Mi tío el macho alfa me transformara en su putito – Capítulo: 1
♥Mi tío Rogelio, un militar y macho alfa regresa de Tailandia y me convierte en su putito♥.
Hola pequeños putitos y enormes machos alfa a los que les gustan este tipo de historias, hace tiempo leí aquí en «sexosintabues» un relato titulado Tío Roge, que trataba de un putito latino que seducía a su tío, un machote enorme, machista musculoso y peludo, me encantó, pero tenía algunas fallas tanto en sintaxis como en narrativa, asi que decidí basarme en esa idea y crear mi propia historia. Si alguien recuerda el relato del que habló notará que hay y habrá un sinfín de diferencias en esta, mi propia historia, lo cual la hace suficientemente original como para ser algo completamente diferente, pero no quería dejar de dar mérito al relato que me inspiró, asi pues conserve el nombre, el oficio y la apariencia del macho alfa, Rogelio. Espero que disfruten leer este primer capítulo como yo disfruté escribiéndolo.
♠Capítulo 1♠
¡Hola! Me llamo, Danielle, o Danielita, o Danny para los amigos, vivo en México y tengo 25 años, soy una chica trans completamente feminizada, un lindo putito completamente hormonado, un perfecto y sexy ladyboy y vivo como mujer a tiempo completo.
Trabajo como enfermera en una escuela privada desde hace dos años, y vivo con mi mami y mis hermanas, aunque no tengo un macho de planta o un marido, soy la putita de tres hermosos machos alfa, todos ellos maduros, grandotes peludos y con enormes, largas y gordas vergas varoniles, que me mantienen satisfecha mientras mi macho principal, mi tío Rogelio, a hoy un Teniente Coronel del Ejército Nacional Mexicano, está encuartelado o en servicio.
Justamente fue mi tío Bruno quien me convirtió en lo que soy ahora, una preciosa princesa marica, un delicioso putito completamente feminizado.
Estoy escribiendo esto en enero de 2023, mido 1.55mts, sí, soy tamaño petit, pero con unas piernas larguísimas para mi cuerpo, peso 50 kilos, y pareciera que diez de esos cincuenta kilos son de pura cola Ji-ji-ji.
Mi hermoso, femenino, sensual, gordo y vulgar culo es mi orgullo, poseo un par de firmes redondas y suaves nalgas que son dignas de una estrella porno o una modelo de Instagram. Ahora a mis 25 años tengo un par de tetas copa 85A, lo sé son muy pequeñas, pero son completamente naturales.
Llevo el cabello largo corto al estilo pixie, siempre visto de manera femenina y linda, y aunque uso muchos vestidos y minifaldas y mis favoritas faldas escolares de tela escocesa rosa, casi siempre llevo ajustadísimos jeans, y vulgares mini micro shorts de mezclilla, uso tops y blusas de manga larga pero que dejan mi abdomen y mi ombligo al descubierto, y solo hay tres colores en mi armario; blanco, negro y por supuesto rosa, mi estilo es gótico y un poco Emo, con largas calcetas de rayas blancas y negras hasta la mitad de mis gordos muslos y guantes largos de rejilla sin dedos, sudaderas lindas con orejas y cola de gato, y pequeñas mochilas que parecen animales de peluche como gatos negros o murciélagos.
La mayor parte del tiempo uso zapatillas de plataforma, y con la punta abierta, o botas con tacón grueso y plataforma. Odio las zapatillas sin plataforma y con puntas puntiagudas, y jamás usaría zapatos de tacón bajo, cuando hago ejercicio, uso eso sí, cómodos tenis color rosa fosforescente.
Nunca salgo a la calle sin maquillarme, con mucho rímel, sombras de ojos y labial rosa chicle, azul pastel o negro.
Mi voz es aguda y aflautada, completamente femenina, como la de una niña mimada, mi manera de andar es sexy y provocativa, siempre un pie delante del otro, contoneando mis gordas y redondas nalgas, mis delicadas muñecas dobladas a la altura de mi estrechísima cintura de manera amanerada y coqueta, en un gesto completamente marica.
Mi largo y delgado cuello es completamente femenino, la manzana de adán jamás me creció, cosa que explicare después, si yo me dejara más largo el cabello y me vistiera como una chica normal, ósea no como un nene emo, nada en mi te haría pensar que estás frente a un putito, un pequeño marica, un lindo transexual.
Pero es que me encanta lucir deliciosamente andrógino, me encanta la mirada en las personas, especialmente en los machos maduros cuando me ven y se preguntan si soy una chica gótica con el cabello muy corto, o soy un putito con unas gigantescas nalgas de puta, me encanta como me miran con deseo culpable cuando les sonrió coqueta, y ellos siguen sin aceptar que tal vez estén deseando follar a un nene, a una mariconcita, a un putito. En general me gusta confundir penes, seducir machos heterosexuales, me encanta ser un maricón, un jotito, un afeminado, un poco hombre, y me encanta que el mundo lo sepa, que sepan que soy un “hombrecito” al que le gusta ser follado por machos de verdad.
Por supuesto conservo mi pequeño, lindo, patético y rosado micro pene, me encanta verlo en el espejo, es un recordatorio perpetuo de lo poco hombre que soy, y de que jamás podré satisfacer a una mujer con él, que mi destino es y siempre fue ser una puta marica para los machos alfa, para los hombres de verdad.
Mi penecito es una cosita tan minúscula e insignificante que puedo usar jeans y micro shorts ajustadísimos y no se nota nada, mi clítoris de niño mide apenas 3 centímetros estando flácido y cinco cuando me éxito, mis testículos al igual que la manzana de adán jamás se desarrollaron, cosa que también se explicara después, mi escroto es de un bonito color rosa y está completamente vacío y pegado a mi pubis por lo cual mi penecito luce y funciona como ya dije como el clítoris de una mujer biológica.
Algunas amigas trans me recomiendan realizarme la operación de cambio de genero completa, ósea transformar mi clítoris en una vagina, pero jamás haría algo como eso, amo tener un clítoris de niño, un dicklette como lo llaman en inglés, es bonito, pequeño, rosado, e incluso aún puedo tener erecciones que me resultan sumamente placenteras a la hora de ser follado por mi macho de turno, además me encanta sentir como mi pequeño micro pene tiembla y salta mientras babea femeninos jugos transparentes completamente estériles cuando tengo un orgasmo anal, un sissygasmo. Además, nada me excita ni excita más a un verdadero macho alfa que comparar su enorme, gorda, pesada, peluda, y varonil verga de macho con mi pequeño femenino, patético, delicado y rosado clítoris de niño.
