Mi vecino 4
Esta vez, mi vecino viene unos días a casa de mis padres, donde tiene sus idas y venidas con mi hermano pequeño. (Contado desde el punto de vista de Leo).
(Leo)
- Creo que necesitamos una ducha, Michi. – dijo en tono divertido.
- Sí, yo también lo creo. – le respondí, riendo. – Estás cogiendo la manía de correrme encima de mí. – bromeé.
- ¡Pero si ha sido tu culpa! – me dijo, indignándose de broma. – Yo estaba plácidamente dormido…
Soltamos una carcajada y nos fuimos a la ducha, donde no hablamos mucho más del tema. Ya limpios y frescos, volvimos a la cama y, después de cambiar las sábanas, que estaban mojadas por nuestro sudor y por alguna mancha blanca, nos echamos de nuevo, esta vez desnudos. Ahora sí, estaba algo más somnoliento y no tardé en quedarme dormido, sintiendo el agradable calor de Samuel en mi espalda, que me abrazaba.
El sonido de la alarma nos despertó al día siguiente y Deku no tardó en saltar a la cama y empezar a chuparnos, dándonos los buenos días. Después de vestirnos y desayunar algo rápido, nos marchamos alegremente al coche. El viaje fue algo tedioso, ya que Deku aún no estaba acostumbrado a viajar en coche y lloraba en el asiento de atrás. Paramos en una gasolinera y me senté a su lado, haciendo que el resto del viaje estuviera más calmado.
Cuando llegamos, Deku fue el centro de atención de toda la familia. Todos querían cogerlo y acariciarlo y Deku parecía estar encantado con tanto mimo. Después de saludar a los padres de Samu, Dani se acercó a mí y me dio un abrazo, invitándome a dejar la mochila en su habitación. Me contó que había una fiesta la noche del día siguiente en casa de uno de sus amigos y que quería presentarme a una chica que tenía fama de facilona. Me enseñó algunas fotos y la verdad es que la chavala estaba bastante buena.
Samu se fue con Deku a casa de un amigo para enseñárselo y Dani y yo pasamos la tarde en su casa, bañándonos en su piscina y jugando a la play. Cuando ya atardeció y no hacía tanto calor, fuimos a las pistas de su urbanización a jugar al fútbol. Nos encontramos a unos cuantos chicos, algunos más mayores y otros algo más pequeños, y montamos un partidito.
Después de una hora y pico, todos estábamos reventados y cada uno se fue a su casa. Nos metimos en el agua de nuevo para quitarnos el sudor y luego entramos en la casa, donde su madre nos estaba preparando unos nuggets con patatas fritas. Mientras le agradecía la cena, Samuel llegó con Deku, que parecía exhausto y se echó en su camita, que trajimos del piso.
- ¿Qué tal el día, chicos? – preguntó Samu, acariciándonos la cabeza a los dos.
- Bien, ¿y tú? – respondió Dani, metiéndose un nugget entero en la boca.
- Ni tan mal. – dijo, sentándose a nuestro lado. – La hermana de Paco se ha enamorado del perro y me ha estado tirando la caña toda la tarde. – soltó, animadamente.
No supe por qué, pero aquel comentario que normalmente me causaría risa, me cayó como una patada en el estómago. Samu y Dani siguieron conversando mientras cenábamos, pero yo mascullaba sus palabras e intentaba procesar qué me estaba pasando.
- Leoo. – me llamó Samu.
- ¿Eh? – respondí yo.
- Que si te bañas con nosotros. – dijo Dani.
- Ah, no, no. Me duele la cabeza, creo que me voy a dormir ya. – respondí, ya que no estaba de humor.
- ¿En serio? – dijo Samu, perplejo.
- Venga ya, no seas muermo. – me insistió Dani.
- De veras que me encuentro regular. – mentí.
- ¿Quieres que te traiga una pastilla? – preguntó Samu, esta vez con tono algo preocupado.
Asentí con la cabeza y Samu fue a preguntarle a su padre dónde había ibuprofeno. Al cabo de un minuto, volvió con una pastilla y un vaso de agua. Me la tomé, les dije que se lo pasaran bien y me fui al cuarto de Dani. Su madre ya había preparado la cama nido que había bajo la de Dani, por lo que, después de cerrar la puerta, me sequé bien, me puse unas calzonas limpias, apagué la luz y me eché en la cama. Seguí pensando en las palabras de Samu. ¿Qué significaba aquello? ¿Y por qué me había afectado así? Las cosas que habíamos hecho juntos eran fruto de la excitación, el morbo, la calentura… ¿no? ¿Me gustaba Samuel?
Todo era muy confuso y lo único que estaba logrando era que me doliese la cabeza de verdad, así que intenté no pensar más en el asunto y dormirme, pero no pude. Dani volvió al cabo de una hora, abriendo la puerta y cerrándola tras de sí lentamente.
- ¿Michi? – me llamó en un susurro.
