Mi "regalo" de cumpleaños
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aritorres90.
Mi nombre es Ariel y actualmente tengo 23 años, por motivos de estudio vivo en la ciudad de Chihuahua en México, pero en la que he vivido la mayor parte de mi vida es en la ciudad de Mazatlán “La Perla del Pacífico” y aquí es donde ocurre mi “historia de amor” si así lo quieren llamar.
La acción tardará un poco así que si son desesperados ni lo lean.
Yo nunca he sido de complexión fuerte, ahora hago algo de ejercicio pero hace 5 años, que es cuando ocurre mi historia, yo era delgado, de piel clara pero algo bronceada por el sol, ojos verdes gracias a mi madre y como 1.60 de estatura. Me considero guapo, me lo han dicho y en mi opinión personal tampoco creo estar tan mal.
Esto sucedió en mi cumpleaños 18, mis amigos de la prepa decidieron organizarme una fiesta pero yo no quería que gastaran tanto dinero así que después de tanto discutir optamos por ir a un antro pero la salida era hasta en la noche así que para pasar el día agradable nos fuimos todos a la playa.
En ese tiempo yo no tenía novia, siempre he sido de la idea de que el estudio es primero, sin embargo, había un amigo de mi grupo que me llamaba la atención, su nombre es Sebastián, el era, cómo decirlo… el típico guapo del salón, alto (medía alrededor de 1.80 me parece), piel clara, ojos color castaño, cuerpo marcado supongo que por el futbol, le encanta jugar o le encantaba, no sé.
Bueno, el caso es que el chico era como la estrella del salón, además de sus atributos físicos, también era muy agradable con todos, muy popular entre las chicas y con los chavos se llevaba muy bien; yo comencé a hablar con el porque un día en un examen (estábamos en 1er año de preparatoria), le tocó sentarse junto a mi y al parecer no había estudiado mucho (quizás su único defecto) así que decidí ayudarlo un poco, no es por alabarme pero siempre he sido muy aplicado en la escuela. Al terminar el examen, la mayoría salieron exhaustos y como Sebastián me había copiado casi en todo, salimos al mismo tiempo. Al salir del salón, él me da una palmada en el hombro y me dice:
_Sebastián: ¡¡¡Gracias!!! De verdad me salvaste.
_Yo: No te apures, me ha pasado algunas veces (meeeentira jeje)
Así nos quedamos platicando hasta que terminó la hora del examen, pero de ahí en adelante el se acercaba conmigo cuando tenía alguna duda y acercó a otros compañeros para que les explicara porque decía que yo “explicaba muy bien”. Fue de esa manera que comencé a hacer mas amigos; antes no era muy sociable que digamos. En fin, forjé una buena amistad con Sebastián y con el correr de los días y los meses, me empezó a gustar mas, al principio solo era algo físico porque como les digo el estaba muy guapo pero con la convivencia del día a día uno se va dando cuenta de cosas, detalles, gestos y ya no solo era atracción física sino algo mas. Yo sabía que el nunca me podría corresponder porque el era heterosexual (o eso pensaba), incluso tenía novia y me platicaba de sus amoríos con otras chavas, así que por mi propio bien traté de olvidar esos pensamientos y guardármelos para siempre.
Parece que no lo hice muy bien por lo que pasó después de la salida del antro.
Volvemos a ese “fatídico” día.
Desde que nos fuimos a la playa comencé a notar algo raro en Sebastián, lo veía con una actitud evasiva hacia mi, sin embargo, lo que pasaría a continuación de verdad no me lo esperaba.
Todos mis compañeros se fueron a los baños a cambiarse, yo hice lo mismo (me puse una playera, un short corto y sin ropa interior para andar cómodo) pero cuando salí, un amigo (su nombre es Gerardo) estaba afuera y me dijo:
_Gerardo: Estamos en la playa wey quítate la camisa no mames.
_Yo: No gracias, no me gusta la sensación de piel quemada en mi espalda.
_Gerardo: Andale, no seas simple, haber ven…
_Yo: Hey que haces, suéltame… nooo
Forcejeamos y al final logró quitarme la camisa.
_Gerardo: jajajaja así está mejor. Ahora te vamos a bautizar.
_Yo: ¿Ok? No, yo creo que no.
_Gerardo: jajaja como de que no.
_Yo: ¡Espera! ¡espera! ¡Oye, bájame!
