MI PROFE DE NATACION Y SU VERGA DE 25 CM. (2)
Una vez que entró por completo, Christian comenzó a moverse a su antojo, a sabiendas ya de que no me produciría dolor alguno.
Hola a todxs
Sugiero leer el relato anterior.
Esa noche casi no pude dormir, porque se me venía a la mente, una y otra vez, la imagen de la increíble verga del profesor, hasta que la curiosidad pudo más, entonces tomé una gran hoja de papel, marqué en ella, veinticinco centímetros de largo y comencé a hacer un cilindro, hasta que llegué a los diez centímetros de circunferencia; el resultado fue una “monstruosidad” ¿Entraría todo ello en mi culo? ¿Qué sentiría al respecto? Muchos interrogantes y encima tendría que esperar hasta el viernes.
Por suerte para mí, la semana pasó muy rápido y llegó el día de la segunda sesión de natatorio, a priori, con el único propósito de que, ello contribuyera a la pronta recuperación de la lesión en mi rodilla, aunque ese propósito había pasado a un segundo plano, ya que mi deseo era encontrarme nuevamente con el profe Christian y con su enorme “pedazo”.
Mi rutina, ese día, fue la misma, es decir, fui hasta los vestidores, me quité la ropa, me puse mi diminuta y ajustadísima malla de baño e ingresé al agua, para comenzar con mi rutina; ese viernes, habían concurrido pocos chicos, por lo que Christian estuvo bastante rato conmigo; yo aprovechaba cualquier ocasión para hacerle sonrisitas pícaras e incitantes, además de cruzar miradas cómplices y socarronas.
El profe, con el pretexto o la excusa de “ayudarme en mis ejercicios”, comenzó con un cierto acercamiento “piel a piel”, que a mí me excitaba y de que manera, primero porque él me gustaba muchísimo, físicamente y segundo porque yo ya había visto sus “atributos íntimos”.
Los pocos hicos que habían estado en el natatorio, ya se habían retirado del lugar, quedando solamente Christian y yo, por lo que ambos nos dirigimos hacia los vestidores, juntos y al mismo tiempo; ninguno de los dos había pronunciado palabra alguna, pero ya se presentía en el ambiente, que algo podría llegar a ocurrir, así que nos desvestimos casi al unísono y una vez desnudos, nos quedamos parados, uno al lado del otro, hasta que el profe tomó la iniciativa.
“¿Querés tocarla?” – Preguntó, obviamente, en referencia a su pija y después de mi respuesta afirmativa, con un leve movimiento de cabeza hacia adelante, agregó:
“¡Dale! ¡Vení! ¡Tocala!”
Yo agarré con una de mis manos esa tremenda verga, empecé a acariciarla suavemente y mientras lo hacía, comencé a notar el crecimiento de semejante “miembro viril”; entre toqueteo y manoseos, volvíamos a intercambiar “miradas y sonrisitas”.
“¿Te puedo tocar el culo? ¿Me dejás que te lo toque?” – Preguntó Christian, con la voz ya entrecortada.
“¡Sí profe! ¡Tóquelo!” – Respondí.
El profesor empezó a tocar y a manosear todo mi culo.
“¡Qué locura de culo tenés, Marcos!” – Exclamó y agregó:
“¡Es una maravilla! ¡Es una combinación perfecta entre el culo de un varón y el de una mujer!” – Y finalizó diciendo:
“¿Cuándo te creció el culo así? ¿Siempre lo tuviste tan lindo? ¡Es una verdadera escultura!”
Respondí solo con una sonrisa, ya que una explicación a todo ello, ni siquiera yo mismo la tenía; simplemente, la madre naturaleza, me había dotado con ese maravilloso culo, que, por su tamaño, su forma, tu textura, etc., hacía las delicias de todo el mundo, haciéndome sentir un privilegiado.
“¡Ay! ¡No doy más, Marquitos! ¡Ese culo merece que te lo coma todo! ¿Me dejás que te lo chupe?” – Dijo Christian, ya preso de excitación y de calentura.
“¡Si, profe! ¡Chúpemelo todo lo que quiera!” – Le respondí.
El profesor se arrodilló detrás de mí y comenzó a besar, a lamer y chuparme todo el culo; su lengua recorría toda la superficie de mis “carnosos cachetes”, subía y bajaba por mi “profunda zanja” e inclusive se introducía dentro de mi “rosado agujero”.
