Mi Sobrino, Diego
A Carlos le han encargado cuidar de su sobrino adolescente –por el que siente una fuerte atracción– por una noche. [Historia ficticia].
Toque la puerta mientras soltaba un suspiro y me dispuse a esperar. Estaba cansado, ayer no había dormido bien porque sabía que al día siguiente tendría que pasar la noche con mi sobrino, y verle siempre era todo un tema para mí. Lo único que tenía en la mente era la frase “contrólate”, repitiéndose una y otra vez. Había tantas razones por las que estos sentimientos míos hacia él estaban mal, y aún así no lograba convencerme de dejar de sentirlos. Realmente era el único chico que jamás me había hecho sentir así.
Unos segundos después me recibían Roberto y Laura, mi hermano y su mujer. Los noté más gordos que la última vez que nos habíamos visto. Ellos no tardaron en decirme lo fuerte que me veía. “Sí, sí, he estado yendo al gimnasio” les respondí con la mirada baja, ese tipo de comentarios me ponían nervioso. Me gusta cuidarme, me gusta saber que la gente lo nota y me gusta apreciar los cuerpos de otros que son como yo, pero siempre me había incomodado que lo mencionaran en voz alta. Por eso nunca había tenido suerte ligando.
“¿Y el niño?” Pregunté cuando no lo noté cerca de la entrada.
“Arriba, haciendo ejercicio en su cuarto” me respondió Laura, rodando los ojos.
Diego era mucho como yo en ese aspecto, el de cuidarnos y querer vernos bien pero siempre como algo más para uno mismo que para el resto. Él también agachaba ma cabeza cuando le decían que estaba guapo o que tenía un buen físico, no importaba quien se lo dijera. En su última graduación casi no le vi la cara, mientras todos sus compañeros le repetían constantemente lo bien que le sentaba esa camisa formal azul clara y los pantalones a la medida marrones.
Era cierto, el atuendo le quedaba estupendo. Prácticamente no le despegué la mirada toda esa tarde. Y por la noche, aunque me avergüence reconocerlo y me halla invadido una profunda culpa después de hacerlo, me hice una paja rápida en el baño de esta misma casa recordando como se le marcaban las nalgas en aquella tela fina y como sus bíceps parecían querer estallar sus mangas.
“Claro, lo debí suponer” dije riendo,
haciéndoles reír a ellos también.
Detrás de mi sonrisa escondía pensamientos lascivos, donde me imaginaba cómo es que lucía Diego en ropa deportiva, pegada a su cuerpo por el sudor, con el cabello en la frente y los pelos de su axila goteando.
Me obligué a detenerlos después de que mi polla diera un salto dentro de mis boxers.
“Bueno hermanito, yo creo que ya te dejamos, que se nos hace tarde” dijo Roberto un momento después.
“Ah, sí, sí, está bien” respondí acelerado.
¿Cuánto tiempo estuve fantaseando con su hijo?, ¿unos segundos? No lo supe pero en mi cabeza pareció una película excitante.
“Que se lo pasen bien, eh” se despidió Laura, y procedió a cerrar la puerta, dejándome solo en su casa con su hijo.
Ni siquiera me importó que se salieran corriendo tan rápido, porque para ellos aquel chico, en su adolescencia complicada como suelen ser, debía ser una carga de la que ansiaban librarse aunque fuera por una noche, pero para mí, ese niño, Diego, era mi más grande y profundo deseo.
De los nervios me temblaban las manos, y no me quería mover de mi sitio porque sentía que se me podían desvanecer las piernas. Me sentía débil, ni siquiera frente a él porque aún no me atrevía a subir a verle. El simple hecho de pensar en que estaba ahí, haciendo sus cosas, estando tan guapo como siempre y a mi total disposición me volvía loco.
Pero no podía quedarme ahí para siempre, así que respiré profundamente y comencé a caminar. Con cada escalón que subía podía escuchar más claramente los sonidos que provenían de su habitación, que eran bufidos y algún gimoteo. Por supuesto, estos no me estaban ayudando a calmar mis pensamientos impuros, y la polla se me ponía cada vez más morcillona. Pero no me detuve, seguí subiendo hasta llegar al segundo piso, y después seguí andando hacia su cuarto. Tenía que enfrentarme a estos sentimientos, cara a cara, sin miedo. ¡No podía ser que un crío diez años menor que yo me tuviera tan alterado!
Cuando estuve lo suficientemente cerca, tomé el manojo de la puerta y abrí.