Me levantó como a una novia (¡¡¡Dios!!! Todavía me acuerdo y me da vergüenza) y me llevaba cargando hacia el agua cuando de repente aparece Sebastián con una cara de muy pocos amigos.
_Sebastián: ¡Bájalo wey!
_Gerardo: Que te pasa, solo estamos jugando ¿verdad Ariel?
La verdad no sabia que decir, solo me quedé mirando a Sebastián y cuando volteó hacia mi, parecía como si quisiera matarme con la mirada.
_Sebastián: Te dije que lo bajaras.
_Gerardo: Porqué te pones así, solo estamos jugando.
_Yo: C-creo que estás exagerando un poco Sebas (así le decía a veces).
Sebastián volvió a mirarme de la misma forma.
En ese momento sentí que mis orejas explotarían de lo rojas que estaban y comencé a sudar mucho, me sentía muy avergonzado y le pedí a Gerardo que me bajara.
Sebastián: Tsk… pinches putos, hagan lo que quieran.
Acto seguido fue y se sentó en el rincón donde habíamos dejado nuestras cosas. Me quedé perplejo con la actitud de Sebastián, nunca lo había visto tan enojado y menos conmigo, el siempre me había tratado muy amablemente, a veces nos llevábamos un poco pero nada del otro mundo.
Mis otros compañeros se acercaron al darse cuenta de que algo pasaba pero yo los tranquilicé diciéndoles que fue solo un malentendido. Después todos se metieron a bañar y yo me quedé parado en la orilla de la playa mirando en la dirección donde se encontraba Sebastián. El, al percatarse de mi mirada se volteó con un gesto desagradable, fue cuando sentí un vuelco en el corazón, me sentí profundamente triste y me dieron ganas de llorar pero tenía que hablar con el, así que me aguanté lo mas que pude. Me dirigí hacia el y le pregunto:
_Yo: ¿Qué pasó hace un momento?, ¿qué fue lo que te molestó tanto?
El estaba sentado en la arena con las manos sobre sus rodillas así que me agaché un poco, acerqué mi mano para tocar su hombro pero el se movió evitando mi mano y otra vez sentí esa horrible sensación que oprimió mi pecho.
_Sebastián: No me toques ¿quieres?, vete a jugar con Gerardo que se la pasaban de maravilla ¿no?
Yo estaba a punto de salir corriendo llorando pero respiré profundo y le volví a preguntar.
_Yo: ¿Porqué te enojas?
No contestó.
_Yo: Si no me dices nada, no se que hacer. Oye, en serio no pensé que tu serías quien arruinara mi cumpleaños.
Parece que lo que dije le afectó. Puso su cara entre sus piernas y dijo con una voz un poco temblorosa:
_Sebastián: L-lo siento, se me olvidaba que estábamos aquí para festejarte.
Su cambio de actitud me tranquilizó un poco, estaba a punto de tomarlo del brazo, pero con lo de hace un momento retrocedí y me alejé diciendo:
_Yo: Bueno, ven a meterte (al mar) cuando te sientas mejor ¿sale?
_Sebastián: S-si está bien.
Todos mis otros compañeros estaban jugando en el agua, algunos solo se juntaron y se pusieron a platicar, yo me les uní porque sinceramente en ese momento no tenía ganas de andar brincando entre las olas, de hecho, quería ir a mi casa, encerrarme y llorar hasta quedarme dormido.
Pasaron unos quince minutos cuando vi que Sebastián entró al agua y se unió al grupo que estaba jugando con una pelota, yo lo miraba de reojo y en una de esas, nuestras miradas se cruzaron. El se puso rojísimo; una vez mas me sorprendió, jamás lo había visto comportarse de esa manera. Enseguida voltee para otro lado y noté que yo también me había sonrojado. Los que estaban conmigo me preguntaron si me sentía bien, a lo cual les contesté que si, que solo era el calor.
Así pasó un rato; comencé a jugar con otros amigos y me acerqué a donde estaba Sebastián. El, al darse cuenta, dijo que se sentía mal, salió del agua y fue a sentarse con algunos compañeros que ya estaban ahí.
Ahí fue cuando ya me enojé. ¡Que rayos le había hecho yo para que se enojara conmigo! Fue lo que pensé. Si a esas vamos, yo también me puedo enojar, así que lo comencé a ignorar y supongo que lo notó porque comenzó a cambiar de actitud. Ya estábamos comiendo, cada quien llevó algo, así que en realidad parecía un bufet. Comenzamos a charlar y llega Sebastián y se sienta junto a mí.