Si quieren imaginarse como soy busquen una imagen de Perri Piper, pues somos casi iguales, la misma altura, los mismos pequeños pechos adolecentes y el mismo rostro infantil e inocente pero travieso, la misma piel blanca, el mismo cabello rubio y ondulado, solamente que yo uso el cabello corto y tengo el culo de Aj Applegate (Otra actriz porno).
¡Pero me estoy yendo por las ramas!
No siempre he sido la sexy princesa marica que soy ahora, la historia de cómo mi tío Roge me convirtió en el travieso y sumiso putito gótico que soy ahora comienza cuando yo estaba por cumplir 12 añitos apenas.
En ese entonces yo vivía con mi mami, Dulce, de 32 años, y mi abuela Delfina, que tenía en ese entonces 53años.
Vivíamos en Villa del Mar en Veracruz, a 20 minutos en auto de la playa. Al final de una cerrada llamada Alborada, en una bonita casa de dos pisos con jardín.
La casa le pertenecía a mi abuelita, mi abuelo Domingo había muerto a los 57 años, un par de meses después de que yo naciera, ellos habían tenido cuatro hijos, tres mujeres y un hombre.
Dora, Diana, Dulce, y… Rogelio.
Mis abuelos amaban a sus tres hermosas hijas como cualquier padre normal, pero mi Tío Rogelio fue el preferido de ambos, para mi abuelo mi Tío Roge era su orgullo y su futuro, quien llevaría y preservaría su apellido y sui sangre, y para mi abuela Rogelio era su príncipe, su varoncito, su ojito derecho, todo lo bueno y lo mejor era para Rogelio, a él se le daba y se le perdonaba todo.
Como se habrán dado cuenta tanto mis abuelos como mis tías e incluso yo llevamos nombres que comienzan con la letra “D”, cosa que también se extiende mis primas, las hijas de mis tías Dora y Diana, de las que hablaré más adelante, aquella “tradición” nació desde que mi abuela fue a ver a una bruja y esta le dijo que para que toda nuestra familia tuviese buena fortuna, todos los descendientes de mi abuela y abuelo debían tener nombres que comenzaran por la misma letra que la de sus padres.
Bastante tonto, sí, pero asi eran las mujeres en esos tiempos, por ello a mí y a cualquiera cercano a la familia se le hacía extraño que mi Tío Roge siendo el favorito no tuviese un nombre que comenzara con “D”, incluso algunos criticaban que no se llamase como su padre, Domingo, cosa bastante usual en México. Pero fue mi abuela Delfina quien escogió el nombre de su ultimo hijo y no hubo poder en la tierra que la hiciese cambiar de opinión.
Pero su nombre no era lo único que diferenciaba a Tío Roge de sus hermanas, él era completamente diferente a todas ellas, y no solo por ser varón.
Me explico; mi familia es lo que en México llamamos güeritos, mi abuela Dulce y mi abuelo Domingo habían nacido y crecido en la costa de Veracruz, pero eran descendientes de caciques europeos, no de mestizos, o de indígenas mayas o aztecas, por lo cual eran blancos y de ojos claros, mi abuela era rubia, de tez blanquísima y ojos verdes, mi abuelo era también alto de piel blanca, cabello castaño y ojos color gris. Por ello no fue raro que mi abuelita diera a luz a tres hermosas y blancas niñas de cabellos lacios sedosos y rubios, con ojos claros.
Pero cuando nació Rogelio la sorpresa fue mayúscula, a diferencia de las delicadas, tranquilas, sumisas y hermosas niñas rubias de piel de porcelana, Rogelio siempre fue un niño alto, fornido, rudo, fuerte y de carácter domínate, pero lo que más destacaba de él era su color de piel, Rogelio era moreno, muy moreno, casi mulato, su cabello era negro y rizado y sus ojos oscuros y parecían ser tan negros como la noche.
Muchas intrigas y chismes nacieron del aspecto del último de los hijos de mi abuela, pero fue mi propio abuelo Domingo quien defendió la dignidad y el honor de su mujer y de su único hijo varón, y dijo que Rogelio era suyo, que el color casi africano de su piel era herencia de un abuelo de Delfina su esposa, y que cualquiera que pusiera en duda aquello podría dejar de hablarle a él y a su esposa.
Después fue el mismo Rogelio quien defendió a su madre y a si mismo con los puños, mi abuela delfina no se cansaba de contar a quien quisiera escucharla como su magnífico hijo Rogelio ya desde la tierna edad de 12 años se agarraba a los golpes contra cualquiera que insinuase que ella, Delfina le hubiese puesto los cuernos a Domingo, y lo sobresaliente era que mi tío Roge ganaba aquellas peleas incluso cuando eran contra tipos cinco años mayores que él.
El Tío Roge se pasaba los días peleando, paseando y armado alboroto por todo Villa del Mar, y cuando entró a la adolescencia, se convirtió en un mujeriego de cuidado que siempre estaba seduciendo a niñas, jovencitas, y mujeres maduras por igual. Sin importarle si estas eran solteras, tenían novio o eran casadas.
Cualquiera diría que con ese aspecto y esa actitud mi Tío Roge seria la oveja negra de la familia, el color ya lo tenía. Pero no, ese puesto era de mi madre.
Tía Dora y Tía Diana eran buenas y respetables niñas temerosas de Dios, habían tenido una infancia ejemplar y eran sumisas y bien portadas niñas, cuando cumplieron la mayoría de edad se habían casado de blanco y por la iglesia, con hombres de buena familia, como Dios manda.
Y se fueron a vivir con sus maridos y a atender a sus propias familias, Tía Diana vivía a unas cuantas cuadras de casa de la abuela, y Tía Dora se fue a vivir hasta Ciudad de México.
Mi madre por otro lado fue madre soltera y se quedó a vivir con sus padres para siempre. Ella al igual que sus hermanas era hermosa, rubia y sexy, también era obediente y sumisa, pero mucho más traviesa y alegre que sus hermanas mayores, su infancia fue idéntica a la de mis tías, pero cuando cumplió 15 años fue sola a un carnaval en el malecón donde conoció a un alto y guapo gringo de cabellos dorados, este apuesto americano la sedujo la llevó a su hotel, la folló y a l otro día despareció sin dejar rastro.