- Estoy despierto. – le respondí, incorporándome un poco sobre uno de mis codos.
Llevaba vestido con una toalla envuelta alrededor de su cintura.
- ¿Te encuentras mejor? – preguntó mientras abría la toalla y se secaba bien.
- Sí, un poco. – le respondí.
Dani dejó caer la toalla al suelo y se dió la vuelta para buscar algo que ponerse, dejándome contemplar su culo redondo, blanco y lampiño. No pude evitarlo, me acerqué un poco y le di un azote con la mano abierta en una de sus nalgas. Dani dio un salto de dolor y se llevó las manos a la zona, que comenzó a ponerse colorada.
- ¡Serás mamón! – me dijo, mientras me partía de risa. – Ahora verás.
Acto seguido, con una sonrisa en la cara, se abalanzó sobre la cama y se sentó en mi pecho. Traté de quitármelo de encima, pero agarró mis manos y las colocó encima de mí, inmovilizándome.
- ¡Pídeme perdón! – me dijo, riendo.
- ¡Ni lo sueñes! – le respondí.
- ¿Ah, sí? – dijo, arqueando las cejas.
Creía que me haría cosquillas, tal y como solía hacer su hermano, pero no. Extendió un poco sus rodillas y acercó su pelvis a mi rostro. Pude ver en primer plano su pene acercarse. Había visto a Dani infinidad de veces desnudo, pero después de todo lo que había hecho con Samu, me fijé mucho más en él. Aún estaba dormido, pero aún así era algo más grande que el mío en ese estado. Era del mismo color que la piel de su alrededor y, como la de Samu, tenía parte del glande sin cubrir, aunque a diferencia de su hermano, él tenía un pequeño matojo encima de este y algo de pelos en sus huevos, que eran grandes en comparación.
Tenía literalmente sus huevos encima de mis ojos, a escasos centímetros de que hicieran contacto.
- ¡Pídeme perdón! – repitió.
- ¡Me niego! – dije, sin saber si quería o no que lo hiciese.
- Tú lo has querido. – sentenció.
Agachó su cadera y comenzó a refregar sus partes por mi cara. Intenté zafarme, pero Dani me tenía bien agarrado. Su miembro comenzó a ponerse duro y Dani daba pequeños saltitos para que me golpease en la cara mientras se tronchaba de risa.
- Vale, vale, ¡tú ganas! – me rendí, entre risas.
Dani me soltó las manos y, antes de quitarse de encima, agarró su rabo, que ya estaba completamente duro y que era más o menos del tamaño del mío, y me dió un par de golpes con él en la mejilla.
- Eres imbécil. – le dije, negando con la cabeza, aunque incapaz de ocultar mi sonrisa.
- Ha sido culpa tuya, por darme ese azote. – me contestó, dándose la vuelta para mirarse en el espejo. – Mira, me has dejado la marca de la mano.
Era cierto, se podía apreciar cada uno de mis dedos y la palma, que contrastaban en rojo con el blanco de su culo. Solté una risita.
- Con la tontería me he puesto cachondo, jaja. – dijo, agarrándosela de nuevo y haciéndola chocar contra su pelvis.
- Pues hazte una paja. – le contesté, encogiéndome de hombros.
- ¿Contigo aquí al lado? – me preguntó, perplejo.
- A mí me da igual. – le respondí, quitándole importancia. – Ya te vi hacértela el año pasado.
- Bueno, pero ahí nos la hicimos los tres, no yo solo. – respondió. – ¿Y si te la haces conmigo? Tú también estás caliente, ¿no? – señaló con la cabeza mi visible erección bajo la tela fina de mis calzonas.
Me lo pensé por un momento, aunque la excitación fue más poderosa.
- Bueno, vale. – acepté.
- Hazme hueco. – me dijo.
Cogió su móvil y, después de que me echase a un lado de la cama, se tumbó a mi lado. Lo vi abrir una pestaña de incógnito y meterse en una página porno. Yo, mientras, me quité las calzonas y me tocaba lentamente en lo que Dani elegía vídeo. Cuando encontró uno que le gustó, sostuvo el móvil entre los dos y con su mano libre empezó a masturbarse. Yo hice lo propio, aumentando la cadencia de mi paja mientras nuestras respiraciones se aceleraban cada vez más. Noté cómo Dani miró hacia mi entrepierna de vez en cuando y yo hice lo mismo, viendo cómo su mano se manchaba cada vez más de líquido preseminal. Aquello me puso bastante cachondo y sentía que me quedaba poco, cuando Dani dijo:
- ¿Y si te la hago yo a ti y luego tú a mí? – propuso.
