Mi sobrino Carlitos (parte 3)
Después de 5 años de no podernos embarazar, mi esposa y yo buscamos ayuda de mi sobrino adolescente. Tercera parte..
(Para entender la historia, les recomiendo leer los capítulos 1 y 2, publicados aquí mismo).
Capítulo 3.
Desde la ventana de la cabaña, a través de la cortina traslúcida, veo a Laura, mi esposa desde hace 5 años, salir al jardín y dirigirse a la alberca, donde Carlitos, mi sobrino de 15 años, estaba a punto de aventarse a nadar. Antes de aventarse a la alberca, el joven escuchó el ruido de la puerta de nuestra cabaña al cerrarse, y al voltear vio a su tía. Se saludaron mientras el adolescente caminaba hacia la cabaña, y mi esposa hacia la alberca, encontrándose a la mitad, en el jardín.
Laura es morena clara, de finas facciones, con ojos aceitunados que cambian de color según el ángulo del sol: a veces se le ven verdes, a veces color miel. Mide 1.65, de piel morena clara muy lisa y trae su cabello castaño oscuro y ondulado, casi negro, un poco abajo del hombro. Va vestida con su bikini azul marino, que resalta sus hermosos pechos tamaño 34B. A sus 36 años, gracias al ejercicio -y quizá a que nunca ha estado embarazada- aún se ve delgada, con una hermosa cintura que destaca sus hermosas caderas. Quien no sepa su edad, podría creer que tiene 30 años. Encima trae un pareo blanco casi transparente y lleva sus sandalias con un poco de plataforma y tacón, lo cual la hace ver más alta y más delgada.
Carlitos, por su lado, es de piel blanca y ojos azules, como yo. A sus 15 años aún tiene esa carita de niño, y una mirada traviesa y feliz. A pesar de que ya inició la pubertad hace más de 2 años, su rostro está aún impecable, sin imperfecciones ni señales de vello facial. El último año ha crecido mucho, por lo que calculo que ya debe medir al menos 1.70 o quizá un poco más. Su linda cara es enmarcada por su cabello rubio y ondulado, que se ha dejado crecer un poco, casi llegándole al hombro. Gracias a que va dos veces por semana a clases de natación, y juega tenis, su blanca piel está bronceada y sus brazos, espalda y piernas se ven musculosos, pero no en exceso. Está vestido sólo con sus speedos (traje de baño para entrenamiento) lo cual resalta sus glúteos, también fuertes y moldeados por la natación. Al levantar su brazo para saludar a su tía Laura, alcanzo a observar que ya se le notan algunos pelos en la axila, lo cual me deja claro que, a pesar de su carita linda, ya no es un niño. Al frente, resaltan sus fuertes pectorales, sus pequeñas tetillas y su pecho totalmente lampiño. Su traje de baño se ve lleno y bien formado, con sus atributos de proporciones perfectas para su cuerpo. Una ligera línea de vellos le recorre del ombligo hacia el traje de baño, haciéndolo ver más varonil. Al verlo, me imagino que debe traer locas a muchas de sus compañeras (¡y compañeros!) del colegio.
Desde mi ventana veo cómo se abrazan cariñosamente, mi esposa estrechándolo contra su cuerpo, para que el joven sienta sus pechos, mientras acaricia cariñosamente la espalda desnuda del adolescente. Carlitos le devuelve el abrazo de forma cariñosa e inocente, y veo que empiezan a platicar. Mientras platican, extienden unas toallas en el pasto, y se sientan encima de ellas para continuar charlando. Mi erección ya se aplacó, así que además del short que ya traía, me pongo encima una playera sin mangas, y salgo de la cabaña, en dirección al jardín. Al pasar cerca de ellos, camino al cobertizo, alcanzo a escuchar que Laura le está preguntando por la escuela, pero al hacerlo, se agacha un poco, y observo que a propósito se dejó algo floja la parte superior del bikini, así que al agacharse para platicar, muestra un poco más de sus pechos al adolescente. Carlitos trata de voltear a otro lado, siendo el niño respetuoso que siempre ha sido. Su tía lo toca disimuladamente en su pierna desnuda, ya algo peludita, mientras va cambiando poco a poco el tema de la escuela, a las niñas, preguntándole a su sobrino si ya tiene novia. Mientras siguen con la conversación, yo me paso de largo para no distraerlos, camino al cobertizo, para ayudar a mi hermano Carlos a preparar el asador, meter las cervezas al hielo y demás.
De lejos, alcanzo a ver que Carlitos se pone un poco incómodo, buscando tapar con la toalla su evidente erección. Al traer traje de baño de entrenamiento, su bulto ya es bastante más notorio, así que usando la misma toalla en la que está sentado, la dobla sobre si mismo tratando de cubrir su excitación. Mi mujer sigue acariciándole la pierna, ya de forma menos sutil, fascinada y enternecida por las reacciones del joven adolescente.