Mamá jamás lo volvió a ver, y gracias a esa noche de romance mi mamá tuvo que dejar la escuela, Mamá tuvo que esconderse durante los nueve meses de embarazo y cuando por fin dio a luz mi abuelo murió un mes después, mi abuela culpaba a mi madre de ello, pero aun así la ayudó a criarme.
Tío Roge que cuando yo nací tenía 20 años ya llevaba cinco años en el ejército, enviaba un poco de dinero a mi abuela, pues en lugar de entrar a una preparatoria se había metido al ejército para ser médico militar justo después de terminar la secundaria.
Y con ese dinero y la mísera pensión de mi abuelo, mi abuelita Delfina y mi madre abrieron un local donde vendían y arreglaban ropa femenina, era una pequeña y humilde boutique, donde las mujeres del pueblo con más dinero compraban ropa de marca y le pedían a mi madre y abuela que les arreglaran las prendas que no les ajustaba bien.
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Mi familia como ya lo habrán notado es toda ella de raza blanca, excepto Tío Roge. Como ya expliqué tanto mi abuelo como mi abuela tenían ascendencia europea, y mi desaparecido padre era un rubio anglosajón de ojos azules. Por lo cual no es de extrañar que a mi madre le naciera un hermoso niño de cabellos rubio platino y azules grises.
Yo siempre fui un niño bonito, lindo; muy lindo, hermoso incluso.
Y en ese verano a punto de cumplir 12 años yo parecía un hermoso principito o princesita.
Mi rostro era sencillamente hermoso, piel blanquísima y sonrosada, unos enormes ojos grises, largas rizadas y coquetas pestañas, unas delgadas y delicadas cejas perfectamente delineadas y una respingona y pequeña nariz me daban el aspecto de una damita de alta cuna y sangre azul, pero lo que más llamaba la atención de mi rostro de princesa eran un par de gordos e hinchados labios de puta que poseía, porque sí, mis labios eran pequeños pero extrañamente gordos e hinchados, como si estuviesen rellenos de colágeno, lo cual me daba el aspecto de siempre estar haciendo un puchero, esa boquita jugosa y rosada invitaba permanentemente a comerla a besos.
Enmarcando ese precioso rostro de princesa mi ondulado y un poco largo cabello rubio platino lucia despeinado y alborotado, dándome un aspecto de adorable inocencia.
Mi figura era exquisitamente estilizada, hombros delgados y estrechos, torso delicado y una diminuta cintura de avispa, brazos delicados y delgados y pequeñas manos de largos dedos de pianista.
Con 1.40mts. de altura pesaba 40 kilos de peso, cinco kilos más de lo recomendado para mi estatura, sin embargo, esos cinco kilos de más no estaban acumulados en mi vientre, el cual lucia exquisitamente plano, no, ese peso extra estaba repartido entre mis impresionantes, gordos y bien torneados muslos y mi enorme, gigantesco, redondo y sensualmente femenino culazo de hembra que era mi maldición desde siempre, aunque un poco de esa grasa extra se estaba acumulando en mi pecho.
Porque sí, increíblemente a esa tierna edad yo tenía un par de pequeños y femeninos senos adolescentes, había notado como mis pezones comenzaron a doler y picar de una manera muy extraña poco después de cumplir los once años, al mismo tiempo sus pechos comenzaron a hincharse y redondearse, hasta ser unos núbiles y alegres senos copa A, podía cubrir mis dos pequeñas tetas con mis delicadas manos, así de pequeñas eran, pero aun asi eran causa de que me preocupara y me avergonzara por ello.
Desde mi tersa y blanquísima piel sin un solo vello, mi pequeño cuerpo era completamente lampiño, mi dorado y ondulado cabello, mi afeminado rostro de grandes ojos grises enmarcados por esas largas y rizadas pestañas, mis pequeños y gordos labios de puta, hasta mis cremosos, gordos y bien torneados muslos, la gigantesca, gorda, redonda y casi obscena cola de hembra… y la cereza del pastel, mi diminuto y lindo micro pene de apenas tres centímetros con un suave y rosado escroto vacío.
Todo en mí, irradiaba una feminidad y sensualidad impropias para un varón, siendo sinceros, esas aterciopeladas y gordas nalgas, aquella diminuta cintura y aquellos rotundos muslos eran impropias incluso para una niña, con apenas once añitos yo poseía una figura de reloj de arena propia de una jovencita de 15 años.
Ese era mi extraño y peculiar aspecto al salir de la primaria a unos meses de cumplir 12 años de edad.
Las mujeres en la calle me miraban con asombro y odio, supongo que no podían entender como un niño varón de tan solo 11 añitos podía ser más hermoso y tener mejor culo que ellas, asi que siempre que podían me llamaba maricón, putito, marica, pequeño mariposón, jotito, y demás lindezas.
Los hombres en cambio no podían dejar de comerme con los ojos, y sus lujurioso ojos siempre se enfocaban en mi gigantesco culo de yegua, algunos incluso se lamian los labios al verme caminar.
Los varones de mi edad siempre trataban de acosarme ya fuese golpearme y humillarme por ser tan delicado y bonito, o al contrario intentaban propasarse conmigo, acariciando y pellizcando mis gordas nalgas yo no me juntaba con ellos, además de que sus juegos me parecían feos, peligrosos y demasiado rudos.
Las niñas de mi escuela por otro lado no se dignaban a hablarle al putito del salón que era más hermoso que ellas y que tenía mejor cuerpo, por lo cual desarrolle una personalidad muy única.
Yo era tan travieso como cualquiera de mis compañeritos de escuela, o tal vez incluso más, pero gracias a ese trato frio por parte de mis compañeritos también era sumiso, y muy pasivo, me era difícil negarme a las órdenes de otros, y era casi imposible para mí decir NO a personas de autoridad o más fuertes que yo, por lo cual siempre obedecía a mi madre y a mi abuela ciegamente, más a mi abuela, quien era la dueña del hogar y del negocio que nos daba de comer.
Gracias a Dios por mis primas, Dayana y Darisa, hijas de mi Tía Diana.