Yo, con tremenda calentura, me alegré por su propuesta y solo pude asentir con la cabeza. Dani me dió el móvil y se agachó un poco, poniéndose cómodo. Solté mi verga y sentí sus dedos cerrarse sobre esta, con un poco de miedo e indecisión. Su mano era muy diferente a la de Samu. Era más suave y sus dedos se amoldaban mejor al tamaño de mi verga, por lo que no pude evitar suspirar profundamente cuando comenzó a subir y bajar la piel por el glande. Siguió así durante unos minutos, en los que yo ya echaba poca cuenta al vídeo y me grababa la imagen de Dani pajeándome. Dudé en pedirle que me la chupara, pero creí que sería demasiado para él y que lo ahuyentaría, aunque de todos modos me acabé corriendo a los pocos segundos.
- Me corro. – gemí.
Dani no paró de pajearme, pero quitó la mano enseguida cuando las gotas de semen empezaron a salir de mi polla, manchando mi torso. Respiraba atropelladamente, intentando tranquilizarme, mientras Dani se levantaba y sacaba un rollo de papel higiénico de uno de los cajones de su escritorio y me lo pasaba.
- Gracias. – le respondí, cortando un cacho y limpiándome.
- No hay de qué. – me respondió, tumbándose de nuevo en la cama y pajeándose lentamente. – Te toca. – me recordó, con una sonrisa pícara.
Solté una risita y me acomodé a su lado para poder pajearlo mejor. Llevé mi mano derecha hacia su miembro, que parecía duro como el hierro y que tenía la punta empapada de líquido transparente y viscoso. Rodeé con mis dedos el tronco, que era un pelín más ancho que el mío, aunque un poco más corto. Como predije, estaba dura como la piedra y me sorprendió el calor y la suavidad de su piel. Comencé a subir y bajar su prepucio, despacio al principio, sintiendo cómo con cada uno de mis zarandeos mi mano se embadurnaba de sus fluidos.
Aumenté la cadencia de la paja y me sorprendió ver que me había empalmado de nuevo. Dani gemía ahogadamente mientras sus piernas, que estaban algo abiertas, daban pequeños brincos, lo que me excitó un poco. De nuevo, dudé si chupársela y, aunque tenía ganas, me frené. Sobre todo porque no quería que creyese que era demasiado gay, teniendo en cuenta que todo había salido de boca suya. Aunque me atreví a hacer un movimiento más. Llevé algo de saliva a mi mano libre y la llevé hasta los huevos de Dani, esparciéndola por toda la superficie mientras los apretaba levemente.
Aquello pareció gustarle, porque exclamó un pequeño “Uhm” de placer, lo que me dió confianza para seguir haciéndolo.
Ya llevábamos algunos minutos y parecía que Dani estaba a punto de acabar, ya que jadeaba con más frecuencia y su polla palpitaba cada vez más en mi mano. Yo también estaba muy cachondo de nuevo y decidí arriesgarme un poco más. Volví a llevarme la mano libre a la boca, esta vez echando saliva en la punta de mis dedos. Aprovechando que sus piernas estaban algo abiertas, pasé mi mano por sus huevos y bajé un poco más, sintiendo la piel suave y lampiña de su perineo, hasta que llegué a mi objetivo. Su agujerito estaba bien cerrado y algo sudado y la punta de mis dedos acariciaron aquella zona, jugueteando. Miré a Dani para ver su reacción, pero este tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior mientras su cuerpo se tensaba. Sin previo aviso, su polla se hinchó en mi mano y, mientras sus piernas daban pequeños espasmos y él gemía como loco, comenzó a correrse abundantemente sobre su vientre.
Aproveché e introduje un poco mi dedo anular en su hoyito, que parecía estar más relajado después del orgasmo.
- Para, para. – me dijo Dani, jadeando. – Es demasiado intenso.
Saqué mi dedo lentamente y él dio un pequeño quejido de dolor, aunque pronto su cara volvió a la normalidad. Cogí el rollo de papel higiénico, corté un buen trozo y se lo di.
- Gracias. – me agradeció.
- De nada. – le respondí, sonriendo y cortando un trozo para limpiarme las manos.
- Ha sido increíble. – me dijo, con la respiración aún alterada.
- Sí, a mí también me ha gustado. – le respondí, tumbándome a su lado.
- Estoy que me caigo de sueño. – admitió.
- Duerme aquí si quieres y yo duermo en tu cama. – le propuse.
- Me parece buena idea. – me contestó, bostezando.
Me incorporé, busqué mis calzonas en el suelo y me las puse. Miré mi móvil durante unos instantes y respondí un par de mensajes. Fui hasta la mesita de noche de Dani y cogí unos calzoncillos para que se los pusiera.
- Toma. – le dije, ofreciéndoselos.
Pero no obtuve respuesta. Dani estaba boca arriba, con los brazos sobre su pecho y completamente dormido. Me fijé bien y pude ver su miembro, ya dormido, reposar sobre su pelvis y con un pequeño charquito bajo él. Yo aún seguía algo caliente y actué sin pensarlo mucho. Me incliné hacia él y, con cuidado, aparté su miembro y pasé mi lengua sobre aquel líquido, limpiando su piel. La textura era espesa y sabía algo distinto al semen, pero no me desagradó. Con su rabo aún en mi mano, le bajé un poco la piel y me lo metí en la boca, chupando suavemente para dejarla bien limpia.
