Mi sobrinito Martin finalmente me chupó la verga
Soy un hombre de 26 años y les contaré sobre la ocasión en la que finalmente puse a mi sobrino Martín, de 6 años, a que chupara mi pene..
Anterior a esta experiencia, yo ya había tenido dos encuentros con Martín. El primero en donde froté mi pene en sus labios, y el segundo en donde chupé su pequeño miembro como si fuera su prostituta, para hacerle experimentar el placer del sexo.
Sin embargo, ahora había llegado el momento de que me devolviera el favor, pues, a pesar de que en nuestro primer encuentro froté mi pene en sus labios, no se lo había metido a la boca porque me asustaba hacerlo.
Y es que, para contextualizar, en caso de que no hayan leído mis experiencias anteriores: Soy un hombre alto, de contextura delgada, blanco y muy velludo que, aunque puedo presumir de tener un pene muy lindo -objetivamente lo es- carezco de belleza. Fue mi baja autoestima y mi urgencia sexual lo que me llevó en un principio (y sin haberlo planeado), a tener experiencias sexuales con un niño, específicamente, mi sobrinito menor.
Pasé de ser un hombre asustado y con la culpa de haber usado a mi sobrino como juguete sexual, a ser un depredador que estaba dispuesto a cazar a cualquier presa que hiciera que su pene se levantara aunque fuera un poco.
Después de mi anterior experiencia con Martín, moría de ganas por sentir su lengua saboreando mi pito, pero era una situación muy delicada que, para que fuera exitosa, debía manejar con mucha precaución.
Entonces puse en marcha mi plan para usar al niño: Empecé a visitar a mi hermano más seguido que antes y por suerte, no le pareció raro. Él y yo siempre hemos tenido una buena relación y hasta parecía agradarle que yo fuera a verlo más seguido.
Había algunos momentos en los que aprovechaba para pasar un rato con mis dos sobrinos, quienes, me apreciaban más ahora que les daba dulces o algún regalo cuando los visitaba.
Miguel, mi sobrino de doce, se acercaba a mí principalmente por su interés en regalos o para pedirme dinero, en cambio Martín, ya me pedía otras cosas: Me pedía ser su puta. Y no lo digo en el sentido literal, ya que solo era un niño pequeño; pero usualmente, siempre que nos quedábamos por un momento los dos solos, se agarraba los huevos por encima del pantalón y como todo un machote se acercaba y me pedía sonriendo que le hiciera cosquillas.
Esto lo hacía exclusivamente cuando estábamos los dos solos por un momento, por lo que, él ya era más consciente de que lo que hacíamos estaba prohibido y eso, era lo mejor que me podía pasar. En esos momentos aprovechaba rapidito y metía mi mano entre su pantalón para tocar su pequeña pistolita y besarlo en la boca, pero aún no llegaba el momento adecuado para que él me chupara la pija.
A pesar del aumento de confianza, no quería obligarlo a hacer algo que le disgustara y que eso lo llevara a contar algo, por lo que seguí aprovechando esos pequeños momentos de soledad entre ambos y en medio de risas y juegos, con una paleta lo ponía a chuparla como si de un pene se tratara, mientras yo tocaba el de él. Le daba indicaciones de no morderla y hasta lo retaba a que se la metiera lo más profundo que pudiera. Él se reía y seguía mis instrucciones, mientras yo pensaba en qué podía hacer para acostumbrarlo también al sabor y a la sensación del semen.
Finalmente, un día sin previo aviso, pasó lo que quería. Una ocasión en la que fuí a visitar a mi hermano, el Dios de la perversión me dió la oportunidad. Mi hermano y su esposa iban de salida a hacer unas vueltas, pero como él me había invitado a comer en la noche, me dijo que me quedara con los niños mientras ellos regresaban.
Mi corazón latía de la emoción, pues sabía que ese día ocurriría un momento importante en la vida de un hombre degenerado.
Eran las tres de la tarde, yo fui a lavarme el pene para mantenerlo limpio y luego me senté junto a ellos a pensar en cómo me libraría de Miguel para tener a Martin solo para mí. Un par de horas después de conversaciones irrelevantes y ver la televisión, Miguel comentó que se iría a bañar. Ahí fue cuando me di cuenta de que había llegado el momento.
Una vez escuché el sonido de la ducha, corrí hacia Martín, me arrodillé y comencé a besarlo ahí en la sala. El niño ya se había acostumbrado a la lengua larga y babosa de su tío y la chupaba con fascinación, incluso sentía que quería meterla más profundo, hasta su garganta.
Honestamente, yo ya estaba convirtiendo a Martín en todo un putito homosexual e, inesperadamente, él me estaba convirtiendo a mí en un maricón amante de los nenes.
