Mi segunda verga (2a parte): rompieron mi corazón y culo a la vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RodrigoMH.
Ricardo se acercó al sofá –Parece que estuvo todo bien en mi ausencia- dijo mientras me levantaba de un brazo para besarme.
El cosquilleo de su barba seguía erizando mis vellos igual que nuestro primer beso en la playa, así como las embestidas de su maestra lengua contra la mía, debo reconocer que a pesar de mis ideas, era todo un macho que me enloquecía igual que siempre.
Joaquín me sostenía de la mano, aún desnudo y tumbado en el sillón.
Mi tío me dio un abrazo para hundirme en sus fuertes pectorales, sentí ese característico aroma a macho que tanto me excitaba.
Su duro paquete se apretó contra mi abdomen y recordé el sinnúmero que veces que me había hecho gozar esa gruesa y venosa verga.
Joaquín se sentó y comenzó a acariciarme la espalda y caderas, el solo sentir esas 4 manos recorriendo mi cuerpo pusieron dura mi verga de inmediato tras un espasmo y suave gemido de mi parte.
–Tranquilo- dijo Joaco, mientras besaba una de mis nalgas.
–¡Rico!- exclamó Ricardo para darme fuerte palmada que dejaría marcada su enorme mano en mi nalga.
Joaquín besaba mi piel enrojecida ¡Eran el complemento perfecto! y yo ansiaba entregarme a ellos.
Me dio media vuelta rápido y brusco para que me sentara sobre Joaco y se arrodillo –Para el culo- me ordenó y hundió su cara en mis nalgas.
Comencé a gozar de esa lengua que con maestría me penetraba.
-¿Todo bien?- susurró Joaquín con esa sonrisa dulce que me encantaba mientras tomaba mi cara con ambas manos.
Guiñé un ojo y sonreí con lujuria y entonces comenzó a besarme apasionadamente.
Yo no lo podía creer: allí estaba con una lengua embistiendo mi ano y con otra que con delicadeza se adueñaba de mi boca, si eso me excitaba con locura, lo que se venía no lo dimensionaba aún.
Luego de unos minutos, Joaco ya se recuperaba: sentí como su pija crecía nuevamente y sus besos aumentaban en nivel de lujuria.
Yo di algunos espasmos –Ya está dilatado y lubricado mi ‘culito tierno’- rió maliciosamente mi tío –vamos a la cama- ordenó dándome otra fuerte nalgada.
Joaquín de inmediato me acarició sobre la piel enrojecida y una vez que Ricardo se había alejado me preguntó susurrando -¿Todo bien, estás seguro bebé?- mientras tomaba mis manos y me besaba en la mejilla.
Era demasiado tierno conmigo, yo me sentía derretido por él y esta nueva forma con la era tratado por un amante, me llené de confianza y le di un abrazo y un beso, él me tenía loco, completamente loco.
–Vamos- dijo cogiendo mi mano y conduciéndome al dormitorio.
Ricardo ya estaba acostado y sin ropa cuando entramos –Cómete tu verga- me ordenó mientras la cogió con una de sus grandes manos y golpeó con ella la palma de la otra.
Debo reconocer que ese cuerpo ancho, peludo y de gran musculatura me seguía excitando como nunca.
Me abalancé sobre él sin soltar la mano de Joaquín –qué caliente- dijo él mientras reía.
Me quedé en 4 mientras comenzaba a comer la vergota de mi macho: 20cm de carne oscura, venosa y gruesa, muy gruesa.
Después de un par de lamidas recogiendo la ambrosía preseminal, como la llamo, Ricardo cogió mi cabeza con ambas manos y empezó a embestir con fuerza hasta mi garganta, yo no tenía opción a objetar nada, pero me seguía fascinando esa forma brutal de mi tío.
–¡Esa garganta es mía! eso… cómela toda, hasta el fondo- exclamaba.
–Wow, que duro- dijo Joaquín para luego hundir su cara en mi culo con suavidad.
El primer contacto de su lengua con mi ano me hizo estremecer y lanzar un gemido ahogado por el grueso trozo de carne que me atoraba.
La escena era lo más caliente que había experimentado a mis 16 años.