_Sebastián: ¿Quieres?
Parece que su mamá le había preparado sándwiches.
_Yo: No, gracias.
_Sebastián: ¿De verdad? Ándale. Mira, los hizo mi mamá, están bien ricos.
_Yo: Ya comí sándwich gracias.
_Sebastián: Oye… ¿estás enojado conmigo?
_Yo: ¿Qué te hace pensar eso?
_Sebastián: Mira, se que no me he portado bien, es tu cumple, … ¿me disculpas?
Sentí muy feo cuando lo vi con su cara triste, le arrebaté el sándwich que tenía en la mano y le dije:
_Yo: Si.
Fue todo lo que le pude decir; me alegró ver que en su cara se dibujó una sonrisa pero yo no aguanté las ganas y me puse a llorar.
Todos se sorprendieron al verme y me preguntaron que qué pasaba, les dije que me sentía muy feliz por todo lo que hacían por mi e incluso unas amigas me abrazaron y se pusieron a llorar conmigo.
Estuvimos en la playa como hasta las seis de la tarde y cada quien se fue a su casa. Quedamos de vernos en un lugar a las nueve para irnos todos juntos al antro pero antes de irme, Sebastián que tenía carro, se ofreció a llevarme a mi casa. Le dije que no porque ya había quedado de irme en la camioneta con otro compañero en la que íbamos muchos, el insistió pero no cedí así que me despedí de el.
_Yo: Nos vemos en la noche.
_Sebastián: S-si, ahí estaré, lo prometo.
Llegué a mi casa, enseguida entré a la regadera para quitarme la sal y me puse a pensar en lo que había pasado en la playa. Bueno, parece que no había llorado lo suficiente porque comenzó a brotar un río incontrolable por mis ojos, no sabía porqué pero tenía muchísimas ganas de llorar. La daba y le daba vueltas al asunto y llegué a la conclusión de que me había enamorado de Sebastián, por eso era que me afectaba tanto lo que el hiciera y el hecho de que el nunca me iba a corresponder comenzó a torturar mi mente.
Estuve como cuarenta minutos el la ducha, salí, incluso se me olvidó secarme con la toalla, solo salí y me tiré desnudo sobre la cama. Así me quedé como veinte minutos cuando me acordé de que tenía que cambiarme.
Con el peor ánimo del mundo, me cambié y me puse en marcha pero en eso escucho mi celular que había quedado en el baño donde me quité la ropa mojada. Corrí y alcancé a contestar. Era Sebastián.
_Sebastián: Hola ¿cómo te sientes? ¿cansado?
_Yo: Si, un poco.
_Sebastián: ¿Tienes quien te de raite (así decimos acá, es un aventón, que te dejen de paso en un lugar)?
_Yo: Mi mamá me va a llevar.
_Sebastián: A pues para que no la molestes, yo paso por ti, no hay problema.
_Yo: No gracias, de verdad.
_Sebastián: Tsk… ¡¡¡no jodas Ariel!!!, paso por ti a las ocho y media.
_Yo: Oye, espera, no te he…
Me colgó.
Eran las 8:50 cuando llegó.
_Sebastián: Lo siento, tenía que hacer algo y me tardé mas de lo esperado jeje
_Yo: jeje ¡Idiota! .Como sea, ya vámonos.
Nadie dijo nada en todo el camino, supongo que el se dio cuenta de que yo estaba enojado así que decidió no hablar. Fue un momento muy incómodo.
En fin, llegamos y la mayoría ya estaba reunida. Como el antro estaba cerca del lugar de encuentro, decidimos dejar los autos ahí (los que llevaban) e ir caminando.
Sebastián parecía mi sombra, no se me despagaba, incluso cuando iba al baño me estaba esperando afuera.
Cuando me arrimé con mis compañeras todas se pusieron a mi alrededor y comenzaron a bailarme, jaja fue muy vergonzoso para mi y ellas dijeron que como era mi cumpleaños éste era mi regalo, la verdad me sentí soñado como dicen, pero en ese momento Sebastián me volvió a sorprender; se metió dentro del círculo que formaban mis amigas y comenzó a bailarme. ¡Dios! Me quería morir de vergüenza y de felicidad, ya no sabía que pensar de el, no entendía nada y el me miraba con una cara… no se como describirlo, fue muy extraño, tan extraño que me comencé a excitar, por suerte las luces del lugar me ayudaron a esconder mi erección aunque estoy seguro por lo que pasó después, que Sebastián si se dio cuenta.
