápidamente uno y se ubicó detrás de mí, apoyándome su pija fláccida, la que inmediatamente comenzó a ponerse dura y, cuando la tuvo bien erecta, me penetró muy fácilmente y empezó a cogerme, mientras el otro chico, observaba y se tocaba la verga.
“¿Te gusta que te cojan?” – Me preguntó entre “embestida y embestida”.
“¿Y a vos que te parece?” – Respondí con una irónica pregunta.
“¡Si! ¡Jajaja! ¡También! ¡Con semejante culo!” – Exclamó.
Yo daba culazos hacia atrás, como una forma de arengar al chico, para que me embistiera fuertemente.
“¿Puedo cogerlo yo ahora?” – Dijo el otro chico, ya con su pija total y completamente erecta.
“¡Ya termino! ¿Te acabo adentro?” – Dijo el que me estaba cogiendo.
“¡Sí! ¡Adentro! ¡Me gusta adentro!” – No terminé de responder y sentí el chorro de leche caliente dentro de mi culo.
“¡Ah! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué hermoso culo!” – Exclamó el chico, sacando su verga ya fláccida y desparramando sus últimas gotitas de semen, mirando a su compañero, agregó:
“¡Dale! ¡Cogelo vos ahora! ¡Aprovechá ese culazo que está riquísimo!”
Ni lerdo ni perezoso, el chico me penetró muy fácilmente y comenzó a cogerme muy fuertemente, merced a la excitación que llevaba encima, al observar ese precioso cuadro sexual.
Habíamos cerrado la puerta del vestidor con una traba, pero lo que los chicos no sabían, era que había otra entrada y fue precisamente por allí, que ingresó, en forma imprevista e intempestiva, nada más y nada menos, que Christian, el profesor de natación.
“¿Qué están haciendo acá?” – Dijo.
Los chicos se asustaron, al punto tal que, quien me estaba cogiendo, me la sacó rápidamente y ambos quedaron boquiabiertos y sin poder expresar palabra alguna.
“¿Y vos? ¿No perdés ocasión para darle de comer a ese culazo? ¿Verdad?” – Dijo, mientras yo solo sonreía.
“¡No se hagan problema, chicos, hace rato que me lo vengo cogiendo a este Marquitos y a su super culo!” – Volvió a decir y agregó:
“¿O no les gustó acaso a ustedes coger semejante culo?”
Los chicos quedaron totalmente distendidos ante este último comentario de Christian, quien, mirando al chico que había estado cogiéndome, le dijo:
“¡Vamos! ¡No te quedes con las ganas! ¡Terminá de cogerlo!”
El chico aún tenia la pija bastante erecta, así que me penetró nuevamente y mientras lo hacía, el profesor empezó a arengarlo, para que me cogiera fuertemente.
“¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¡Ah!” ¿Te acabo adentro también?” – Me preguntó el chico y antes de responder, escuché a mi profe:
“¡Si! ¡Dale, nomás! ¡Si este es un traga leche tremendo!”
Mientras el chico “se deslechaba dentro de mí”, miré a Christian, quien tenía ya su enorme pija, bien firme y dura, pero también observé el rostro de asombro de los dos chicos, al ver semejante pedazo de verga.
Mi profe se embadurnó su majestuoso mástil con un buen lubricante y después de hacer lo propio con mi monumental culo, me penetró con cierta facilidad, merced precisamente, a la lubricación, por un lado y por el otro, a lo abierto que ya me habían dejado el orificio anal, mis dos anteriores “cogedores”.
“¡Guau! ¡Le entró toda y de una!” – Susurraron a dúo los chicos.
“¡Obvio que le entró todo!” – Dijo Christian y agregó:
“¡Con semejante culo que tiene mi putito! ¡Es el putito más lindo que tuve! ¡Es un amor de putito!”
Tal vez, la excitación de ver a los dos chicos cogiéndome, hizo que el profesor, que siempre fue bastante “aguantador”, acabara, grito y alarido mediante, en un corto tiempo, llenándome todo el culo con su leche caliente.