De haber sido yo mujer, seguramente había tenido varios orgasmos, por la forma en la que, Christian, estaba trabajando con mi culo y por todo el tiempo que se tomó para ello.
“¡Qué locura de culo, Marcos! ¡Te lo estaría chupando todo el día entero!” – Exhaló el profesor, pero inmediatamente después, agregó:
“Pero, seguramente, vos vas a querer chuparme la pija ¿Querés chuparla? ¿Sabés como se chupa?”
Si bien yo aún era bastante malo en el arte de chupar vergas, la posibilidad de meterme en la boca semejante “pedazo”, pudo más que mi deficiente sabiduría al respecto, así que Christian se puso de pie y yo me agaché levemente, hasta que mi cara quedó a la altura de su entrepierna.
Inmediatamente recordé el tamaño y la forma que había armado yo con la hoja de papel, pero la realidad superó todo aquello; era realmente enorme esa verga; si bien a mis escasos quince años de edad y por haber comenzado muy precozmente a los ocho, ya tenía varias pijas en mi haber, esa era, sin lugar a dudas, la más grande de todas; la “cabeza” era tan descomunal que a duras penas me la podía introducir en la boca; al “tronco” parecía que no terminaría nunca de recorrerlo con mi lengua y sus huevos eran como dos “pelotas de tenis”.
Era demasiado grande aquella monumental entrepierna y en varias ocasiones, Christian comprobó mi torpeza, ya que mis dientes le produjeron varias expresiones de “molestia e inclusive hasta de dolor”, pero si bien yo estaba disfrutando y vaya si lo hacía, con algo que hasta ese entonces no había visto jamás en la vida, no podía sacarme de encima, el hecho de que aquel hombre me gustaba muchísimo físicamente y tal vez hasta me había enamorado de él, así que sin decir palabra alguna, me incorporé y sin dejar de tocar esa enorme pija ya erecta al máximo y dura como piedra, apoyé mi cabeza sobre su torso desnudo.
Como buen nadador y era más que evidente que el profe lo era, tenía la espalda ancha, los brazos musculosos y los pectorales sumamente torneados, pero además, era “carilindo”, así que, poco a poco, fui acercando mi cara a la suya, con el obvio propósito de recibir un beso suyo en mi boca; yo no besaba, sino que me dejaba besar y aquella no fue la excepción; ya que, cuando ambos labios estaban a punto de unirse, cerré mis ojos y le ofrecí mi boca.
Hay “besos y besos”; de amor, de excitación, de calentura, suaves, fogosos, salvajes; pues bien, aquel beso contuvo todo aquello; obviamente que el sexo propiamente dicho es punto culminante de una relación, pero los besos y algunos besos en particular, pueden llegar a hacerle “perder hasta la razón” a uno y este era, precisamente, uno de ellos.
“¡Que lindo chicos sos, Marcos! ¡Sos hermoso!” – Exclamó Christian.
“¡Usted también, profe! ¡Usted me gusta mucho!” – Le respondí.
“¡Ay, Marquitos! ¡Qué ganas de cogerte! ¡Qué ganas de metértela en el culo! ¡En ese culazo que tenés!” – Volvió a Exclamar Christian.
“¡Cójame profe! ¡Yo también quiero que me coja!” – Respondí, ya fuera de mí y a punto de desvanecerme de tanto placer.
“¡Ya te cogieron antes! ¿Verdad Marcos?” – Dijo, como asegurándome de que no me rompería el culo.
“¡Si, profe! ¡Me cogieron muchas veces ya! ¡Pero nunca con semejante pija como la suya!” – Respondí.
Christian abrió la puerta de su “guardarropas” y sacó un pote de crema íntima, algo que me hizo intuir que yo no sería el primer chico que él estaría por coger y que, muy probablemente, ya se habría cogido a otros tantos.
Yo, en tanto, estaba buscando una posición como para recibir semejante “regado” y mientras lo hacía, sentí la mano del profesor, untando todo mi culo con la crema; cuando mi culo y su enorme verga, ya estaban lo suficientemente lubricados, comenzó el proceso de penetración.
