MI PROFE DE NATACION Y SU VERGA DE 25 CM. (3)
Ingresamos al vestidor y ¡Oh! ¡Sorpresa! Dos de los chicos, casualmente los que nos habían observado, al profe y a mí, tocarnos debajo del agua, estaban ambos desnudos..
Hola a todxs
(Sugiero leer mis relatos anteriores).
Habiendo ya probado la increíble y alucinante verga de Christian, el profe de natación, lo único que quería era que pasen, lo más rápido posible, los días, para volver a concurrir al natatorio, así que, cuando llegó el viernes, fui raudamente, a continuar con la, supuestamente, recuperación de la lesión en mi rodilla.
Una vez en el natatorio y luego de dejar mi ropa en el vestidor y colocarme una más diminuta y ajustada “malla de baño” (esta vez en color piel, así que, a simple vista, parecía que estuviese desnudo), me introduje al agua, obviamente también después de saludar a mi profe y comencé con mi rutina de ejercicios, siempre en una esquina de la piscina, ya que, la otra parte era ocupada por los chicos que practicaban natación.
Cada vez que el profe se acercaba hacía mí, yo aprovechaba la ocasión para tocar su entrepierna y él hacía lo propio con mi culo, en medio de cruces de miradas cómplices y de sonrisas picarescas, socarronas e insinuantes, por supuesto, lejos de las probables miradas indiscretas del resto de los chicos, aunque creo que un par de ellos lo notaban, porque murmuraban y también se sonreían.
Al terminar el horario y tal como había hecho en la clase anterior, aguardé que el resto de los chicos saliera de las instalaciones y me dirigí hacia los vestidores, siempre acompañado por Christian, quien ya y a sabiendas de que nadie nos observaba, había puesto su mano en mi culo, debajo de mi malla de baño y me lo estaba tocando.
Ingresamos al vestidor y ¡Oh! ¡Sorpresa! Dos de los chicos, casualmente los que nos habían observado, al profe y a mí, tocarnos debajo del agua, estaban ambos desnudos y uno de ellos, de rodillas en el suelo, le chupaba la pija al otro.
“¡Pendejos! ¡Ya empezaron sin nosotros!” – Exclamó Christian y, como los chicos ni siquiera se inmutaron al vernos, sino que, simplemente, continuaron “con lo suyo”, yo intuí que el profesor, era un auténtico degenerado y un depravado sexual, a quien le gustaban y mucho los chicos y que aquello constituiría una práctica normal y habitual, motivo por el cual, por ejemplo, tenía en su guardarropa cremas íntimas y demás productos y artículos relacionados directamente con las actividades de índole sexual.
“Ya lo conocen a Marcos” – Dijo el profesor y agregó:
“Pero lo que no saben, es que Marquitos tiene un culazo espectacular, el culo más hermoso que he visto” Y finalizó diciendo:
“¡Mostrales el culo, Marcos!”
Yo, como nunca tuve ningún tipo de vergüenza, pudor, tapujos y prejuicios algunos, directamente, me quité la malla de baño y exhibí mi culo desnudo.
“¡Qué culo! – Dijeron a dúo, sin dejar de coger y uno de ellos agregó:
“¡Con razón se bancó su semejante pija, profe!”
Era mas que evidente, que Christian ya les había comentado, a ambos chicos (y quien sabe a cuántos más), acerca de nuestro encuentro sexual anterior.
“¡Bueno! ¡Ustedes sigan cogiendo, que Marquitos y yo tenemos algo que hacer! ¿Verdad, Marcos?” – Dijo el profesor e inmediatamente empezó a besarme en la boca.
Como de costumbre, yo adopté una actitud de total y absoluta sumisión y entrega, así que, cerrando mis ojos, simplemente, me dejé besar.
“¡Qué rico! ¡Cómo se besan!” – Alcancé a oír de boca de uno de los chicos e inmediatamente, observé que ellos también, comenzaron a abrazarse y a besarse en la boca.
El profesor de natación y tres de sus “alumnos”, todos desnudos en el vestidor y a punto de mantener una relación sexual de altísimo voltaje.
“¡Vengan acá, chicos!” – Exclamó Christian y los dos chicos se acercaron a nosotros dos, para confundirnos, los cuatro, en una abrazo grupal y allí mismo, comenzamos a besarnos entre todos, aunque yo solamente quería que el profe se ocupara de mí, porque ya estaba como enamorado de él.