“¡Bueno! ¡Se terminó, pendejos! ¡Vamos, que tenemos que seguir con el ensayo en la piscina!” – Ordenó el profe y, para no despertar ningún tipo de sospecha, los dos chicos salieron primero, después lo hizo Christian y por último yo, no sin antes, quedar de acuerdo, entre los cuatro, en volver el próximo día, una hora antes, para poder llevar a cabo una buena “orgía”.
Llegamos, los cuatro, una hora y media antes (a las 17:30) y, como la piscina y el resto de las instalaciones estaban ocupadas, el profe nos pidió que lo acompañáramos a un depósito, con el pretexto de que lo ayudásemos con los preparativos del ensayo, que tenía lugar a las 19 hora.
Ingresamos al depósito y, una vez dentro, Christian cerró la puerta con llave e inmediatamente comenzó a besarme en la boca, mientras nos desvestíamos al unísono.
Los otros dos chicos (Hugo, el mayor, de 15 años y Mauricio, el menor, de 12; ellos vivían en el mismo barrio y de allí, venían cogiendo), al vernos, empezaron a besarte también y a quitarse sus ropas; volvíamos otra vez a ser cuatro (el número favorito de nuestro profesor de natación).
Yo estaba tan, pero tan enamorado de Christian (quienes, alguna vez, pasaron por una situación similar, seguramente lo comprenderán mucho mejor, es decir, el enamoramiento propiamente dicho), que los besos, los abrazos y las caricias, eran mi manera de demostrar todo ese amor, pero, el estar los cuatro desnudos, en un lugar privado, en el cual “se respiraba sexo”, hizo que rápidamente la excitación comenzara a elevar sus niveles.
Al cabo de unos instantes y siempre a órdenes de Christian, nos abrazamos entre los cuatro y empezamos a besarnos, a tocarnos y a manosearnos entre todos; no importaba quien besaba a quien o quien tocaba a quien, obviamente mi culo fue quien recibió gran parte de los “manoseos”; los dedos de la mano del profe, comenzaron a hurgar en mi orificio anal, mientras yo aprovechaba para tocar cuanta pija podía hacerlo.
En cuanto al tema culos, propiamente dicho, el profesor de natación, no hacía distinción alguna entre “activos y pasivos”; a él le gustaba tocar, manosear y chupar culos y por ese motivo, nos ordenó ubicarnos, uno al lado del otro, para comenzar a comer nuestras “partes traseras” y mientras lo hacía, los chicos y yo alternábamos besos en la boca, con toqueteos y manoseos de entrepiernas.
Cuando está latente la posibilidad de experimentar nuevas formas, posiciones, etc. y la situación se torna propicia para ello, hay que aprovecharlo y al máximo, así que mientras Christian chupaba nuestros culos, observé que, al mismo tiempo, se estaba lubricando su enorme verga, lo que significaba que mi maravilloso y monumental culo (modestia aparte, ni juntando el culo de los dos chicos, hacían un culo como el mío), estaría pronto a comer y eso fue lo que, precisamente, sucedió.
El profe me penetró muy fácilmente y empezó a cogerme y vaya si me cogió; entre tanto, Hugo y Mauricio se recostaron sobre una colchoneta, en forma invertida y empezaron a hacerse un alucinante “69”; es decir, comenzaron a chuparse sus pijas y ese cuadro, calentó mucho más a Christian (esa es una de mis máximas; “cuanto más caliente mi cogedor, más placer para mí”), quien comenzó a embestirme fuertemente.
Un “69” entre un chico de 15 años y otro de 12, no puede llevar demasiado tiempo (solo con la experiencia, se logran mamadas prolongadas), así que, rápidamente, Hugo se puso de pie y luego de acomodar a Mauricio, le penetró, también con cierta facilidad y empezó a cogerlo.
