Mi soldado Jesús
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre por razones obvias no lo diré, pero me describo. Al momento de la experiencia que les contaré, tenía 12 años, de color de piel trigueña, pelo crespo, de unos 1,45 mts, delgado pero de nalgas un poco redondas y grandes, de mi pene les puedo decir que ya para esa edad tenía un buen tamaño, unos 16 cm. Yo cursaba el segundo año de bachillerato dentro de la misma institución castrense. Mi padre era comandante de una división y por lógica vivíamos dentro del cuartel. Cuando tenía que ir a clases siempre me mandaban con algún soldado que fungiera de chofer. En uno de esos viajes, llega a nuestra casa un joven de unos 18 años, blanco, de cara de niño, delgado, ojos claros y bien simpático. Este joven había sido destacado en nuestra casa pero él muchacho llamado Jesús era un todero. Para mí era muy normal ver estos personajes, pues desfilaban cada cierto tiempo por nuestra casa.
Una mañana después del desayuno, mi madre me indica que el nuevo recluta estaría a nuestro servicio y que empezaría por llevarme al colegio ese día. El colegio quedaba al otro lado del cuartel que era muy grande, de casa al cole, nos tomaba 15 minutos en cada viaje, nuestro primer día transcurrió sin conversación alguna, hola, hola, buenas tardes, buenas tardes. Al segundo día, se me ocurre romper el hielo y le hago algunas preguntas y él responde a casi todo con mucha educación, pero al hablarle de la calle, solo me contestó que únicamente extrañaba a su novia, pues el resto de su familia no le tenía ningún afecto. De igual manera me preguntó que si ya tenía novia y respondí que no me era muy fácil comunicarme con las chicas. Llegamos al liceo y nos despedimos con un poco más de confianza. Así transcurrían los días y nuestras conversaciones eran más fluidas y fue naciendo la confianza. Un buen día papá le tocó hacer un viaje de tres días y mamá fue a acompañarlo, eso era normal. Las instrucciones a Jesús fueron claras llevarme al liceo, él joven se desenvolvía muy bien en la casa, hacía de todo, hasta cocinaba y a mi madre le parecía muy bien.
Entonces le asignaron mi cuidado, éramos los dos solos en mi casa. Jesús tenía su habitación cerca de la cocina y los cuartos de mis padres y el mío estaba del otro lado de la casa. Esa primera noche Jesús preparó la cena y nos sentamos frente al tv a comer, algo que mamá no apreciaba nada, hablamos de muchas cosas hasta que salió nuevamente lo de las novias. Jesús me preguntó nuevamente y le respondí lo mismo a lo que yo pregunté qué extrañaba de su novia. Y aquel joven empezó a contar todo lo que hacía con la chica, aquellos comentarios hicieron efecto en mi virilidad y me puse nervioso al sentir que mi pene se estaba poniendo dura cada vez más, él se dio cuenta y me tranquilizó diciendo que era normal para mi edad excitarme con su relato. Me puso su mano en la cabeza y me dijo, yo también estoy como tú, porque tengo mucho tiempo que no hago nada con nadie, para mí no era difícil entender pues esas charlas entre los amigos de papá son muy frecuentes y mis pajas ya las hacía de vez en cuando. Al rato de su gesto yo le digo un poco apenado, no tengo novia porque me es más fácil relacionarme con chicos, a lo que él respondió, es normal a tu edad y estoy seguro que sientes curiosidad por ver el pene de otros chicos, verdad?, quedé en silencio y le confesé que me escondía en los baños del liceo cuando veía que los chicos más grandes pasaban a orinar y muchas veces veía sus juegos, los veía que se tocaban sus partes y esas cosas me excitaban. Jesús me decía esas cosas son normales y salió la pregunta, te gustaría que nos lo viéramos?, dude pero respondí afirmativamente, a lo que él me dijo, vamos a tu cuarto pero deja apagar todas las luces para que nadie venga a esta hora.
Así lo hicimos y nos fuimos a mi cuarto, allí él me preguntó que si lo sacaba el primero o si lo sacaba yo, no respondí y el me convidó a hacerlo los dos al mismo tiempo. Nos comenzamos a quitar las ropas, pero yo veía con mucha curiosidad aquel cuerpo que estaba muy bien marcado por los trabajos duros, se quitó su camisa, luego su franela y zafó su correa y dejó caer el pantalón, su pene esta flácido pero un poco erecto, pude notar que de su prepucio salían unas gotas de un líquido cristalino, él se dirigió a mi y me preguntó que si me iba a quitar el resto de la ropa porque solo me había quitado la franelilla, desperté de mi éxtasis y poco a poco bajé mi short. Cuando él me vio desnudo comentó que tenía una verga algo grande para mi tamaño, eso lo decía mientras pasaba su mano por su pene, que de repente comenzó a despertar. Yo solo miraba y no decía nada, luego se acercó a mí y me preguntó con voz baja, te gustaría tocármelo y sin responder estiré mi brazo y puse mi mano encima de aquel instrumento que era tan blanco como su cuerpo, suave al tacto, pocas venas, grueso desde la base hasta su cabeza, medía unos 20 cm y cuando puse mi mano comenzó a latir, aquello hizo que me estremeciera, así estuve sin decir nada, solo tocaba aquello, noté que mi mano se mojaba y fue cuando pregunté que era eso y él me respondió, eso es lubricante y volví a preguntar y respondió para cuando quiere entrar en cualquier agujero no se le dificulte, y volví a preguntar en que agujero lo puedes meter y él pasando su mano por mi espalda bajó hacia mis nalgas y deslizó un dedo dentro de mis nalgas y me dijo, por ejemplo aquí, cuando dijo eso hizo presión en mi orificio y mi cuerpo volvió a estremecerse. Con todo lo que estaba pasando aun yo no decía casi nada. Jesús me pregunto nuevamente, te gustaría saber que se siente tenerlo aquí y volvió a hacer presión en mi hueco. Solo alcance a mover mi cabeza de forma afirmativa.