Dayana y Darisa eran dos hermosas gemelas de 12 años, iban conmigo a la escuela y vivían a tres cuadras de mi casa, por lo cual pasábamos todo el tiempo juntos, tanto en la escuela como fuera de ella, en las tardes ya sea en casa de ellas o en la mía jugábamos a la comidita, a la fiesta del té, a las muñecas y un sinfín más de juegos femeninos, también hablaban de niños y novios y galanes de telenovelas conmigo como si fuese una niña más.
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Pues bien, era la segunda semana de Julio de 2009, recuerdo perfectamente los detalles, pues fue en ese verano cuando cambio mi vida, yo acababa de graduarme de la escuela primaria y ya había aprobado el examen para entrar a la secundaria, entraría a primero de secundaria a finales de agosto.
Tenía por delante dos meses de vacaciones, libre de presiones y horarios, libre para jugar con mis primas, y leer libros de fantasía, ver televisión hasta tarde e ir a la playa cuando quisiera.
O al menos asi pensaba que pasaría mis vacaciones. ¡Que equivocado estaba!
La casa estaba construida de la siguiente manera, el primer piso estaban la cocina, el comedor y la sala, y en el segundo piso había cuatro recamaras.
Cuando mamá era niña compartía recamara con su hermana Diana, Dora al ser la mayor tenía su propio cuarto, la recamara matrimonial era para mis abuelos y la segunda más grande era de mi tío Rogelio.
Pero en ese tiempo mi cuarto era la antigua habitación de la tía Dora. Mi abuela seguía durmiendo en la recama matrimonial, y mi madre usaba su cuarto de siempre, con la diferencia de que ahora no tenía que compartirla con nadie.
¿Y el cuarto del tío Rogelio? Bueno, ese seguía siendo de él, ni un solo objeto se había movido de ahí dentro desde la última vez que había venido.
Tío Rogelio iba y venia por temporadas desde los 15 años, pasaba 9 meses encuartelado y le daban tres meses de descanso.
Cada año era lo mismo asi que todos estábamos acostumbrados a ello.
Yo lo veía año tras año llegar a nuestra casa y comportarse como el dueño y señor de ella, pasaba los días comiendo mariscos en el restaurante de la abuela, bebiendo cerveza con sus amigotes o haciendo ejercicios en el patio. Su presencia era bien sentida donde quiera que estaba y yo siendo tan afeminado criado por mi madre bajo su falda, trataba de no molestarlo y no estorbarle, aunque siempre terminaba por seguirlo a todos lados, ya que el Tío Bruno era mi tío favorito, desde siempre me consentía, me mimaba, me daba regalitos y golosinas.
Cada año era lo mismo, excepto por los dos últimos años, Tío Roge no había regresado a casa los dos últimos años, aunque no por ello dejó de darme regalos, solo que estos regalos llegaban por paquetería acompañados de cheques y cartas para la abuela dándole instrucciones precisas de cómo usar el dinero, las cartas y los paquetes eran enviados desde Tailandia, donde Tío Roge había sido desplegado.
Recuerdo que era un lunes por la noche cuando el Tío Rogelio llegó a casa ese año, lo recuerdo por que los lunes era día de inyección.
El calor del verano y de la costa se dejaba sentir y en casa teníamos el aire acondicionado (pagado por el Tío Roge) al máximo.
Mi madre y mi abuelita estaban sentadas en el sillón grande mirando alguna telenovela, mientras que yo me había tirado en el suelo para sentirme más fresco, los azulejos del suelo estaban deliciosamente fríos, ese día me había puesto una camisa de tirantes blanca de algodón y un short de feo color azul marino amplio y ligero, cualquier cosa para aliviar el calor.
Me encontraba descalzo, y tirado de cara al suelo, pues mi inmenso culo me dificultaba acostarme de espaldas, el frio de los azulejos aliviaba el calor y el extraño dolor en mis pezones, gracias a mi sudor y a lo delgado de la tela cualquiera podía ver los duros y rosados que eran mis pezones.
Últimamente habían comenzado a hincharse y a picar de una manera rara, y cuando los tocaba, por mínimo que fuese el roce dolían mucho, aunque ese dolor era extrañamente placentero.
Estaba a punto de dormirme cuando mi abuela habló.
“Danny recuerda tomar tus vitaminas antes de dormir, y hoy toca inyección asi que ve por ellas”.
Yo gemí molesto, ni siquiera me acordaba que era lunes, estar de vacaciones sin hacer nada había hecho que el tiempo se difuminara para mí, aunque de tomar las vitaminas sí que me acordaba, supongo que tomar dos pastillas cada mañana y dos cada noche por más de dos años provocan que uno se acuerde de ello.
“¡No quiero inyección abuelita!”. Gimotee de manera infantil, haciendo un lindo puchero con mis gruesos y rosados labios, sin levantarme del suelo.
“No seas desobediente y ver por tus medicinas Danielito”. Insistió mi adorada abuela, mientras cosía alguna prenda que había traído de la boutique.
“Mamá, tal vez no sea bueno seguir dándole esas pastillas y esas inyecciones a Danny, ni siquiera sabemos qué clase de vitaminas son, o si las recetó un médico”. Mamá trato de defenderme y evitar asi que me pincharan el culo.
“¡Esas vitaminas me las manda Rogelio desde Tailandia! ¡¿Acaso crees que mi Roge no sabe lo que hace?! ¡¿Acaso dudas de tu hermano?!”. Mi dulce abuelita se había convertido en una fiera de un segundo al otro.
Cosa que pasaba cada vez que alguien osaba poner en duda la palabra de su amadísimo hijo Rogelio.
“No mamá, yo no estoy diciendo tal cosa… solo digo que Danielle no está enfermo. No veo por qué tenemos que darle tantos medicamentos, y durante tanto tiempo. Lleva dos años tomando esas pastillas y no sé si le están haciendo algún bien. ¿No podríamos al menos quitarle la inyección?”. Mamá trató de defender su caso, pero incluso un niño tonto e inocente como yo sabía que era una batalla perdida.
“¡Rogelio dijo que debíamos darle dos pastillas en la mañana dos en la noche todos los días y una inyección cada 15 días, y eso es lo que vamos a hacer! Y tienes razón en algo, Danielle lleva tomando sus vitaminas dos años y en dos años nunca se ha enfermado. ¿Qué más prueba quieres de que sirven?”. La abuela respondió alzando la voz cada vez más enojada.