Por un instante pensé que me hubiera gustado seguir solo con Joaquín, pero luego me sentí culpable, tenía un cúmulo de sentimientos que trataba de expulsar con goce sexual.
Joaco seguía lamiendo mi culo con placer mientras acariciaba mis nalgas y espalda, me tenía en las nubes.
–Métesela- mandó mi tío mientras me cogía por el pelo y embestía mi garganta.
Yo pensaba “Joaquín llega más adentro”.
-¿Puedo? ¿Va todo bien bebé?- preguntó con dulzura varonil Joaquín.
–Dale no más- le gritó mi tío.
Caballerosamente se tiró en la cama para mirarme acariciando mi mejilla.
Me saqué la verga de Ricardo, asentí y Joaquín me beso y con eso me preparé para recibir por primera vez su pollón en el culo que ambos ya habían dilatado lo suficiente.
Ricardo se arrodilló para mirar, por un minuto pensé que se fuera, luego de eso asumí la situación y me aseguré de disfrutarla y no pensar tonterías: Era mi primer trío con dos tremendos y churros hombres, cuantos quisieran mi lugar.
Jugó con su glande en mi culo, lo sentí palpitar a mi entrada, mis sentidos estaban totalmente estimulados y percibiendo cada detalle.
Mi ano se contraía y soltaba involuntariamente, ya estaba listo para recibirlo, no aguantaba más de lo caliente que estaba.
Mi verga estaba durísima y mojada como nunca, Joaquín lo noto y recogió el líquido con sus dedos, cuando me tocó expulsé más líquido aún, estaba a punto de explotar.
El untó su glande con él y llevó sus dedos a su boca.
Ricardo me tomó con fuerza por el pelo y ordenó -¡Dale!- Joaquín presionó suavemente su glande, entró sin dificultades entregándome un placer que nunca había experimentado, mientras se aferraba a mis caderas con la fuerza de sus grandes manos.
Comenzó con un suave y erótico vaivén a entrar poco a poco y yo disfrutaba cada centímetro de esa carne suave, Yo apretaba mi culo cuando la sacaba, y soltaba cuando iba entrando con una sincronía que nunca había logrado con las embestidas brutas que mi tío acostumbraba.
Estaba la mitad de su verga adentro, yo disfrutaba mirando los espejos que poco tiempo después de comenzar a visitar el departamento había instalado en las paredes, cuando Joaquín preguntó -¿Todo bien, bebé? –No aún…- respondió Ricardo cuando tomó mis hombros con fuerza y me empujó hacia Joaco, haciendo que toda su verga se colara de una sola embestida en mi culo.
Era primera vez que llegaban tan profundo en mi culo, sentí la pelvis y las grandes bolas de Joaquín junto a un dolor indescriptible, una taladrada que recorrió todo mi cuerpo como una gran descarga eléctrica.
Me enderecé de un salto, con esa espada aún completa en mi interior, dando un enorme grito y gemido, dolor y placer, sufrimiento gozoso que deleitaba.
Apenas mi espalda rozó el sudoroso pecho de Joaquín, este me abrazó con fuerza y besó mi cuello.
Preguntó a mi oído si estaba todo bien, si sacaba la sacaba de mi culo ¡Era tan atento conmigo, tan preocupado de mi bienestar! Ello me calentó más, acaricié una de sus mejillas y le sonreí, nos mirábamos a través del espejo.
Sigue le dije mientras comencé a mover mis caderas suavemente estremeciéndolo de placer.
–Esa es mi putita- gritó riendo Ricardo sabiendo que me molestaba, lo ignoré, ahora solo me importaba entregar placer a mi nuevo amante, a mi segundo hombre, él que ahora me volvía loco.
Joaquín jadeaba mientras besaba mi cuello y espalda.
Me abrazaba con tanto cariño que yo me sentí increíblemente bien, el dolor iba dando paso a un placer descomunal: su verga llegaba a rincones de mi interior jamás alcanzados y nuestra sincronía de movimientos parecía mágica.
Ricardo se acercó a besarme, lo que acrecentó mi placer, él era mi primer hombre, lo sentía mi dueño, yo estaba totalmente sometido a ese macho, derretido ante esa hombría bestial.