Jesús muy cuidadosamente me levantó en sus brazos y me dejó caer en mi cama, comenzó un ritual muy delicado, me pasaba la lengua por mis pezones, uno a uno, luego se dirigía a mi cuello, lamía mis orejas y mi cuerpo entraba en gran calor, luego empezó a baja por mi estómago y lamía y besas, hasta que llegó a mi selva de pelos que a mi edad eran suficiente y olía y frotaba su nariz contra mi vientre, hasta que llegó a mi pene que estallaba de lo erecto, me besó la cabeza y pasó a mis bolas, yo solo respondía abriendo mis piernas, él se regresaba nuevamente a mi pene, que introdujo en su boca cálida y comenzó a chupar mi pene, era otro mundo, no sé por cuanto tiempo estuvo con mi pene en su boca, pues yo solo cerraba mis hojos y habría mi boca como si era yo quien mamaba, luego volvió a mis bolas y fue bajando hacia mi gruta, y yo solo habría cada vez más mis piernas, allí comenzó a lamer y chupar mi culo, al rato me dio la vuelta colocándome boca abajo y puso debajo de mi vientre unas almohadas para mantener mi culo elevado, y volvió nuevamente a pasar su lengua por mi orificio, yo sentía como quería entrar aquella espada de carne, él sacaba y metía su lengua, no supe en que momento eyaculé pero puedo recordar que fue tanto semen, que parecía que había vaciado un tanque de agua en mi cama, eso fue el detonante para que Jesús de apoderara de mi virginidad, sentí como se colocó entre mis piernas y puso su cabeza en mi entrada, se recostó sobre mí y me decía al oído, quieres que te haga mío, quieres ser mi amante, a lo que respondí nuevamente con la cabeza en forma positiva, aquel hombre fue tan delicado que cuando iba por la segunda pregunta ya me tenía clavada la cabeza, solo sentí un pinchazo y lo caliente de su pene, lo dejó sin movimiento un buen rato, cuando mi culo se amoldó a su tamaño siguió empujando, aquella cosa entraba dentro de mí con mucha suavidad, cuando ya estaba todo adentro sentía su vello púbico en mis nalgas, Jesús se fue levantando poco a poco y fue sacando su mástil de mi gruta, solo hasta la cabeza y comenzó a meterlo nuevamente con la misma suavidad, sus movimientos eran pausados pero constantes, de repente comienzo a sentir que aumentan los movimientos de mete y saca, ya mi macho estaba a punto de eyacular dentro de mí, Jesús cae sobre mi espalda y sigue bombeando hasta que siento algo caliente en mis tripas y siento como engruesa la verga de mi macho
Después de un buen rato de expulsar semen, Jesús cae agotado a mi lado, aún con su pene muy parado y chorreando leche, pude ver algunos restos de sangre y algo de excremento, ese muchacho me había hecho suyo y no quería que se fuera más nunca de mi vida, cuando ya se estaba recuperado fuimos al baño y me senté en la poceta y no paraba de botar leche de mi culo, mientras tanto Jesús se lavaba en el lava manos y me apuntaba con aquel tronco que no parecía querer ocultarse, y me pidió que se lo mamara, no sabía como hacerlo pero el me fue indicando como abrir la boca para no maltratarlo con los diente y me enseñó como jugar con mi lengua en su cabeza, después de un buen rato de succión, volvió a eyacular pero esta vez en mi boca, tragué sin querer pero poco.
Nos aseamos y pasamos esa noche en mi cama, ese sería el primer día de sexo fuerte con mi macho, todo ese fin de semana lo hicimos en todas partes, cocina, sala, comedor, el baño, el cuarto de mis padres, el carro, en el jardín trasero. Después de dos años Jesús terminó su servicio militar y se fue a su ciudad natal, no sin antes darme su número y dirección, al cumplir mi mayoría de edad ya tenía carro y fui en su búsqueda y lo encontré, pero eso se los cuento en una próxima oportunidad.
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