Dani se movió un poco y me asusté, pero seguía dormido. Se veía tan lindo tal y como estaba… Lo tapé lentamente con la sábana para que no cogiese frío y me eché en su cama. No pude evitar hacerme otra paja, intentando no moverme mucho, pensando en lo que acababa de pasar, aunque lo que más me excitaba era recordar mis dedos en el culo de Dani. Cuando acabé, apenas cayeron unas gotas en mi mano que limpié en mis calzonas. Al instante, comenzó a entrarme mucho sueño y no tardé en quedarme dormido yo también.
Un rayo de sol que caía directamente en mis ojos me despertó a la mañana siguiente. Eché un vistazo a la habitación, pero Dani no estaba en ella. Miré mi móvil y vi que eran cerca de las 1 del mediodía. Encima de la silla había una camiseta doblada, que entendí que Dani dejó para mí, por lo que me la puse. Cuando llegué al salón, Dani y Samu estaban sentados en el sofá, viendo algo en la televisión mientras que el primero acariciaba a Deku, que mordía un juguete tranquilamente.
- Buenos días. – dije.
Ambos me saludaron con sendas sonrisas y me senté junto a ellos. Samu me ofreció algo para desayunar, pero no tenía mucha hambre. Estuvimos tranquilamente viendo el programa en la televisión y luego encendimos la consola y echamos unas partidas hasta que Samu fue a preparar la comida, ya que sus padres no estaban en casa.
- Tato, acuérdate que tenemos que ir luego a comprar eso. – dijo Dani cuando terminamos de almorzar.
- Que sí. Llevas dándome la lata toda la semana, como para olvidarme. – contestó Samu, entornando los ojos.
- ¿Comprar el qué? – pregunté yo, curioso.
- La bebida para esta noche, tío. – me respondió Dani, emocionado.
Es cierto, esta noche iríamos a la fiesta que me comentó Dani, aunque no sabía que íbamos a beber.
- Sabes que a mamá y papá no le gusta que bebas, enano. – dijo Samuel, levantando las cejas.
- Venga ya, no seas aguafiestas. – respondió Dani. – Me has contado mil veces que a mi edad te las cogías mortales.
- Y por eso no les gusta que bebas. – contestó Samu, haciendo que todos en la mesa riésemos.
- No va a ser para tanto, la botella es entre Félix, Leo y yo. – dijo Dani.
- Yo no creo que beba. – comenté para hacerme el duro.
- ¿Cómo? – dijo Dani, perplejo. – ¿Estás de coña, no?
- No, es en serio. – seguí.
- Pero, ¿por qué? – Dani no entendía.
- No sé, no he bebido nunca. – me encogí de hombros.
- ¡Por eso! Hoy es el día perfecto: mis padres no llegan hasta mañana.
- Ni siquiera sé si me va a gustar. – continué poniendo excusas.
- ¡Ya verás que sí! – Dani me cogió de los hombros y me zarandeó.
- Dani, si no quiere beber, no lo fuerces a hacerlo. – dijo Samu, que se levantó para poner los platos en el lavavajillas. – Casi que lo prefiero así.
- No voy a obligarlo, pero tiene que ser muy divertido verlo morado. – dijo Dani, que me sonrió burlonamente.
- Que sí, idiota, que estaba de broma. – confesé al final, agarrándole la cara y dándole un par de tortas suaves mientras se le iluminaba la cara.
- ¡Bien! – exclamó este.
- Aunque es verdad que no he bebido antes. – dije, sonrojándome un poco.
- Va a ser genial, ya verás. – me tranquilizó Dani.
- Bueno, enano, te tienes que hacer cargo de él. Que no se ponga muy mal. – le dijo Samu a su hermano, moviendo su dedo índice delante de él.
Dani asintió y me pidió que lo acompañase a su habitación. Allí, empezamos a elegir nuestros outfits para dejarlos ya preparados. Después de un rato, Samu llamó a la puerta.
- Me voy a echar la siesta. – dijo, asomando la cabeza. – No arméis mucho ruido y echadle un ojo a Deku.
Ambos le dijimos que sí al unísono y Samu desapareció del cuarto. Cuando estuvimos conforme con lo que nos pondríamos, Dani me sugirió ir un rato a la piscina. Nos cambiamos en un momento y fuimos corriendo al agua, sin dudar antes de tirarnos en ella. Chapoteamos durante un buen rato, persiguiéndonos, intentando darle ahogadillas al otro, haciendo carreras…, hasta que estuvimos cansados. Estábamos sentados en los escalones, descansando, hasta que Dani soltó de repente:
- Se me ha puesto dura. – se rió de su propio comentario y se puso de pie, bajando un poco su bañador y sacándosela para menearla en el aire.
