Mi Profesor de Sexto Grado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola soy David tengo actualmente 28 años y vivo en la ciudad de Guadalajara. La historia que estoy por contarles sucedió cuando tenia 11 años y fue el inicio de una prolifera vida sexual.
Desde muy chico me llamaron la atención los hombres, comenzó con mi hermano mayor, ver su cuerpo desnudo despertó en mi un interes que me hacia fantasear con la idea de estar con otro hombre, continuo con mis compañeros de colegio en especial en las clases de deportes donde el calor los impulsaba a quitarse sus camisas para mostrarme sus cuerpos sudados que eran hipnóticos para mis ojos. La idea de poder tocar, sentir y gozar a otro hombre recorrió mi cuerpo muchos años hasta que mi atención se concentro en mi profesor de sexto grado.
En aquella epoca era un joven serio y timido, blanco, de complexión normal, cara afilada, cabellos castaño, labios carnosos y ceja gruesa. Reservado por no encajar en lo que dictaba la sociedad. Pase largo tiempo con miedo hasta que un día conocí al profesor Gustavo un hombre de aproximadamente 30 años, alto, blanco, de pelo negro, barba liguera de días y deportista. que comenzó a enseñarnos que las normas y las reglas se iban construyendo de acuerdo a nuestros ideales. Su forma de pensar, su cuerpo y aquella imagen viril me atrapo y pase casi todo el curso escolar atraído por él. Nunca crei que algo pudiera suceder entre nosotros, yo era muy joven así que solo podía fantasear con la idea de ser suyo, sin embargo esto cambio a mitad del curso escolar.
Nunca he sido muy bueno en matemáticas, y mis notas no eran las mejores en esta clase, por lo que el profesor Gustavo reunió a un grupo de alumnos para dar clases privadas en su casa. Fuimos cinco los que comenzamos a asistir de forma semanal a su hogar para practicar y mejorar nuestras notas, nunca hubo algo extraño durante las clases, excepto por mi interes especial en él. A veces hacia mucha calor y el se ponía camisas sin mangas mostrando su brazo definidos, otras veces su pantalón me dejaba entre ver su bulto. Ir a su casa era muy excitante sin que el lo supiera.
Todo pasó de lo más normal hasta que un día por suerte se presento la oportunidad de llevar todas mis fantasías a la realidad. Un martes llegue antes del horario habitual, subí las escaleras del departamento donde vivia el profesor Gustavo y toque la puerta algo apenado de llegar tan temprano. El tardo en abrir unos minutos pero cuando lo hizo solo tenia toalla puesta en sus piernas. Mi cuerpo se estremeció y mi mente divago en sus pectorales bien formados y su vello corporal. Con voz nerviosa le comente que había tenido que llegar antes, y el sin problema me dejo pasar. Me pidio solo que lo esperara unos minutos pues estaba tomando un baño y que aun no habia terminado.
Me acomode en la sala y espere ahi, con mi pene tan duro que pense que lo notaria. En mi mente solo podia repasar el cuerpo de mi profesor, y el deseo por querer estar con el me invadió. Quería verlo totalmente desnudo, ver su pene que habia estado tan cerca, quería decirle que me hiciera lo que el quisiera. Mis manos me temblaban, estaba muy nervioso pero me arme de valor, y fui a su habitación, abrí la puerta sin tener idea de que decir. La regadera aun sonaba, pensé en detenerme pero mi cuerpo deseaba provocar aquel momento, me acerque a la puerta del baño y la abrí.
Detrás de la puerta estaba estaba él desnudo en la regadera y entonces lo vi, aquel pene grueso, circuncidado y velludo. El me miro extrañado y yo solo pude salirme del cuarto lleno de miedo al razonar lo que hacia. Regrese a la sala esperando lo peor, no tenia una excusa, el me alcanzo a los minutos, visitiendo un short deportivo y sin camisa. Me pregunto por que había entrado al baño, sin tener yo una respuesta. Y entonces se puso a mi lado y me pregunto:
-Eres gay verdad? No respondí nada y baje la mirada, el tomo mi mano con fuerza, y la puso en su miembro, duro y grueso.
-No tengas miedo, si quieres puedo enseñarte como serlo.-
Lo mire a los ojos y el supo que esta dispuesto a cualquier cosa. Me inclinó a su miembro y comencé a chuparlo, sueve y temeroso mientras él me instruía como hacerlo mejor. Su sabor se impregno en mi boca, era muy rico, y mientras disfrutaba de su miembro, perfecto para mi, él comenzó a tocar mis nalgas, a mover sus grandes manos sobre mi culo. Se llevó un dedo a la boca y comenzó a jugar con mi ano.
– Es tu primera vez? Me pregunto.
Respondí que si y eso lo excitó aun más, su pene se puso aun mas duro pude sentirlo.
Me reincorporo a su nivel entonces y me llevo a su cuarto, me tiro en la cama y comenzó a quitarme la ropa, lamer mis pezones con su lengua traviesa, a besar y chupar mi cuerpo mientras su ligera barba rozaba y me excitaba. Sus manos grandes, su piel contra la mía, era demasiado. Y cuando me beso en los labios y suavemente los mordía, no pude mås y me vine sobre su camino de vellos en el abdomen.
– Quieres detenerte? Pregunto dudoso, loco por seguir disfrutando. Pedí que continuara y él me puso de espalda y comenzó a comerse mi culo, pasaba su lengua, la metía en mi, introducía sus dedos en mi ano y finalmente paso su miembro varias veces sobre mi culo dilatado, abierto para él.
Me penetro entonces, entro despacio mientras yo gemia entre dolor y placer, deseaba tanto ese momento, que no lo detuve ni un poco, él siguió hasta que mi culo fue suyo, y pudo moverse a su placer. Entro todo y frotaba sus vellos contra mi, una y otra vez, hasta que se acosto sobre mi y me comenzó a besarme la espalda y mi cuello. a morderlo y decirme que era suyo ahora. No puedo describir aquel momento, aquella emoción que me invadió, solo recuerdo que metio toda s verga en mi culo y entonces senti como se vino dentro de mi y no saco su miembro hasta que comenzó a chorrearse su semen por mi ano. Me abrazo fuerte en ese momento y pude sentir su pecho agitado y sus brazos sudorosos. Fue el mejor momento que había vivido.
Cuando termino saco su pene y se acostó en la cama, me jalo a su pecho y me pidió que no dijera nada, yo se lo prometí con la condición que me cogiera cada vez que viniera a sus casa. Así fue como comencé a llegar una hora antes a casa de el profesor Gustavo, solo para coger con el. Una breve pero intensa etapa de mi vida.
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