Recuerdo todas esas noches en las que me masturbaba viendo videos de Hentai e imaginando como era yo el afortunado que se follaba a la chica 2D, pero ahora, lo único que podía excitarme de verdad, era imaginarme a un pequeño varoncito con perfume de bebé haciendo saltar su pequeña verga mientras me pedía que se la acariciara con la lengua.
Volviendo a la situación, quité la camisa de Martin para evitar mancharla de semen y al mismo tiempo, para poder observar su hermoso torso masculino e infantil, pálido y suave. Me agaché a chupar los pezones rosados del pequeño e imaginaba que él era una mujercita dándole leche a su bebé. Mi pene estaba húmedo y saltaba sin parar por lo sabrosa que era la situación.
Yo estaba deleitándome con ese hombrecito de seis años. Agarraba sus nalgas por debajo del pantalon y masajeaba su hoyo virginal mientras mi lengua pasaba de sus pezones a saborear su cuello saladito por el sudor.
Martín solo reía y disfrutaba de la atención que su macho le estaba dando. Sin embargo, no había tiempo para perder y ya era hora de que él me devolviera el favor.
Me levanté y reafirmé mi posición dominante. Su cara quedó frente a mis pantalones y sin pudor alguno, abrí el cierre y saqué mi gran pene al exterior. Martín quedó sorprendido al ver de nuevo mi gran verga peluda y palpitante, después de un tiempo sin habérsela mostrado.
Quise bromear con él e hice que mi verga saltara tal y como él había aprendido a hacerlo.
— Mira, mi pajarito también salta —sonreí mientras mi pene húmedo de pre semen se balanceaba de arriba a abajo, a tan solo unos centímetros del rostro del infante—
— ¿También está feliz como el mío? —preguntó inocentemente y procedió a tocarlo con la punta de su dedo—
— Aja, es que quiere sentir cosquillas, ¿Me das cosquillas tu a mí? Hazlo así como cuando chupas la paleta, o como cuando yo te hago cosquillas.
— Bueno.
El pequeño puto, abrió la boca todo lo que pudo para que el gran trozo entrara, sin embargo, al poner su lengua en mi glande, rápidamente se quitó.
— ¿Qué pasa? —pregunté—
— Es que sabe raro.
No voy a mentir, cuando dijo eso me decepcionó. Sobre todo porque había limpiado bien mi pene para evitar esta situación, pero entendía que el sabor del semen no iba a gustarle tan fácil, al menos no al principio.
Como quería que tuviera una bonita experiencia chupando su primer pene y sabía que su felicidad me mantendría a salvo de ser expuesto, lo llevé a la cocina y busqué algo para untar en mi miembro y disimular el sabor. No había mucho para untar a excepción de mermelada, la cual él odiaba, y mantequilla de maní. Así que elegí la segunda opción.
— ¿Si me unto esto en el pajarito, sí lo lamerías como una paleta? —pregunté mostrando el frasco—
— No sé. —respondió indeciso, pues parecía incómodo por la idea de volver a lamer mi juguete masculino—
— Esto es solo un juego y si no te gusta, me avisas y ya no jugamos ¿Okay?
— Bueno.
Y así fue. Ahí mismo metí una mano en el frasco de mantequilla de maní y cubri todo mi pene, que ya estaba flácido. Se sintió un poco incómoda la sensación pegajosa, pero al mismo tiempo, me fascinaba el morbo de lo que estaba pasando.
Me pegué contra una pared de la cocina, en la que podía ver hacia el pasillo para tener precaución por si el hermano de Martín venía. Le indiqué a Martín que se acercara a mi pajarito, pusiera su lengua en él y simulara como si estuviera chupando la paleta.
Me jalé el prepucio hacia atrás y mi glande con mantequilla de maní volvió a quedar al descubierto. Estaba nervioso mirando hacia el pasillo y ansioso por sentir la boca de Martín acariciando mi expulsa leche.
El pequeño miraba curioso mi pajarito dormido. Sentía su respiración acercándose a mi miembro y luego me estremecí cuando su pequeña lengua tocó los labios rosas de mi pene.
Las cosquillas -como a él le gusta llamarlas- invadieron todo mi cuerpo, y mi fierro, se puso duro como una roca de nuevo.
— Uy amor, lame más. Qué rico bebé. —le decía al nene mientras este, tímidamente lamía los rastros de mantequilla.
Así duró un minuto. Lamía suavemente mi glande y luego pasaba su lengua por el resto del grosor de mi verga para saborear. La mantequilla desapareció de mi piel, entonces tuve que aplicar más para que siguiera lamiendo.