- Jaja, eres un salido. – le respondí yo, que me estaba empezando a empalmar también.
- Jaja, un poco. – se sentó de nuevo, con el bañador aún bajado. – ¿Y si repetimos lo de anoche? – sugirió.
- ¿Ahora? – le pregunté yo, algo nervioso.
- Sí, ¿por qué no? – dijo él, que ya había comenzado a pajearse lentamente.
- ¿Porque nos puede ver tu hermano si viene? – contesté yo, como si fuese lo más evidente del mundo.
- Es temprano, Samu va a estar durmiendo hasta dentro de un buen rato. – dijo él, con excitación.
Después de pensármelo unos segundos, la calentura me pudo y acepté.
- Bueno, vale. – le dije, viendo como su sonrisa crecía. – Pero vamos a aquella esquina al menos. – sugerí.
- Sí.
Ambos nos dirigimos a una de las esquinas donde el agua no cubría tanto, quedando un poco por debajo de nuestro pecho. Me apoyé al bordillo y Dani no dudó en bajarse el bañador hasta las rodillas y empezó a pajearse con más rapidez mientras me miraba sonriente. Yo me puse en frente de él e hice lo mismo: me bajé el bañador y comencé a masturbarme con velocidad.
- ¿Nos pajeamos el uno al otro a la vez? – propuse esta vez yo.
- Sí. – respondió Dani sin cavilar.
Nuestras manos se dirigieron con presteza a la polla del otro y ambos soltamos un gemido ahogado cuando comenzamos a machacársela al otro. Nuestras respiraciones se comenzaron a ajetrear y Dani y yo estábamos cada vez más cerca. Sin esperármelo, Dani apoyó su cabeza sobre mi hombro, disfrutando de nuestra paja mutua. Sentirlo tan cerca fue… extrañamente placentero. Sentía su aliento chocando contra mi clavícula mientras tanto su mano como la mía chocaban con nuestros cuerpos. Aquello me excitó sobremanera. No pude evitar que mi mano libre se posase en su cintura y eché mi cabeza hacia atrás apoyándola en el bordillo.
En un inesperado movimiento, Dani giró la cabeza y llevó sus labios hasta mi cuello. Aquella sensación era totalmente nueva para mí e hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo de arriba a abajo, arrancando un sonoro suspiro de placer de mis labios. Dani continuó lamiendo mi cuello, estrellando su respiración agitada sobre este, besándolo sin parar, mientras yo no paraba de jadear, sintiendo cómo estaba a punto de correrme. Mi mano, que estaba en su cintura, bajó un poco más y le agarré con fuerza el culo mientras notaba cómo mi polla se hinchaba cada vez más.
- Me voy a correr ya mismo. – le advertí.
- Yo también. – me susurró al oído.
Sentí su rabo palpitar entre mis dedos y Dani se separó un poco, mirando cómo nos pajeábamos. Su mirada estaba centrada en la acción que pasaba bajo el agua y, cuando sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo, no pude evitarlo. Acerqué a Dani con la mano que estaba en su trasero y llevé mis labios a los suyos. Pude notar su sorpresa en los ojos, pero no tardó en responder, abriendo la boca y dándole la bienvenida a mi lengua con la suya.
Era la primera vez que besaba a un chico. Sus labios eran suaves y la sensación de nuestras respiraciones en la boca del otro me puso como una moto.
La mano libre de Dani se movió con determinación y se posó sobre mi nalga derecha, clavando sus dedos fuertemente sobre esta.
Sentí aquella maravillosa sensación de cuando uno se corre y gemí como loco, juntando mi cuerpo al suyo. Dani hacía lo mismo, presionándose contra mí, y sentí cómo su polla se hinchaba en mi mano y sus músculos se tensaban mientras algo caliente se escurría entre mis dedos.
Nuestras manos bajaron el ritmo poco a poco y nuestros labios se separaron, dejando en el aire un ambiente algo extraño. Dani me soltó el rabo y soltó una risita nerviosa.
- Bueno, eso ha sido… Intenso. – dijo, dando un paso hacia atrás y sin mirarme a la cara.
- Sí, y que lo digas. – respondí yo, sin saber muy bien qué decir o hacer.
Nos levantamos los bañadores y nos metimos bajo el agua, ya que ambos habíamos sudado bastante. Nos sentamos de nuevo en los escalones y estuvimos unos segundos en un silencio algo incómodo, hasta que no pude evitar preguntar:
- Oye, lo del cuello… – quise decir, sin encontrar más palabras.
- No sé, estaba muy caliente y me salió hacerlo. – respondió él, nervioso y encogiéndose de hombros. – Lo del beso…
- Igual. – respondí yo de inmediato. – No podía pensar con claridad. – me excusé. – Lo siento.
- Está bien. – me tranquilizó. – Siempre que sepamos que es por estar cachondos… No creo que eso nos haga gays, ¿no?