“Ah, hola tío” me saludó Diego, dejando unas pesas en el suelo.
“Hey, ¿cuánto que no nos vemos, eh?” Dije yo, adoptando una actitud confiada y segura.
Lo primero que entró por mis ojos fue su cuerpo, bastante descubierto por la camisa sin mangas tan holgada y los shorts cortos que llevaba. Se le notaba más grandote, e incluso más peludo. No podía ser tan obvio, así que casi de inmediato volví mi mirada a la suya, por lo que tampoco sé si lo que había visto era tan cierto, pero de que seguía estando bueno, seguía estando bueno.
“Sí, sí, ¿como un año, no? Y qué tontería, porque vivimos tan cerca” me respondió sonriente, volviendo a coger las pesas.
“Ya, qué cosas”
No sabía ni qué decirle de vuelta. Solo me preguntaba cómo es que se sentiría si supiera que la razón por la que no les veía tanto era porque trataba de escapar de él. De su belleza que me incitaba a obedecer a mis más salvajes instintos.
Aún no sabía explicarme siquiera por qué es que sí había aceptado hacerles este favor esta ocasión. ¿Qué era diferente? Nada, yo seguía siendo un hombre enfermo por su sobrino, y mi sobrino seguía siendo el niño más sexy del mundo.
“Oye, que estoy bien yo solo, no necesito supervisor” dijo Diego riendo levemente, agitado tras la serie de peso muerto que acababa de realizar.
“Ah, sí, claro. Pues te dejo, ya veo yo que cenamos” dije, riendo también aunque no de forma genuina, quizás muy obviamente, y salí disparado de la habitación, cerrando la puerta de un empujón con el pie.
Ya unos pasos más lejos dejé salir el aire que inconscientemente había estado aguantando dentro, y con eso, gotas de sudor comenzaron a deslizarse por mi frente. Es como si acabara de ocurrirme algo increíble y no supiera cómo recuperarme. Qué tontería.
Unos momentos después, luego de retomar el aliento, bajé a la planta baja y me fui a sentar a la sala. Necesitaba el aire fresco del aire acondicionado y descansar un rato en algún tipo de colchón. Ahí me dispuse a buscar algo para pedir de cenar en el móvil. No me fue muy difícil elegir, sabía bien que a Diego le gustaba la pizza así que sin dudarlo ordené un par de su sitio favorito.
Y justo tras hacer el pedido, antes de que pudiera siquiera preguntarme qué hacer ahora, unos pasos contundentes acercándose a rápida velocidad llamaron mi atención, y al levantar la vista me encontré de nuevo con mi sobrino, parado en el último escalón de las escaleras, que iba desnudo y con tan solo una toalla marrón cubriéndole de la cadera hasta la mitad de las pantorrillas. Mis ojos se abrieron como platos y mi polla volvió rápidamente a su estado de hacía unos minutos, creciendo dentro de mis pantalones de golpe.
“¿Q-qué sucede Diego?” Pregunté, tartamudeando de los nervios como si fuera yo el adolescente que le hablaba a su crush del colegio.
“Que no sale el agua”
“Uh, pues no sé exactamente qué hacer respecto a eso, si te soy sincero” respondí honestamente.
No lo había provocado, ésta vez ni siquiera lo había pensado o deseado. Realmente esto era una coincidencia del universo para dejarme ver a mi sobrino en pelotas.
“¿Y entonces qué hago?” Preguntó él, indignado.
Sonaba molesto, pero yo no me lo podía tomar en serio cuando en lo único en lo que pensaba era en las ganas que me estaban entrando de lanzarme a comerle esos pequeños pezones claros suyos. Me imaginaba lamiéndoles el vello de alrededor, luego jugueteando con ellos unos segundos para rematar con una mordida leve que le lanzaría una electricidad por toda su esculpida espalda.
“Tío, ¿en serio no vas a hacer nada?”
Su vocecita angustiada me devolvió a la realidad.
“Eh, pues es que no sé mucho del tema. Quizás no han pagado el agua” le respondí, no muy convencido de mi respuesta.
Lo cierto era que no conocía la correcta, así que no era a posta. Ahora, teniéndole en toalla frente a mí, la verdad era que no me daban muchas ganas de resolver el problema lo más rápido posible. Es más, entre más tardara mejor, así me daba tiempo para idear alguna forma de sacarle esa toalla de encima.
“Pues va a ser eso. Menudo rata está hecho mi padre” Diego se quejó, para proceder a comenzar volver a subir las escaleras, ésta vez más lentamente.