Toqué su gruesa y venosa verga notando que estaba mojadísima.
Volví a ponerme en 4 y seguí mamándola mientras Joaquín entraba y salía de culo, embistiendo cada vez con más fuerza y determinación, estaba haciendo suyo mi culo, también él comenzaba a dominarme a su tierno modo, yo estaba en éxtasis oyendo a mis dos machos gemir de placer, quería satisfacerlos a ambos, lo merecían por lo rico que eran y por la pasión con la que me follaban.
Me concentré en mover con energía mi culo sobre el rabo de Joaquín, mientras mi tío me agarraba por el pelo con fuerza y taladraba mi boca ahogando mis gemidos, como gozaba al hacer.
Joaquín gemía desenfrenado, hasta que sacó con cuidado su vergota de mí –Me vas a hacer acabar si sigues así bebé- y pasó su lengua por mi columna hasta llegar al cuello que mordió con pasión.
Ricardo me soltó y entendí que debía darme vuelta para recibir su grueso trozo de carne.
Joaquín ahora de frente me besó con pasión y lujuria tomándome con ambas manos por el cuello y acariciándome las mejillas con sus pulgares, él ya sabía que eso me derretía.
–Para mi culito, tú sabes cómo me gusta- Apenas hube obedecido, apretó Ricardo con fuerza mi cintura (siempre dejaba marcadas sus manos en mí) y de una sola embestida partió mi culo.
Volví a gritar como nunca, siempre lo hacía igual, pero yo aún estaba sensible por la penetración de Joaquín, quien me refugió en sus brazos y tranquilizó con sus besos y miradas.
Eso me llevaba al clímax: Ricardo taladrándome y por otro lado recibiendo caricias.
No podía pedir nada más.
A cada embestida de mi bestial hombre yo gemía y gritaba, placer y dolor aumentaban mi goce, escuchar los bufidos de mi tío me estimulaba aún más.
Joaquín no aguantó y metió su verga en mi boca.
Era el nirvana: disfrutando su suave y caliente piel, no necesitaba de esfuerzos para tragarla, ya que con cada una de las fuertes taladradas que recibía por atrás mi boca tragaba gustosa esa dulce verga, él emitía sus tiernos ruidos de placer mientras acariciaba mi cabello.
Era la follada perfecta.
Seguimos a ese ritmo varios minutos, hasta que sentí no poder más, mi culo ardía por dentro, no recibía pausas, aun así, era una molestia placentera.
Ricardo sacó su verga de un santiamén y volví a gritar, siempre la sacaba así y era tan cabezona que me dejaba ardiendo el ano.
Se puso de pie y comenzó a buscar algo en unos cajones.
Joaquín se acostó y me pidió que lo montara -¿Puede bebé, o quiere dejar descansar ese culito?- Yo pensé que necesitaba un respiro, pero ante el anhelo deseoso que expresaban sus ojos, no pude negarme.
Me subí en él y lo besé con pasión –Eres increíble- le dije –Tú me tienes impresionado, no pensé que esa carita tierna escondiera a un nene tan caliente y aguantador, la mamas increíble bebé- Me fui hasta su verga y le di un tragón hasta lo más profundo de mi garganta, contuve las arcadas y moví con fuerza mi cabeza en círculos, hasta escuchar sus gemidos cada vez más fuertes.
Aún su pene guardaba nuestros fluidos en una mezcla extraña pero de sabor excitante.
Dejé bien húmeda esa carne y me monté sobre ella –Despacio…disfrutémoslo- dijo mientras cogía mi cintura y yo acomodaba su glande en mi ya abiertísimo hoyo.
De a poco lo fui apretando y el gozaba y agradecía con su mirada cada uno de mis esfuerzos, yo de verdad estaba muy agotado, pero la calentura no me dejaba dar tregua.
De pronto, mientras yo estaba perdido en los gestos de placer de Joaquín, Ricardo sube a la cama, se ubica detrás de mí y muerde mi cuello, él sabía donde morder para provocarme espasmos, ya conocía cada centímetro de mi piel.
Hizo arquear mi cola y Joaco exclamaba de placer con esos movimientos.