Primero, apoyó la tremenda “cabeza” de su pija, a las puertas de mi “rosado agujero” e hizo un intento por penetrarme, pero fue infructuoso, por el gran tamaño, así que comenzó a penetrarme con los dedos, para dilatar bien mi orificio anal; un dedo primero, después otro y así sucesivamente, hasta que ya sí, bien producida la dilatación, volvió a intentar con su “mástil”.
“Lo que cuesta, bien vale” – Dice el dicho popular y ello fue, concretamente lo que ocurrió, porque, poco a poco, fue penetrándome, hasta que, en determinado momento, sentí la enorme verga (una buena porción de ella) ya adentro de mi culo.
Una vez que entró por completo, Christian comenzó a moverse a su antojo, a sabiendas ya de que no me produciría dolor alguno, sino que, por el contrario, todo sería gozo, placer y satisfacción sexual.
¡Ah! ¡Qué hermoso es esto! ¡Oh! ¡No hay nada más lindo que cogerse un culazo como este!” – Exclamó Christian y agregó:
“¿Te gusta, Marquitos? ¿Te gusta como te estoy cogiendo? ¡Decime, cualquier cosa, si te duele!”
“¡Si, profe! ¡Me gusta! ¡Me gusta mucho! ¡Siga cogiéndome, profe! ¡Cójame bien fuerte!” – Respondí.
“¡Ah! ¡Hijo de puta! ¿Querés más pija? ¿Querés más, puto de mierda? ¡Tomá, la concha de tu madre! ¡Hijo de puta! ¡Puto de mierda! – Gritaba el profesor.
Obviamente, yo sabía que todos esos insultos e improperios, tenían relación directa con el estado de excitación y formaban parte de ese “ritual sexual”, motivo por el cual, redoblé la apuesta, gritando yo también:
“¡Si! ¡Así profe! ¡Cójame más! ¿Vio que puto soy, profe? ¡Soy re-puto! ¿Vio como me gusta la pija?”
“¡Sos un puto hermoso! ¡Sos el punto más lindo que me cogí! ¡Sos un puto hijo de re-mil puta y la concha de tu madre!” – Continuó gritando Christian y agregó:
“¿A dónde querés la leche, pedazo de puto?”
“¡Adentro, profe! ¡En el culo! ¡Lléneme el culo de leche, profe!” – Respondí.
¡Ah! ¡Ah! ¡Oh! ¡Sí! ¡Ahí tenés! ¡Toda! ¡Toda la leche en el culo!” – Exhaló mientras llenaba todo mi culo con su abundante semen.
Durante un buen rato, quedó Christian encima de mí, con su pelvis bien pegada a mi culazo, haciéndome seguir su verga fláccida aún dentro de mí y cuando la sacó de mi culo, chorrearon algunas gotas de su delicioso néctar, algo que aproveché yo para degustar y darme el último gran “gustito”.
Estuvimos un rato así, abrazados y besándonos suave y dulcemente en la boca.
“¡Que cogida hermosa? ¿Verdad Marcos? ¿Te gustó? – Dijo Christian mientras comenzaba a vestirse y yo hacía lo propio.
“¡Sí, profe! ¡Me gustó muchísimo! – Respondí e inmediatamente agregué:
“¿Vamos a seguir cogiendo profe? ¿Me va a coger de nuevo, la próxima?”
“¡Sí! ¡Obvio que sí, Marquitos! ¡Ni loco pienso perderme semejante culo!” – Respondió “mi profe” y agregó:
“¿Querés que te lleve a tu casa? Así no llegás tan tarde”
Por supuesto que accedí, así, de paso, no tenía que volver a inventar, otra vez, una excusa o un pretexto, por haber, otra vez más, llegado tarde a mi casa.
“¡Ah! Se preguntarán por mi rodilla ¡Ja, ja, ja! Ni me acorde de mi lesión y no me molestó para nada. La verdad es que el profesor era muy, pero muy bueno haciendo su trabajo ¿No lo creen así?
Continuará…
Soy marcoscomodoro y espero, ansioso, sus comentarios y sus valoraciones. Mi correo es: [email protected]
Besos a todxs.
Medidas Como Esas Solo la de Rocco Stele pero Bueno las hay si las hay y como se gozan cuando se las prestan a Uno uff
Madre cogida llevo ese culazo
Quiero un o unos alumnos así 😍😍😍😍