MI PROFE DE NATACION Y SU VERGA DE 25 CM. (1)
Pero cuando él se quitó su traje de baño, me quedé pasmado y paralizado ¿El motivo? Tenía una verga increíblemente grande y eso que la tenía completamente fláccida..
Hola a todxs
Tal como he comentado en relatos anteriores, que han sido publicados en esta misma página, si bien yo nací gay ultra, hiper, super pasivo; dotado con un culazo absolutamente fuera de serie y fui penetrado por primera vez a mis 8 añitos de edad, fui también muy bueno en la práctica de todo tipo de deportes y muy hábil en la actividad física en general, pero cuando estaba cursando el tercer año de mis estudios secundarios, tuve una seria lesión en una de mis rodillas y todas esas prácticas se vieron interrumpidas intempestivamente.
Si bien la mayor parte de mis, hasta ese momento, quince años de edad, estuvieron totalmente marcados por mi por demás precoz actividad sexual, el deporte y la actividad física, ocupaban también una gran parte de mi tiempo y al ver frustradas esas prácticas, a causa del largo proceso de recuperación, no encontraba la manera de ocupar todo ese espacio, hasta que apareció la solución de manera imprevista.
Por aquellos años, en la ciudad donde vivo (al sudeste de la Argentina), existían solamente dos natatorios cubiertos y uno de ellos, distaba a unos treinta kilómetros de mi casa, pero era el único que tenía disponibilidad de horario, para que yo pudiera asistir, así que después que mis padres llevaron adelante todos los trámites administrativos y abonaron el importe obviamente, concurrí para comenzar con mis tareas de recuperación.
Grande fue mi sorpresa cuando conocí al profesor de natación, ya que se trataba de un hombre, de unos veinticinco años de edad, lindo por donde se lo mirase; era realmente precioso, un “adonis”, así que no hace falta que diga que “me enamoré a primera vista”, de ese cuerpo hermoso y espectacularmente trabajado.
Lo primero de hizo Christian, tal el nombre del profesor, fue darme una rutina de ejercicios, para hacer bajo el agua y comenzar con la recuperación de mi rodilla, así que me dirigí raudamente hacia los vestidores, me quité la ropa que llevaba puesta, me puse mi diminuto y ajustadísimo traje de baño y volví al natatorio para hacer mi ingreso al agua.
Por supuesto que no estaba solo yo en el lugar, ya que había otros chicos, todos más o menos de mi misma edad, practicando natación en sus diversos estilos, siempre bajo la atenta mirada del profesor, quien, al notar mi dificultad para bajar por la escalera (estaba muy resbalosa y yo temía por la lesión en mi rodilla), se acercó hacia mí, me tomó del antebrazo y me ayudó a introducirme al agua.
Yo veía a nadar a los otros chicos y sentía cierta incomodidad al no poder hacer lo que ellos hacían en el agua, pero fue allí donde Christian, el profesor, demostró toda su sapiencia en el manejo de grupos y de las personas en forma individual, ya que sin dejar de dar las indicaciones a “los nadadores”, se acercó -nuevamente hacia mí y con una voz dulce y cautivadora, me dijo:
“¡Tranquilo! Ese tipo de lesiones en la rodilla, suele llevar tiempo de recuperación, pero sos un chico jovencito y en muy poco tiempo, vas a estar nadando junto con ellos”.
Y, dándome una suave palmadita en uno de mis “carnosos, suaves, tersos y aterciopelados cachetes”, agregó:
-“¡Vamos! ¡Entra al agua!”
Yo le sonreí, en esa forma pícara, socarrona e incitante, en la que solía hacerlo cuando alguien era de mi agrado y vaya si el profesor lo era.
Ya dentro del agua, comencé a hacer unos suaves ejercicios y mientras los llevaba a cabo, hice un paneo para observar a alguno de los chicos, quienes tampoco estaban para nada despreciables, pero toda mi atención estaba puesta en Christian y allí mismo, empecé con uno de mis métodos de provocación e incitación preferidos, cual era simple y sencillamente, mostrar todas las virtudes y encantos de mi super culo.
Si bien, en aquella primera clase, no podía quitarme el traje de baño y exhibir mi encantadora, alucinante y magnífica parte trasera, si podía, entre suaves movimientos, hacer que mi diminuta y por demás ajustada prenda, no pueda contener adentro y por mucho tiempo, a mis carnosos y apetitosos “cachetes”.
Al finalizar la clase, salí del agua (el resto de los chicos ya se habían retirado del natatorio) y me dirigí hacia los vestidores, para terminar de secarme, quitarme el traje de baño y vestirme con la misma ropa, con la que había concurrido.
Estaba aún desnudo, cuando el profesor ingresó a los vestidores en forma intempestiva y sin que yo reparase en ello.
-“¡No te asustes! ¡Es normal que nos veamos desnudos!”
Y, en tono risueño, agregó:
-“Somos todos varones y estamos en el vestidor de un natatorio”
Pero cuando él se quitó su traje de baño, me quedé pasmado y paralizado ¿El motivo? Tenía una verga increíblemente grande y eso que la tenía completamente fláccida.
“¡Guau!” – Pensé para mis adentros – “¡Sí así está ahora, no me imagino como será erecta!”
Christian notó rápidamente mi estado de asombro y tal vez, a sabiendas ya él de lo que provocaba en los demás, me dijo:
-“¡Muy grande! ¿No?”
Obviamente se estaba refiriendo a su entrepierna y mientras pasaba una toalla por esa parte de su cuerpo, yo me animé y le pregunté sin ningún tipo de preámbulos:
-“¿Cuánto mide?”
Christian largó una carcajada, ante mi pregunta y respondió:
-“¡Parada! ¡Veinticinco centímetros y diez centímetros de grosor!”
Yo no le podía quitar la vista de encima y estaba total y completamente absorto por esa espectacular entrepierna, tanto que no reparé en el hecho de que aún estaba desnudo.
“¡Ah! ¡Bueno! ¡Yo tengo lo mío, pero vos no te quedás atrás con semejante culo!” – Exclamó el profesor observando mi parte trasera y agregó, en tono imperativo:
“¡Date la vuelta!”
Yo accedí sin decir palabra alguna y le ofrecí, a su vista, mi increíble, maravilloso y alucinante trasero.
“¡Que pedazo de culo! ¡Qué culazo! ¡Es perfecto!” – Volvió a exclamar Christian.
Todo quedó allí, ya que, entre elogios y halagos hacia nuestras respectivas “partes íntimas”, terminamos de vestirnos y nos fuimos del lugar, saludo mediante.
“¡Hasta el viernes, profe!” – Dije yo.
“¡Nos vemos el viernes, Marquitos!” – Respondió “mi profe”.
Obviamente, esta es solo la primera parte, de una serie de relatos que subiré, todos relacionados a aquellos seis meses, que pasé en el natatorio, durante la recuperación de la lesión en mi rodilla, junto a mi profesor Christian.
Besos a todxs.
Soy marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
Pileta de Diadema?
Que culazo tendra marquitos 😍😍😍