Al parecer mis compañeros lo tomaron a juego y ellos hicieron lo mismo. Todos los chicos comenzaron a bailarme y yo bueno, no hallaba donde meterme. Cualquiera pensaría que eso era un orgía.
Parece que mis compañeros tenían mucha energía pero yo después de un rato estaba muy cansado tanto física como emocionalmente.
Me disculpé y les dije que me sentaría un rato, que no me sentía muy bien. Me fui a la mesa que habíamos escogido y en eso llega Sebastián con dos vasos:
_Sebastián: ¿Quieres?
_Yo: ¿Qué es?
_Sebastián: Jugo
_Yo: ¿Jugo? Si claro.
_Sebastián: B-bueno, tiene un poco de tequila. Ay no me digas que no tomas.
_Yo: Pues no fíjate, no soy un ebrio como tú.
_Sebastián: jajaja ahora soy un ebrio, ándale tómatelo.
_Yo: mmmm…
_Sebastián: Pues es lo mas ligero que encontrarás aquí, ten, ¡tómatelo!
_Yo: Ok
Tomé el vaso, lo puse en mi boca y le di un trago. Me pareció muy extraña la actitud de Sebastián cuando le di el primer trago; noté como comenzó a sudar, abrió mucho sus ojos, se acercó un poco a mi cara y me dijo:
_Sebastián: ¿C-cómo… t-te sientes?
_Yo: ¿Porqué? ¿qué tienes Sebas? estás bien raro.
_Sebastián: ¿Y-yo? Jajajaja no tengo nada, que voy a tener, no tengo, yo, n-nada.
_Ándale, tómatelo todo.
Ok, en retrospectiva, creo que esa debió ser mi señal de que algo no andaba bien ya que lo último que recuerdo es que le dije a Sebastián que me sentía mal, el me ayudó a levantarme y me desvanecí por completo.
Cuando desperté, lo primero que vi fue un techo blanco, me moví un poco y sentí que estaba en una cama pero cuando intenté levantarme me di cuenta de que estaba amarrado de las manos. Dios, me asusté tanto, en ese instante se me vinieron a la mente tantas cosas horribles; no sabía ni en donde estaba, ni que hora era, ni porqué estaba amarrado y semidesnudo en una cama, cuando de repente escucho que la puerta se abre. Si, era Sebastián que se acercaba a mi con un vaso con agua en la mano.
_Sebastián: ¿Cómo te sientes?
_Yo: Sebas, me duele mucho la cabeza, ¿qué pasa?, ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy amarrado?
_Sebastián: jaja oye, oye, son muchas preguntas. Sabes Ariel, he estado pensando mucho en ti últimamente – se sienta en la cama a un lado mío – ¿tienes sed? –acerca el vaso a mi boca – toma.
Bebí un poco y le dije:
_Yo: Oye, me estás asustando, desátame ¿quieres?
Salió una pequeña risa de su boca.
_Sebastián: Sabes Ariel – dejó el vaso en el buró que estaba junto a la cama y acercó su mano a mi cara – desde hace un tiempo que he notado como me miras y como te portas conmigo, sabes a lo que me refiero ¿verdad?.
Yo solo me quedo perplejo mirando como cambia su expresión de una forma sombría y su mano se desliza sobre mi cuello y baja hasta el pecho.
_Sebastián: Aquí estoy, ¿no tienes nada que decirme?
Estaba tan asustado, la persona que estaba frente a mi no era el Sebastián que yo conocía y lo peor era que no podía hacer nada, no podía correr. Quería gritar pero tenía mucho miedo. Solo pude mover mi cabeza en una negativa a su pregunta y no pude resistir, comencé a llorar.
_Sebastián: ¿Por qué lloras?, ¿me tienes miedo?, no te voy a hacer nada, solo dime que sientes por mi, que piensas cuando me ves.