“Tal vez no se ha enfermado, pero esos medicamentos le están haciendo algo. ¿Acaso no ves que Danny no se parece a los niños de su edad? ¿Acaso no ves que le están creciendo las tetas? ¡Tiene el culo cada día más grande y gordo!”. Mamá señaló mi inmenso culo de yegua con un dedo acusatorio, yo me encogí asustado, sintiéndome triste y culpable, y empecé a sollozar.
Esa era otra cosa que también había notado, últimamente no podía controlar mis sentimientos, lloraba por cualquier cosa y me sentía triste y melancólico sin razón alguna.
“¡Estás asustando al niño, Dulce!”. Exclamó mi abuelita y se levantó del sillón, yo estaba de rodillas llorando, asi que ella se apresuró a abrazarme y consolarme mientras acariciaba mi dorado cabello. “Deberías agradecer que tu hermano se preocupa por tu hijo, y siempre está enviándole regalos y dinero. ¡Sabrá Dios cuanto se estará gastando en las vitaminas del niño!”
“Los regalos que le envía también son extraños, todos son juguetes para niñas o cosas de color rosa, como esas muñecas, esos peluches de unicornio, y esos juegos de té”. Mamá también estaba subiendo el tono de su voz.
“Eres una desagradecida, Bruno se enlistó al ejercito cuando murió tú padre para poder mantenernos y tener un plato de comida en la mesa. ¡Gracias a él tenemos la boutique! ¿Y asi le agradeces? ¿Tú, que tuviste un hijo fuera del matrimonio, te atreves a cuestionarlo a él?”. La abuela ya no gritaba ahora era un susurro lleno de desprecio.
Yo seguía abrazado a mi abuela y seguía llorando como una magdalena, con suaves y femeninos gimoteos.
Mamá bajo la mirada derrotada y un silencio incomodo se instaló en la sala, solo mis femeninos sollozos se escuchaban.
Mamá suspiró para calmarse.
“Lo siento mamá, no debí gritarte así. No debo cuestionar a Rogelio, él sabe lo que es mejor para Danny. Lo siento”. Mamá se sentó de nuevo y enfocó su atención en la pantalla de la televisión de nuevo.
Mi abuelita me mandó a acostarme y me dijo que ella me subiría los medicamentos.
Obedecí, sintiéndome más tranquilo, y cuando entré a mi cuarto tuve que admitir que mi madre tenía razón, los regalos que Tío Roge me había estado enviando desde Tailandia eran muy extraños.
Mi habitación era la típica de cualquier adolescente, una pequeña cama individual, un armario, un escritorio, y un pequeño librero con una televisión encima.
Lo que destacaba eran la docena de femeninos peluches rosados, y la colección de Barbies, que descansaba en unas bonitas repisas. En mi librero lucían tres bonitos juegos de té, uno de ellos era de estilo oriental. Y en el escritorio estaba mi nueva laptop rosa, regalo también de mi tío.
Me sentí avergonzado de saber que era mi culpa que mi madre se enojara con Tío Rogelio, fui yo quien durante una llamada le dijo que, aunque me gustaba jugar con mis primas ellas a veces no querían prestarme sus muñecas y sus peluches, y que cuando venían a jugar a mi casa no podíamos jugar a la fiesta del té porque su mamá no les dejaba traer sus juegos de té a mi casa, por miedo a romperlos.
Ahora que lo pienso eso había sido hace dos años exactamente, cuando Tío Roge había llegado a Tailandia, él le había ordenado a mi abuela ponerme al teléfono, tío Roge habló conmigo durante horas, me hizo un centenar de preguntas.
“¿A qué juegas Danny? ¿Con quién juegas? ¿Te gustan las muñecas? ¿Te gusta cocinar? ¿Sabes limpiar la casa? ¿Te gustan las niñas? ¿Tienes novia?”
Preguntas como esa, y otras más extrañas aún; “¿Cuántos kilos pesas? ¿Cuál es tu altura? ¿Cuánta agua tomas? Debes tomar más agua, pequeño, ¿Lo harás?”
Me limpié las lágrimas de mis hermosas mejillas e ignorando ese extraño recuerdo me acosté de nuevo boca abajo, pero esta vez sobre mi cama.
La abuela subió unos minutos después, una jeringa con un líquido color rosa en una mano y un vasito de plástico con dos pastillas en la otra.
“¡Vamos, vamos, Danny! Sé un buen niño y toma tus vitaminas”. Me dijo mi abuela de manera tierna, me levanté y tragué aquellas dos pastillas sin necesitar agua, una era blanca y pequeña y la otra rosa y grande, llevaba tragando esas dos píldoras desde los 10 años, ya estaba acostumbrado.
La abuela me hizo un gesto con el dedo indicándome que girara y me acostara de nuevo, bajé mi short azul y mi fea trusa blanca de niño, y aunque era muy amplio me quedaba ajustadísimo y se resistía a pasar por mis anchas caderas, y me recosté de nuevo mostrando mis gordas y redondas nalgas a mi abuelo.
Ella se quedó ahí mirando mi espectacular culo en forma de durazno un buen rato.
“Tu madre tiene razón, mírate, caminando por ahí con ese enorme culo gordo. ¡Deberías hacer más ejercicio Danielito!” Mi abuela me dio una suave pero sonora nalgada que provocó que mi enorme nalga temblara como un delicioso flan.
“¡Auch! ¿Por qué me pegas abuelita?”. Pregunté ignorando su consejo, no me gustaba el ejercicio, no me gustaba jugar al futbol, a las carreritas o cualquier otro deporte, a mí me gustaba estar limpio y tranquilo jugando a las muñecas y a la casita con mis primas.
“¿En la derecha o en la izquierda?”. Preguntó mi abuelita mientras le daba unos golpes con el dedo a la jeringa para deshacerse de todas las burbujas.
“En la derecha”, murmuré con mi hermoso rostro contra la almohada, preparándome mentalmente para el dolor.
Cada quince días se alternaba el lado donde me aplicaban la inyección.
Por fin me inyectó, mi abuelita tenia buena mano, como decimos aquí en México, asi que el pinchazo casi ni se sentía, pero cuando el aceitoso liquido rosa entraba en una de mis nalgotas podía sentir un incómodo dolor que duraba un par de horas, a eso no me había acostumbrado.
La abuela me limpió con una bolita de algodón empapada en alcohol y me ordenó irme a dormir, me levanté, me subí solo mi trusa de algodón, y me quité la camisa de tirantes, quedando casi desnudo, mientras pateaba mi feo short lejos de mí, mi abuelita se quedó mirando mis crecientes tetitas con aquellos pezones rosados y chasqueó la lengua en señal de negación.