Se me estaba escapando.
“Espera, ya voy. Veré si el problema está en la ducha en sí” avisé apresurado mientras me levantaba a seguirle.
Él se detuvo un momento para luego aceptar mi ayuda con un asentimiento.
Mientras subíamos no dejaba de verle el culo. Cómo en la toalla se contorneaban sombras deliciosamente con cada paso que daba.
Al llegar arriba me guió al baño, tomándome del brazo en un agarre que me pareció muy fuerte. Diego realmente se estaba cabreando, y yo que no podía pensar con claridad por la calentura, me ponía cada vez más ansioso. Creía tener un plan para verle la polla, pero no sabía cómo ejecutarlo sin que fuera evidente que esa era mi intención.
“A ver, ¿qué piensas hacer?” Dijo mi sobrino, recostándose de lado sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados, en una pose de chulo que igual si se tratase de otra persona me sacaría de quicio, pero a él yo sentía que le quedaba bien. Le hacía ver más sexy aún.
“Bueno, no sé, voy a ver…” dije, no muy convencido y sonando más inseguro de lo ideal.
El plan dejaba de pintarme bien, si es que me pintó bien en algún punto siquiera. Quizás no era el momento de hacer mi movimiento, quizás tendría que esperar más para poder ver desnudo a Diego. O quizás no le vería desnudo jamás. A lo mejor era hora de que me empezase a olvidar de él.
Giré la llave del agua y, como ya lo había dicho antes el niño, no salía ni una gota. Entonces volví a girar más veces, sin saber exactamente qué estaba buscando pero ahora tenía que parecer que hacía algo.
“¿Qué haces?” Preguntó Diego en un tono incrédulo, casi burlón. Me imaginé la cara que habría puesto de “¿y este gilipollas?”
“Eh… qué se yo, a lo mejor era cuestión de probar más veces” le respondí, esta vez más molesto que nervioso.
De pronto me enojaba conmigo mismo por ser tan estúpido y no poder controlarme o al menos tener los huevos de ir a por lo que quería. Me estaba empezando a invadir una sensación de impotencia que no podía llevar a nada bueno.
“Pues vaya adulto tengo cuidándome. A ver si ahora me ducharé como los gatos, a lamidas” dijo el niñato riendo mientras se daba la vuelta, supongo que para dirigirse a su habitación.
Y en ese instante perdí toda capacidad de autocontrol o análisis de las posibles consecuencias de mis actos, y simplemente caminé hacia él y estiré la mano para jalarle la toalla de una buena vez. Tampoco fue un estirón, solo fue lo suficientemente fuerte para que se le desatara y cayera al suelo. Entonces su culo quedo al descubierto frente a mí por un segundo, antes de que se diera la vuelta tapándose la polla para recoger la toalla, pero ese solo segundo me hizo sentir que había valido la pena. No podía decir cada detalle sobre él, pero había confirmado que era tan redondito como siempre lo había imaginado. Además parecía estar cubierto por una película de vellos finos. Era perfecto. Varonil, bonito y aparentemente duro. Alucinante.
“¿Qué haces, tío?” Diego se quejó en un tono aún más furioso que el que había usado antes.
“¿Yo? Nada, intenté pasar y la habré movido sin darme cuenta”
Diego me dio una mirada de “no sé si creerte”, pero no dijo nada más, solo se ató la toalla y se marchó.
Podría haberme sentido preocupado en ese momento, de haberlo arruinado, de haberme expuesto de forma muy obvia, pero no podía estar más contento. Mi sobrino podía haberse cabreado, pero yo ahora tenía una imagen de un culo hermoso grabada en mi cabeza para siempre, que a partir de ahora podría usar cada vez que me entrara una calentura de las fuertes. De tan solo pensar en ello, me había hecho se una semi erección, e incluso había mojado un poco los bóxers.
No había duda, me tenía que ir al baño a estrenar el bello recuerdo de ese maravilloso culo adolescente.
Continuará…
Ufff Que Rico, por favor no te olvides de actualizar como muchas historias de aquí de quedan a la mitad 🙁 el relato está muy bueno
En eso estoy 😉
Excelente relato…. Como sigue??
Uufff… Que rico relato, tengo la verga humeda de la excitación 💦🫦 espero que subas mas.
Como sigue?
Que delicia de relato… Me encanta como inicia esta historia. Ojala la continues.
Gran relato. Como sigue?
Quiero saber que sigue
como sigue