En ese punto yo ya no podía parar de llorar, cerré mis ojos y de pronto sentí como algo rosó mis labios, se sentía caliente; nunca antes había besado a nadie así que no me di cuenta hasta que abrí mis ojos. Me estaba besando, Sebastián, el chico de quien me había enamorado y que veía como un sueño lejano estaba ahí. Se había inclinado para poder acercarse a mi cara. Volví a cerrar mis ojos y de pronto, siento como algo resbaloso comienza a moverse entre mis labios, era su lengua que quería entrar en mi boca, volví a abrir los ojos y vi como puso su mano en mi boca, me metió dos dedos, yo me resistí pero al ver su cara llena de deseo no me pude aguantar y la abrí, comencé a lamer sus dedos pero entonces los sacó y volvió a acercar su boca, ahora pudo meter su lengua, fue una sensación muy desagradable pero el tenerlo así encima de mi me excitó muchísimo. Todo iba bien hasta que puso su mano en mi pene que ya estaba erecto. Rápidamente aparté mi cara y le dije que parara, que ya no era divertido. Entonces el se levantó sin decir una sola palabra, se comenzó a quitar la camisa, los zapatos y el pantalón, todo sin dejar de mirarme de esa forma tan lasciva. Se subió a la cama y se quedó hincado frente a mi, entonces tomó mis piernas, las puso entre las suyas y me dijo:
_Sebastián: Ya no voy a esperar mas.
Fue todo lo que dijo. En ese momento supe que iba a ser violado, yo no estaba preparado, jamás imaginé encontrarme en una situación así, donde “yo” fuera el que recibiera.
Me agarró de la cintura, me levantó las nalgas y puso una almohada debajo, después me quitó el bóxer con un poco de trabajo y así sin mas, se sacó el pene y lo puso entre mis nalgas. Se escupió la mano y embarró su saliva en mi ano. De repente siento como mete su dedo dentro de mi.
_Yo: Aaaayyyyyy b-basta aaaaaayyyyy p-por favor para, me duele.
Yo no paraba de llorar y pidiéndole que se detuviera pero el solo me miraba de esa forma lasciva y entonces saca su dedo para meter algo mas grande.
Ahí si me quería morir, fue horrible, sentía como presionaba la cabeza de su pene contra mi ano y yo no paraba de suplicarle que se detuviera, de repente, pone una mano tapando mi boca fuertemente, la otra sosteniendo mi pierna y me dice:
_Sebastián: Esto te va a doler un poquito.
Entonces mete de lleno su pene que no se cuanto mide, pero yo lo sentía como una estaca perforando mi ano. Nunca en mis 18 años de vida había experimentado un dolor como ese. Comencé a llorar y gritaba lo mas fuerte que podía pero su mano estaba firme sobre mi boca y solo se escuchaba un ruido sofocante que pienso yo, fue algo muy impactante para el.
Todavía recuerdo su expresión de tristeza cuando comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos y me dijo:
_Sebastián: Ariel, p-perdóname, lo siento de verdad p-pero… no puedo detenerme.
Fue entonces que comenzó a moverse y una nueva agonía comenzó para mi.
Cada movimiento de Sebastián era una tortura para mi. Sentía como su pene llegaba hasta el fondo, y perforaba todo mi ano. Lo sacaba y lo metía cada vez mas rápido. Se comenzó a poner resbaloso y el se excitaba cada vez más.
_Sebastián: Aaccc… uuuhhh n-no, c-creo que me vengo.
Yo tenía mis ojos desorbitados, no entendía que estaba pasando y el dolor era insoportable. De pronto siento algo caliente dentro de mi, trato de recuperar un poco el sentido porque estaba a punto de desmayarme y veo a Sebastián. Estaba quieto, había quedado pasmado y de pronto voltea a verme y me dice:
_Sebastián: Quitaré mi mano pero no grites ¿ok?
No podía hacer nada, simplemente me dejé llevar, cierro mis ojos e imagino que caigo por un vacío oscuro, esa sensación me produjo cierta tranquilidad pero entonces ciento algo pesado que me oprime el pecho. Sebastián se había quedado acostado sobre mi, con su pene aún dentro de mi ano. Pude escuchar como sollozaba y le dije:
_Yo: ¿Podrías desatarme porfa?
El se percató de que yo seguía amarrado y se paró enseguida, se limpió las lágrimas de los ojos, me desamarró y me dijo:
_Sebastián: Lo siento, parece que las cuerdas te lastimaron.
Mas que enojado, estaba triste, decepcionado de que mi amigo me hubiera violado. Voltee mi rostro para no verlo y sentí como el se acostaba a mi lado en la cama. Estiró su brazo para alcanzar una sábana y me tapó con ella, después me abrazó y me dio un beso en el cuello.
Ya no me importaba nada, ni en donde estaba ni lo que había pasado, solo quería dormir.
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