La costa es un lugar cálido todo el año, pero en verano el calor es casi insoportable, incluso con aire acondicionado en mi habitación prefería dormir desnudo.
Yo me cubrí avergonzado mis núbiles tetitas blancas y me metí debajo de la frazada avergonzado, mi abuelita me dio la bendición, besó mi frente y me deseo buenas noches, cuando salió apagó la luz, miré la hora en el reloj que estaba en la mesita de noche al lado de mi cama, los luminosos números marcaban las 9 de la noche, me dormí pensando en cómo todo el mundo parecía estar obsesionado con mi enorme y gordo culo.
Me desperté gracias al ruido de la verja de mi casa al abrirse, medio dormido pude escuchar como un auto entraba a nuestro jardín, cosa extraña porque nosotros no teníamos auto.
Cambié de postura buscando refrescarme, y mire el reloj mientras agudizaba el oído, eran las 12:30 de la mañana, abajo los ruidos se intensificaron y pronto fue obvio que mi madre y mi abuela estaban recibiendo a mi Tío Roge de manera alegre y efusiva.
No podía escuchar con claridad lo que decían, pero pude oír la ronca y grave voz de mi tío Rogelio, resonar en toda la casa. Aquella ronca y brava voz me provocó un escalofrió en todo el cuerpo, que nada tenía que ver con el aire acondicionado.
Una parte de mi quería levantarme y bajar dando saltitos de alegría para recibir a mi tío favorito, pero me daba mucho miedo que él reaccionara como mi madre y mi abuela al ver mi monumental culo.
No soportaría que mi tío Roge se burlara de mis nalgotas o de mis incipientes tetitas de adolescente, o peor aún, que me despreciara por ello.
Pasaron tanto tiempo hablando que comencé a dormirme de nuevo, estaba a punto de entrar al reino de Morfeo cuando la puerta de mi habitación se abrió muy lentamente, el chirrido de las bisagras hizo que abriera los ojos de golpe, la luz del pasillo entró iluminando mi habitación lo que me provocó cerrar mis ojos de nuevo para protegerlos de la repentina claridad.
Escuché unos pasos pesados y fuertes acercarse a mí, sabía quién era, aun antes de volver a abrir mis bonitos ojos grises, cosa que no hice, por alguna razón me sentí muy cohibido y fingí estar profundamente dormido.
Tío Rogelio caminó hasta quedar de pie a mi lado, podía sentir su enorme figura frente a mí, su poderosa presencia llenaba mi pequeña habitación fácilmente, incluso podía olerlo, parecía que tío Rogelio estaba sudando y su intenso aroma a macho era tan o más intenso que el de una loción.
Tío Roge estaba mirándome, podía sentir su intensa mirada acariciando mi piel, yo estaba de espaldas “mirando” al techo, con la delgada frazada cubriendo mis núbiles pechos.
Nos quedamos así por un tiempo, él mirando mi silueta dormida yo fingiendo que no sabía que él me estaba observando, pero era difícil mantener mi farsa, mi piel se erizo al ser objeto de tanta atención, y mi corazón comenzó a latir rápidamente, el intenso y masculino aroma de mi tío me estaba volviendo loco… me estaba sintiendo extraño, muy extraño, mi piel hormigueaba, mis pezones se pusieron durísimos, mi ano comenzó a palpitar y calentarse rápidamente, y pude sentir como se humedecía, pero lo que más me asustó fue cuando mi pequeño pene se puso completamente erguido.
Yo estaba completamente confundido, jamás, nunca, me había pasado aquello, nuca en mi corta vida había tenido una erección, en la escuela nos habían hablado de ello en clase de educación sexual, pero mientas mis compañeritos varones reían y hacían bromas vulgares, yo solo podía pensar que me estaban engañando, pues mi pequeño y rosado pene jamás se había puesto duro como decía la enfermera.
Por supuesto al estar de espaldas solo cubierto por una delgada frazada mi pequeña erección era completamente visible para mi enorme tío Rogelio.
Me quería morir, ¿por qué estaba teniendo mi primera erección en presencia de mi tío? ¿era mi tío la causa de mi primera erección? ¿Por qué diablos sentía mi apretado ano caliente, tembloroso y húmedo? ¿Qué rayos le estaba pasando a mi cuerpo?
Todas estas preguntas se arremolinaban en mi mente y me causaban miedo y vergüenza, tanto que estaba a punto de ponerme a llorar otra vez, pero antes de que eso pasara…
Sentí como los ásperos y enormes dedos de mi tío Rogelio acariciar mi cuello, bajar lentamente hasta mis pechitos y tomar la frazada, la arrancó de mi cuerpo en un movimiento rápido dejándome completamente expuesto, solo mi pequeña trusa cubría mi vergonzosa y patética erección.
El frescor del aire acondicionado golpeó mi delicada y blanca piel y no pude contener un gemidito, mis manos cubrieron mis pequeños pechitos de manera tímida, y crucé mis gordos muslos para que tío Rogelio no viera mi penecito duro como una piedra.
Seguía sin abrir mis bonitos ojos y tontamente me aferraba a la idea de que si yo no veía a mi tío él no podría verme a mí.
“¡Baja tus manos, y estira tus piernas Danielle!”. Ordenó con esa ronca y autoritaria voz de soldado.
Aquel ronco ladrido me hizo estremecer de miedo y de… otra cosa, un sentimiento de inferioridad y debilidad que de una extraña manera me gustó
Aun así, no obedecí al momento, lo que enfureció a mi tío.
“Dije; ¡baja tus manos y estira las piernas putito!”.
Era la primera vez que un hombre adulto me llamaba putito en voz alta y frente a mí, los niño y niñas de mi escuela, las mujeres en la calle e incluso algunos hombres maduros me habían llamado maricón, o puto, o jotito, pero siempre lo hacían a espaldas mías y en voz baja.
El hecho de que tío Rogelio me gritara aquel insulto me provocó otro de aquellos extraños escalofríos de miedo y placer.
Esta vez obedecí y me obligué a estirar mis extremidades, mostrándome completo a mi tío.
Se quedó en silencio otra vez, tanto que me atreví a mirar, abrí mis grises ojos lentamente y lo vi ahí de pie, en toda su impresionante altura.