- No, no lo creo. – respondí yo, aunque no estaba del todo seguro.
Dani iba a decir algo más, pero Deku apareció correteando alrededor de la piscina y el ambiente se relajó de nuevo. Salimos de la piscina y empezamos a pasarnos un balón mientras Deku corría para intentar interceptarlo. Así, todo volvió más o menos a la realidad, aunque yo estaba algo confuso. Pasó un rato y Dani miró la hora en su reloj móvil.
- Mierda, ya son las siete y Samu tiene que ir a comprar eso. – dijo, agobiado y dirigiéndose dentro de la casa.
Lo seguí hasta la habitación de su hermano y Dani golpeó la puerta con sus nudillos lentamente.
- Tato, ¡Tato! – llamó suavemente.
- ¿Hum? – se lo escuchó gruñir.
Dani abrió la puerta y nos asomamos dentro. Samu estaba echado en su cama de matrimonio, solamente en calzoncillos y con los ojos entrecerrados.
- ¿Puedes ir a comprar eso antes de que se haga más tarde?
- Sí, vale. – dijo antes de soltar un sonoro bostezo.
- Gracias. – dijo Dani. – Yo me voy a ir duchando.
Dicho esto, se fue de la habitación. Samu se desperezaba en la cama y no pude evitar acercarme a él y tirarme encima.
- ¡Ay! – se quejó Samu. – ¡Quita, gordo, que estás mojado! – me dijo, intentando apartarme mientras se reía.
- Es para que te despiertes bien. – le respondí, abrazándolo fuertemente para que no me moviese.
- Te lo has ganado, Michi. – sentenció.
Rodeó sus brazos sobre mi cuerpo, inmovilizándome y, en un solo movimiento, las tornas se cambiaron. Ahora Samu estaba encima de mí y, tal y como hizo Dani anoche, juntó mis manos encima de mi cabeza y las sujetó con una mano mientras con la otra me hacía cosquillas. Intenté zafarme, pero era imposible, hasta que me rendí y le pedí clemencia. Antes de soltarme, Samu me dio un par de tortas suaves en la cara, giró mi cabeza hacia un lado y me miró extrañado.
- ¿Y esto? – me preguntó, pasando uno de sus dedos sobre mi cuello.
- ¿El qué? – contesté, sin saber a qué se refería.
- Tienes como un roce. – me dijo, levantando las cejas.
- ¿Cómo? – me alarmé. – Deberé habérmelo hecho jugando con tu hermano en la piscina, no ha parado de intentar ahogarme. – inventé rápidamente.
- Ya… – dijo, aunque no sonaba del todo convencido. – Bueno, me voy ya antes de que Dani se ponga insoportable. – resopló, levantándose.
Se puso la ropa que había en su silla y se despidió de mí antes de salir del cuarto, diciéndome que no tardaría mucho. Yo intenté parecer lo más tranquilo posible, pero en cuanto se fue, fui corriendo a mirarme en el espejo. Una mancha pequeña y rojiza en forma de línea se dibujaba en el lado izquierdo de mi cuello, cerca de mi clavícula. No era muy visible, pero no cabía duda de que era un chupetón.
Me dirigí al cuarto de Dani y me senté en la cama, esperando que saliese de la ducha. Al poco tiempo, apareció por la puerta con una toalla amarrada a la cintura y con música sonando en su móvil. Lo miré con algo de ansiedad y se dio cuenta de que ocurría algo.
- ¿Qué pasa? – me preguntó, algo preocupado.
No dije nada, simplemente me limité a mover el cuello hacia un lado, mostrándole la marca. Al principio, Dani no entendió y no fue hasta que se acercó un paso que se percató.
- ¿E-eso lo he hecho yo? – dijo, asustado, mientras se sentaba a mi lado y pasaba un dedo sobre el chupetón.
- No recuerdo a nadie más comiéndome el cuello. – respondí, sin saber yo mismo si estaba enfadado o no.
- Lo siento, tío. – su voz estaba cargada de arrepentimiento. – No sé cómo lo he hecho. ¡No sé ni cómo se hacen!
Respiré hondo y decidí que ninguno de los dos tenía culpa.
- No pasa nada. – lo tranquilicé. – En serio. Aunque tu hermano ha sido el que se ha dado cuenta.
- ¿¡Cómo!? – se exaltó.
Vi cómo la sangre de su cara se desvaneció súbitamente y se puso pálido.
- Le he dicho que me lo habré hecho jugando en la piscina mientras forcejeábamos. – le respondí, intentando calmarlo.
Sus músculos se relajaron un poco, pero su expresión seguía preocupada.
- Joder.
- Venga, que no pasa nada. – le di un par de palmaditas en el hombro. – No se nota tanto.
Dani me miró sin saber muy bien qué decir. Me levanté de la cama y añadí:
- Además, mereció la pena. – sonreí pícaramente y me fui al baño.