Entonces, veo que Carlitos se levanta, cubriéndose no tan disimuladamente con la toalla, y empieza a caminar hacia la bodega/cuarto de máquinas donde guardamos las herramientas del jardín, los accesorios y químicos de la alberca, y ahí también se encuentra el sistema de filtrado de la misma. Volteo a ver a Laura y ella a mi. Me mira con su cara confundida… pero yo creo saber lo que está pasando, así que asiento con la cabeza, espero uno o dos minutos, y entonces me dirijo yo también hacia la bodega. Veo que la puerta está abierta, y suponiendo lo que está ocurriendo, entro sigilosamente. Espero unos segundos a que mis ojos se acostumbren al cambio de luz, a la oscuridad de la bodega…
Poco a poco mis ojos se van adaptando a la oscuridad, y entonces alcanzo a ver claramente a Carlitos: Está de pie, con sus piernas ligeramente separadas, y su traje de baño hasta abajo en sus tobillos, llegando al piso. Tiene sus ojos cerrados en éxtasis, su linda cara volteando hacia arriba, como si mirara el techo, y con su mano derecha está masturbándose con toda intensidad. Al estar viendo hacia arriba, sus dorados cabellos le llegan a la espalda. Alcanzo a observar su pene erecto, apuntando hacia arriba. Su verga es completa, sin circuncidar, pero al estar erecta el prepucio se retrae hasta atrás, dejando su glande totalmente expuesto. Observo que es ligeramente más grande que la mía, y notablemente más gruesa. Supongo que al menos le mide 14 o 15 cm. Mientras se la está jalando fuerte con la mano derecha, con su mano izquierda está acariciando sus testículos, bastante colgados por el calor, y de muy buen tamaño, y más considerando que el muchacho apenas tiene 15 años. Gracias al ruido de la bomba del filtro, no se da cuenta de mi presencia, por lo que continúa dándole duro…
Así, sin interrumpir, me acerco en silencio por atrás. Alcanzo a oler ese aroma a machito adolescente, tan común en los jóvenes de su edad. El sigue concentrado en su masturbación, cuando le digo:
— Si te puso cachondo tu tía, ¿verdad?
El brinco que pegó fue espectacular. Inmediatamente soltó su verga, e intentó agacharse para subirse el traje de baño, tropezándose al hacerlo.
— P…p…perdón t-t-tío… es…es que… — tartamudeó, pálido del susto.
— Tranquilo (lo tomo del hombro, evitando su caída). ¡No pasa nada! — Tu tía nos provoca eso a todos. Además, todos los hombres lo hacemos, y a tu edad es lo más común, no te preocupes.
— Pero… es que es mi tía, y es tu esposa… — dijo él, ya un poco más relajado, viendo que yo no me había enojado. — ¿No es malo eso?
— Para nada, hijo. Todos tenemos ese tipo de deseos, simplemente eres un joven sano — le digo, mientras que poco a poco empiezo a bajar mi mano que tenía en su hombro, acariciando un poco su espalda. Siento que se estremece cuando toco su espalda, pero no intenta quitarse.
En ese momento, recordé que traía unas imágenes XXX de Laura en mi teléfono: unas fotos que le tomé cuando empezábamos los tratamientos de fertilidad, para usarlas para masturbarme en la clínica y dar mis muestras de semen para la espermatobioscopía, por lo cual eran fotos muy explícitas.
— Mira, — continué diciéndole — quedarte a la mitad de una chaqueta [así llamamos en México a la masturbación masculina] te puede hacer daño y luego te van a estar doliendo los huevos.
— ¿En serio?— respondió, mirándome a los ojos. — ¡No sabía!
— ¡Claro! Por eso es necesario que termines lo que estabas haciendo — le digo, guiñando el ojo. — Aquí traigo algo que te puede ayudar— y mientras digo eso saco mi teléfono de la bolsa de mi short y abro la aplicación donde tengo las fotos de Laura en orden de la menos a la mas explícita y se lo muestro a mi sobrino.
— ¡Wow! — alcanza a decir el adolescente, tragando saliva.
— Toma, míralas tu — le digo mientras le entrego mi teléfono.
El muchacho empieza a ver las fotos, mientras yo observo que su cuerpo empieza a reaccionar de nuevo. Por el susto casi había perdido la erección, pero al ir viendo las fotos, su pene empieza a levantarse y ponerse duro de nuevo, y su prepucio va quedando atrás, dejando de nuevo descubierto el brillante glande. Mientras va avanzando poco a poco con las fotos, saboreándolas con la mirada, yo le voy haciendo observaciones para excitarlo mas: “¿Ya viste que ricas tetas?” “¿A poco no se ven deliciosas las nalgas de tu tía?” “¿Te gusta su panochita peluda?” “¿A poco no te gustaría cogértela?”