Si yo era luz tío Roge era la oscuridad, si yo era blanco tío Rogelio era negro. Y no solo por el color de nuestra piel.
Lo totalmente opuesto a mí era mi tío Roge. Siempre fue un macho bien grandote y con muchos problemas de genio, dominancia, y una personalidad machista. En su batallón le decían Oso negro porque media 194cm de altura y pesaba 97kgs. de puro musculo varonil. Además, siempre fue bien extrovertido y siempre tenía que dar su opinión a todos y en todo ya que los otros hombres lo respetaban.
A veces sus amigotes parecían más sus fanáticos, pedían su opinión para todo.
“Oye, Roge, ¿Qué piensas de estos zapatos que me mandaron del gabacho?” y “Roge, mi socio, ¿cuantas veces te has cogido a la bebita aquella que conocimos en el Malecón?”
Mi tío dominaba y manipulaba a todos como un conductor de orquesta en cualquier situación. Todos (y especialmente TODAS) hacían lo que él quería al final. Tío Rogelio era un hombre entre hombres, el líder de la manada, el perro más grande, tío Roge era un verdadero macho alfa.
Y si había otro macho alfa en el grupo donde estaba él con chicas, buscaba la manera de deshacerse de ellos asi fuera a golpes, y gracias a su entrenamiento militar, aquellas golpizas terminaban siempre con él como vencedor.
Yo odiaba esa cualidad de alfa, pero también era una que me llamaba mucho la atención: su habilidad de manipular toda situación a su manera y conveniencia. Negocios, política, mujeres, dinero, trabajos ajenos, viajes, fiestas, todo se tenía que hacerse como mi tío Rogelio mandaba.
Recuerdo que un día llegaron dos muchachas con el amigo de mi tío, Cesar. Cesar era de la misma edad de mi tío y aunque no era tan apuesto y galanzón, era musculoso, de estatura más baja, aunque aún asi era alto, y bien machote con una barba de candado y bastante varonil.
Cesar le presento las chicas a Tío Roge y mi tío le dijo, “¿Tú crees que la tuya es la más linda? ¡Ni pinga! ¡Esta es para mí!” Y de la mano alejó a la chica de Cesar, a abrazo y la toqueteó. La chica enrojecida sonreía avergonzada, pero se derretía en los enorme y musculoso brazos de mi poderoso tío.
A mi tío Rogelio le gustaba hacer dos cosas, pelear y follar mujeres, y como ya dije, desde temprana edad fue mujeriego y repartidor de verga.
A tío Roge lo conocían por robarle las novias a los amigos, embarazar mujeres casadas, y follar con extranjeras, sexys turistas que tío Rogelio seducía en la playa, y era sabido que muchas niñas de buena familia habían perdido la virginidad con él. ¡Tío Roge follaba en un parque, en un callejón oscuro, sobre el cofre de un auto, en el cine y donde fuera! Tío Rogelio era la debilidad y el sueño de todas las mujeres que lo conocían, pero para follar con tío roge había que cumplir dos requisitos, ser blanca y ser culonas.
“No hay nada mejor que una hembra blanca con culo de negra, a esas putas les encanta una buena verga negra, y yo aquí tengo verga negra de sobra”. Decía mientras se agarraba su enorme verga por encima el pantalón mientras sacaba la lengua larga y puntiaguda que tiene y la movía de manera rápida y vulgar.
Gracias a sus entrenamientos militares diarios, Tío Rogelio regresaba cada año más grande, más musculoso, más grueso, más macho. Sus piernas y muslos eran gruesos y musculosos y cubiertos en pelo negro obscuro. Su cuerpo era bien grandote también con una espalda ancha y un pecho bien marcado cubierto de pelos hasta su cuello.
Ahí estaba él, enorme, inmenso tapando la luz del corredor con su gigantesca figura, vestido con su uniforme de soldado, en el pecho un par de medallas que mostraban su rango en el ejército, con quince años de servicio mi tío ostentaba el rango de Capitán Segundo.
Se veía guapísimo, Tío roge era un machazo ideal: como ya dije media casi dos metros, llevaba la cabeza completamente afeitada, su rostro era cuadrado, varonil y un poco brutal, sus cejas eran negras y gruesas, tan tupidas que casi se unían una a la otra, con una sombra de barba que nunca se borraba, sus ojos eran negros como pozos, su nariz ancha y sus labios gruesos y algo africanos, recordaban a un peligroso gorila.
Poseía su espalda era inmensa y unos fuertes hombros, sus brazotes eran largos y musculosos, gruesos como dos troncos, en su amplio pecho había un par de pectorales duros como losas de cemento que amenazaban con rasgar el elegante uniforme de gala de mi tío, su abdomen lucio firme pero aun asi ancho, y sus piernas largas y fuertes, terminaban en unos gigantescos pies.
Tío Rogelio era muy peludo, tanto que incluso completamente vestido podías ver lo gruesos vellos de sus brazos cubrir el dorso de sus manos e un poco en sus gruesos y largos dedos.
Y ahí estábamos, dos creaturas completamente diferentes, un pequeño, delicado, afeminado y débil niño de blanca piel y dorados cabellos completamente exhibido frente a un poderoso, fuerte, y musculoso macho alfa de piel oscura.
Él seguía mirándome y yo a él, mi cuerpo continuaba reaccionando de manera extraña, con mis rosado pezones completamente hinchados y punzando de ese tortuoso placer/dolor, mi diminuto pene de cinco centímetros seguía duro como roca y latía al ritmo de mi acelerado corazón, y con el pasar de los minutos había comenzado a babear, podía sentir como un espeso liquido brotaba de la punta de mi micro pene, mojando la tela blanca de mis calzoncillos, pero lo que me estaba dando mucho miedo era sentir como mi anito seguía contrayéndose, humedeciéndose y calentándose más y más, a cada segundo por voluntad propia.
Mi bonito cuerpo estaba ardiendo y temblando, mi guapísimo tío Rogelio seguía mirándome de arriba abajo, y una malvada y blanca sonrisa iluminó su oscuro y brutal rostro.
“Sabía que los medicamentos funcionarían en ti, pero esto supera mis expectativas. ¡Mírate estás echa toda una hembrita! Siempre supe cuál era tu verdadera naturaleza, y ahora que he vuelto, podré terminar de transformarte en lo que en realidad eres”.