Cuando volví a la habitación, ya duchado, Dani estaba terminando de abrocharse unos zapatos deportivos blancos mientras que Deku, tumbado en mi cama, mordía un juguete. Se veía muy distinto, ya que siempre solía vestir de deporte, y pocas veces era capaz de verlo así de arreglado. Llevaba unos vaqueros celestes y apretados, que hacían que sus piernas fuertes se marcaran, al igual que su redondeado trasero. En la parte de arriba, llevaba una camiseta blanca bajo una camisa azul marino que tenía las mangas remangadas.
- Fino, señores. – le dije, imitando el meme.
- Sí, jaja.. – me respondió, sonriéndome. – Tienes que darte prisa, Félix nos está esperando. Mi hermano está al caer.
- De acuerdo. – asentí.
Yo había elegido unos chinos color crema, una camisa celeste, casi turquesa, y unos zapatos blancos como los de Dani. Me vestí rápidamente mientras Dani se terminaba de peinar y se echaba algo de colonia. Hice lo mismo, pasando mi mano por mi cabello y dejándolo algo despeinado, como me gustaba. Me fijé en eque el cuello de la camisa cubría el chupetón, cosa que me alegró. A los pocos segundos, escuchamos a Samu hablarnos.
- Ya estoy aquí. – anunció.
Salimos a su encuentro y lo vimos junto a una bolsa de plástico blanca.
- Gracias, gracias. – dijo Dani, dándole un rápido abrazo a su hermano. – Nos vamos ya, que nos están esperando.
- Vale, tened mucho cuidado, eh. – dijo Samuel, mirándonos a los dos. – Cualquier cosa, me llamáis, ¿vale?
- Sí. – dijimos los dos al unísono antes de salir por la puerta, Dani cargando con la bolsa.
Andamos unas cuantas calles y pasamos por casa de Félix para recogerlo. Yo ya lo conocía de haber venido antes y nos dimos un abrazo. Me dijo que estaba más alto y yo le contesté de broma que estaba más feo. Estuvimos charlando animadamente durante unos diez minutos, planeando lo que haríamos. Era el cumpleaños de la novia de Félix y había montado una fiesta en su casa, que era enorme. Cuando llegamos, se podía escuchar ya la música sordamente desde el interior de la casa. Después de saludar a Martina, la novia de Félix, dejamos las cosas en la cocina y nos servimos la primera copa.
Cuando Dani me entregó aquel vaso lleno de un líquido negro y marrón, con un par de hielos, no pude evitar oler la cocacola y algo más dulce. Mojé mis labios y, para mi sorpresa, no sabía mal.
- ¿Y bien? – me preguntó Dani, expectante.
- Está bueno. – le respondí, sonriendo.
- ¡Te lo dije! – me dio un pequeño empujón. – Bueno, ahora vamos a divertirnos.
Lo seguí hasta el salón, donde todos los muebles, sillas y sofás estaban pegados a las paredes, dejando como una especie de pista de baile. La casa estaba llena de gente, todos de nuestra edad o algo más mayores, que bebían y charlaban en cada rincón de la casa. Nos acercamos hasta Felix y su novia, que estaban con un grupito de chicas. Pude ver a la chica que me dijo Daniel ayer, que me sonrió amablemente cuando Dani me presentó.
Lo cierto es que la chica me cayó bien desde un primer instante, y estuvimos hablando un rato mientras que Dani hablaba con otra chica, que se lo comía con la mirada. Después del primer vaso, Félix se encargó de la siguiente ronda y después de ese, Dani volvió a llenarlos.
Para aquel entonces, yo ya estaba algo mareado.
La chica desapareció en un momento de la noche y cuando me giré para hablar con Dani, este se estaba dando el lote con aquella chavala. Algo dentro de mí me hizo volver la cabeza, evitando aquella imagen, mientras una extraña sensación de enfado y rabia me invadía. No entendía muy bien aquellos sentimientos, o no quería entenderlos, por lo que me fui a la cocina a echarme otra copa. Me serví una y me la bebí en apenas cinco minutos. A la botella le quedaba para apenas para una más y decidí terminarla. Con aquel vaso en la mano, me dirigí al salón de nuevo, donde Dani y la chica bailaban fogosamente una canción de reggaetón.
Me mordí la lengua y le di un nuevo trago a la copa. Cuando levanté la cabeza, vi a la chica con la que había estado hablando antes acercarse de nuevo.
- ¡Hola! – me saludó, sonriendo y sentándose a mi lado. – Perdona por desaparecer, pero mi ex no para de buscarme.
- Hola. – le sonreí, sin mucho entusiasmo. – No te preocupes.
- ¿Estás bien? – me preguntó.
- Sí, sí, solo es que hay mucho ruido aquí. – le contesté, notando cómo mis palabras salían torpemente de mi boca.
- ¿Vamos a un sitio más tranquilo? – me dijo, levantando lentamente las cejas.