Y entonces me responde algo que yo no esperaba:
— Pues s-s-i (tartamudea un poco…) pero yo nunca…
— ¿Tu nunca qué? — le pregunto yo, mirando sus lindos ojos.
— Yo nunca he tenido sexo — me responde con voz baja.
— ¿En serio? — sigo dudando.
— ¡En serio! me dice, bajando tímidamente la mirada.
— Ahh, no te preocupes. —le respondo. — ¿Qué mejor que una mujer mayor, que además es tu tía, para enseñarte? ¿Qué mejor que una experta te enseñe a usar esa cosa tan rica que tienes entre las piernas?
— P-p-pero… ¿en verdad crees que mi tía quiera?
— ¡Claro! ¡Tu también le gustas mucho! — le respondo. —Además, con esto — le digo mientras tomo su rica verga con mi mano— ¡la puedes hacer muy feliz!
— ¡TÍO!— suspiró el muchacho, pero sin intentar quitar mi mano de su duro miembro.
— Tu sigue viendo las fotos y yo te ayudo con esto — le respondo, mientras empiezo a masturbarlo con mi mano de hombre adulto.
En ese momento, perdemos cualquier inhibición que hayamos tenido: Mientras él va pasando las fotos de Laura en mi teléfono, cada vez más explícitas, yo continúo masturbándolo, cada vez más rápido y con mayor intensidad. Con la otra mano acaricio sus testículos de adolescente, ya peludos y bien formados. Luego acaricio su pecho lampiño, sintiendo sus pequeños pezones erectos. Su respiración se va agitando hasta que de repente, entre gemidos y falta de aire, lo escucho decir:
— ¡Tío, tío! ¡Me voy a ven…! — y antes de terminar de hablar, siento su rica verga palpitar en mi mano mientras el adolescente empieza a eyacular. ¡Uno, dos, tres, cuatro enormes y espesos chorros de semen salen de su pene, saltando a más de 1 metro de su cuerpo! Le siguen dos o tres chorros más, ya con menos fuerza, mientras todo su joven cuerpo se estremece en un intenso orgasmo. Yo continúo frotando su pene, para hacerlo aún más intenso. Una vez terminada su eyaculación, poco a poco voy disminuyendo la intensidad de mis movimientos, para no lastimar su sensible glande .
—¿Rico? ¿Te gustó? — le pregunto.
— Ajm — responde él, aún sin poder hablar, sólo asintiendo con la cabeza.
— Tranquilo, tranquilo — le digo, acariciando suavemente su espalda. — Todo está bien.
Su mirada sigue perdida en el vacío. Aún sostiene el teléfono con las fotos de Laura, aunque ya no las está mirando.
— Anda, dame eso — le digo, tomando el teléfono de su mano, para evitar que lo vaya a tirar.
Su pene va poco a poco relajándose, regresando a su tamaño normal. Le ofrezco una toalla de ahí de la bodega para que se limpie los residuos de semen que le hayan quedado. Ahora que veo su copioso semen en el piso, habiendo visto la fuerza de su eyaculación, y sabiendo que es virgen (por lo cual no hay riesgo de infecciones de transmisión sexual), me doy cuenta que he encontrado al hombre ideal para embarazar a mi mujer. Sólo hay que encontrar el momento adecuado…
— OK — le digo. — Voy a hablar con tu tía para ver cuándo te puede enseñar— continúo diciéndole, mientras le guiño el ojo de forma traviesa.
— ¿Es en serio, tío? — me mira con sus ojitos azules, mientras él se sube su traje de baño y se acomoda su pene ya flácido dentro.
— ¡Claro! ¿Creías que era broma? — le respondo.
— Pues es que… —
— Nada, nada, ya nos pondremos de acuerdo— le informo. — Por ahora vámonos antes de que vayan a venir a buscarnos. Anda, ve tu primero, para que no se vea raro que salgamos juntos. Yo aquí me quedo revisando unas cosas.
Y así, veo salir por la puerta de la bodega a ese hermoso joven que, si todo sale bien, muy pronto será el padre biológico de mi hijo.
(Continuará…)
Bien!!. Ya empieza a haber tema. Ahora falta que vaya con su tía
Gracias por tu comentario, Sonia. Acabo de enviar los capítulos 4, 5 y el epílogo, donde ya concluye la historia. ¡Espero que lo disfrutes mucho!
Excelente relato. Cada descripción física que se hacía de Carlitos iba creando deliciosas imágenes en mi cabeza.