Las roncas palabras de tío Roge me provocaban escalofríos de miedo y expectación, no tenían sentido para mí en ese momento, pero sabía que algo grande e importante estaba a punto de ocurrirme y que sería mi tío el responsable de ello.
Yo seguía mirándolo directo a sus oscuros ojos negros mientras me retorcía bajo su lujuriosa mirada lanzando femeninos gemiditos de angustia, por todas las nuevas emociones que inundaban mi mente y las nuevas y extrañas sensaciones que sufría mi pequeño y delicado cuerpo.
“¡Maldito putito hermoso, estás bien pinche rico! Lo único malo es esa fea trusa, esos son calzoncillos de hombre, las mariconas como tú deben usar lencería y encaje… pero tu tío está aquí y se ocupara de eso, tú no debes preocuparte de nada, deja todo en manos de tu tío, lo único que tiene que hacer un jotito como tú es obedecer su macho y todo saldrá bien… por ahora duerme, pues mañana comienza tu transformación”.
Y con una última repasada mi tembloroso y excitado cuerpecito Tío Roge salió de mi habitación son esos pesados y seguros pasos de macho alfa.
En cuanto cerró la puerta de mi cuarto no pude soportarlo más y mis delicadas manos se apresuraron a tratar de calmar las intensas sensaciones que la masculina presencia de aquel macho de piel oscura había provocado en mí.
Mi mano izquierda acarició uno de mis erguidos pezones, sorprendentemente mi mano derecha se dirigió de manera instintiva no a mi tembloroso micro pene, si no a mi palpitante y babeante ano, mis delicados deditos se acariciaron mi apretado ano haciendo círculos sobre él.
Mientras me acariciaba con mucho cuidado mis necesitados y punzantes pezoncitos, presioné mis dedos sobre la apretada entrada de mi zona más privada y cuando pude meter la punta de uno de mis dedos todas aquellas nuevas sensaciones de placer llegaron al limité y sufrí, nunca mejor dicho, el primer orgasmo de mi vida, mis pezones punzaron de manera dolorosa, mi cuerpo de arqueó de manera erótica, alzando mis anchas caderas hacía el techo, mi ano apretó con mucha fuerza mi pequeño dedo mientras de él brotaba un espeso y caliente líquido.
Y mientras mi apretado, ardiente y húmedo ano, se abría y cerraba, Mi micro pene dio cinco o seis saltitos mientras escupía cuerda tras cuerda de extraño líquido transparente y acuoso sobre mí mismo, el primer disparo fue tan potente que aquel aguado liquido calló sobre mi bonito rostro, el segundo sobre mi pecho y el tercero en mi plano vientre, los disparos finales simplemente brotaban de la punta de mi micro pene y se ocurrían a lo largo de mi pequeño pene para formar un charco en mi plano vientre.
Mis manitas dejaron de moverse y jugar con mis lugares especiales, y quede completamente desmadejado, cubierto de sudor y de mis propios jugos, temblando de placer y con los ojos en blanco, jadeando por aire, mi cerebro completamente derretido y confundido se hundió en un placido sueño.
No esta mal, pero esa narrativa, reiterada de mis labios, escroto, micro pene y tu culo grande, realmente hacen desparecer el morbo y lo caliente de la historia, tanto que llega aburrir,
De la misma forma que reiteras la descripción del macho Alfa👎
Entiendo tu critica y devo darte la razón en que reitero las descripciones de los aspectos sexuales es justamente por que a mí y a algunos otros putitos nos enciende el leer la descripcions de un protagonista absolutamente femenino, espero que entiendas que el describir reiteradamente los aspectos fisicos femeninos que nos convierten en sissyboys, en mariquitas, como las caderas anchas, un micropene, o una pequeña tetitas de jotito, nos emociona y nos excita, leer esas decripciones nos alimenta la imaginación y el ego. Lo mismo ocurre con las reiteradas exaltaciones a la bruta y dominante masculinidad de los machos alfa. O al menos eso me sucede a mi. Eso lo descubrí al leer los post de «Ms. Karli Kunt», y los relatos de «uspmn», te comparto los links a esas publicaciones. Trataré de darle más fluidez y velocidad al relato, pero no creo poder evitar las decripciones exaltadas y reiteradas de los personajes principales, aunque trtare de reducirlas. Gracias por tu lectura y tu comentario. Besos.
P.D: Te djo los enlaces a las publicaciones a las que me refiero, estan en inglés, pero se traducen perfectamente usando la extencion de google traslate.
«https://archiveofourownorg/users/uspmn/pseuds/uspmn»
«https://www.tumbex.com/thekarlikunt.tumblr/photo?page=1»
Ese tipo de machos que te dominan y te hacen sentir toda una hembrita en todos los sentidos de la palabra valen oro, yo espero que nunca se extingan y que siempre nos sigan tratando como todas unas putitas.
Tienes toda la razón amiga, solo un verdadero hombre puede tratarnos com las hembritas en celo que en realidad somos. Solo un alto, fuerte, peludo, grosero, machista y feo macho alfa heterosexual sabe tratar a las mariconas como nosotras. Y sí, esos hermosos machotes deberian ser eternos. Que nuestra madre; la Diosa Venus bendiga a esos hombresotes de verdad que saben como dominarnos.
Mw dio hueva leer quiero saber de la cogedera no de su vida ni como es
Si lo que buscas es una paja rapida, no deberias estar leyendo relatos eroticos, para eso esta el porno, y si bien aqui en «sexosintabues» el nivel literario es bastante bajo, y la extencion de los relatos es excesivamente corta, yo no escribo relatos de 500 palabras. Me gustan las criticas constructivas, pero la tuya nace de tu propia pereza, asi que… Bye.
Buenas soy de Venezuela y soy Transexual y quiero el capítulo 2 y otros mas
¡Holis Alejandra! Gracias por leer y comentar. Saludos desde mexico ya estoy escribiendo el segundo cap, espero que puedas opinar sobre mi manera de escribir, para saber si te gustan mis descripciones o si, comosuaveprofundo, opinas que soy demasiado redundante. Espero contar con tu lectura y tu comentario en el capítulo dos. Besos.
Ya quiero leer la parte 2, me quede picado muchas gracias!
Muy excitante tu relato, por mi parte soy tv de closet,sumisa y me encanta ser dominada.
Delicioso, si creo que es un poco redundante en la descripción de los protagonistas pero diablos ¡Cómo se me antoja tener una novia trans así de femenina joven y sexy!