Se ubicó detrás de mí y me empujó para que me inclinara sobre Joaquín.
Le pidió que separara más las piernas a Joaquín y me pasó un frasco de vidrio café pequeño, que me ordenó aspirara con fuerza.
Joaquín me detuvo, yo no entendía nada, absolutamente nada –Ricardo ¿Estás seguro? ya está cansado y no sé si lo aguante- dijo mientras tomaba mi mano con el frasco en ella.
Mi tío soltó una carcajada maliciosa –Esta putita está lista para recibirnos, lo pide a gritos-.
Pregunté que qué era ese frasco -¿Nunca has probado el Popper?- preguntó Joaquín -¿Qué es?- le respondí.
Se sentó y sonrió mientras me abrazaba con ternura y su verga acomodándose mejor a mi interior.
–Tan inocente mi bebé- exclamó besándome, yo me sentía algo bobo, no entendía nada de lo que hablaban.
–Ya entenderás todo- dijo mi tío mordiendo mi oreja.
Joaquín me acomodó inclinándome sobre él mientras se acostaba, Ricardo me ordenó parar el culo.
Yo obedecía, seguí sin entender esa complicidad de ambos que me excluía en mi ignorancia.
-¿Estás listo? confía en mí, pero cualquier cosa que te molesta o quieras interrumpir me dices en el minuto, ¿ok?- me dijo Joaco.
Yo pensé que era alguna droga, nunca había experimentado con alguna, pero confié en ambos, por otro lado mi tío siempre había sido sobreprotector conmigo.
Lo otro aún ni lo imaginaba hasta que sentí el glande de Ricardo presionando la entrada de mi culo sobre la verga de Joaquín que estaba dentro.
Me asusté y me tensé de inmediato, sabía que esas dos tremendas vergas demolerían mi culo, no creí que lo aguantaría.
–Esto te ayudará- dijo Joaquín poniendo el frasco en mi nariz –Aspira con fuerza- obedecí –Otra vez- dijo y lo hice.
Sentí su típico olor a diluyente pero no tan desagradable como creí.
Instantes después sentí un calor placentero e intenso que recorría mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza, haciéndome soltar un gemido fuerte.
Los que han tenido la suerte de probarlo, entenderán.
Joaquín me besó con desenfreno, él también había aspirado, en el mismo instante en que el glande de Ricardo, ese cabezón glande, presionaba con fuerza la entrada de mi culo hasta entrar en él.
Los tres gemimos de placer, yo además por dolor, pero muy distinto a los anteriores dolores.
Es difícil de explicar el torrente de sensaciones que invadían mi cuerpo mientras gritaba apretando con fuerza los hombros de Joaco hasta enterrarle mis uñas, él se dejaba y me decía –Disfruta bebé, disfruta- al gemir.
Ahí estaba yo, con esas dos grandes vergas en mi culo.
Aspiré nuevamente popper, y Ricardo aprovechó de meter aún más su verga.
Los fuertes gemidos de los tres debieron ser oídos por todos los vecinos.
Ricardo se movió con suavidad, era consciente de que era mi primera vez y fue cuidadoso.
Cogió mi cabello nuevamente y tiró mi cabeza hacia atrás, eso nos encantaba a ambos.
Joaquín tomó mi cintura con fuerza y Ricardo continuaba con un vaivén constante que hacía arder mi interior, de verdad sentía que ardía y me comenzaba a doler, pero ese placer jamás experimentado me animaba a tolerar más.
Comenzó a aumentar la velocidad de la penetración y la cara de Joaquín mientras se retorcía bajo de mí con un sinnúmero de espasmos me tenían estimulado al borde del orgasmo siempre.
Miré al espejo y la imagen fue demasiado rica ¡uff! la tengo clavada en mi memoria hasta el día de hoy: Mi piel blanca contrastaba con la morena de Ricardo y el tostado cobrizo de Joaquín.
Mi espalda arqueada al máximo mientras ese macho fuerte y de anchos brazos cogía mi cabello al tiempo que me penetraba con un ritmo exquisito ¡era un maestro con ese vaivén rítmico! Bajo de mí, mi nuevo hombre se retorcía espasmo tras espasmo de placer, mientras se aferraba con fuerza a mi cintura.