Beso va, beso viene y todo tipo de toqueteos y manoseos, finalizaron cuando Christian nos ordenó arrodillarnos a los tres y empezar a chuparle su enorme verga; tan grande era, que nuestras tres bocas no daban abasto para semejante y descomunal “miembro viril”.
Mientras yo estaba de lo más entretenido, comiendo aquella “bestial zona genital”, sentí una mano recorriendo la superficie de mi culo y al mirar de reojo hacia un costado, noté que, quien me manoseaba, era el chico al que le habían estado chupándole la pija, cuando ingresé al vestidor.
“¡A ver! ¡Sáquense las ganas de tocarle el culazo a Marcos, así después lo tengo para mí solo!” – Exclamó el profesor y ambos chicos empezaron a tocar y a manosear mi monumental culo.
“¡Qué hermoso culo! ¡Qué culazo! ¡Qué pedazo de culo! ¿No, profe?” – Dijo el mismo chico que había estado tocándome.
“¡Bueno! ¡Ya! ¡Listo! ¡Pendejos de mierda! ¡Sigan ustedes dos, que yo me voy a comer todo ese culo!” – Dijo Christian en un tono por demás imperativo y tomándome del brazo, me llevó hasta un banco; se sentó, me hizo poner de espalda y fue acomodándose hasta que mi culo quedó a la altura de su cara.
Chupar un culo no es para cualquiera, por eso, los chicos, tal vez por inexpertos en la materia, no le prestaron mayor atención y continuaron con lo suyo, es decir, el que había estado arrodillado, volvió a hacerlo y comenzó a chupar la pija al otro.
Entre tanto, el profesor ya había empezado a comerme todo el culo; su lengua recorría una y otra vez mis “carnosos cachetes”, mi “profunda zanja” y mi “rosado agujero”, hasta que posó allí mismo su boca, para darme el más delicioso y espectacular “beso negro”, que “de negro”, no tenía absolutamente nada, porque mi piel era exageradamente blanca y mi orificio anal, de un rosado muy, pero muy suave, como el de un bebé.
Yo me retorcía de placer, al punto tal que uno de los chicos, me preguntó:
“¿Tan rico es? ¿Qué se siente?”
“¡Ay! ¡Es hermoso! ¡No puedo explicarlo, pero me vuelve loco! ¡Me encanta!” – Le respondí.
“¡Ah! ¡Ay pendejo! ¡No pararía nunca de chuparte el culo, pero me muero de ganas por cogerte!” – Dijo Christian y sin abandonar el lugar en el que estaba sentado, volvió a decirme:
“¡Vení acá! ¡Sentate arriba de mi pija!”
Puse mi culo encima de su enorme verga y, separando mis “cachetes” con ambas manos, fui bajando hasta que la punta, la gran “cabeza”, quedó a las puertas de mi orificio anal.
“¡Ay!” – Grité y le dije al profesor:
“¡Faltó la crema!” (en obvia alusión a la crema íntima que había utilizado la vez anterior, a modo de lubricación, tanto en su verga como en mi culo).
“¡Cierto! ¡La puta madre! ¡Ahí la traigo!” – Dijo Christian, algo molesto por la situación, pero se levantó del asiento, fue hasta su guardarropa, agarró el pote de crema y volvió para untarse completamente, tanto su pija, dura como piedra y mi culo.
“¡Ahora sí, pendejo y si te duele, aguántate, pedazo de puto!” – Me dijo y esta vez sí, fui bajando el culo, lentamente, hasta que su monumental verga, ingresó por completo dentro de mí.
“¡Guau! ¡Le entró toda! ¡Qué hijo de puta!” – Exclamó uno de los chicos, sin dejar de mirar y con cierta incredulidad.
“¿Y vos que estás esperando, pendejo de mierda?” – Le dijo el profe al otro chico y agregó:
“¡Dale, pelotudo! ¡Metésela de una vez y empezá a cogerlo! ¿Qué carajo estás esperando? ¡Cojelo! ¡La concha de tu madre!”
“¿Me presta su crema, profe?” – dijo el chico, al que Christian había recién reprendido.
El profesor hizo un gesto afirmativo y el chico agarró el pote y también se “encremó” su pija y el culo del otro chico.
“¡Ahora sí!” – Exclamó y sentó al lado de Christian, para que el chico hiciese exactamente lo mismo que había hecho yo, es decir, montar sobre la verga.