- Sí, vale. – le seguí el rollo.
La chica se puso en pie y me ofreció su mano. La tomé y me levanté, siguiendo sus pasos. Nos dirigimos a las escaleras, que formaban una L al principio y continuaban de forma empinada hasta la planta de arriba. Los escalones eran de mármol y la pared era de una especie de ladrillo visto, con tiras led que le hacían tener una presencia elegante. Me ayudé de su mano y de la barandilla para subirla, sintiendo cómo me costaba más de lo que creía.
Solo había un grupito de chicas arriba, usando el baño para retocarse el maquillaje y que nos miraron con sorpresa cuando entramos en una de las habitaciones. El cuarto era de color rosa pastél y había un cuadro en la pared con una foto de una niña con el nombre “Martina” dibujado, por lo que entendí que estábamos en el cuarto de la anfitriona.
Apenas podía pensar con claridad, pero eso no importaba, porque la chica frente a mí era preciosa. Sin mediar palabra, dio un pequeño paso y llevó sus labios a los míos, iniciando un beso. Al principio no reaccioné, pero un flash de Dani liándose con aquella chica me dio el coraje para corresponderle el beso. Nuestras lenguas comenzaron a entrar en la boca del otro mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro. La chica me empujó suavemente y me hizo sentarme en la cama, subiéndose a horcajadas en mi regazo y besándome cada vez más intensamente. Sus dedos comenzaron a desabrocharme la camisa cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.
Un chico, seguramente un par de años mayor que yo por su estatura, nos miraba con el rostro desencajado.
- ¿Qué cojones crees que estás haciendo? – gruñó, su voz cargada de furia.
- Isra, ¿qué coño haces? – gritó la chica, que se levantó de la cama y se cruzó de brazos delante de él.
Antes de poder reaccionar, él cruzó la distancia entre nosotros, apartando a la chica y me agarró de la camisa con una fuerza que no esperaba.
- ¡Eh, suéltame! – le grité, intentando zafarme, pero estaba demasiado borracho como para coordinar bien mis movimientos.
Él me sacó de la habitación a empujones, arrastrándome hacia el pasillo. Sentí cómo mi espalda golpeaba la pared cuando finalmente me soltó. Mis piernas apenas podían sostenerme, y todo daba vueltas a mi alrededor.
- ¿Qué coño te pasa? – espeté, llevándome una mano al pecho.
- ¿Cómo que qué me pasa, colega? ¡Te estás liando con mi novia! – me gritó, dando un paso hacia mí y cerrando los puños.
- ¡Ya te he dicho que no estamos más juntos! – gritó la chica detrás de él.
Alguien en el pasillo nos miraba con curiosidad, pero nadie hacía nada.
- Mira, tío, yo paso de problemas. – le dije, intentando tranquilizar la situación.
Le di la espalda, encaminándome hacia las escaleras. Pero no pude resistirme.
- Suerte con el loco este, nena.
No sé por qué lo dije. Tal vez fue el alcohol, tal vez solo quería provocarlo, pero sabía que no era una buena idea. Sentí el empujón antes de que pudiera procesarlo. Sus manos se estrellaron contra mi espalda con fuerza, y el suelo pareció desaparecer bajo mis pies. Intenté agarrarme a la barandilla, pero mis dedos no hallaron nada sólido. Mi cuerpo se inclinó hacia adelante, y lo siguiente que sentí fue el vacío.
Cuando mi cuerpo se deslizó sin control por las escaleras, todo era dolor y desorientación. El mundo giraba cada vez más rápido, cada golpe contra los escalones era un martillazo seco en mis costillas, en mi espalda, en mis piernas. Intentaba aferrarme a algo, pero mis manos no encontraban nada. Era como caer en cámara lenta, aunque todo ocurrió en un parpadeo.
Y entonces, llegó el golpe.
Mi cabeza chocó de lleno contra la pared al final de las escaleras, justo donde estas giraban. El impacto fue brutal, un sonido seco que resonó dentro de mi cráneo como un trueno. Terminé de rodar los pocos escalones que le quedaban a los escalones y caí al suelo, sintiendo el frío del mármol contra mi mejilla. Todo comenzó a hacerse borroso hasta que finalmente la oscuridad cubrió mi vista.
Hasta aquí este capítulo de la historia. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo lo he hecho escribiéndolo. No duden en dejarme su opinión en la caja de comentarios o por email ( [email protected] ), donde estaré encantado de responderles. Siempre estoy abierto a sugerencias e intercambio de ideas y me encanta comentar las historias con ustedes, así que les animo a hacerlo :))
Estuvo muy bueno. Espero pronto el siguiente
YA QUE COGAN LOS CHAVOS Y QUE NO PASE NADA DE GRAVEDAD CON LEO QUE SEA SOLO EL GOLPE PERO NO TENGAN QUE LLAMAR A CARMEN
Que Leo le de rienda suelta también con la chava