Me arrepiento de no haberlo grabado.
Unos minutos después Joaquín no aguantó más, me levantó con fuerza con su pelvis mientras metía toda su verga en mi interior, yo creí que mi culo se rajaba con ese dolor y grité más fuerte que antes.
Allí fue solo dolor el que imperó, luego Joaquín dio su grito de placer irrepetible y bombeó esa leche en mi interior –Rico, rrrrico…- gemía detrás de mí mi tío.
–No aguanto más- grité –Me arde demasiado- exclamé mientras creí que caerían lágrimas de dolor.
–Aguanta putita, que ya me voy- Ahí Ricardo olvidó que era mi primera doble y la dimensión de ambas vergas, porque comenzó a meterlo duro, con fuerza, la bestia indomable que siempre ha sido.
Yo no toleré y comencé a rogarle casi llorando que terminara, estaba decidido a salirme, pero ahora él me había afirmado con su desmesurada fuerza por mis caderas.
Joaquín vio mi aflicción y volviendo en sí después de su éxtasis, se estaba enderezando y diciéndole a mi tío que se detuviera que me estaba dañando.
Justo entonces sentí un espasmo de Ricardo, su característico bufido y el primer chorro de su abundante semen contra las ardientes paredes de mi culo, Joaquín volvió a gemir y cogió mi verga para masturbarla.
El dolor en mí era insoportable, jamás había experimentado algo así, ni lo he vuelto a sentir, pero a la vez me estimuló más y más.
Ricardo se había detenido y seguía llenando mi interior, que ya no tenía espacio entre esos grandes trozos de carne y la desbordante leche caliente.
Volví a mirar al espejo y la escena me calentó otra vez, con Joaquín masturbándome volví a arquear mi espalda y me tiré sobre el pecho sudoroso de Ricardo que me abrazó con fuerza y besó mi cuello con mordiscos suaves, como él sabe que me fascina.
Lancé el primer chorro de semen sobre la perfecta cara de Joaquín, luego cayó sobre sus pectorales y abdominales dignos del Olimpo.
Gemí como nunca antes lo había hecho, olvidando por unos instantes el desgarro que sentía en mi interior.
Luego de unos segundos Ricardo procedió a retirar su aún dura polla de mi culo, era la más gruesa, a pesar de hacerlo despacio me provocó un último gran dolor.
Joaquín se enderezó para abrazarme, cuando volví en sí, con sus caricias y besos, limpié con mi lengua el semen de su rostro y nos besamos con ternura.
Ricardo se desplomó en la cama al lado nuestro y acariciaba mi pierna.
Seguí mucho rato montado sobre Joaco, él no quiso sacar su verga hasta que volviera a un tamaño que no me lastimara.
Allí noté que ciertamente habían hecho añicos mi culo: el semen salía mezclado con algo de sangre y el ardor era horrible.
Joaquín me acostó entre ambos y comenzó a hacerme cariño y a besarme con suavidad.
Su mirada compasiva y cariñosa comenzó a aplacar mis molestias.
Ahora solo tenía en mi mente el recuerdo de ese placer extremo de sentir dos enormes vergas en mi culo y de experimentar popper por vez primera.
Me dormí en sus brazos mientras mi otro macho acariciaba son suavidad mis nalgas.
He vuelto a hacer tríos, pero debo reconocer que ninguno me ha llevado a sensaciones tan extremas como el primero.
Las cosas comenzaron a cambiar desde entonces: si bien seguía yendo a ver a Ricardo y follando duro como nos gustaba, no podía sacar de mi cabeza a Joaquín.
Venía cada dos meses a Santiago.
Me telefoneaba siempre que podía y coordinábamos para vernos en sus visitas, no solo para follar, sino que cenábamos, íbamos al cine y compartíamos conversaciones eternas, confesiones, secretos y complicidad.
Nos arrancábamos por fines de semana a la playa solos, era todo de ensueño salvo por el poco tiempo que pasábamos juntos.
Así por dos años hasta que se fue a estudiar fuera de Chile: mi primer gran dolor de corazón, lo causó quien también provocó mi primer gran dolor de culo desgarrándolo… jajaja, ironías de la vida.
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