En forma acompasada y al unísono, el chico y yo cabalgábamos sobre ambas pijas y mientras lo hacíamos, girábamos nuestras cabezas para besarnos en la boca, algo que excitaba y calentaba aún mucho más, a nuestros dos “cogedores”.
“¡Ay! ¡La puta madre! ¡Qué lindo es esto! ¡Pendejos putos de mierdas! ¿Cómo pueden ser tan putos? ¡Ah! ¡La concha de tu madre! ¡Qué hermoso culo tenés, putito lindo!” – Exclamó Christian y por supuesto, esos insultos e improperios, formaban parte de la tremenda excitación, así que yo decidí redoblar la apuesta y empecé a susurrar en voz alta:
“¡Ah! ¡Qué lindo! ¡Cómo nos están cogiendo! ¡Qué hermosa cogida nos están dando! ¿Les gusta que seamos tan putos? ¡Somos unos putos re-contra-re cogidos!” ¡Cójannos más! ¡Cójannos bien fuerte!”
Ello no hizo más que excitar y calentar aún muchísimo más a nuestros dos “cogedores”, quienes, en forma intempestiva, nos hicieron poner en el suelo, en la posición “cuatro patas”, pero enfrentados ambos, de manera tal, que el profe me penetró a mi y lo propio hizo el chico, con el otro.
Alaridos, gritos, jadeos y gemidos de placer, de gozo y de satisfacción sexual, podía oírse en el vestidor, sumado al fuerte golpeteo de las pelvis contra nuestros culos y, mientras los “cogedores” nos cogían, ambos “cogidos” aprovechábamos para besarnos en la boca.
En el lugar, había una especie de camilla, utilizada generalmente para efectuar masajes a los nadadores, de las que suele haber, habitualmente, en casi todos los vestidores y ahí fue a donde continuó la cogida, al menos para mí, ya que Christian me hizo recostar allí, boca abajo y se me subió encima (casi me aplasta, porque él era mucho más grande que yo), pero me penetró muy fácilmente y siguió cogiéndome fuertemente.
Por supuesto que los gritos, alaridos, sumados, otra vez a todo tipo de insultos e improperios, hicieron que el cuadro fuera de una alucinación increíble, ya que el profe vociferaba cosas tales como:
“¡Pendejo puto! ¡Qué hermoso culo tenés! ¡Qué hijo de puta! ¡Ay! ¡La concha de tu madre! ¡Ah! ¡Oh! ¡Te voy a llenar todo el culo de leche! ¿Querés mi leche, putito de mierda?”
“¡Sí, profe! ¡Lléneme el culo con su leche!” – Le respondí.
Por suerte, para mí, al profesor le costó bastante acabar, así que siguió “bombeándome” muy enérgicamente.
A todo esto, el otro chico ya había eyaculado, también dentro del culo de su “partenaire” y ambos estaban observando, excitados obviamente, como nosotros dos aún continuábamos en pleno acto sexual.
Al cabo de unos instantes, Christian acabó, abundantemente, dentro de mi culo y me lo llenó con su delicioso y tibio “néctar”, quedando tendido, prácticamente, encima de mí, completamente exhausto.
Luego de unos minutos, sacó su verga, la cual, ya fláccida, conservaba unas dimensiones increíbles y chorreaba algunas gotitas de semen.
“¿Puedo cogerlo yo, ahora, profe?” – Preguntó el chico, obviamente, refiriéndose a mí y mi super culazo.
“¡Otro día, pendejo! ¡Ya nos tenemos que ir, porque se hizo muy tarde!” – Respondió Christian.
Resultaba más que evidente, que era el profe, quien daba constantemente las órdenes y determinaba lo que se hacía y lo que se dejaba de hacer y también era “más que evidente” que la cosa no terminaría allí, ni muchos menos, pero ello, seguramente, será material de un nuevo relato.
Soy marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
Espero sus valoraciones, pero sobre todo, sus comentarios.
Besos a todxs.
Que delicioso es tener alumnos así para cogerlos las veces q quieran y sin molestarse teniendo disciplina ante todo 😍😍😍
Gracias por tu comentario. La verdad que sí, a ese profe le gustaban muchísimo los chicos y yo, feliz de la vida, porque me cogió riquísimo y no solo a mí. Subiré varios relatos de esos días en el natatorio. Besitos.