Mi vecinito, el más putito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Derekito.
Hola chavales, esto ocurrió en el 98 acá en Chiapas, México, en la ciudad de Comitan.
Tenía yo entonces 26 años, ese año recién llegaba a esta ciudad, yo soy bisexual y me encanta el sexo con adolescentes, pero esto fue una experiencia muy distinta que no se olvida fácilmente.
Yo vivía en un departamento en el tercer piso y tenía como vecinos a una familia de cuatro, entre ellos un chico de 13 años.
Yo ya me había acostumbrado a verlo todos los días, era un chico bastante apuesto, delgado y con un par de las mejores nalgas, redonditas y paraditas.
Siempre me gustó pero nunca tuve oportunidad de decírselo.
hasta ese día.
ese día eran las 8:00 de la mañana y fuertes golpes en la puerta me sacaron de un erótico sueño.
Aún medio dormido abrí y era nada más y nada menos que mi vecinito, traía puesto un pequeñísimo boxer de dormir y sin camisa, su abdomen se le marca de lo lindo y tenía una piel que daban ganas de comérselo.
Al preguntarle qué se le ofrecía, me dijo que sus padres habían salido muy de mañana para la ciudad de México D.
F.
y no regresaban hasta el siguiente día por la noche, que su hermano había ido a la facultad y estaba solo, pero que al salir a recoger el periódico había dejado las llaves dentro y no sabía cómo entrar, y si lo podía ayudar, así que le dije:
– Ok, pero mientras pásate para que esperes mientras me baño y vamos a un cerrajero.
Yo noté que aquel chiquillo me miraba con insistencia la verga, pues cómo no, si la traía bien paradota, como casi todas las mañanas al levantarme, eso me excitó, así que lo pasé, le ofrecí algo de desayunar pero dijo que ya lo había hecho, y entonces me fui al baño.
Pocos minutos después estaba desnudo bañándome, cuando de pronto ahí estaba él, en el baño, me preguntó que si podía bañarse después de mí, así que le dije:
– Ok, como quieras, pero a ver si no se acaba el agua, ya que a estas horas ya sabes que la cortan.
Al estar hablando noté que despistadamente me miraba la verga que, no es por deseársela pero estoy muy bien dotado, de casi 9 pulgadas de placer y estoy circuncidado.
Casi me da un infarto cuando me dijo:
– ¿Y si me baño contigo?
Yo, haciéndome el inocente, le contesté que sí, así que ni tardó ni perezoso se depojó del boxer y la trusa.
¡Pero qué monumento de chiquillo!, tenía unas piernas no flacas, es decir, fuertes y torneadas, una pequeña cinturita, y ¡qué nalgas!, las mejores que he visto, enormes y redondas, eso me puso a 10,000 por hora.
Entró al baño y se puso a mi lado, se empezó a bañar mientras yo no le quitaba la mirada a ese monumental cuerpo.
Unos minutos después se puso frente a mí y se me quedó viendo a la verga y me preguntó:
– ¿Cuánto te mide la verga?
– Como 9 pulgadas, ¿por qué?
– Es que la tienes bien grande, yo la tengo bien chiquilla.
En eso noté que el nene aquel ya tenía una tremenda erección y no era nada chica para su edad, estaba bien placenteramente dotado de un hermoso palito rosado, y con una cabecita que se antojaba chupar como rica paleta.
Así que le contesté:
– Tú la tienes muy grande para tu edad, lo que pasa es que yo la tengo muy grande pero ya te crecerá, hay un ejercicio para hacerla crecer.
¿quieres que te diga cómo?
Cuando dijo que sí, sin perder tiempo, le agarré su hermosa verga que estaba dura y caliente y se la empecé a jalar, le sobaba bajo sus huevitos.
De pronto, de un tajo me agarró la verga y me empezó a jalar suavemente, en ese momento nos olvidamos de estúpidos ejercicios y nos comenzamos a besar en la boca.
Aquel nene besaba como un profesional, y con una pasión totalmente inesperada para un niño de su edad.
Pronto se agachó y empezó a mamarla toda, aaah! qué mamadas se aventaba!, era un experto, con sus manos recorría mis piernas, mi vientre, yo nada más me retorcía de placer.
De pronto se paró y se volteó, apoyándose en la pared y me dijo:
– Métemela, pero despacito.
Aaaaajuaaa!, pero qué vecinito más putito!, así que tomé jabón y me unté en toda mi extensa pollota.
Tomé un poco y le empecé a untar en aquel rosado culito, un maravilloso culo.
Primero le metí un dedo, después lentamente le metí dos, y sin perder más el tiempo me agarré la verga con las dos manos y se la puse entre sus pálidas y suaves nalgas, así lentamente empezó a entrar entre sus apetitosas nalgitas, hasta que llegó a la entrada de su agujerito.
El chiquillo aquel se empinaba más y se hacía hacia mí como suplicando por mi pedazo de felicidad.
De pronto empezó a entrar, aaah! eso era el paraíso en la Tierra, me lo estaba cogiendo riquísimo, poco a poco lo estaba penetrando, él emitía unos excitantes gemidos, hasta que ya la tenía toda adentro, se la había almorzado toda, aun así él con una mano se abría más las nalgas y más se la metí, ya sus nalguitas topaban contra mi vientre y huevos, así se la saqué y se la metí una y otra vez, se la sacaba y arremetía de nuevo hasta el fondo, lo raro es que en ningún momento se quejó, así que lo tomé y lo abracé hacia mí, el placer aumentó considerablemente al sentir su cuerpo pegado al mío, así fui incrementando la velocidad.
Él me agarraba las nalgas y me pegaba más a él, así en un rayo muscular me retorcí y arrojé tanta leche como pude, y fue el éxtasis del éxtasis, ya que en ese momento él se estaba corrieno también, qué eyaculación!, parecía que no terminaría.
De pronto se volteó y nos besamos durante buen rato, hasta que casi sin darnos cuenta ambos ya la teníamos otra vez parada, así que me pidió que si me cogía, a lo que acepté sin quejas, me puse en cuatro patas y abrí las piernas todo lo que podía, él se puso tras de mí y de un sólo golpe me ensartó en el culo aquella hermosa pieza de carne, aunque en un principio me dolió un poquitín, sentí cómo me entraba y salía esa deliciosa verga, el placer era inaudito, él lo hacía muy rápido y eso me encantaba.
Así, durante unos minutos de placer, sentí cómo un torrente de semen inundaba mi castigado culo, en cada chorro más me ensartaba, así durante unos minutos quedamos hasta que se paró y se salió del baño.
Después de lavarse, ya estando los dos en la sala, le pregunté que si ya lo había hecho antes, fue cuando me confesó que su hermano se lo estaba cogiendo desde que tenía 7 años, al igual que uno de sus amigos y un primo.
Eso explicaba por qué no le había dolido.
Ese día, queridos lectores, yo no fui a trabajar y él no fue a la escuela, nos quedamos acostados casi todo el día, besándonos, acariciándonos y más.
Ese mismo día volvimos a coger como poseídos, como a las 4:00 pm.
Desde ese día, él se convirtió en mi amado y amante, hasta sus 15 años, en que se fueron a vivir a Estados Unidos.
El día antes de su partida hicimos el amor por última vez, él lloraba desconsolado al igual que yo, me dijo que lo mejor era que no tratara de buscarlo ni contactarlo ya que sería muy doloroso, así respeté su decisión con gran tristeza.
Jorge: dondequiera que estés, quiero que sepas que espero ansioso el día de nuestro reencuentro.
Hasta entonces, crece hermoso chiquillo.
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