El cuadro era de una locura total y absoluta; en el lugar y con solo una luz tenue, iluminando el ambiente, se escuchaba y muy notoriamente, el sonido del golpeteo de ambas pelvis, la del profe y la de Hugo, contra mi culo y el de Mauricio.
Christian me cogía a sus anchas, poniéndome en cuanta posición se le ocurría, mientras yo hacía gala de mi total y absoluta pasividad y sumisión ¿Se puede ser tan, pero tan puto a los 15 años? ¡Sí! ¡Obvio que se puede! Y yo era la muestra cabal de ello; no había nada que me gustara tanto, pero tanto en mi corta vida, que tener una pija en el culo; dejarme coger era algo superior y estaba por encima de todo.
Mientras mi profe seguía dándole de comer a mi culo, sucedió algo que solo yo había experimentado, con algunos de los chicos en mi anterior barrio, ya que, los chicos, intercambiaron posiciones y Mauricio, penetró a Hugo, es decir, el chico de 12, empezó a cogerle el culo al de 15.
Los dos chicos llevaron a delante ese “intercambio sexual”, con tanta naturalidad, que resultaba más que evidente, que ya lo habían hecho en varias ocasiones y ello, no hizo más que volver a encender a Christian, quien, al ver a los chicos, comenzó, nuevamente, a cogerme de una manera que a punto estuve de desvanecerme, a causa de tanto placer, tanto gozo y tanta satisfacción sexual.
A todo esto, nadie había “acabado” hasta el momento y fue, en ese instante, en el cual el profe, hizo gala de toda su perversidad, ya que les dijo a ambos chicos que, si dejaban penetrarse por él, el premio para ellos sería “llenarme el culo de leche”.
Tanto Hugo, como Mauricio, accedieron, pero con bastante resquemor, merced al tamaño de la verga de Christian, pero “calentura y excitación mediante”, se pusieron ambos en posición y el primero en recibir el “pijazo en el culo”, fue el mayor de los chicos, quien aguantó hasta donde pudo y dio un fuerte grito de dolor, haciendo que el profesor, solamente lo embistiera en un par de ocasiones.
Deberían haber visto el rostro de pánico de Mauricio, cuando Christian se ubicó detrás de él (obviamente con su verga hiper lubricada), pero solamente le pudo meter “la cabeza”, ya que, por más lubricación en el culo, el orificio anal del más chico, no se abría lo suficiente y el grito de dolor, fue mayor aún.
Obviamente, el premio a semejante “acto de valor”, bien valía la pena, así que ahí estaba mi increíble culazo, para recompensar a ambos chicos.
El primero fue Mauricio, metiendo su pija bien adentro y bombeando muy fuertemente, hasta llenarme con su leche caliente y ni bien me la sacó (aún, goteando), Hugo me penetró, también “de una” y, si bien aguantó un poco más que su antecesor, también terminó “acabando” abundantemente dentro de mí.
Por último, mi amado y adorado profesor de natación, me enterró su “mástil”, cogiéndome nuevamente, no sin antes, proferir, como de costumbre, toda serie de insultos e improperios al aire (algo que no viene al caso reiterar “textualmente”.
Para mi enorme suerte, Christian demoró bastante en acabar, así que tuve mi merecido premio, es decir, volver a tener una pija en mi culo durante un buen tiempo más, hasta que, al fin y exhalación mediante, me llenó todo el culo con su leche caliente.
¡Que cogida! ¡Por favor! Mientras el profe y los chicos se limpiaban y se vestían, yo aún permanecía tendido sobre la colchoneta, totalmente exhausto, pero con una satisfacción en mi rostro, que creo, sin temor a equivocarme, que no habría forma o manera de describirla con palabras.
A partir de aquel tremendo “encuentro sexual”, aprovechábamos cuánta ocasión era propicia, para volver a repetir aquello, que tanto placer, gozo y satisfacción sexual nos producía, sino a todos, a mí, particularmente, pero ello será, seguramente, motivo para un próximo relato.
Besos a todxs.
Soy marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
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