No quise esperar mas y puse mi mano en su cabello con forma de hongo que tanto me gustaba.
— Abre bien la boca —le ordené amablemente—
Él hizo su máximo esfuerzo por abrirla ancho y yo inserté la cabeza de mi titán en su caliente y húmedo hoyo.
El cielo del placer se abrió ante mí. Sus labios parecían dos esponjas suaves enrollando mi glande grueso, empujándolo hacia el interior de su boca como si estuviera realmente hambriento de mi pija gorda. El interior de esa boquita era húmedo y caliente, como un sauna diseñado para penes, o una funda para guardar vergas de adultos. Su saliva se mezclaba con la mantequilla de maní y con el pre semen que estaba comenzando a salir de nuevo, creando el jugo perfecto de la depravación.
La punta de mi verga estaba siendo acariciada por la lengua juguetona de mi sobrino putito y yo no podía creerlo.
— Oh dale nene, así. Chúpala rico, amor. —le decía a Martin entre gemidos de excitación por el placer inmenso que el niño me provocaba—
La situación era perfecta para cualquier amante del sexo y yo estaba siendo el afortunado que la experimentaba. Ver a mi pequeño sobrino de seis años, meterse la grande y hermosa verga de su tío en la boca, mientras su hermano podría llegar y descubrirlo, era todo una situación cargada de emoción y adrenalina.
Debo admitir que el peligro de que podría llegar alguien y descubrirnos en una situación tan enferma me excitaba y lo hacía aún mas interesante, a pesar de que no quería que pasara eso. Pero me dejé envolver en la situación.
Me dejé llevar por mis impulsos desviados e introduje mi pene un poco más en la boca de Martín. Con mi mano manejaba su cabeza para adelante y para atrás como si fuera un masturbador, mientras de vez en cuando, tomaba el atrevimiento para enterrar mi miembro hasta la garganta y darle arcadas al mocoso. Él no parecía disgustado. Por momentos se quitaba para agarrar aire y luego volvía al trabajo de ser la prostituta de su tío.
Así estuvimos alrededor de seis minutos de puro placer y algo de dolor, pues, de vez en cuando me lastimaba con sus dientes, pero yo le decía que tuviera cuidado.
Mi pedazo de carne quería embarazar la garganta de mi mujercita y tirar toda la leche dentro de ella, pero no pasó, y no precisamente porque estaba siendo considerado con él.
El pequeño seguía deleitándose con su nuevo juguete favorito y yo disfrutaba de la mamada de mi hembra mientras cuidaba que su hermano no apareciera, pero en medio del perverso acto, llegaron sus papás y en vez de venirme, casi me voy.
El miedo se apoderó de mí y con el corazón a punto de explotar guardé mi pene palpitante en el pantalón, rápidamente.
Por suerte estábamos en la cocina y no en la sala, por lo que mi sobrino, como un buen cómplice, se fue rápido hacia el otro lado de la cocina y se puso su camisa. Yo abrí la nevera y fingí que buscaba algo.
Mi hermano se acercó y nos preguntó sobre qué estabamos haciendo. Yo, lo más casual que pude, le dije que estaba pensando en darles de comer algo a los niños mientras ellos llegaban y se la creyó sin ningun problema, aunque durante el resto de la tarde creí que realmente sospechaba algo, pero, debido a su actitud normal durante los días posteriores, lo descarté.
Finalmente no me pude venir en esa ocasión, sino hasta llegar a mi casa que me hice una paja de esas que se te quedan en la memoria. ¿Y es que como no? Si acababa de cumplir una de las fantasías prohibidas más deseadas por todos los hombres.
Lastimosamente no pude escupir leche en la boca de mi noviecito, pero esa no sería la primera vez que me chuparía la verga, ni mucho menos el único nene que la probaría.
Excelente relato. como sigue?
En resumen de lo que pasa después, me vine encima de martin, tuvimos varias experiencias mas. Luego tuve experiencias con Miguel, de quien me enamoré profundamente y tmb con otros niños alternos que son menos relevantes pero igual cuentan.
Como sigue?
En la próxima cuento como me vine sobre él. Ya después quizás cuente como empecé con miguel.
con ganas de leer la osguiente parte
Que rica experiencia. Siempre he fantaseado tener un.morrito de esa edad para que me desleche. Y que rico que sea el mismo quién pida verga. Lástima que no te pudiste vaciar en su boca.
Tienes razón, es una experiencia que muchos hombres desearían tener. Yo por fortuna sí lo he vivido, y es algo increíble y sublime para los dos.
Cuenta de tus experiencias aquí, seria interesante leerlas.